Características de la Generación del 98
La Generación del 98 nace al calor del “Desastre” de 1898, cuando España pierde Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam. Este hecho traumático despierta un espíritu crítico y reflexivo que define a sus integrantes. Priman la actitud pesimista y desapegada frente a las instituciones políticas y sociales de la Restauración; los autores denuncian la corrupción, la ineficacia gubernamental y la apatía ciudadana.
En lo literario, se impone un estilo sobrio, directo y ensayístico: rechazan el artificio modernista y buscan la claridad expresiva. La prosa se acerca al ensayo filosófico, con frecuentes digresiones y reflexiones metafísicas. En poesía, optan por versos breves, sintéticos y cargados de simbolismo.
Su obra está vertebrada por una preocupación central –el “problema de España”–: analizan sus raíces históricas, su identidad cultural y su futuro. Para ello, utilizan el paisaje castellano como metáfora: la llanura y las estribaciones mesetarias simbolizan la esencia del alma española.
Filósofos y escritores como Unamuno, Baroja, Azorín, Ramiro de Maeztu, Antonio Machado o Valle-Inclán comparten inquietudes comunes:
- Regeneracionismo. Proponen reformas morales y educativas para “salvar” al país.
- Existencialismo incipiente. Reflexionan sobre la fe, la nada y la libertad individual.
- Subjetivismo. Predomina la mirada personal: la experiencia íntima se convierte en material literario.
- Influencia de la filosofía alemana. Especialmente Schopenhauer y Nietzsche, en la idea del sufrimiento como motor creativo.
- Fusión de géneros. Ensayo, diario, novela de introspección y crónica de viaje conviven en sus obras.
En definitiva, la Generación del 98 se caracteriza por su compromiso intelectual con España, su estilo renovador y su capacidad de introspección crítica, que sentó las bases de la literatura española del siglo XX.
El tema de España en la Generación del 98
Para la Generación del 98, España no es mero escenario, sino protagonista indiscutible. Al perder las últimas colonias, los autores sienten la urgencia de diagnosticar la decadencia nacional y proponer vías de regeneración. Del “problema de España” surgen dos líneas de trabajo complementarias: el análisis histórico y la recreación simbólica del paisaje.
Análisis histórico y social
Escritores como Unamuno o Valle-Inclán revisitan episodios del pasado (la Reconquista, el Siglo de Oro, las guerras napoleónicas) para entender la culpa, el heroísmo y la mediocridad que, a su juicio, han marcado al país. Critican el caciquismo, la falta de educación rural y la corrupción política.
El paisaje castellano como símbolo
La meseta y sus pueblos se convierten en un “símbolo puro” de la identidad española. Azorín describe con minuciosidad la llanura, el cielo y el silencio, subrayando la sobriedad y la fuerza moral del país. La Castilla muerta es, paradójicamente, Castilla auténtica.
El Quijote y la tradición literaria
Retoman a Cervantes como fuente de sabiduría y crítica social. El hidalgo manchego encarna el desajuste entre ilusión y realidad, un espejo de la España finisecular.
Compromiso moral
La literatura deja de ser mero entretenimiento: escritores y ensayistas se conciben como agentes de cambio. El acto de escribir equivale a un acto de responsabilidad cívica.
Búsqueda de un proyecto colectivo
Más allá de la nostalgia, la Generación del 98 aspira a una España moderna, culta y solidaria. Proponen reformas educativas, laica y científica, y defienden la libertad de expresión como motor de la regeneración.
En suma, el “tema de España” articula su obra: diagnóstico, autocrítica y propuesta de redención se funden en una literatura comprometida con el destino nacional.
Características de la Generación del 27
La Generación del 27 agrupa a poetas nacidos en torno a 1905–1910 que confluyen en Sevilla en 1927 para homenajear a Góngora. A partir de ahí, despliegan un proyecto literario ambicioso: fusionar la tradición del Siglo de Oro con las vanguardias europeas, ofreciendo una poesía renovada y universal.
- Equilibrio tradición‑vanguardia. Rinden culto a la riqueza barroca de Góngora, Quevedo y San Juan de la Cruz, reinventándola mediante técnicas vanguardistas (surrealismo, futurismo, cubismo). Sus poemas despliegan imágenes sugestivas, metáforas audaces y asociaciones libres.
- Poesía pura. Aspiran a depurar el verso de anécdotas y retóricas excesivas. Predominan la brevitas y la economía de recursos: el poema debe ser una concentración de símbolo y musicalidad.
- Ritmo y musicalidad. Cuidan el sonido interno del verso: rima asonante, ritmo sincopado y juegos de aliteración. La poesía debe leerse en voz alta como experiencia acústica.
- Innovación formal. Experimentan con disposición tipográfica, verso libre, imágenes caleidoscópicas y collage verbal. Subrayan la importancia del espacio en la página.
- Cosmopolitismo y diálogo interdisciplinar. Mantienen relaciones con artistas plásticos (Dalí, Miró), músicos, cineastas y traductores. Sus tertulias en la Residencia de Estudiantes de Madrid fomentan el intercambio de ideas y la apertura a Europa.
- Compromiso ético y social. Aunque inicialmente más festivos, muchos poetas asumen después la responsabilidad ante la Guerra Civil, generando textos de denuncia y memoria colectiva.
En conjunto, la Generación del 27 representa la síntesis entre la herencia literaria española y el impulso renovador de la modernidad europea, configurando una de las cumbres poéticas del siglo XX en lengua castellana.
Etapas de la Generación del 27
La trayectoria de la Generación del 27 suele dividirse en tres grandes momentos:
- Formación y acto de homenaje (hasta 1927).
- Contexto: La Residencia de Estudiantes en Madrid y la Universidad atraen a jóvenes poetas.
- Homenaje a Góngora (abril de 1927): Acto fundacional que los une y define como grupo.
- Obras clave: Primeros libros de Rafael Alberti (“Marinero en tierra”, 1925), Federico García Lorca (“Impresiones y paisajes”, 1918–1921) y Jorge Guillén (“Cántico”, 1928).
- Características: Búsqueda de nuevas formas, pulido versal, influjo del ultraísmo y el creacionismo.
- Consolidación y esplendor (1927‑1936).
- Publicaciones principales: “Poeta en la calle” (Alberti, 1929), “Romancero gitano” (Lorca, 1928), “Clamor” (Pablo Neruda, aunque chileno, afín en espíritu).
- Experimentación: Surrealismo (García Lorca en “Diván del Tamarit”, textos tardíos), exploraciones de la conciencia.
- Colaboraciones: Revistas como Revista de Occidente, “Cruz y Raya” y “Litoral” difunden su obra.
- Diversidad temática: Celebración de la modernidad, exaltación de la niñez, referencias mitológicas y folclóricas.
- Compromiso, Guerra Civil y exilio (1936 en adelante).
- Compromiso político: Ante el estallido de la Guerra Civil, muchos poetas toman partido: Alberti y Neruda se suman al bando republicano; Lorca, a pesar de su prestigio, es asesinado en 1936.
- Exilio forzado: Alberti, Cernuda, Altolaguirre y otros se dispersan por Francia, México y Argentina.
- Obras tardías: Poemas de denuncia y añoranza, compilaciones póstumas y ediciones de correspondencia.
- Legado: Su obra se convierte en símbolo de resistencia cultural y reivindicación de la libertad creativa.
Rasgos temáticos y formales del realismo mágico
El realismo mágico es un modo narrativo surgido en América Latina durante el siglo XX que integra lo fantástico en la cotidianeidad sin subrayar su extrañeza. Sus rasgos temáticos y formales son:
- Fusión de real y maravilloso. Lo sobrenatural se presenta con naturalidad, sin asombro ni explicaciones racionales. El lector asume lo mágico como parte del tejido social.
- Temporalidad no lineal. El tiempo puede retroceder, superponerse o circular; la memoria y el mito conviven con hechos históricos.
- Ausencia de juicio del narrador. Predomina la voz omnisciente, objetiva, que describe lo extraordinario con aparente neutralidad.
- Precisión descriptiva. El lenguaje se caracteriza por detalladas enumeraciones, descripciones sensoriales y uso de adjetivos sorprendentemente concretos.
- Elementos mitológicos y folklóricos. Se incorporan leyendas indígenas, rituales populares y creencias locales, resignificando la historia oficial.
- Espacio insular o fronterizo. Muchas novelas se sitúan en territorios aislados (Macondo en “Cien años de soledad”) o en zonas límite entre lo urbano y lo rural, lo moderno y lo ancestral.
- Tema de la alteridad y la identidad. Las obras exploran la construcción de la identidad cultural y la tensión entre tradición y modernidad.
- Ruptura del realismo europeo. A diferencia del realismo decimonónico, el realismo mágico no busca mimetismo social, sino una mirada poética que capte la profundidad mágica de la realidad.
Autores destacados como Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Alejo Carpentier o Julio Cortázar despliegan estas estrategias formales y temáticas para ofrecer un relato híbrido, en el que lo fantástico ilumina las tensiones históricas y culturales de América Latina.