La Novela Sentimental
La novela sentimental, el otro gran subgénero de la narrativa medieval en prosa, se define por los siguientes rasgos:
- El eje principal de la trama es una historia de amor no correspondido con un final desgraciado. Los afectos y comportamientos de los personajes se sitúan dentro de los códigos del amor cortés.
- La acción exterior (hechos narrados) apenas tiene importancia; lo fundamental es el análisis de los estados psicológicos de los protagonistas. Por ello, se incluyen con frecuencia cartas en las que estos indagan o ahondan en sus sentimientos.
- En comparación con las ficciones caballerescas, se trata, en general, de obras de menor extensión, con un estilo más retórico y elevado.
Las principales novelas sentimentales escritas en el siglo XV son Siervo libre de amor, de Juan Rodríguez del Padrón; Grisel y Mirabella, de Juan de Flores; y Cárcel de amor, de Diego de San Pedro, que es considerada paradigma del género.
Cárcel de amor: Leriano, hijo de un duque, se enamora de la princesa Laureola y pide ayuda a un intermediario (el narrador), testigo que refiere la historia, que se autodenomina Autor y se identifica con el propio Diego de San Pedro para que comunique a la joven su pasión. El malvado Persio acusa entonces a la pareja de haberse encontrado furtivamente. El rey le da crédito y encarcela a Laureola. Leriano consigue liberarla, pero ella lo rechaza definitivamente para que no se pueda cuestionar su nombre. Leriano, desesperado, se deja morir.
El Teatro Medieval
El teatro desapareció prácticamente en la Edad Media. Hasta el siglo XI no surgieron las primeras manifestaciones en Europa: piezas breves representadas en las iglesias y vinculadas al culto, que recrean episodios de la vida de Cristo, cuyo fin es hacer más atractiva la liturgia y facilitar la comprensión del mensaje. En castellano, se conserva un único texto dramático anterior al siglo XV: el Auto de los Reyes Magos (siglo XII).
A finales de la Edad Media, sin embargo, se recogen abundantes testimonios de teatro litúrgico, como la Representación del nacimiento de Nuestro Señor, de Gómez Manrique, tío del poeta Jorge Manrique. De finales de la Edad Media datan las primeras manifestaciones de teatro profano: obras de asunto amoroso, protagonizadas por pastores y concebidas para ser representadas ante un público cortesano. Destacan Lucas Fernández y Juan del Enzina, cuyas obras, la Égloga de Plácida y Vitoriano, evidencian ya el influjo del humanismo renacentista.
La Celestina
La Celestina constituye una de las cimas de la literatura española. Se trata de una obra singular, escrita en el tránsito entre la Edad Media y el Renacimiento.
Autoría y Composición
En uno de los textos preliminares (el prólogo del autor «a un su amigo»), Rojas afirma haber encontrado el primer acto de una obra anónima que decidió continuar. Aunque podría ser un recurso literario (la técnica del manuscrito encontrado), diversos argumentos confirman la doble autoría, principalmente las diferencias lingüísticas entre las partes de la obra. La Celestina fue compuesta, pues, por dos autores: Rodrigo de Cota o Juan de Mena (citados en el prólogo) escribieron, tal vez, el acto I, y Fernando de Rojas, el resto.
Ediciones:
- Primera edición, 1499 (Burgos): En esta primera edición se publica bajo el título de Comedia de Calisto y Melibea, la obra consta de 16 actos.
- Segunda edición, 1501 (Sevilla y Toledo): Se añade “la carta a un su amigo”, unas octavas acrósticas y unas coplas del editor Alonso de Proaza.
- Tercera edición, 1502 (Salamanca, Toledo y Sevilla): Esta edición se completa con el prólogo y los 5 actos restantes (21 en total), que se sitúan entre el acto 14 y 15, dos octavas que justifican la finalidad de la obra y cambia el título: Tragicomedia de Calisto y Melibea. Finalmente, a la obra se la ha conocido bajo el título de La Celestina dado el éxito que alcanzó el personaje.
Cambios entre las distintas ediciones:
- Alargamiento de la historia amorosa. En la primera, los amantes tienen un solo encuentro, que acaba con la muerte de ambos; en la segunda, se refieren citas a lo largo de un mes, con lo que el castigo se retarda y la ejemplaridad se atenúa.
- Introducción de una nueva trama. La segunda versión incorpora la venganza de las pupilas de Celestina tras la muerte de esta, con la ayuda del bravucón Centurio.
Fernando de Rojas: Nació en la Puebla de Montalbán (Toledo), posiblemente en la década de 1470. Obtuvo el grado de bachiller en Leyes. Tras casarse, se trasladó a Talavera de la Reina, donde tuvo cuatro hijos y fue, tal vez, alcalde de esta localidad. Algunas alusiones presentes en procesos inquisitoriales de la época parecen indicar su origen converso, es decir, descendiente de los judíos castellanos que, tras la orden de expulsión de 1492, profesaron el cristianismo. Murió en Talavera de la Reina.
Género
La estructura enteramente dialogada de la obra (sin intervención de un narrador), la división en actos y en escenas, y el empleo de técnicas dramáticas (monólogo, aparte…) han llevado a algunos estudiosos a considerar La Celestina una obra de teatro. Sin embargo, su desmedida extensión permite concluir que no fue escrita para ser representada, sino para ser leída en voz alta. La irrepresentabilidad de la obra, así como la riqueza y complejidad de la trama y de los personajes, permiten relacionarla con la novela. Desde esta perspectiva, La Celestina sería un ejemplo de novela dialogada, que presenta elementos en común con la ficción sentimental. A diferencia de esta, reflejaría un mundo doméstico, alejado de toda idealización y más cercano por ello a la novela moderna.
La Celestina se considera una comedia humanística escrita en lengua vulgar, por eso es novedosa, es una ruptura de lo que era anteriormente la literatura. Esto se ve reflejado también en las relaciones entre señores y criados, ya que fue novedoso que estuvieran regidos por un beneficio económico, por ejemplo, en el caso de las prostitutas, socialmente fue un cambio de mentalidad.
Argumento y Estructura
La trama de La Celestina se organiza en tres partes (planteamiento, desarrollo y conclusión), tal como aparece recogido en el siguiente cuadro.
Planteamiento (Acto I)
En la primera escena, Calisto, un joven perteneciente a la nobleza, expresa a Melibea su amor de manera desaforada, y es, de inmediato, rechazado por esta. De regreso a casa, transmite su dolor a su criado Sempronio, quien le sugiere recurrir a una alcahueta llamada Celestina. Sempronio y Celestina (a quienes se une otro criado, Pármeno, tras ser convencido por la vieja) se confabulan para sacar provecho económico de la pasión de Calisto, que entrega a Celestina un adelanto de cien monedas de oro por sus servicios.
Desarrollo (Actos II-XIX)
Actos II-XII: Celestina acude a casa de Melibea con un hilado sobre el que ha realizado un conjuro. La magia de este y las palabras de la alcahueta consiguen vencer la voluntad de la doncella, que finalmente acepta citarse con Calisto. Celestina celebra el triunfo con un almuerzo al que acuden los criados Sempronio, Pármeno y sus respectivas amantes, Elicia y Areúsa, dos jóvenes prostitutas pupilas de la alcahueta. La vieja, que ha recibido una cadena de oro de Calisto, se niega a compartir las ganancias con sus cómplices y estos, en un arranque de furor, la matan. Mientras, los amantes se encuentran a medianoche a través de la verja del jardín.
Actos XIII-XIX: A la mañana siguiente, Sempronio y Pármeno son apresados y ajusticiados por el crimen cometido. Calisto contrata a dos nuevos criados: Tristán y Sosia, y esa misma noche tiene lugar su primer encuentro erótico con Melibea. Elicia y Areúsa, para vengar la muerte de sus amantes, piden al rufián Centurio que mate a Calisto, pero no será necesario: Calisto muere accidentalmente al caer de la tapia del jardín de Melibea tras otro de sus encuentros.
Conclusión (Actos XX-XXI)
El padre de Melibea, Pleberio, es alertado por su criada Lucrecia del sufrimiento de su hija, cuya causa aún ignora. Melibea se encierra en lo alto de una torre de la casa y, desde allí, le cuenta a su padre su historia de amor con Calisto y la desesperación que siente por su muerte. Después, la joven se suicida, arrojándose al vacío. Pleberio pronuncia entonces un extenso planto o lamento ante el cadáver de su hija, con el que se cierra la obra.
La Celestina retrata una sociedad que se deja llevar por un amor desenfrenado y la codicia. La posibilidad del matrimonio entre Calisto y Melibea no se dio porque el amor obsesivo que tenían no era apto para finalizar una obra literaria en aquel entonces. O también por sus diferentes clases sociales, Calisto de la nobleza y Melibea de la burguesía e incluso posible ascendencia judeoconversa.
Personajes
Aunque todos los personajes de La Celestina tienen antecedentes literarios, los autores recrean tales arquetipos de manera original. Dos aspectos resultan radicalmente novedosos: la atención y el trato singularizado que reciben los personajes de baja condición social, y la evolución de algunos de ellos a lo largo de la obra, circunstancia que les aporta verosimilitud psicológica. Los personajes de La Celestina, procedentes de muy distinta extracción, se organizan en tres grupos:
- El mundo de los señores:
- Calisto: Es un noble ocioso, esclavo de sus pasiones, impaciente e indiscreto. Se muestra obsesionado por alcanzar la unión carnal con Melibea, constituye una parodia del amor cortés, por lo que a veces resulta un personaje ridículo. No manifiesta humanidad, orgulloso por su clase, sus ambiciones han de ser satisfechas por los demás.
- Melibea: Su perfil moral es menos negativo, pues ama en cuerpo y alma a Calisto, como demuestra su reacción tras la muerte del caballero. Joven, hermosa, enérgica y apasionada, su evolución desde el rechazo inicial hasta el enamoramiento se explica por la intervención de la magia y por la capacidad persuasiva de Celestina, aunque quizá está enamorada desde un principio. Teme por su honra, la sacrifica al tener relaciones sin matrimonio.
- Pleberio y Alicia: Los padres de Melibea solo cobran importancia en el último tramo de la obra, en particular cuando, en el sombrío planto final, Pleberio parece erigirse en portavoz de la visión del mundo del autor. Alicia es una madre egocéntrica, autoritaria y orgullosa de su clase, culpa al mundo y al azar de la muerte de su hija. Es un personaje muy humano y representa el inconformismo de F. de Rojas.
- El mundo de los criados:
- Sempronio: Lejos del arquetipo de criado servicial, da muestras desde el principio de desprecio hacia su amo. Se trata de un personaje contradictorio, violento y débil, a quien pierde finalmente la codicia. Es un amante apasionado, ya que odia a las mujeres pero las desea.
- Pármeno: Adolescente avergonzado de sus orígenes (su madre fue prostituta y bruja), guarda en principio lealtad a Calisto, pero Celestina lo corrompe ofreciéndole a Areúsa. Su evolución hace de él uno de los personajes más complejos y atractivos de la obra. La tentación doblega su voluntad, se convierte en un más mirando por su deseo material y sexual.
- Lucrecia: Confidente y sierva de los padres de Melibea.
- El mundo marginal: prostitutas y rufianes.
- Celestina: Aunque solo aparece en los doce primeros actos, se sitúa en el centro del entramado argumental de la obra. Brillante e inteligente, posee una marcada voluntad de dominio sobre el resto de personajes gracias a su seducción. Otros rasgos de su carácter son la perspicacia, que le permite tender sus trampas con éxito, la hipocresía con la que se relaciona con el resto del mundo, el orgullo profesional o su resistencia a aceptar el paso del tiempo. Su razón de ser es intervenir en el amor de Calisto y Melibea a través del Filocaptatio. Todo lo conseguido a través de la avaricia se vuelve en su contra.
- Elicia y Areúsa: Son las discípulas de Celestina y amantes de Sempronio y Pármeno, respectivamente. Elicia tiene un carácter más pasivo y conformista, mientras que Areúsa muestra mayor iniciativa y está en contra de los señores.
- Centurio: Controlado por Areúsa, inspirado en miles gloriosus (“soldado fanfarrón”) de las comedias de Plauto. Es un cobarde.
Las fuentes
Entre las numerosas fuentes de La Celestina, se pueden mencionar las siguientes:
- Las comedias humanísticas del siglo XV, entre las que destaca Poliscena, escrita en latín por el italiano Leonardo della Serrata.
- La obra en latín de Petrarca, en especial De remediis, colección de diálogos en prosa de contenido moral.
- Las colecciones de sentencias del escritor latino Séneca.
- La novela Cárcel de amor, de Diego de San Pedro. Calisto se interpreta como una parodia de Leriano, el protagonista de la ficción sentimental.
- El Libro de buen amor, del arcipreste de Hita. La vieja Trotaconventos es un antecedente directo de Celestina.
Aspectos Formales
En el plano del discurso, presenta las siguientes características:
- Intención paródica: Como ya se ha dicho, el personaje de Calisto, construido sobre el modelo del Leriano de Cárcel de amor, constituye una parodia del amante cortés. Por primera vez, esta «religión del amor» se enfrenta con un mundo de sórdidas realidades, de modo que el personaje resulta cómico, en vez de trágico.
- Importancia de la lengua: El lenguaje que utilizan los personajes de La Celestina está saturado de recursos estilísticos de alusiones históricas o mitológicas, de refranes y sentencias. Esta variedad no refleja, pues, el habla real de la época. Sin embargo, la obra transmite una intensa ilusión de realidad. A ello contribuyen la complejidad y la verosimilitud psicológica de los personajes, y el encadenamiento creíble de los sucesos. Es chocante que personajes de tan baja clase social utilicen un lenguaje tan adecuado y culto. Esto es una forma de acercarse al Renacimiento, es una intención del autor, defiende la condición individual del ser humano, lo que significa que el personaje no está determinado por su clase social, sino que si tiene competencias podrá llegar a donde desee. Esto supone una movilización social, cosa que en la Edad Media no existía.
- Técnicas dramáticas:
- Diálogos: En los diálogos se alternan intercambios rápidos y parlamentos extensos. Para indicar el cambio de escenario, se recurre a veces a los llamados diálogos de camino, que mantienen los personajes mientras se dirigen de un lugar a otro.
- Monólogos: Sirven para expresar las dudas o vacilaciones de los personajes sobre qué hacer o decir, o el temor respecto a lo que ocurrirá en el futuro.
- Apartes: (el personaje comenta algo para sí mismo que solo comparte con los espectadores, va entre paréntesis): Operan como cauce de expresión de la deslealtad, en particular, del desprecio de los criados hacia sus amos.
Procedimientos de acotación: No existen en La Celestina acotaciones teatrales propiamente dichas, pero sí diversas estrategias para indicar qué gestos hace el personaje, qué objetos tiene en la mano o dónde se halla.
Interpretación
Si se tienen en cuenta los textos preliminares y la conclusión de la obra, La Celestina tendría un propósito moralizador: la intención de Fernando de Rojas habría sido avisar de los peligros del loco amor, entendido como pasión que conduce a la ruina y a la muerte, así como advertir de la maldad de alcahuetas y sirvientes. Sin embargo, La Celestina va mucho más allá de una reprobatio amoris (tópico literario en el que se censura el amor mundano como causa de sufrimiento y desorden moral), pues la obra transmite una concepción marcadamente pesimista de la vida y del mundo, que se refleja en el tratamiento de sus principales temas:
- Las bajas pasiones, principalmente la codicia y la lujuria, que gobiernan y esclavizan la vida de los seres humanos.
- El paso del tiempo y la muerte.
- La traición y la violencia, que presiden las relaciones personales.
- La falta de sentido y la arbitrariedad de los sucesos del mundo.
El nihilismo (corriente filosófica que niega todo pensamiento político, social, económico…, cuya única salida sería el suicidio) de las palabras finales de Pleberio podría relacionarse con el origen converso del autor, quien, por medio de su obra, ajustaría cuentas con una sociedad depravada, la aristocracia ociosa y ridícula, los criados codiciosos… de la que se siente excluido.
Una obra entre dos edades
Si en la poesía cancioneril se reconocen elementos que anuncian ya la literatura renacentista, los sonetos «fechos al itálico modo», del marqués de Santillana y la influencia de Dante en los decires del mismo autor—, en La Celestina se observa la convivencia de rasgos medievales y rasgos renacentistas:
- Son rasgos medievales el posible didactismo de la obra o el peso de la magia en el desarrollo de la acción.
- Son rasgos renacentistas la ruptura de lazos feudales entre criados y señores, sustituidos por relaciones contractuales, la importancia de las fuentes grecolatinas o la superación, por medio de la parodia, de los códigos del amor cortés.
El Mester de Clerecía
En el siglo XIII hay un fuerte resurgir cultural, ligado a la importancia que adquieren las universidades. Nace una corriente culta de poesía denominada mester de clerecía, integrada por clérigos e intelectuales (la palabra clérigo significaba tanto ‘sacerdote’ como ‘hombre de letras’). Sus obras tenían intencionalidad didáctica y moral y se dedicaban a extender los conocimientos adquiridos en los textos latinos. Desde el principio, esta escuela tiene un deseo de perfección formal, cuya característica más visible es el empleo del pareado o de la cuaderna vía, estrofa de cuatro versos de catorce sílabas (alejandrinos) con cesura que divide los versos en dos hemistiquios y rima consonante continua. Estas obras se componían para ser recitadas, no para ser cantadas, y a diferencia de las obras de juglaría, se escribían. Se trata de la corriente poética en la que crece el prestigio de la palabra escrita. El nombre de mester de clerecía procede de la introducción del Libro de Alexandre (s. XIII), que además de ser una declaración de oficio intelectual ofrece un resumen de las principales características de esta escuela literaria.
Características del Mester de Clerecía
Los autores del mester de clerecía eran “clérigos” cultos. Los textos que escribían demuestran que tenían grandes conocimientos retóricos, poéticos, histórico-jurídicos, teológicos, y la lengua de sus textos, rica en cultismos y latinismos sintácticos y prosódicos, es, sin duda, el resultado de estudios académicos normalizados. Todos ellos eran “clérigos”. El término designa en la Edad Media a esa clase privilegiada constituida por quienes han sido instruidos, quienes saben latín y son doctos, sean religiosos o laicos.
Tendencia a basarse en fuentes escritas: Frente al poema épico que se inspira en hechos históricos, en general, coetáneos, los autores del mester de clerecía parten de fuentes escritas de donde extraen los temas.
Temática:
- Temas religiosos: especialmente hagiográficos (vidas de santos) y el mariano (sobre Santa María).
- Temas históricos o legendarios: obras de temática heterogénea como el Libro de Buen Amor (especialmente centrado en el tema amoroso) o el Libro rimado del Palacio (continuador de la tradición de los libros de educación de príncipes) e incluso de tema juglaresco, como el Poema de Fernán González, recreación clerical del viejo cantar de gesta sobre el héroe castellano.
Intencionalidad: Los autores de clerecía seguían la norma clásica del “enseñar deleitando” y pretenden educar, instruir, aleccionar, presentando unos protagonistas ejemplares que encarnan destacadas cualidades morales. A menudo, la obra entera es un “enxiemplo” [cuento con moraleja] de marcada intención didáctica y de cierta verosimilitud, características que la diferencian de los textos de juglaría.
Métrica: El mester de clerecía se caracteriza, como hemos visto, por el uso de la estrofa llamada cuaderna vía. La estrofa cuaderna vía, formada por cuatro versos alejandrinos (de 14 sílabas), dividida en dos hemistiquios de 7 sílabas cada uno, y con la misma rima consonante en cada estrofa (tetrástrofo monorrimo). Los hemistiquios están separados por una pausa o cesura medial.
Etapas del Mester de Clerecía
La escuela literaria del mester de clerecía se desarrolla desde el siglo XIII hasta finales del siglo XIV. Conviene diferenciar:
- Mester de clerecía del siglo XIII: El mester de clerecía del siglo XIII, representado por Gonzalo de Berceo.
- Mester de clerecía del siglo XIV: Los autores del mester de este siglo (Arcipreste de Hita y Canciller López de Ayala) viven una serie de circunstancias políticas, sociales y religiosas que suponen un cambio de mentalidad que se reflejará en la literatura. Las principales características del mester de este siglo son:
- Abundancia de temas didácticos, satíricos, religioso-morales, etc., tratados.
- Utilización, además de la cuaderna vía, de otras estrofas populares, como el zéjel, que hacen más abierta y variada la obra.
Gonzalo de Berceo es el primer autor de nuestra literatura cuyo nombre conocemos. Fue un clérigo muy unido al Monasterio de San Millán de la Cogolla (La Rioja); así, su obra tiene un propósito propagandístico, pues con ella trató de fomentar la peregrinación al monasterio de San Millán. Escribió:
- Obras hagiográficas o vidas de santos: Vida de San Millán de la Cogolla, Vida de santo Domingo de Silos, Vida de santa Oria.
- Obras marianas: Es su obra más importante, en la que exalta el papel de la Virgen como mediadora entre el hombre y la divinidad.
Estructura de la obra: La obra está integrada por una Introducción alegórica inicial seguida de veinticinco “milagros”. En la Introducción, el poeta se presenta como un peregrino que, en una romería, se sienta a descansar en un prado a la sombra de un árbol. La romería representa la vida humana; el prado es imagen del Paraíso o de la salvación eterna; el árbol protector encarna metafóricamente a la Virgen. En los veinticinco “milagros” cuentan hechos milagrosos atribuidos a la Virgen, protagonizados por personajes en peligro o pecadores que salvan la vida o el alma gracias a su devoción mariana.
El Libro de buen amor está considerada la obra más importante del mester de clerecía del XIV. Se compuso hacia 1330, y, según se dice en la obra, su autor fue Juan Ruiz, arcipreste de Hita, de quien apenas se conocen datos sobre su biografía.
Estructura: El libro presenta una estructura compleja:
- Historia principal: Consiste en una autobiografía erótica ficticia: el arcipreste relata en primera persona sus aventuras amorosas, por medio de una estructura episódica o en sarta (se narran hechos en episodios o capítulos que aparentemente no están conectados, pero que sí guardan relación con la intención de conjunto). En su intento por seducir a mujeres de diversa condición (nobles, serranas, viudas, una monja…), el protagonista cuenta con la ayuda de terceras personas, en particular, de la vieja Trotaconventos, antecedente directo del personaje de Celestina.
- Conjunto de materiales heterogéneos: Al hilo de la narración de las aventuras del arcipreste, en la obra se insertan textos de distintos géneros discursivos: Textos poéticos. La obra incluye loores a la Virgen, serranillas, cantares de ciegos… Además del uso de la cuaderna vía, se incorporan otras formas métricas, entre ellas, la sextilla de pie quebrado (8a,8b,4c,8ª,8b,4c), estrofa empleada por Jorge Manrique en sus Coplas en el XV.
- Ejemplos o enxiemplos-exempla: Conjunto de cuentos o fábulas para ilustrar consejos o enseñanzas.
- Historia de don Melón y doña Endrina: Narrada en primera persona por don Melón, se trata de una adaptación del Pánfilo o el arte de amar, comedia latina anónima del XIII que alcanzó gran difusión. En ella se cuenta la seducción de la joven Galatea (Endrina en el Libro de buen amor) por Pánfilo (don Melón) con la ayuda de la midianera Venus (Trotaconventos).
Consejos de don Amor: En sueños, el protagonista de la obra mantiene una disputa con don Amor. Tras acusarlo de ser el origen de los siete pecados capitales (soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza), don Amor y doña Venus aconsejan al arcipreste sobre cómo tener éxito en sus conquistas, en un ejemplo de arte de seducción inspirado en el Ars amandi del poeta latino Ovidio.
Lucha de don Carnal y doña Cuaresma: Se trata de una parodia de la poesía épica. La victoria final de don Cuaresma es saludada con entusiasmo por todo el pueblo y, en particular, por el clero.
Interpretación de la obra
La obra se muestra como un texto intencionadamente ambiguo, que admite diversas lecturas: En el prólogo en prosa que inicia la obra, el autor opone el buen amor – el amor a Dios- al loco amor, identificado con el amor carnal. Así, el libro podría interpretarse como una diatriba contra la lujuria. (ataque, sátira, invectiva) En ese mismo texto, el autor admite, sin embargo, que quienes quieran usar el “loco amor, aquí hallarán algunas maneras para ello”. El desenfado y la alegría vital que rebosa el relato permiten entenderlo también como una celebración de la vida y de los placeres terrenales. Junto a esa ambigüedad entre el didactismo y el vitalismo, otros propósitos parecen indudables en la obra. El autor pretende, por una parte, demostrar su talento como versificador y su conocimiento de las fuentes más diversas; y, por otra parte, su intención es satirizar los vicios del clero, como evidencia la reflexión de don Amor sobre el poder del dinero (en la que critica la codicia y la corrupción eclesiástica); o la “Cántiga de los clérigos de Talavera”, en la que censura jocosamente la lujuria de los miembros del estamento eclesiástico.
Unos críticos defienden que esta obra debe entenderse en un sentido moralista: el arcipreste reprende a los pecadores indicándoles que van a la perdición si siguen lo que él está denunciando; por tanto, Juan Ruiz se pone como ejemplo solo para que los demás “escarmienten en cabeza propia”, ya que él fue un hombre íntegro, lejos de cualquier tentación. Sin embargo, esta última postura parece difícil de defender a ultranza tras la lectura de la obra, por cuanto el autor describe de manera tan detallada y documentada sus aventuras amorosas, de forma tan placentera y vitalista, que cuesta trabajo creer que lo hiciera sin experiencia directa. Más bien parece que las consideraciones morales son más propias de nuestra época que del momento convulso y contradictorio en que se mueve el arcipreste, la misma época que reflejan Boccaccio en Italia y Chaucer en Inglaterra. La mezcla de seriedad y comedia, de moralidad y atrevimiento, de ironía, dan como resultado una desconcertante y magnífica obra.