La Narrativa Hispanoamericana: Un Viaje del Realismo al Realismo Mágico y el Legado de Isabel Allende

La Narrativa Hispanoamericana: En Hispanoamérica, el proceso de renovación de la narrativa fue lento a inicios del siglo XX. La novela hispanoamericana heredó el modelo realista que había triunfado en Europa en el siglo anterior. Dos factores que influyeron en la pervivencia del estilo realista fueron la temática (retrataba los paisajes y las costumbres hispanoamericanas) y los acontecimientos históricos de los países (como la Revolución Mexicana). En este momento también triunfó la novela indigenista.

En los años 40 apareció una temática urbana y los problemas sociales. Se desarrolló el realismo mágico (mezcla de realidad con fantasía), porque los autores pensaron que el realismo era incapaz de recoger la complejidad del mundo americano. En esta época, autores como Alejo Carpentier desarrollaron nuevas técnicas narrativas. Estas técnicas fueron desarrolladas en los años 60, época conocida como el Boom de la novela hispanoamericana. Se publicaron numerosas obras: en 1962 se publicó en España La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa.

Estos nuevos novelistas no rompieron con las innovaciones, sino que enriquecieron la novela aún más con nuevos recursos. Por debajo de todo esto, pensaban que había una insuficiencia estética. Esta preocupación no hizo que el escritor dejase de escribir testimonios o escritos de denuncia; por el contrario, proclamaron ideas muy avanzadas. En los años 80, una nueva generación de escritores buscó mayor cercanía con el lector. En esta época, la novela femenina experimentó un gran auge, comenzando a entrar al mercado en igualdad de condiciones que los hombres.

En los últimos años del siglo XX, en Hispanoamérica, resultaba muy difícil hacer una clasificación de sus obras. Se trata de novelas de estructuras narrativas simples con argumentos entretenidos y fáciles de leer, donde predominan las narrativas conversacionales. En la temática aparece la violencia social, la reivindicación erótica femenina y el descontento hacia la política. Algunas de estas novelas están escritas por los mayores escritores del Boom: Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Roberto Bolaño.

Isabel Allende y La casa de los espíritus: Influencias y Características

Isabel Allende escribió La casa de los espíritus después del Boom de la literatura hispanoamericana. La propia autora ha declarado que le resulta difícil clasificarse.

Influencias en La casa de los espíritus

  • De finales del siglo XIX y principios del XX:
    • Referencia a leyendas, tradiciones y mitos de Rubén Darío.
    • La denuncia social reivindicando el papel de la mujer de Clorinda Matto.
    • La unión de fantasía y realidad de Alejo Carpentier.
    • Introducción de lo subconsciente.
  • De la literatura del Boom:
    • Ruptura de la linealidad narrativa.
    • Experimentación con las voces narrativas.
    • Importancia del espacio.
    • Presencia de elementos históricos y biográficos.
  • Pos-Boom:
    • Empleo de lenguaje más sencillo y coloquial.
    • Abandono de la tendencia militante.
    • Aparición de protagonistas presentados en situaciones cotidianas.
    • Presencia relevante de las mujeres y la perspectiva femenina.

Rasgos Temáticos y Formales de la Novela

Lo sobrenatural aparece en la novela, pero en ella predomina el retrato de lo cotidiano.

Problemas Sociales

Desigualdad de clases y de género, sometimiento de los trabajadores y evolución de las relaciones sociales a lo largo de la historia.

Universo Femenino

Aparecen mujeres de clase baja como víctimas; las de clase media aparecen entregadas a las tareas del hogar; y las mujeres de familia son extravagantes y soñadoras, pero su reivindicación es personal, no de grupo.

Elementos Sobrenaturales

La casa muestra tres generaciones de mujeres que logran vencer al machismo por medio de lo espiritual.

El Amor

Es uno de los temas que más se revalorizan en la narrativa del pos-Boom, como se puede apreciar en La casa de los espíritus.

Rasgos Formales

Manifiestan la influencia de la nueva narrativa. Hay una mayor simplicidad estilística y de léxico. La novela consta de 14 capítulos y un epílogo. Se inicia y se finaliza con la misma frase: «Barrabás llegó a la familia por vía marítima», lo que significa que la novela presenta una estructura circular. La frase con la que la niña Clara inicia sus cuadernos sirve a su nieta Alba como punto de partida para reconstruir la historia de su familia.

Narradores

Al principio de la novela se presenta un narrador en primera persona que no desvela su identidad, limitándose a dejar constancia de su labor. Al final de la novela se descubre que es Alba quien recopila y emplea todos los materiales de los que dispone. En el momento en que la voz de su abuelo se apaga, es la voz de Alba la que emerge para rescatar la memoria y abrir el camino de una nueva vida. Para Alba, por tanto, la memoria no es la vía del odio, sino de la esperanza. Los testimonios en los que Alba se apoya para reconstruir la historia son los cuadernos de su abuela Clara, las cartas entre Blanca y Clara y la voz de su abuelo Esteban Trueba.

Personajes Principales

El personaje presente en toda la obra es Esteban Trueba, aunque tienen más importancia los personajes femeninos. Por ello, las mujeres protagonistas están más desarrolladas.

Nívea (Bisabuela)

Es la esposa de Severo, un político. Ha dado a luz a 15 hijos, de los cuales han vivido 11. Su trabajo es la casa y la crianza de los niños. Tiene algunos dones videntes, ya que sueña cómo será su hija Rosa antes de nacer.

Clara (Personaje Femenino Principal)

De niña, comienza a escribir lo que le sucede en unos cuadernos, que serán la fuente principal de la historia. Representa el mundo espiritual y es capaz de comunicarse con los muertos. Esposa de Esteban Trueba, cumplía con el papel tradicional de mujer.

Blanca

Hija de Clara y Esteban. Su infancia fue triste y solitaria. Se vuelve alegre en el fondo. Allí conoce a su gran amor, Pedro Tercero García. Trueba, su padre, quería que se casase con el conde Jean de Satigny. Esta es la primera mujer de la familia que trabaja.

Alba

Hija de Blanca, es quien rescata la historia de la familia. Llega a la universidad, donde se enamora de Miguel y toma conciencia política. Su actitud representa la esperanza del país.

El Realismo Mágico y La casa de los espíritus

La casa de los espíritus, así como otras obras de Isabel Allende, ha sido relacionada con el realismo mágico, una corriente surgida en los años 60-70 del siglo XX que pretende reaccionar ante la nueva industrialización y ante los abusos de ciertos regímenes autoritarios. Se trata de un movimiento literario que recupera viejos mitos americanos, integrándolos de manera natural en la vida cotidiana.

La novela de Allende, publicada en 1982, parte de una carta que la propia autora escribe a su abuelo agonizante. La casa de los espíritus refleja a la perfección las luchas sociales del Chile del momento: terratenientes poderosos y abusadores, campesinos resentidos, desarrollo del socialismo y comunismo en la zona, golpes militares…

Sin embargo, la crítica literaria discrepa a la hora de valorarla como una novela característica del realismo mágico. Para empezar, en La casa de los espíritus se combina lo natural (huracanes, lluvias, terremotos…) con lo sobrenatural (predicciones de Clara, prácticas espiritistas, desplazamientos de objetos, aparición del fantasma de Férula…). Realidad y fantasía se presentarán íntimamente enlazadas en la novela: unas veces, por la llegada de lo mítico, de lo legendario o de lo mágico; otras, por el tratamiento alegórico o poético de la acción, de los personajes o de los ambientes.

La presencia simultánea de varios narradores es otra de las características de esta corriente. Se trata de un texto polifónico en el que Esteban Trueba y su nieta Alba serán dos de los tres narradores del relato. Ahora bien, exceptuando el epílogo, los escritos del patriarca de la familia, así como unas esporádicas intervenciones de Alba en primera persona, los catorce capítulos de la novela serán contados por un narrador omnisciente que penetra a fondo en las conciencias de los personajes.

Frente al intelectualismo de los narradores del Boom, en La casa de los espíritus se apela a las emociones del lector y los valores morales se recalcan desde un punto de vista maniqueo. La muerte está presente, es una prolongación de la vida; los muertos y los vivos conviven con naturalidad sin que provoque extrañeza.

El realismo mágico también se caracteriza por la distorsión de un tiempo que se percibe como cíclico. De hecho, en la ópera prima de Allende, el final enlaza con el principio y las anticipaciones y retrospecciones son frecuentes. En La casa de los espíritus, la violencia, rasgo de la estética mágico-realista, se manifiesta tal y como ocurre en la vida cotidiana, produciendo la sensación de una sociedad primitiva. En el relato de Allende, este tema se asocia exclusivamente al ámbito masculino y se circunscribe especialmente al personaje de Esteban Trueba. Su ímpetu y falta de control le acarrearán un profundo sentimiento de soledad que será una constante en el personaje.

Las hipérboles y exageraciones, tan habituales en esta corriente, aluden a un universo primitivo y bárbaro. Del tío Marcos, por ejemplo, se decía que sus modales se asemejaban a los de un caníbal. Este primitivismo se aprecia igualmente en la sensualidad desenfrenada de Esteban hacia Pancha García, a quien «acometió con fiereza incrustándose en ella sin preámbulos, con una brutalidad inútil».

En conclusión, La casa de los espíritus es un relato político-social con destacada presencia de lo femenino, en el que la trama, narrada con sencillez, ocupa un papel cardinal. Todo ello explica que la primera novela de la chilena Isabel Allende se convirtiera, desde su publicación en 1982, en un éxito inmediato de superventas a nivel internacional.

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