La Poesía Española en el Siglo XX hasta 1936: Contexto y Figuras Clave
En 1899 comienza a hablarse en la prensa de una generación de intelectuales y escritores que comparte con el modernismo su carácter regenerador en el ámbito cultural, pero que se decanta por creaciones más reflexivas y sobrias. Se trata de la Generación del 98. Entre sus componentes más destacados se encuentra Antonio Machado, cuya obra destaca por la actitud crítica ante la decadencia de España.
Tras el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), comienzan a vislumbrarse nuevos caminos poéticos que pretenden despojar al arte de su raíz sentimental: se trata de un proceso que quedó definido como la deshumanización del arte y que llevaron a cabo escritores e intelectuales que se agruparon bajo el nombre de novecentistas.
Dos fueron los caminos que iban a confluir a partir de la segunda década del siglo XX:
- Las vanguardias, movimientos renovadores que rompieron con la estética anterior en todas las artes, buscando nuevas formas de expresión libres de trabas morales, políticas y religiosas: futurismo, expresionismo, cubismo, dadaísmo, surrealismo, neoplatonismo…
- La poesía pura: su desnudez asentimental tiene en España un maestro, Juan Ramón Jiménez, que marcará los primeros pasos de los poetas del 27.
Los poetas del 27 se iniciarán en su juventud al calor de las vanguardias y de la poesía pura, influenciados también por la poesía intimista, de un posromanticismo depurado, de Bécquer. Sin embargo, las convulsiones histórico-sociales que azotarán al mundo a partir de la crisis de 1929 llevarán a una rehumanización del arte.
Miguel Hernández: Trayectoria Poética y su Lugar en el Siglo XX
Miguel Hernández, nacido en 1910, pertenece cronológicamente a la generación del 36; no obstante, por su evolución poética, sintetiza en su corta carrera literaria la modulación de los poetas del 27.
Imágenes, Símbolos y Elementos Formales en la Poesía de Miguel Hernández
Simbolismo en la Obra de Miguel Hernández
La poesía de Miguel Hernández está llena de símbolos que rondan en torno a los grandes motivos de su obra: la vida, el amor y la muerte.
En su primer poemario Perito en lunas (1933, editado en Murcia), el toro significa sacrificio y muerte, aunque más adelante representará la figura del amante; la palmera es el elemento paisajístico mediterráneo, que es comparada con un chorro: “Anda, columna; ten un desenlace / de surtidor”.
El rayo que no cesa (1936) tiene como tema fundamental el amor insatisfecho y trágico, y en torno a él giran todos los símbolos. Así, el rayo, que es fuego y quemazón, representa el deseo amoroso.
[Se omiten las líneas desde “A su vez” hasta “Miguel me llame”].
Viento del pueblo (1937) ejemplifica lo que es poesía de guerra, poesía como arma de lucha. En este libro hay un desplazamiento del yo del poeta hacia los otros. Así, el viento es la voz del pueblo encarnada en el poeta. El pueblo cobarde y resignado que no lucha es identificado con el buey, símbolo de sumisión; el león, en cambio, es la imagen de la rebeldía y del inconformismo.
En El hombre acecha el símbolo que predomina es la tierra como madre, que se unirá al símbolo de España. Asimismo, la amada representa la maternidad. El símbolo, por tanto, va a ser el vientre. En este libro también se percibe el tema del hombre como fiera, con colmillos y garras.
Cancionero y Romancero de ausencias, obra póstuma, se abre con elegías a la muerte del primer hijo; este es evocado mediante imágenes intangibles: “ropas con su olor”, “paños con su aroma”. La esperanza renace con la venida de un nuevo hijo al que van destinadas las tiernas y tristes “Nanas de la cebolla”.
Aspectos Formales en la Poesía de Miguel Hernández
En relación con los aspectos formales, en la poesía de Miguel Hernández destacan aspectos métricos, léxicos o recursos retóricos.
En sus etapas primera y segunda, recupera la estrofa de la métrica tradicional de los Siglos de Oro hasta aproximadamente 1936, como, por ejemplo, la octava real o la décima.
En su etapa de temática pastoril y amorosa (1934-1935), se centra en el soneto. A mediados de 1935 rompe con la estrofa clásica y cultiva el versolibrismo; sin embargo, este período fue breve y, con la Guerra Civil Española, recupera el romance para utilizar un registro más llano que llegue a sus destinatarios, los soldados y defensores de la II República.
En su última etapa ofrece composiciones de poesía neopopular, pero de inspiración tradicional culta. Por otro lado, el vocabulario al que alude gira en torno a los términos propios de la naturaleza y del mundo cotidiano, sobre todo, al léxico rural: la “agricultura viva”.
Finalmente, la característica principal de su poesía es la concentración retórica. Recurre a figuras de repetición como paralelismos, enumeraciones o anáforas. Asimismo, son frecuentes también las antítesis, el oxímoron y las sinestesias.