Panorama de la Novela Española: Tendencias y Autores (1975-2000)

La Novela Española de 1975 a Finales del Siglo XX: Tendencias, Autores y Obras Principales

En el año 1975, con la muerte de Franco, se inicia en España un periodo de transición que, en pocos años, llevaría a la normalización del país, con el nacimiento del sistema democrático aún hoy vigente. Este periodo se caracterizó por:

  • El restablecimiento de las libertades, y sobre todo la de expresión, lo que derribó las cortapisas, censura incluida, que aún limitaban a los creadores.
  • Décadas después, una mejora de la economía y las condiciones de vida de la población.
  • También la incorporación de España a Europa en todos los sentidos.
  • Culturalmente, el aislamiento, que desde los años 60 se suavizó, desapareció, y España se incorporó plenamente al discurrir internacional.

La Novela Experimental

Este periodo se abre cuando los autores más rigurosos están volcados en el cultivo de la novela experimental que, desde Tiempo de silencio (1962), de Luis Martín Santos, había ido ganando seguidores.

Hasta entrados los años 80, puede considerarse muy viva esta orientación.

Esta novela centraba el esfuerzo del creador en el trabajo de composición de la obra, en el juego con la perspectiva y los puntos de vista, la disposición temporal, el montaje, la variación y mezcla de registros y estilos, e incluso de la puntuación y distribución gráfica de las páginas.

El hilo narrativo era un elemento secundario.

Había pocas publicaciones de obras respecto a las anteriores (no solo realistas); algunos decían “la muerte de la novela”, y se dio nuevas creaciones como la “antinovela”.

Autores Destacados en la Novela Experimental

Destacan los hermanos Juan y Luis Goytisolo.

Juan Goytisolo
  • Completó la trilogía iniciada con Señas de identidad (1966), rematándola con Juan sin tierra (1975), que constituía una declaración de independencia estética, ética y cultural.
  • En su acercamiento al mundo árabe y a los heterodoxos españoles escribió Makbara (1980).
  • Sus memorias se recogen en Coto vedado (1985).
Luis Goytisolo
  • Destaca su tetralogía Antagonía, que, partiendo de un extenso relato autobiográfico Recuento (1973), concluiría en 1981 con Teoría del conocimiento, obra marcadamente metaliteraria.

Esta tendencia encuentra su culminación en un autor más joven, Julián Ríos, quien en 1983 publica Larva, una ambiciosa novela (¿o antinovela?) que se inspira, como en su día había hecho Martín-Santos, en James Joyce; pero en esta ocasión en los experimentos de su etapa final, los que dieron lugar a Finneegan’s Wake, y que incluían el empleo abundante de palabras creadas mediante la combinación de raíces provenientes de diversas lenguas.

El Retorno a la Narratividad

Desde 1975, y simultáneamente al auge y declive de lo experimental, fue cobrando fuerza otra tendencia que sería luego dominante.

Se trata del retorno a la narratividad, a la novela de argumento firme, a la intriga.

Parte de la publicación, en 1975, de la primera novela de Eduardo Mendoza: La verdad sobre el caso Savolta. Con estructura compleja e ingeniosa, todo estaba al servicio de una trama policíaca, ambientada en la Barcelona de las primeras décadas del siglo XX.

Fue esta novela el arranque de la nueva orientación. Incluso, de algo más: el recurso a algunos subgéneros como la novela negra o la de aventuras.

Mendoza es autor de una serie de novelas al tiempo policiales y humorísticas: la comenzada en 1979 con El misterio de la cripta embrujada.

A finales de los 70 se consolidó esta tendencia a regresar a procedimientos, asuntos y formas que ofrezcan al lector menos dificultades, así como la idea de que, habiéndose experimentado “todo”, “todo” puede ser empleado (pero ya sin pretensión de sorprender) en la construcción de las novelas.

Tan lícito el recurso a lo culto y popular, y su mezcla es lo que predomina. Tal forma de ver las cosas, que se dio en todas las artes y géneros, duró los años 80 y 90 y se llamó “posmodernidad”.

La Narrativa Posmoderna

Se caracteriza por una variedad de formas, temas y subgéneros, como la novela histórica, la novela negra o de intriga, la metanovela (sobre el propio acto de escribir), la novela intimista o la novela testimonial.

Se sumaron nuevos autores, y también anteriores, que se adaptaron al espíritu de la época.

Los mayores, Cela, Delibes o Torrente Ballester, siguen publicando obras con rasgos centrales de sus mundos, pero recurren a procedimientos menos arriesgados que los que habían llegado a emplear en años anteriores. Son de este periodo, por ejemplo:

  • Cela: Cristo versus Arizona
  • Delibes: Los santos inocentes
  • Torrente Ballester: Crónica del rey pasmado

Autores de la Siguiente Generación

  • Juan Benet, con su obra rigurosa, que profundizaba en la construcción de Región, espacio casi mítico, en relatos tan complejos como Saúl ante Samuel (1980), pero aligeró las exigencias, ese mismo año, en otra obra, El aire de un crimen, de trama policial.
  • José Luis San Pedro, quien cobró notoriedad en 1981 con Octubre, octubre, novela compleja de combinación de voces y materiales diversos, y pasó en 1985 a una composición mucho más sencilla en La sonrisa etrusca.
  • Autores que empezaron a publicar en los setenta, cabría destacar, aparte de Mendoza, a Juan José Millás, a Manuel Vázquez Montalbán, Luis Mateo Díez, Soledad Puértolas y Javier Marías.
  • Millás emplea magistralmente la ironía en novelas en las que juega con el límite entre realidad y ficción, como El desorden de tu nombre (1987) o El orden alfabético.
  • Vázquez Montalbán es autor de una de las mejores series de novela negra, la que tiene por protagonista al detective Pepe Carvalho, y que va de Yo maté a Kennedy, de 1972, a El hombre de mi vida, de 2000.
  • Javier Marías construye tramas absorbentes con una prosa densa y digresiva en obras como Todas las almas (1989) o Mañana en la batalla piensa en mí (1994).

Autores Más Jóvenes

Algo más jóvenes son Arturo Pérez Reverte, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero o Almudena Grandes.

  • Arturo Pérez Reverte compuso la serie más popular de novela de ambientación histórica, El capitán Alatriste (1996), que tiene por protagonista al personaje homónimo.
  • Muñoz Molina se acerca a la realidad española vivida por su generación, hace ficciones que parten de sus propios recuerdos y de su tierra, Úbeda, rebautizada con el nombre de Mágina en novelas como El jinete polaco (1991). Su prosa, morosa, de estilo muy cuidado y llena de imágenes, contrasta con la sencillez habitual de Pérez Reverte.
  • Rosa Montero, más próxima en estilo a este último, hace ficciones de ambiente urbano que ahondan en las relaciones y los sentimientos humanos y se acercan a problemas sociales. De este periodo son Te trataré como a una reina (1983) y Bella y oscura (1990).

Muchos son los novelistas de estas tres generaciones, o incluso de la siguiente, que han contribuido a la narrativa española del fin del siglo XX.

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