Explorando los Personajes y Temas de ‘Crónica de una muerte anunciada’ de Gabriel García Márquez

1) El fragmento que analizamos pertenece al capítulo 4 de los cinco que constituyen Crónica de una muerte anunciada (1981). Su autor, Gabriel García Márquez, nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Empezó como periodista, aunque a partir de los 50 desarrolla una intensa labor como narrador. En 1967 se hace famoso gracias a Cien años de soledad. Más tarde, en 1982, recibe el Premio Nobel con el que alcanza el reconocimiento internacional. Tiene novelas como El coronel no tiene quien le escriba (1961), El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989) o Del amor y otros demonios (1994), además de cuentos (Doce cuentos peregrinos) y relatos (Relato de un náufrago). La producción literaria del escritor colombiano se encuadra dentro de la corriente narrativa nacida en los años 40 denominada realismo mágico, a la que pertenece la novela.

2) Aunque estamos ante una novela que, a pesar de su brevedad, sobresale por su elevado número de personajes, en el fragmento que nos ocupa solo aparece una mención lejana y casual a las amigas de Ángela Vicario, la propia Ángela, su madre y Bayardo San Román. Podemos comentar algo en torno a ellos. (Además, cabe destacar que en las novelas del colombiano, es condición sine qua non que en todas sus obras narrativas aparezcan multitud de personajes).

  • Ángela Vicario: joven tímida con los hombres. Acepta la boda con Bayardo por imposición familiar. Parece actuar de una manera un tanto deshonesta con respecto a su relación con Santiago Nasar, que morirá en la obra aun siendo inocente. A partir de ahí, sufre una gran transformación, que se refleja en el texto cuando se afirma que era por primera vez dueña de su destino. Escribe una serie de cartas a Bayardo y se va dando cuenta de que está enamorada de él.
  • Bayardo San Román: hombre de mediana edad, honesto y atractivo. Encandilaba a las mujeres. Es una de las víctimas de lo ocurrido. En el fragmento que comentamos se ve ya como un hombre maduro, con el porte perdido y mostrándose inerme ante Ángela.

En cuanto al tiempo narrativo, el tratamiento del tiempo es uno de los rasgos más complejos de la obra, puesto que todo ocurre en veinticuatro horas. Sin embargo, podemos destacar que la novela no avanza cronológicamente de modo lineal: aparecen numerosas prolepsis y analepsis, elipsis, pausas descriptivas, etc.

El tiempo, además, se nos presenta de forma cíclica y, a veces, de forma muy atomizada e incluso indeterminada: media vida, una madrugada de vientos, por el año décimo…

El tiempo relatado viene marcado desde el final de la celebración de la boda hasta el asesinato de Santiago Nasar, aunque las investigaciones que se detallan aluden a hechos anteriores y posteriores a dicho período, como es el caso del fragmento que estamos analizando, que acaba muchos años después de los hechos principales del relato.

Por otro lado, en referencia al espacio narrativo, la acción se sitúa en un pueblo colombiano del Caribe (se citan Riohacha y Manaure), mitad real, mitad espacio mítico. Cabe destacar que es recurrente el adelanto de acontecimientos futuros, hasta el presente narrativo. Casi toda la acción transcurre en torno a una plaza donde se celebró la boda o junto a la casa de Santiago. Tanto la plaza del pueblo, que recuerda a un coso taurino, como la puerta “fatal” de la casa de Santiago adquieren un valor dramático. En la escena que estamos comentando, Ángela se ha ido a vivir con su madre lejos de la localización inicial a un pueblo cercano al Caribe.

3) Por otro lado, el texto que se nos propone goza de carácter evidentemente literario. García Márquez nos presenta una obra en la que se mezcla con el realismo el estilo narrativo con algunas pinceladas de redacción periodística (crónica) y novela policíaca. Abundan también las descripciones impresionistas y los diálogos, en muchos casos en estilo directo. Además, encontramos:

  • Cierto perspectivismo en el tratamiento de la realidad gracias a las múltiples voces que intervienen en la configuración del relato. El narrador, en este fragmento, alterna la primera y la tercera persona y se sirve del estilo directo para ahondar más en la mente de los personajes y poder ofrecernos una visión más completa de la realidad: “Se me revolvían las tripas de solo verla –me dijo-, pero no podía verla sin acordarme de él”.
  • Empleo del registro coloquial (muerte de risa; escribiendo sin cuartel) que contrasta con la elevada retórica de ciertos fragmentos (Dueña por primera vez de su destino, (…) pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre.)
  • Detallismo en las descripciones (Llevaba la maleta de la ropa para quedarse (…) y todas sin abrir.)
  • Empleo de un estilo denso y, a la vez, poético. En ocasiones, lo poético contrasta con un lenguaje tremendista y violento. Podemos encontrar abundancia de figuras retóricas, entre las que citaremos las siguientes:
  • Antítesis: el odio y el amor son pasiones recíprocas.
  • Metáforas: más encendía las brasas de su fiebre; en prueba de mi amor te envío mis lágrimas.
  • Sinestesias: más calentaba también el rencor…
  • Polisíndeton: y volvió a ser virgen solo para él, y no reconoció a otra autoridad que la suya.

4) En este texto, García Márquez nos deja ver uno de los ejes vertebradores de la obra: el de la pasión amorosa. Ángela, obligada a casarse sin amor para cumplir los designios de una familia sin fortuna y una madre autoritaria, se ve abocada a la soledad, a una soledad que le provoca un estado de reflexión y tormento que le hace plantearse y finalmente sentir verdadero amor y una extraña pasión desenfrenada (reflejada en una de las cartas que escribe) por Bayardo San Román, el hombre que, siguiendo las directrices de una sociedad hipócrita y anquilosada, la había repudiado al reconocer que no era virgen.

El comportamiento de Ángela, desde luego, no responde a los moldes de una persona convencional. Esto nos hace plantearnos si ella realmente había asumido con docilidad el papel que su familia y la sociedad le asignaban o simplemente había ocultado sus sentimientos a espera de tiempos mejores. En cualquier caso, su actitud no es recta, ya que manda a la muerte a un hombre a todas luces inocente del crimen por el que lo asesinan los Vicario.

5) En nuestros días no se concibe el hecho de que el honor familiar pueda provocar la infelicidad, el desamor o la muerte de una persona. El amor, considera la mayoría de la gente, tiene que estar por encima de todas esas convenciones. Es verdad que si no situamos en el entorno de miseria rural en el que se desarrolla la obra, seguramente no pensaríamos de la misma manera, sino que aceptaríamos sin más la situación. Preferimos, como hace García Márquez con una velada crítica, rebelarnos contra la situación expuesta.

Por otra parte, podemos manifestar nuestra extrañeza ante la actitud de Ángela Vicario, que se manifiesta como una persona inestable y caprichosa. El hecho de que al final de la obra se salga con la suya ofrece al fragmento un cierto tinte de novela rosa muy alejado del estilo de otros fragmentos de la novela, más violentos sin duda.

En nuestra sociedad actual, en los países occidentales, el amor entre dos personas está por encima del honor familiar, o al menos desde el punto de vista de la felicidad personal. Hoy en día no se imponen como antaño el criterio de los padres para casar a una hija por conveniencia.

Sin embargo, en la sociedad oriental, aún continúan produciéndose matrimonios sin amor, y por la única razón de mejorar el estatus económico y social de dicha familia.

Un aspecto incomprensible a nuestros ojos modernos es la simple aceptación de los hechos que suceden en la otra sin que ningún personaje haga nada para evitarlos. Así, la muerte de Santiago Nasar es un hecho que todo el pueblo sabe que se va a producir y ninguna persona logra prevenirlo a tiempo.

También ocurre con la aceptación, o más bien resignación, de Ángela Vicario a casarse con Bayardo San Román. Asume la decisión de los padres a ser una familia de pocos recursos. Ante el poder económico de su pretendiente, deja el amor al margen. Este hecho es identificado como una oportunidad única del destino que se le ha presentado a la familia.

A pesar de la boda frustrada, Ángela Vicario comienza a mandarle cartas a su esposo durante 17 años, hasta que, de manera sorprendente, regresa después de tanto tiempo y, para nuestra sorpresa, ella lo acepta.

Además, durante el tiempo en el que le escribe las cartas, ella se va enamorando casi sin querer de su marido de una forma increíble, ya que el matrimonio comenzó sin amor. (Tal vez podamos considerar como cierta sentencia de su madre: “el amor también se aprende”).

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