Explorando la Literatura Neoclásica Española del Siglo XVIII

Contexto Sociohistórico del Siglo XVIII: La Era de la Ilustración

El siglo XVIII, también conocido como el Siglo de las Luces, marca el inicio de la Edad Contemporánea y supone un importante cambio social, ideológico y político en Europa.

En el ámbito social, asciende al poder la burguesía y surge el proletariado. En política, el régimen predominante es el denominado Despotismo Ilustrado, en el que los monarcas absolutos aplicaron mejoras económicas y culturales en favor del pueblo, pero sin contar con su consentimiento, bajo el lema: “Todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.

En el terreno cultural, la Ilustración es el movimiento intelectual que se desarrolla en Europa a lo largo del siglo XVIII. Este movimiento pretende modernizar la sociedad a través del uso de la razón y la educación, que permiten al ser humano conocer el mundo, luchar contra la superstición y someter a crítica todos los conocimientos anteriores. Los ilustrados, además, consideraban que los hombres nacen iguales y libres, y que su dignidad debe ser respetada por encima de todo. La Ilustración no entró en España plenamente hasta la segunda mitad del siglo XVIII y resultó moderada, pues no promovió cambios bruscos ni cuestionó la monarquía absoluta ni los dogmas religiosos; su difusión solo alcanzó a una minoría de eruditos.

Características de la Literatura Neoclásica del Siglo XVIII

En este entorno surge un movimiento artístico denominado Neoclasicismo, que ponía de manifiesto los principios éticos y estéticos de la Ilustración. El Neoclasicismo se inspiró en el arte grecorromano y en el del Renacimiento. Las principales características del Neoclasicismo son:

  1. Didactismo: No se aceptaba el arte por el arte, sino que una obra tenía que transmitir valores morales que ayudaran al ser humano a superar sus limitaciones.
  2. Racionalismo: Se da preferencia a la razón sobre los sentimientos y se imponen ciertas reglas al arte a las que deben ajustarse las creaciones literarias.
  3. Sencillez, claridad y armonía: El lenguaje debe ser sencillo y claro para transmitir el pensamiento ilustrado. Los géneros están bien diferenciados y no se mezclan en la misma obra prosa y verso.

La Narrativa en el Siglo XVIII: Crítica Social y Educación

La narrativa abandona la fantasía y se centra en mostrar de forma crítica la realidad española con el fin de mejorar y educar a la sociedad. Predominan los libros de viajes, las cartas, el ensayo, el informe y los diarios. Destacan los siguientes autores:

Gaspar Melchor de Jovellanos

Además de ser poeta y dramaturgo, Jovellanos se dedicó a la política, por lo que la mayor parte de su obra en prosa versa sobre problemas económicos y sociales del país. Jovellanos proclama la educación como única solución posible a las deficiencias del país. Destacan sus obras:

  • Informe sobre la Ley Agraria: Analiza los atrasos de la agricultura española y propone reformas para modernizarla.
  • Memoria para el arreglo de la policía de espectáculos: Critica las corridas de toros y defiende que las diversiones públicas deben ajustarse al buen gusto y a la educación.

José Cadalso

Es autor de obras teatrales, poéticas y textos en prosa. Su obra más destacada es Cartas marruecas, un conjunto de 91 cartas que intercambian tres personajes:

  • Gazel, joven marroquí que viaja por España.
  • Nuño, amigo cristiano de Gazel, que lo introduce en diversos ambientes.
  • Ben-Beley, sabio anciano marroquí y maestro de Gazel.

Nuño escribe a su amigo Gazel y este envía cartas a su maestro Ben-Beley, reflexionando sobre temas como la decadencia de España, el carácter de los españoles y sus costumbres. A su vez, Ben-Beley juzga desde la distancia las informaciones que su discípulo le transmite.

La Poesía en el Siglo XVIII: Estilos y Propósitos

Se cultivan diversos estilos poéticos:

  • Poesía Rococó: Imita a los clásicos y recupera los temas bucólicos y mitológicos. Se trata de una poesía refinada en un paisaje idealizado. Su representante es Meléndez Valdés.
  • Poesía Ilustrada: Esta poesía difunde con finalidad didáctica las ideas de la Ilustración. Destaca Gaspar Melchor de Jovellanos.
  • Fábulas: Son narraciones en verso protagonizadas habitualmente por animales que encarnan virtudes o defectos humanos y que contienen una enseñanza. Estos poemas se dividían en dos partes: una narrativa y otra reflexiva. Los dos fabulistas más famosos son Tomás de Iriarte y Félix María de Samaniego.

El Teatro en el Siglo XVIII: La Comedia Neoclásica

En el siglo XVIII pervivió el teatro barroco, pero en el último tercio del siglo se desarrolla la comedia neoclásica, cuyas características son:

  • Respeta la regla de las tres unidades del teatro clásico: unidad de acción (solo se desarrollaba una acción en cada obra), unidad de lugar (la acción ocurría en un único espacio) y unidad de tiempo (la acción representada no abarcaba más de 24 horas).
  • Pone en escena situaciones de la vida cotidiana, protagonizadas por personajes de clase media. Sus temas favoritos son la educación y los matrimonios concertados.
  • Busca la verosimilitud, presentando sucesos parecidos a los de la vida real.
  • Finalidad didáctica, ya que se concibe el teatro como un medio para difundir las buenas costumbres y las ideas ilustradas.

En este género destaca Leandro Fernández de Moratín con su obra El sí de las niñas.

El sí de las niñas: Obra Clave del Neoclasicismo Español

Aborda el tema de los matrimonios concertados y reflexiona sobre la educación de la juventud. En cuanto al argumento, la comedia se ajusta a la regla de las tres unidades. Transcurre en una posada (unidad de espacio) durante un día (unidad de tiempo) y narra una única trama principal (unidad de acción): Doña Francisca, una joven de dieciséis años, es obligada por su madre Doña Irene a casarse con Don Diego, un adinerado hombre de 59 años. Sin embargo, este ignora que Doña Francisca está enamorada de Don Carlos, su sobrino. Los jóvenes están dispuestos a sacrificar su felicidad, pero Don Diego, hombre ilustrado y sensible, permite el matrimonio entre Doña Francisca y Don Carlos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *