Evolución de la Poesía Española (1939-1975): Corrientes, Exilio y Autores Clave

La Poesía Española desde 1939: Introducción

Después de la Guerra Civil, los poetas españoles toman rumbos muy diferentes, según decidan exiliarse o permanecer en España.

Poetas del Exilio

Hacia el exilio parten poetas de la Generación del 14 como Juan Ramón Jiménez o León Felipe. También abandonó la península la mayor parte de los poetas del Veintisiete: Pedro Salinas, Jorge Guillén, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre… A ellos se une una generación de poetas más jóvenes, entre los que cabe destacar a Juan Rejano (1903-1976), que inició su exilio en París y lo concluyó en México, autor de obras como Memoria en llamas (1939) o El Genil y los olivos (1944) y, especialmente, a Juan Gil-Albert (1906-1994), que retornó a España en 1947 para vivir un «exilio interior». Reunió sus primeros libros en Mi voz comprometida (1936-1939), dando una visión dolorida de la guerra. Su obra posterior es abundante, y en ella aparecen títulos como El existir medita su corriente (1949) o Crónica General (1974).

La Poesía en España: El Contexto Franquista

El régimen franquista intenta de inmediato favorecer el florecimiento de una cultura propia, entre otras razones para no quedar por debajo del gran auge que la literatura, y especialmente la poesía, alcanzó durante la Segunda República. En este sentido hay que entender la aparición de la revista Escorial (1940), cuyo nombre evoca no solo connotaciones imperiales, sino también el lugar en el que estaba enterrado José Antonio. Apareció dirigida por Luis Rosales y Pedro Laín Entralgo y fue poco a poco perdiendo sus ínfulas fascistas para abrirse a nuevos valores y poetas más liberales. En 1943 aparece la revista Garcilaso, fundada por José García Nieto, que defiende temas y formas de corte clásico con resultados en ocasiones equilibrados de un anacronismo extraño.

Como respuesta, en 1944 aparece en León la revista Espadaña, que hasta 1951 será el vehículo de la oposición ideológica al régimen, dentro de la manera velada que permiten las circunstancias. En ella van a aparecer poemas de Hijos de la ira o de Sombra del Paraíso, o poemas de Blas de Otero o Gabriel Celaya.

Corrientes Temáticas de la Lírica Española de Posguerra

Temáticamente, se pueden definir diversas corrientes en la lírica española de la posguerra:

  • La «Juventud Creadora»: Formada por los poetas del entorno de la revista Garcilaso, que buscan un nuevo Renacimiento pasando por encima de la dramática realidad más inmediata.

  • La Poesía Desarraigada: Se manifiesta a partir de la publicación en 1944 de Hijos de la ira. Sus autores huyen del clasicismo formal, cultivando el verso libre. Interpretan el mundo como un devenir de angustia y caos. Su poesía es dramática, y son notables los influjos de Dámaso Alonso y Vicente Aleixandre. Destacan autores como Victoriano Crémer o Eugenio de Nora.

  • La Poesía Arraigada: Otros autores deciden oponerse a la estética de Garcilaso mediante un canto a la intimidad, algo que ya había hecho Unamuno o Miguel Hernández, tratando sus circunstancias hogareñas. En esta línea se inscriben poetas como Luis Rosales, Leopoldo Panero, Luis Felipe Vivanco o, en parte, Dionisio Ridruejo.

  • Poesía Social: Superado el desarraigo, se pasa a la contemplación y la denuncia del sufrimiento cotidiano. Poetas como Gabriel Celaya, Blas de Otero o José Hierro en los años cuarenta y cincuenta la cultivan, siempre en conflicto con la censura.

  • Poesía Vanguardista: Fueron escasos, pero interesantes, los intentos de escribir poesía de vanguardia en la posguerra. Entre ellos, merece ser destacado el llamado Postismo, iniciado por Carlos Edmundo de Ory, que toma como modelo a los poetas surrealistas del Veintisiete, a Pablo Neruda o a César Vallejo. Cercanos a esta corriente aparecen autores como Fernando Arrabal, Francisco Nieva o Gloria Fuertes.

Una característica más o menos general de esta poesía es la aparición de una religiosidad muy poco manifiesta en las generaciones de la anteguerra. Puede manifestarse mediante una visión cristiana sencilla y amorosa del mundo, o mediante la aparición de Dios como un interlocutor a quien se interroga, se apela o se increpa.

Aunque algunos autores tratan de clasificar a los poetas de este momento en un sistema de generaciones, parece más sensato estudiarlos siguiendo un orden relativamente cronológico, teniendo siempre en cuenta que la obra de un poeta se extiende a lo largo de toda su vida y que en ningún caso podemos adscribir de manera absoluta a un autor en una corriente temática o formal determinada.

Poetas Destacados (1940-1960)

  • Luis Rosales (1910-1992): Para algunos es el inspirador del clasicismo de la «Juventud Creadora», si bien él no participó demasiado en el movimiento. Vinculado con la Falange y amigo de García Lorca. Obras: Abril (1935), La casa encendida (1949).

  • Gabriel Celaya (1911-1991): Se dedicó exclusivamente a la poesía y llegó a publicar treinta libros. De firme conciencia comunista, lo extenso y versátil de su poesía no permite definirle una personalidad como poeta, por más que su obra sea de gran altura. Obras: La soledad cerrada (1947), de tendencia surrealista; Tranquilamente hablando (1947); Las cartas boca arriba (1951), con tintes sociales o El mundo abierto (1986).

  • José García Nieto (1914): Fundador de la revista Garcilaso, hace poesía «arraigada», de corte clásico. Obras: Víspera hacia ti (1940), Geografía es amor (1961) o El arrabal (1980).

  • Blas de Otero (1916-1979): Ejemplo sobresaliente de la poesía «arraigada», su obra, sumamente breve, es una de las más importantes de todo el siglo. En Cántico espiritual (1942) declara que busca sumirse en la «inmensa mayoría», para conducirla a la paz y la justicia. En Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), se enfrenta a Dios sin escuchar respuesta. De ahí la desesperación que le hace caer «humanamente en tierra». Obras posteriores: Pido la paz y la palabra (1955) y En castellano (1959), este último publicado en Francia. Presenta numerosas coincidencias con su paisano Unamuno, rehúye la musicalidad. Utilizó estrofas clásicas y versos libres, con una sonoridad ronca y viril.

  • Rafael Morales (1919): Es autor de uno de los libros de poesía más admirados del momento, los Poemas del toro (1943), en los que ensalza la belleza de este animal. Obras: Canción sobre el asfalto (1954), Prado de serpientes (1981).

  • José Hierro (1922): Sus ideas republicanas lo llevaron a pasar cuatro años encarcelado durante su juventud. El sentimiento de frustración que este hecho le produjo se refleja especialmente en sus primeras obras, como Alegría (1947), con el significativo lema de Goethe: «A la alegría por el dolor». En su poesía posterior, trata de soltar lastre con unos versos llenos de vigor juvenil que no siempre consiguen evitar un subrayado sombrío. Obras: Cuanto sé de mí (1957-1959), Cuaderno de Nueva York (1988).

Poetas de la Generación del 50 o del 60 (1950-1975)

Agrupados en ocasiones como Generación del 50 o Generación del 60, se trata de un conjunto de poetas nacidos entre 1924 y 1938 que maduraron por los años sesenta. Casi todos son universitarios y, sin edad para haber hecho la guerra, sí sufrieron sus consecuencias políticas o culturales. Hay quien habla de un grupo madrileño (Valente, Brines, Rodríguez) y de un grupo de Barcelona (Goytisolo, Barral, Gil de Biedma).

  • José Ángel Valente (1929): Gran maestro de las últimas generaciones. Se inició dentro del realismo social con A modo de esperanza (1955), pero su obra se va volviendo mucho más personal. Obras: La memoria y los signos (1966), El fulgor (1984).

  • Claudio Rodríguez (1934): En Don de la ebriedad (1953) canta a su tierra –Zamora– con un entusiasmo no exento de contención en el que hay que destacar la extraordinaria sonoridad de sus endecasílabos. Obra: Alianza y Condena (1965).

  • José Agustín Goytisolo (1928): En El retorno (1955), canta a su madre muerta en un bombardeo. Palabras para Julia (1980) recopila parte de su obra anterior.

  • Jaime Gil de Biedma (1929): Cronista desencantado y amargo de la vida burguesa en la que se desenvuelve. Utiliza un lenguaje antirretórico, a veces malsonante, a veces culto. Obras: Según sentencia del tiempo (1953), Poemas póstumos (1970).

La Poesía en la Década de los Setenta: Los Novísimos

En este grupo, incluimos autores que no vivieron la guerra: se educaron en el franquismo y llegan a la madurez ya instaurada la democracia. Algunos son conocidos como los «Novísimos», porque con este epígrafe se recogía su obra en la antología Nueve novísimos poetas españoles (1970): se trata de nombres como Pere Gimferrer, Leopoldo Mª Panero o Manuel Vázquez Montalbán. Es un grupo de difícil caracterización, por la fuerte personalidad de sus componentes, pero, en general, utilizan versos libres muy largos, endecasílabos y alejandrinos; suprimen los signos de puntuación para que el lector dé el sentido que quiera a lo que lee y utilizan recursos tipográficos y la escritura automática. De todos ellos destacaremos a:

  • Pere Gimferrer: Poeta, ensayista y crítico, desde 1970 solo publica en catalán. A pesar de todo, La muerte en Beberly Hills (1968).

  • Leopoldo Mª Panero (1948): Hijo del poeta Leopoldo Panero, en su poesía hay mucho de desencanto y desengaño. En sus libros hay un fuerte influjo de Aleixandre. Obras: Teoría (1973), Poemas del manicomio de Mondragón (1987).

  • Guillermo Carnero (1947): En su poesía aúna la influencia clásica, romántica, modernista y surrealista, busca construir poemas con un lenguaje culto y un estilo muy depurado. Obras: El sueño de Escipión (1971), Verano inglés (1999).

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