Panorama de la Literatura Española: Teatro Neoclásico y Ensayo Ilustrado (Siglos XVIII-XIX)

El Teatro Neoclásico en la Ilustración Española

Los hombres de la Ilustración tomaron como valores supremos la razón, la moral pública y el orden social, y buscaron en las expresiones literarias un equilibrio entre el deleite y la utilidad. Para ellos, el teatro era un mecanismo apropiado para inculcar las ideas de la reforma moral y social, pero debían corregir los excesos a los que había llegado y depurarlo.

La Tragedia Neoclásica

A partir de 1760, comienzan a producirse en la Academia del Buen Gusto las primeras tragedias pioneras como Ataulfo, de Agustín Montiano, o Guzmán el Bueno de Nicolás Fernández de Moratín. También en otra tertulia, la Fonda de San Sebastián, se presentó la obra de Ignacio López de Ayala, Numancia destruida, y el propio José Cadalso escribió la tragedia Don Sancho García.

La Comedia de Costumbres y el Sainete

A partir de 1760, la comedia y los géneros menores del teatro reflejaron los nuevos hábitos sociales que se imponían debido a las modas extranjerizantes y a los inevitables progresos de la vida cotidiana, así como la oposición casticista a los mismos.

  • Nicolás Fernández de Moratín inicia la comedia neoclásica de costumbres burguesas con La petimetra (1762), en la que ridiculiza a la mujer de clase media que intenta imitar la moda francesa con ademanes y lenguaje afectados.
  • Otro tema muy presente en estas obras era el de la educación de los jóvenes y los vicios matrimoniales, como La señorita malcriada (1787) o El señorito mimado (1788), ambas de Tomás de Iriarte.
  • Todos los temas de las comedias de costumbres tuvieron también su tratamiento burlesco y paródico en una nueva forma teatral, heredada del entremés barroco: el sainete. Eran breves obras escritas en verso, con una estructura tenue y un tono satírico, que se representaban al comienzo de las obras mayores o en los entreactos de las mismas. El autor más representativo de estas piezas teatrales fue el madrileño Ramón de la Cruz, quien retrató la vida cotidiana madrileña a través de sus tipos pintorescos, sus vicios, sus hábitos sociales, siempre bajo la óptica caricaturesca.

La Comedia Sentimental

También conocida como comedia lacrimosa. Estas obras planteaban aspectos en los que la honradez o la virtud, al margen de los códigos estamentales, tenían un tratamiento social injusto, provocando en el público el sentimiento de la compasión y abocando, en la mayor parte de ellas, a un final feliz de la trama, con un claro fin didáctico y moralizante. Seguían las reglas neoclásicas, aunque se apartaban de ellas al combinar el drama y la comedia.

Leandro Fernández de Moratín

Madrid, 1760 – París, 1828. Antes del estreno de su primera obra teatral, en 1790, ejerció varios oficios, entre otros, secretario de Francisco Cabarrús.

El teatro de Moratín hijo es el representante genuino del teatro neoclásico. En sus comedias refleja los problemas de la clase media y los ideales burgueses: la familia, el matrimonio, las relaciones sociales, los nuevos usos amorosos.

La comedia moratiniana nace de una combinación de elementos propios de la comedia de costumbres y la sentimental neoclásica. En ella se plasma una visión crítica de los comportamientos sociales: la hipocresía, los prejuicios de clase, la vanidad y la inautenticidad.

Escribió cinco obras teatrales que pueden ser agrupadas según su temática en dos grupos:

  • Acuerdos matrimoniales: El viejo y la niña, El barón, El sí de las niñas.
  • Crítica a los usos teatrales: La comedia nueva o El café.

Obras Destacadas de Moratín

  • La comedia nueva (1792): está dividida en dos actos en prosa y se ciñe estrictamente a las reglas de unidad neoclásicas: todo ocurre en un café aledaño donde se va a representar una comedia heroica.
  • El sí de las niñas (1801): es considerada como la culminación de la producción dramática de Moratín. Todo ocurre en Alcalá de Henares, a lo largo de diez horas, y la acción se concentra casi exclusivamente en la celebración de la boda de Francisca.

El Ensayo en los Siglos XVIII y XIX

El ensayo es el género dieciochesco por excelencia. En un siglo en el que la razón es considerada como la guía del ser humano, la reflexión ocupará un lugar central en la producción literaria.

Características del Ensayo del Siglo XVIII

  • No encajan ni en los géneros tradicionales ni en la didáctica tradicional.
  • Tratan gran variedad de temas, tanto seculares o cotidianos como filosóficos, morales o políticos.
  • La prosa es asequible para la mayoría de lectores de los periódicos, público que va ampliándose a más capas de población. Se trata de una prosa menos alambicada, desprovista de ornamentación, para la que es más importante la comunicación que la originalidad, incorporada en un medio para el que prima ante todo la actualidad y la amenidad.

Evolución en el Siglo XIX

Durante el siglo XIX, los escritores profesionalizan su escritura. La crítica literaria y la difusión de los movimientos estéticos europeos ocupan muchas de sus páginas.

Autor Destacado: Mariano José de Larra

Madrid, 1809-1837. Larra aporta en sus artículos una dosis importante de escepticismo, crítica, hondura reflexiva y humor que los singulariza, convirtiéndolos en excelentes piezas literarias.

Larra estableció una serie de pseudónimos con los que firmaba sus artículos, que mostraban diferentes caracteres. Pseudónimos como:

  • «Cándido»
  • «Andrés Niporesas»
  • «Fígaro»

Uno de los rasgos de los artículos de Larra es el perspectivismo; sus artículos ofrecen una variedad de puntos de vista, lo que hace que su prosa siga siendo aún hoy vigente para el lector.

Otros rasgos característicos son la ironía y la caricaturización; esta última la consigue mediante el uso hiperbólico en la caracterización de personajes o situaciones, así como en la animalización o cosificación de ellos, que recuerda la técnica quevedesca.

Los artículos de Larra se dividen en:

  • Artículos de crítica teatral y literaria
  • Artículos de costumbres
  • Artículos políticos

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