El Modernismo (Inicios del Siglo XX)
El Modernismo, primer movimiento literario relevante del siglo XX en España, se caracterizó por:
- Rechazo de la realidad cotidiana, con poemas que a menudo se desarrollan en lugares exóticos.
- Búsqueda de la perfección formal.
- Búsqueda de la belleza, lograda a través de imágenes plásticas, el color, la musicalidad de los versos y los efectos sonoros.
- Fidelidad a las grandes estrofas clásicas.
- Gran riqueza léxica, que no perseguía tanto la precisión como el prestigio, la sonoridad o la rareza del vocablo.
El desgaste del lenguaje modernista propició la aparición de críticos y detractores, como Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez.
Las Vanguardias Españolas
Las Vanguardias españolas ocuparon un espacio paralelo al Modernismo. La revista Prometeo publicó el manifiesto futurista del italiano Marinetti, y Ramón Gómez de la Serna publicó «El concepto de la nueva literatura».
Las vanguardias rechazaron:
- La herencia romántica.
- La herencia realista o naturalista.
Los rasgos que caracterizaron este nuevo espíritu fueron:
- El experimentalismo.
- El juego.
- La asunción de los nuevos inventos.
- La integración de las artes.
- La abolición de la división entre vida y literatura.
- Las rupturas lógicas y la libertad formal.
El Ultraísmo fue el movimiento pionero de la vanguardia española, y junto a él surgió el Creacionismo. El impulso renovador de las vanguardias ultraísta y creacionista comenzó a flaquear, y los escritores exploraron nuevos caminos, como José Ortega y Gasset en La deshumanización del arte.
La Generación del 27
La Generación del 27 se dio a conocer con el homenaje que se rindió al poeta Luis de Góngora en 1927. Entre sus miembros más destacados se encuentran:
- Jorge Guillén
- Pedro Salinas
- Rafael Alberti
- Federico García Lorca
- Dámaso Alonso
- María Zambrano
- Luis Cernuda
- Vicente Aleixandre
Fue un grupo poco homogéneo; habitualmente se les ha ordenado por parejas o tríos. No obstante, los poetas de la Generación del 27 compartieron rasgos comunes:
- Mezcla de tradición y modernidad: mostraron pasión por la literatura clásica y un intenso cultivo de la imagen y la metáfora.
- Innovación métrica: utilizaron el versículo junto a estrofas tradicionales.
- Variedad de temas: por un lado, abordaron temas vanguardistas y, por otro, recuperaron temas tradicionales. Los grandes asuntos del ser humano (amor, universo, destino, muerte) poblaron sus obras. Los motivos temáticos estuvieron relacionados con la apreciación de los avances técnicos, el desarrollo urbano y el sentido de la libertad como un principio que abarca todas las vivencias del individuo.
En la evolución de la Generación se distinguen tres fases:
- Primera etapa: abarcó los primeros años veinte, bajo la influencia de las vanguardias y de la poesía pura de Juan Ramón Jiménez.
- Segunda etapa: a partir de 1929, las circunstancias históricas de España llevaron a la mayoría de los autores a intervenir directamente en los acontecimientos. Se produjo un proceso de rehumanización.
- Tercera etapa: en 1939, el grupo se dispersó de forma dramática. Uno de sus miembros (Lorca) fue asesinado, otros se exiliaron, y algunos permanecieron en España.
Miguel Hernández: El Epígono del 27 y Puente a la Posguerra
A Miguel Hernández se le ha encuadrado en la Generación del 36, aunque mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior, hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono de la Generación del 27».
Su poesía se caracterizó por su intenso lirismo, tanto en Perito en lunas como en El rayo que no cesa. Sus poemas abordaron principalmente el amor, la muerte, la guerra y la injusticia. Luchó en el bando republicano durante la Guerra Civil Española. Fue condenado a muerte, pero se le conmutó la sentencia por cadena perpetua. Durante su estancia en prisión, escribió Cancionero y romancero de ausencias, poemas dedicados a su esposa. Murió en prisión a la edad de 31 años.
La Poesía Española de Posguerra (Generación del 36)
La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso una ruptura determinante en todos los órdenes de la vida, y la poesía no fue una excepción. Una vez acabada la contienda, el arte resurgió, aunque no pudo evadirse de la situación político-social que vivía España. El fin de la Guerra Civil Española (1939) marcó el comienzo de una nueva etapa: todo estaba aún por hacer, el país había quedado asolado, y la labor se presentaba ciertamente compleja.
La Generación de 1936, también conocida como la primera generación de posguerra, se bifurcó en dos corrientes opuestas:
Poesía Arraigada
Formada por autores como:
- Luis Felipe Vivanco (El descampado)
- Leopoldo Panero (Canto personal)
- Luis Rosales (La casa encendida)
- Dionisio Ridruejo (Elegías)
Compartían un hondo sentimiento religioso y buscaban olvidar la guerra recién acabada. Para ello, escribieron sobre temas como Dios, la naturaleza, el amor, la familia o el paisaje. Publicaron sus poemas en las revistas Escorial (fundada en 1940) y, principalmente, en la revista Garcilaso (1943). Esta revista reunió a un grupo de autores denominados juventud creadora, entre los que destacan los ya mencionados, además de José García Nieto.
Poesía Desarraigada
En 1944 surgió un movimiento opuesto al anterior. La publicación de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, y la aparición de la revista Espadaña, marcaron un hito en la conciencia poética de nuestro país. Estos autores no estaban conformes con el mundo que les rodeaba y lo «gritaban a los cuatro vientos». Se enfrentaron a los autores de Garcilaso por medio de una poesía comprometida y directa, en la que lo importante era el contenido.
José Luis Hidalgo publicó Los muertos, pero falleció unos días antes de su publicación. No obstante, esta obra ha quedado como un manifiesto de la angustia ante la muerte y la búsqueda de un Dios ausente.
La Poesía del Destierro
A causa de la Guerra Civil, un gran número de autores españoles se vieron obligados a salir de España. La mayoría continuó publicando desde sus lugares de acogida, donde gozaban de mayor libertad para expresar sus ideas y denunciar aquello que, de haber permanecido en España, habrían tenido que silenciar.
La Poesía Social de los Años Cincuenta
Bajo la influencia de los autores de Espadaña, se desarrolló una poesía preocupada por la realidad social, los problemas humanos, la injusticia y la miseria. Era una poesía rehumanizada que servía como instrumento de denuncia y compromiso social. El lenguaje se hizo sencillo para ser entendido por todos; los temas se acercaron a las preocupaciones de la gente de la calle, y los autores buscaron que lo más importante de sus poemas fuera el mensaje que pretendían transmitir. Por ello, emplearon con frecuencia el verso libre y el versículo, lo que no impidió que los poemas tuvieran una cuidada elaboración formal.
Entre sus principales exponentes, destacan:
- Gabriel Celaya (Cantos Íberos)
- Blas de Otero (Ángel fieramente humano)
- José Hierro (Cuadernos de Nueva York)
La Poesía de los Años Sesenta
La poesía social de los cincuenta extendió su influencia a lo largo de los años sesenta, dada su innegable importancia social, estética e histórica. No obstante, comenzó a percibirse un cierto agotamiento de los temas y las formas, lo que llevó a algunos autores a buscar nuevos caminos poéticos. La forma de los poemas fue adquiriendo importancia frente al contenido y al mensaje, que, no obstante, seguía siendo esencial. Los autores abordaron temas humanos de toda índole.
Nacidos entre 1925 y 1938, conocieron la Guerra Civil durante su infancia y vivieron la dureza de la posguerra. Aunque la mayoría de estos autores comenzaron a publicar durante los años cincuenta, su madurez artística no llegó hasta los años sesenta, razón por la cual se les incluye en este apartado.
Destacan:
- Ángel González (Palabra sobre palabra)
- José Manuel Caballero Bonald (Vivir para contarlo)
- José Agustín Goytisolo (Palabras para Julia)
- Jaime Gil de Biedma (Las personas del verbo)
- José Ángel Valente (Punto cero)