Prosa
Aunque los escritores de la Generación del 98 cultivaron todos los géneros, la prosa y el ensayo fueron los géneros fundamentales. Eran géneros propicios para el desarrollo de reflexiones existenciales y sobre el tema de España.
Los ensayos son escritos en prosa, de extensión variable, en que los escritores reflexionan sobre un tema desde un punto de vista subjetivo. Como género literario, se caracteriza por el empleo de recursos literarios, con los que el escritor pretende mostrar un estilo personal. Azorín y Unamuno son los principales ensayistas de la generación.
En cuanto a las novelas, estas se distancian de la narrativa realista, con importantes novedades:
- Frente a la importancia que el reflejo de las realidades externas tenía en la novela del siglo XIX, prevalece la subjetividad y el mundo interior de los personajes.
- Los protagonistas, abúlicos y desorientados, se caracterizan por su pesimismo y conciencia de falta de sentido de la existencia.
- La realidad social de España suele ser el trasfondo de esas novelas de personajes angustiados y amargados en la existencia. Se critican el poder excesivo de la Iglesia y del ejército, el caciquismo y la incultura.
- Predomina el diálogo sobre la narración y la descripción, a través del cual podemos adentrarnos en el mundo interior de los personajes.
Pío Baroja
Pío Baroja es un escritor vasco que dedicó su vida a la literatura, pese a que había estudiado Medicina. De hecho, se doctoró con una tesis sobre el dolor y ejerció como médico durante un tiempo. Sin embargo, abandonó la medicina para trasladarse a Madrid a regentar una panadería que él y su hermano habían heredado de una tía.
Entre sus novelas destacan algunas novelas en que renovó el género de la literatura de aventuras, como Zalacaín el aventurero y Las aventuras de Shanti Andía; y, muy especialmente, dos trilogías en las que abordó grandes problemas de su tiempo: La lucha por la vida y La raza. A esta última pertenece El árbol de la ciencia, que está considerada una de sus mejores obras.
En El árbol de la ciencia se narra la vida de Andrés Hurtado, un joven que comienza a estudiar Medicina en Madrid. A lo largo de distintas etapas de su vida, el personaje es testigo del atraso y la miseria moral que vive el país. Baroja reflexiona en esta obra sobre algunas de las preocupaciones fundamentales del 98.
Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno fue uno de los intelectuales más importantes de su época. En su personalidad destaca su rebeldía, que se manifestó en sonados conflictos y discrepancias personales con el poder político de su tiempo. Se enfrentó a la dictadura de Primo de Rivera, por lo que fue desterrado a Fuerteventura y después, estuvo exiliado en Francia. Aunque fue diputado en la Asamblea Constituyente de la República, no tardó en mostrarse crítico con el nuevo régimen y en censurar algunas de sus medidas. Y, al estallar la Guerra Civil, se puso del lado de los sublevados, comandados por el general Francisco Franco. Pronto le pareció un error y rechazó públicamente la represión y la violencia que se estaba produciendo con su famosa frase: “Venceréis, pero no convenceréis”. La pronunció en el paraninfo de la universidad de Salamanca, después de que el fundador de la legión, Millán Astray, atacara a catalanes y vascos en un discurso en conmemoración del Día de la Raza. Tras este incidente, fue condenado a arresto domiciliario.
Unamuno es el creador de la “nivola”: novelas con escasa acción, en las que abundan el diálogo y el monólogo interior, que sirven de cauce de expresión de preocupaciones existenciales. A Unamuno le obsesionaba la idea de la inmortalidad del alma, pues de ella depende el sentido de la existencia.
El conflicto entre el deseo de creer y la imposibilidad de hacerlo racionalmente es el tema fundamental de novelas como San Manuel Bueno, mártir, Niebla y los ensayos La agonía del cristianismo y Del sentimiento trágico de la vida.
En su novelita corta San Manuel Bueno, mártir, Unamuno nos presenta a un sacerdote que ha perdido la fe, pero lo oculta a sus feligreses para mantener en ellos el contento de vivir (¿Sin la fe, qué les queda?).
En Niebla, Unamuno nos presenta a un personaje que ha perdido la alegría de vivir tras un desengaño amoroso y decide ir a hablar con Unamuno (que aparece como personaje en la novela) para comunicarle su deseo de suicidarse. Sin embargo, Unamuno le indica que no puede decidirlo, porque no tiene existencia real, sino que es un personaje de ficción. En realidad, el diálogo del personaje con Unamuno es el diálogo del hombre con Dios: ¿Somos también personajes de ficción, incapaces de decidir sobre nuestro destino?
Unamuno también escribió sobre España y, en particular, sobre su intrahistoria: la historia anónima transmitida de generación en generación por la tradición oral (el saber popular, canciones, lengua…) y que constituye la esencia de los pueblos. Es el tema de su ensayo En torno al casticismo.
Azorín
Azorín es el seudónimo de José Martínez Ruiz, que empleó ese seudónimo en sus publicaciones en prensa. Su novela más destacada es La voluntad, una narración autobiográfica protagonizada por el personaje habitual de muchas novelas del 98: un intelectual de mentalidad crítica incapaz de comprender el sentido de la vida y caracterizado por la abulia o el desinterés.
En los textos de Azorín, la trama argumental es mínima y se presta gran atención a la descripción de ambientes y sensaciones. Sus novelas se plantean como una sucesión de pequeñas escenas descriptivas que intentan captar el ritmo de la vida real.
Teatro
El teatro que triunfa en las primeras décadas del siglo XX es un teatro de consumo, poco innovador en las formas y destinado a entretener al público burgués. Entre los autores que triunfaban en ese teatro comercial destacó Jacinto Benavente. Por sus cerca de 200 obras le fue concedido el Premio Nobel de Literatura en 1922. Su obra más destacada y representativa es Los intereses creados (1907).
Sin embargo, hacia 1920, autores de la Generación del 98, con Valle-Inclán a la cabeza y, más tarde los del 27, con Federico García Lorca, trataron de renovar el género teatral con obras más complejas e innovadoras.
El Esperpento de Valle-Inclán
En esta línea se sitúa el esperpento, de Ramón María del Valle-Inclán.
Con este término, Valle da nombre a un género literario propio, basado en la deformación de la realidad mediante la acentuación de sus características ridículas o absurdas para mostrar su carácter grotesco. Su objetivo es hacer una crítica feroz de la sociedad española del primer cuarto del siglo XX: es la sociedad española de la Restauración, caracterizada por la corrupción política, crisis económica y continuos conflictos sociales (descontento del ejército, huelgas y revueltas obreras). La presenta deformada y ridiculizada, como si la viera reflejada en un espejo cóncavo (“Los espejos del callejón del gato dan el esperpento”).
Para conseguirlo, recurre a diversas técnicas:
- La caracterización grotesca de los personajes mediante la animalización (los personajes adquieren rasgos de animales), la muñequización (llegan a tener categoría de personajes de guiñol, de muñecos sin dignidad, desposeídos de rasgos heroicos) y la cosificación (los personajes se parecen a objetos). Estas características se observan en las actitudes de los personajes, en sus gestos, en su lenguaje e incluso en su aspecto físico.
- La presentación de ambientes sórdidos y degradados, que se presentan con gran plasticidad: resplandores mortecinos de los faroles de Madrid en la noche, huelgas y griterío, disparos lejanos…
- El contraste entre lo doloroso y lo grotesco.
- La riqueza del lenguaje, muy elaborado y personal. Utiliza ricos y variados registros al servicio de la parodia o de la intención crítica:
- Gitanismos (pirante), voces callejeras de la pobreza (colgar por empeñar), expresiones coloquiales, muchas del habla de Madrid (estar marmota por estar dormido)…
- Exageración en la designación de expresiones: llamar palacio a una buhardilla o capitalista, banquero a un mendigo.
- Lenguaje pedante o cursi o parodia de citas literarias: ¡Mal, Polonia, recibes a un extranjero!
- Acotaciones teatrales muy elaboradas.
La manifestación más lograda del esperpento es Luces de bohemia. En ella está representado el recorrido nocturno por Madrid, previo a su muerte, del poeta ciego Max Estrella, que va acompañado por don Latino. En casi todos los ambientes que visitan, representativos de diversos niveles sociales, encuentran sordidez y miseria material y moral. Es una crítica feroz de la ineficacia política, la mediocridad cultural, la violencia política, la represión y la violencia.