El Compromiso Social y Político de Miguel Hernández
Toda la poesía de Miguel Hernández está impregnada de humanidad, porque el poeta oriolano se acerca a las cosas cotidianas y a las personas y costumbres del pueblo. No obstante, en sus primeros poemas no se aprecia un **compromiso social y político**, ya que la actitud del poeta se acerca más a la contemplación de la naturaleza, al erotismo juvenil y a los planteamientos modernistas.
Será a partir de su segundo viaje a Madrid, a comienzos de 1935, cuando Hernández comience a mostrar una preocupación social y política, sobre todo a raíz de su conocimiento y amistad con el poeta chileno **Pablo Neruda** y con el poeta español **Vicente Aleixandre**. De ambos poetas, Miguel recibirá la influencia literaria que lo acercará a la poesía vanguardista, así como a la ideología republicana y al comunismo.
Por influjo de Pablo Neruda, Miguel abandona el cultivo de la poesía tradicional, y es a partir de ahora cuando en él se despierta la conciencia del **poder transformador de la palabra** y la **función social y política de la poesía**. El poeta adopta un tono **combativo y rebelde**, en consonancia con los trágicos momentos que vive la sociedad española. Con el estallido de la **Guerra Civil**, Miguel Hernández adopta una actitud de compromiso con la **República**.
Evolución del Compromiso Ideológico
Miguel Hernández es un poeta fuertemente comprometido con el mundo que le rodea. Así, su **compromiso ideológico** será firme en cada momento, aunque sus ideas vayan cambiando desde el catolicismo de sus primeros años en Orihuela hasta las ideas más laicas y republicanas de izquierdas en su época de Madrid y durante la Guerra Civil. Sus dos obras más comprometidas son *Viento del pueblo* (1937) y *El hombre acecha* (1938).
El primero (*Viento del pueblo*) constituye la faceta **optimista, alentadora, entusiasta y combativa** por la esperanza en la victoria. Lo personal cede paso a lo **colectivo**, a la **libertad** y al **heroísmo**, y el estilo se hace **claro y transparente** para que sea comprendido por los más humildes; la métrica es popular (el **romance**), y las metáforas se simplifican. En *Viento del pueblo*, Miguel Hernández aparece como un escritor profundamente enraizado en el pueblo, que refleja en sus poesías las **preocupaciones e inquietudes populares**, con una tonalidad **combativa y revolucionaria**. El segundo (*El hombre acecha*), en cambio, con la guerra ya prácticamente perdida, es una **visión pesimista** de la guerra en general: en la cárcel y en la miseria no hay un yo ni un nosotros, porque el hombre se desvanece.
Para Miguel, la **poesía** es sinónimo de la **esencia del pueblo**.
El Lenguaje Poético de Miguel Hernández: Símbolos y Figuras Retóricas
En toda su obra, la **metáfora** es el eje de su poesía. Algunas, sacadas de sus lecturas clásicas, pero otras inspiradas en los elementos cotidianos que le rodean, sirven de soporte expresivo a sus primeros libros. Después llegará a la imagen puramente personal, vuelta al primitivismo y a la elementalidad, pero con una fuerza arrolladora y enérgica. En los escritos finales, la metáfora disminuye sensiblemente, aunque mantiene el recurso del **símil**. La lectura de Góngora y los conocimientos mitológicos adquiridos acercan su poesía a los poetas del **Siglo de Oro**. El primer viaje a Madrid le permite conocer la actividad poética del momento, impregnada de gongorismo; y ello le empuja, a su vuelta, al cultivo de la metáfora, al empleo del endecasílabo y a la utilización de las estrofas clásicas. Su primer libro, *Perito en lunas*, rezuma, en este sentido, **gongorismo**. El **neogongorismo** aparece en Miguel Hernández como vía de una **poesía renovadora**, cuya búsqueda será constante a lo largo de toda su obra. En *Perito en lunas*, Miguel Hernández aprende, a través del cultivo de la **metáfora gongorina**, a transformar la realidad en **palabra poética** y a convertir el lenguaje poético en un instrumento riquísimo para la expresión. Un lenguaje que le permite, para siempre, elevar a categoría poética lo **humilde**, lo **cotidiano**, y hasta lo **rastrero y zafio**. *Perito en lunas* va dándonos fogonazos de realidad enmascarada en ingeniosidades, en metáforas e imágenes cultísimas de extraordinaria belleza, como un brillante fuego de artificio verbal. Destaca la presencia de los **elementos de la naturaleza**; sobre todo, la **luna**, en cuyo alrededor gira todo un mundo de elementos de la vida rural: el gallo, el espantapájaros, el azahar, la noria, las cabras, los labradores, las fraguas, el barro, el limón, etc.
Simbolismo Recurrente
El **toro** es el **símbolo por excelencia**, que desde una evocación puramente descriptiva se torna en dolorosa tragedia. El toro se convierte en símbolo del **amor**, la **virilidad**, la **grandeza** y la **fuerza**. De ahí su identificación con el toro. En *El rayo que no cesa* aparecen por primera vez los signos de la **poesía proletaria** que desarrollará en las siguientes obras. La aparición de una serie de **palabras clave** (**tierra, vientre, árbol, toro, sangre…**) planea sobre la pena del poeta, constituyendo un **mundo vitalista** cargado de **símbolos telúricos**. La **elegía a Ramón Sijé** parece ser el momento de mayor concentración de los rasgos de este período.
Las **imágenes y los símbolos** que Miguel Hernández utiliza en su poesía varían en intensidad y significado según la etapa creativa y vital que el poeta experimenta: en la etapa de la **Guerra Civil**, sus imágenes y símbolos magnifican y ensalzan el **valor del pueblo** fiel a la **República** y el **aliento de la poesía** en tiempos de guerra; y en su **etapa carcelaria**, los símbolos que han servido para inspirar valor y ánimo a los combatientes se convierten ahora en meros símbolos de lo que ya se ha perdido: la **ausencia de libertad**, la **ausencia del goce amoroso** por su mujer y su hijo, la **ausencia de justicia** y de **amor fraternal y solidario**.
Predominio de Símbolos por Etapa
Aunque la utilización de sus símbolos es constante en toda su producción, en cada etapa hace predominar algunos de ellos:
- En la primera etapa: **la luna** (expresión máxima de la naturaleza).
- En la segunda etapa: **el rayo** (metáfora del amor y la existencia humana) y **el toro** (símbolo de la pena amorosa).
- En la tercera etapa: **el viento** (el valor épico de la Historia, esperanzadora o destruida, y la fuerza de la voz y la voluntad del pueblo) y **la tierra** (imagen de la naturaleza y del trabajo).
- En la última etapa: **la luz y la sombra** (la alegría y la esperanza frente a lo trágico y funesto).
Temas Recurrentes en la Obra de Miguel Hernández
Aunque abundan los **poemas de amor**, tanto por su mujer como por su hijo, son pocos los poemas que se escapan a alguna mención de su lucha a favor de la **libertad** y la **República**. En *Perito en lunas*, Miguel Hernández trata **temas variopintos** de su entorno como la **naturaleza**, el **sexo**… y ya el último poema del libro tiene **temática bélica** (*Guerra de estío*). *Viento del pueblo* es un libro cargado de **positivismo** en la victoria y anima a sus compañeros a seguir luchando. Sus últimas obras, *El hombre acecha* y *Cancionero y Romancero de ausencias*, son obras **tristes**, en las que trata su **añoranza** por su esposa e hijo, y en los poemas desde el frente deja entrever un ápice de **pesimismo**: ya no canta con entusiasmo animando a sus compañeros, sino que sus poemas tienen un **ritmo lento** y describe el **dolor de los soldados**, que plasma perfectamente en el poema *El tren de los heridos*. Miguel Hernández utiliza frecuentemente el tópico del *tempus fugit*, sobre todo en los poemas referidos a Manuel Ramón: «El sol, la rosa y el niño / flores que un día nacieron / los de cada día son / soles, flores, niños nuevos»; «Desperté de ser niño / nunca despiertes». Continuamente utiliza **elementos de la naturaleza** para describir la figura femenina: el **limón** (pechos) y animales como la **cierva** (*Canción del esposo soldado*). Utiliza también con frecuencia la palabra «**vientre**» para referirse a su hijo, pero dirigiéndose a Josefina. Sus poemas hablan con frecuencia de la **muerte**, ya que en su entorno era muy cercana; su hijo Manuel Ramón falleció muy pequeño, quizá debido a su mala alimentación, y en la guerra vio morir a muchos de sus amigos.
Tradición y Vanguardia en la Poesía de Miguel Hernández
Miguel Hernández absorbió, desde sus lecturas de adolescente, a nuestros **clásicos** y muy pronto a los poetas de la **Generación del 27**. Aunque estos poetas lo consideraron un «**provinciano**» y, por tanto, no lo veían como uno de los suyos, él los admiraba, y la **fusión entre tradición y vanguardia** fue una característica que unió a Hernández al grupo poético de la Generación del 27.
En esa fusión se aprecia la participación de:
- La tradición literaria: Los clásicos de nuestro **Siglo de Oro** influenciaron a Miguel Hernández, ya que el **trágico sentir del amor** en los sonetos de Quevedo, el teatro y los poemas de Lope, y sobre todo la **metáfora culterana** de la poesía de Góngora, se manifiestan en su obra. Además, le influyen el **neopopularismo** y algunos aspectos de la poesía de **Bécquer** (la **desnudez**, la **pureza** y la técnica del **Simbolismo**).
- El magisterio de la generación inmediatamente anterior: También repercutió en la poesía de Hernández la **poesía simbolista-modernista** de Rubén Darío y la «**poesía desnuda**» de Juan Ramón Jiménez.
- Las vanguardias: Dentro del concepto de la «**deshumanización del arte**», las vanguardias buscaban un **lenguaje propio** basado en la **audacia de la metáfora**. Tanto Miguel Hernández como la **Generación del 27** «absorben» este aspecto de las vanguardias en su primera etapa (los años 20), pero lo hacen de forma **innovadora** y sin romper del todo la **humanización del arte**.
Con los años treinta irrumpe otro movimiento de vanguardia, el **Surrealismo**, que supone la «**rehumanización del arte**» e implicará una **nueva imagen poética** y una reivindicación de la «**poesía impura**», lo que también contribuye a la poesía de Miguel Hernández.