Este documento aborda la poesía española en las tres décadas posteriores a la Guerra Civil, destacando figuras como Miguel Hernández, Blas de Otero, Gil de Biedma y Gloria Fuertes.
Miguel Hernández: Puente entre Generaciones
Miguel Hernández es un poeta puente entre la Generación del 27 y la poesía de posguerra. Comenzó su carrera literaria con Perito en lunas (un poemario con claras influencias barrocas y vanguardistas). Pocos meses antes del inicio de la Guerra Civil, publica una de sus mejores obras: El rayo que no cesa. En Viento del pueblo aparece un poeta que, como viento, pretende salvar al pueblo español oprimido. En 1939 fue detenido en Portugal (que estaba bajo la dictadura de Salazar); en la cárcel escribe numerosos poemas (aunque la mayoría fueron extraviados o destruidos por sus carceleros) que corresponden a su tercera y última etapa. Los poemas (110) que la familia de Miguel Hernández logró sacar de la cárcel fueron reunidos en el Cancionero y romancero de ausencias.
El Panorama Poético Tras la Guerra Civil
Al terminar la Guerra y comenzar la dictadura franquista, la situación poética era desoladora; los poetas más brillantes habían muerto (Machado, Lorca, Unamuno…), estaban en la cárcel (Miguel Hernández), se habían exiliado (Juan Ramón Jiménez, Guillén, Salinas, Cernuda, Alberti…) o se vieron condenados a la autocensura.
La División de Dámaso Alonso: Arraigados y Desarraigados
Dámaso Alonso dividió a los poetas que se quedaron en España en dos grupos: los Arraigados y los Desarraigados. Los autores más destacados de los Arraigados fueron: Leopoldo Panero, Luis Rosales, Luis Felipe Vivanco y Dionisio Ridruejo. Se les ha llamado de muchas maneras: Generación del 36, Grupo de El Escorial, Grupo de Garcilaso (en referencia a las dos revistas en las que más publicaban). En sus poemarios aparece una España idealizada a través de un lenguaje clásico y esteticista.
La Poesía de los Años 50: Del Existencialismo a la Poesía Social
Los Desarraigados publicarán principalmente en dos revistas: Espadaña e Ínsula, con una difusión restringida, pero suficiente para popularizar a sus autores principales: Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Gabriel Celaya y Blas de Otero. Su poesía recoge la corriente existencialista europea, reflejando la soledad del hombre en un mundo sin sentido. Son todos de corriente existencialista, como, por ejemplo, en Ángel fieramente humano o Redoble de conciencia.
Aunque ya en esta etapa encontramos un primer acercamiento al «nosotros» en poemas que plantean el problema del sufrimiento de los demás hombres, o del sufrimiento en general (por ejemplo, el poema «Canto primero»).
En la década de los 50, las ideas de Sartre (máximo representante del existencialismo francés) alcanzan gran difusión en España. Gracias a ellas, los poetas creen, más que nunca, que la literatura sí puede cambiar el mundo; vuelven a ver a la poesía como un instrumento útil (Gabriel Celaya escribe que «la poesía es un arma cargada de futuro»). De esta forma, de la poesía existencial a la poesía social no había más que un paso, que dieron León Felipe, Gabriel Celaya y, por supuesto, Blas de Otero.
Blas de Otero y la Poesía Social
Para la poesía social, los temas fundamentales son dos: la preocupación general por España y la denuncia de las injusticias sociales. Blas de Otero inicia su poesía social con Pido la paz y la palabra, a la que siguieron En castellano y Que trata de España. Esa nueva poesía tiene que llegar a todos, de ahí que Otero diga que se dirige ahora «a la inmensa mayoría» y, por ello, usa un lenguaje sencillo, aunque esa sencillez sea solo aparente, pues encubre una considerable concentración.
Gloria Fuertes: Voz Singular de la Generación del 50
Uno de los nombres que no podemos pasar por alto es el de Gloria Fuertes, quien precisamente reivindica en sus poemas la igualdad entre sexos, el pacifismo o el medio ambiente. Perteneciente a la Generación de los Años 50, Gloria Fuertes nace en Madrid en 1917 en el seno de una familia humilde. Pronto comienza a manifestar inquietudes literarias y en 1932, a los catorce años, se publicó su primer poema «Niñez, Juventud, Vejez». En 1949 publicó el libro Canciones para niños y en 1950 Pirulí (Versos para párvulos), organizando además la primera Biblioteca Infantil ambulante por pequeños pueblos. Paralelamente a su dedicación a la literatura infantil en revistas, obras teatrales y poemas escenificados, fundó en 1951, junto con María Dolores de Pablos y Adelaida Las Santas, el grupo femenino «Versos con faldas» que durante dos años realizó frecuentes lecturas y recitales por cafés y bares de Madrid.
Ella decía que antes de contar las sílabas, los poetas tienen que contar lo que pasa. Su poesía gustó a niños y adultos, y como dijo Edmundo de Ory: «era de una sencillez solo aparente». En ocasiones la poeta creaba una «Gloria» ficticia a la que atribuía datos aparentemente reales, pero que no eran ciertos, y en otras incorporaba información autobiográfica. También narró experiencias de sí misma y de otros, algunas ocasionalmente prohibidas por la censura franquista, pues la guerra civil dejó en ella una profunda huella.
La Poesía de los Años 60: Hacia la Generación del Medio Siglo
En los años 60, se acaba la poesía social porque la lírica modifica sus presupuestos. Como publicaron sus primeros poemarios en los años cincuenta, se les ha llamado «Generación del Medio Siglo», aunque lo cierto es que adquirieron su auge literario en la década de los 70. Cada poeta busca su lenguaje personal, y se acercan a las experiencias vanguardistas. Además, cada vez que se acercan a la crítica social, se sirven de la ironía y del humor como un recurso más de desdramatización.
Jaime Gil de Biedma: El Poeta de la Experiencia
El perfecto ejemplo de todo esto es Jaime Gil de Biedma. Los poemas de Gil de Biedma se dirigen con frecuencia a un «tú» o a un «vosotros», en un tono meditativo y, a veces, descriptivo, y con un registro coloquial, tono conversacional. En sus poemarios, el tema principal es el paso del tiempo, vinculado con el recuerdo y el análisis de las experiencias personales, desde la infancia a la madurez. Al paso del tiempo se liga el amor, otro de sus temas fundamentales.