La Generación del 98: Crisis y Renovación Literaria
La Generación del 98 agrupa a escritores españoles que manifestaron una profunda reacción ante la crisis nacional desencadenada por la derrota de 1898 y la subsiguiente pérdida de las últimas colonias. Esta crisis, que afectó los ámbitos moral, político y social, impulsó a estos autores a una intensa reflexión sobre el “problema de España” y a la renovación de la literatura de la época. Si bien compartieron rasgos con el Modernismo, se distinguieron por enfocar su crítica primordialmente en la realidad nacional, más allá de la mera renovación estética.
Miembros y Temas Centrales
El núcleo principal del grupo lo conforman Unamuno, Azorín, Baroja y Maeztu. Frecuentemente, también se incluyen a Machado y Valle-Inclán.
Características Comunes
- Pesimismo y Filosofía: Manifiestan un fuerte pesimismo ante la decadencia española, influenciados por filosofías irracionalistas como las de Nietzsche, Schopenhauer o Kierkegaard.
- Preocupaciones Existenciales: Les obsesiona el sentido de la vida, la angustia personal y la falta de dirección del país.
- Amor Crítico a España: Sienten un profundo amor crítico hacia España, cuyo símbolo principal es Castilla.
- Evolución Política: De jóvenes fueron regeneracionistas, defendiendo reformas y criticando el caciquismo, pero pronto derivaron hacia una postura más idealista y escéptica, abandonando la acción política directa.
- Subjetivismo: Predomina la interpretación de la realidad desde sus preocupaciones internas.
- Estilo: Buscan la sobriedad, claridad y sencillez, evitando la retórica excesiva, aunque cuidan el lenguaje, introduciendo arcaísmos y vocabulario tradicional.
Renovaron el ensayo moderno y transformaron la novela con técnicas novedosas que rompieron con el Realismo, abriendo paso a la Edad de Plata de la literatura española.
La Prosa de la Generación del 98
En la prosa del 98 destacan Baroja, Azorín y Unamuno, cada uno con una contribución distintiva.
Pío Baroja
Baroja rechaza el decorativismo modernista y aboga por una novela espontánea, natural y sin estructura rígida. Su narrativa es ágil, con abundante acción y personajes, y un lenguaje sencillo. Influido por Nietzsche y Schopenhauer, su obra refleja un profundo pesimismo: para Baroja, la vida carece de sentido y el ser humano es inherentemente débil. Sus obras más notables pertenecen a su etapa inicial, como Camino de perfección, la trilogía La lucha por la vida o El árbol de la ciencia, donde retrata personajes inadaptados que colisionan con la realidad.
Azorín
Azorín, en contraste, construye novelas sin un argumento tradicional, estructuradas como una sucesión de escenas o “estampas”. En obras como La voluntad o Castilla, expone una visión crítica de España a través de la minuciosa observación de detalles cotidianos, que considera la clave de lo esencial. Su estilo es notablemente claro, sencillo y minucioso, con descripciones serenas y un léxico enriquecido por arcaísmos y términos clásicos. Su meta es capturar lo íntimo y espiritual de la realidad.
Miguel de Unamuno
Unamuno es el autor más filosófico y existencial del grupo. Su obra se centra en la angustia ante la muerte, la fe, la razón y el anhelo de inmortalidad. Rompió con la novela realista al crear la “nivola”, cuyo ejemplo paradigmático es Niebla. Esta se caracteriza por la omisión de descripciones, la improvisación y el predominio del diálogo. En esta obra se desarrolla el famoso capítulo donde el protagonista confronta a Unamuno, planteando la duda sobre la primacía entre autor y criatura. En otras novelas, como Abel Sánchez, La tía Tula o San Manuel Bueno, mártir, aborda conflictos morales y religiosos. En sus ensayos, incluyendo En torno al casticismo, Vida de don Quijote y Sancho, Del sentimiento trágico de la vida o La agonía del cristianismo, profundiza en la identidad española, la fe, la intrahistoria y la lucha interna del ser humano por hallar un propósito vital.
El Novecentismo o Generación del 14: Racionalidad y Esteticismo
El Novecentismo, también conocido como Generación del 14, emergió en España alrededor de 1910, alcanzando su apogeo entre 1914 y 1930. Este periodo estuvo marcado por la Primera Guerra Mundial a nivel europeo y por convulsiones internas en España (crisis de 1917, dictadura de Primo de Rivera, Segunda República y Guerra Civil). Supuso el relevo generacional del Modernismo y del 98, marcando un giro hacia una literatura más intelectual, serena y racional, en oposición a la emotividad modernista y la subjetividad noventayochista. Pedro Salinas lo resumió como el tránsito “del cisne al búho”.
Ideología y Estética Novecentista
Este movimiento estuvo compuesto por jóvenes intelectuales, en su mayoría universitarios y liberales, enfocados en la modernización de España y su vinculación con Europa. Se percibían como una élite cultural con la misión de renovar los ámbitos científico, educativo y artístico. Rechazaron la bohemia modernista, la visceralidad del 98 y cualquier manifestación de sentimentalismo. Su ideal era un arte puro, riguroso y perfectamente construido, dirigido a minorías cultas.
Rasgos Estéticos Clave
- Intelectualismo y Deshumanización: La obra se concibe con y para la inteligencia, separada de la vida y de lo emocional, lo que anticipa la deshumanización del arte y las vanguardias.
- Equilibrio y Clasiscismo: Buscan la serenidad y el equilibrio, empleando un estilo pulcro, racional y exacto, que combina la musicalidad moderada del Modernismo con la reflexión profunda del 98.
- Lenguaje: Cuidan el léxico, utilizando vocabulario selecto y haciendo uso frecuente de la metáfora.
- Crisis de Identidad: Se manifiesta a través de personajes desdoblados (heterónimos), figuras intelectuales contrapuestas o despersonalizadas, y el perspectivismo, que dinamita la visión única realista.
- Visión de España: Plantean el tema nacional desde una óptica crítica y racional, oponiéndose al casticismo del 98 y promoviendo la europeización, la modernidad urbana y el liderazgo de minorías cultas. Participaron activamente en la vida cultural y política.
El ideal de la “obra bien hecha” posicionó al ensayo como el género predilecto, influyendo incluso en la narrativa. Destacan ensayistas como Ortega y Gasset (figura central), Eugenio d’Ors (quien acuñó el término “novecentismo”), Marañón, Azaña, Américo Castro, Madariaga o Menéndez Pidal. En ficción sobresalen Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró, Wenceslao Fernández Flórez y, en poesía, Juan Ramón Jiménez.
La Novela y el Ensayo en el Novecentismo
La Narrativa Novecentista
El Novecentismo, iniciado hacia 1910, persigue un arte intelectual, racional y depurado, rechazando el sentimentalismo romántico, la ornamentación modernista y la subjetividad irracional del 98. Los narradores novecentistas abandonan el realismo y experimentan para renovar la novela, coexistiendo con autores más tradicionales (Concha Espina, Ricardo León) y otros renovadores como Fernández Flórez, Benjamín Jarnés, Pérez de Ayala y Gabriel Miró.
Características de la Narrativa
La narrativa novecentista se caracteriza por la fusión entre narración y ensayo, donde la acción cede su primacía a la reflexión intelectual. El argumento y el sentimiento dejan de ser el eje central para enfocarse en la estructura, el lenguaje y la creación de una realidad autónoma. Predominan el perspectivismo, la originalidad (a veces rozando lo absurdo), el gusto por la vida moderna, y un estilo lento y digresivo, con párrafos extensos y cierto retoricismo.
En 1925, Ideas sobre la novela, de Ortega y Gasset, se consolidó como el texto definitorio de esta renovación, al defender la deshumanización y el intelectualismo.
Autores Narrativos Destacados
- Ramón Pérez de Ayala: Máximo exponente de la novela intelectual, cuya obra se divide en tres etapas: novelas autobiográficas (Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G., La pata de la raposa, Troteras y danzaderas); novelas poemáticas sobre España (Prometeo, Luz de domingo, La caída de los Limones); y novelas de temas universales, con escasa acción y personajes que encarnan ideas opuestas, destacando Belarmino y Apolonio y Tigre Juan.
- Wenceslao Fernández Flórez: Representa la vertiente de la novela humorística y crítica (El bosque animado).
- Benjamín Jarnés: Cultiva la novela deshumanizada, intelectual y de argumento mínimo (El profesor inútil, Locura y muerte de Nadie).
- Gabriel Miró: Crea la novela lírica, caracterizada por la acción mínima y una gran belleza expresiva, centrada en sensaciones y paisajes levantinos (Las cerezas del cementerio, Nuestro Padre San Daniel, El obispo leproso).
El Ensayo Novecentista
En el ensayo novecentista impera el pensamiento racional, objetivo y riguroso, desprovisto de la vehemencia o el subjetivismo propios del 98. El lenguaje es claro y equilibrado, aunque se enriquece con metáforas y precisión léxica. Los temas centrales son España, abordada desde una perspectiva crítica y europeizante, y la estética, en un momento de auge de las vanguardias. Destacan Ortega y Gasset, Eugenio d’Ors, Marañón, Azaña, Américo Castro o Menéndez Pidal.
José Ortega y Gasset: Figura Central
Ortega y Gasset es la figura cumbre del movimiento. En sus ensayos sobre España, como España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas (1930), examina la desintegración nacional y propone un “proyecto sugestivo de vida en común”. En el plano estético, obras como Ideas sobre la novela y La deshumanización del arte (1925) defienden una novela no realista, enfocada en atmósferas, formas e intelectualidad, ajena al sentimentalismo y minoritaria por su complejidad. Su estilo es elegante y retórico, caracterizado por la abundancia de metáforas, neologismos, cultismos, tecnicismos y extranjerismos adaptados al castellano.
