T5. La Generación del 27: Síntesis y Evolución Poética
Se conoce a un grupo de poetas jóvenes que brillaron en las décadas de los años veinte y treinta. Estos autores mantuvieron relaciones personales, intercambios literarios y estuvieron estrechamente vinculados a la Residencia de Estudiantes de Madrid, que en la época era uno de los focos culturales más importantes del momento.
Autores Fundamentales
La nómina de los autores que indiscutiblemente pertenecen al grupo es la siguiente:
- Pedro Salinas
- Jorge Guillén
- Gerardo Diego
- Dámaso Alonso
- Vicente Aleixandre
- Federico García Lorca
- Rafael Alberti
- Luis Cernuda
Otros nombres se incluyen también en el grupo, como Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Hay quien incluye en el grupo incluso a Miguel Hernández, a quien consideran un epígono de la generación.
Rasgos Comunes de la Generación del 27
Los poetas del 27 concilian y superan las tendencias que luchaban en la poesía española. Son una síntesis de varias actitudes ante la literatura y de varios conceptos que con ellos se armonizan y se equilibran:
- Poesía como Inspiración y Trabajo: La mayoría de estos poetas coinciden en considerar la poesía como inspiración y trabajo al mismo tiempo. Tienen una concepción romántica y clásica a la vez de la literatura: lucidez e inspiración.
- Esteticismo y Rehumanización: Combinan la pureza estética y la autenticidad humana. En su primera etapa el grupo es partidario del esteticismo (el arte por el arte). Con el paso del tiempo la poesía se va rehumanizando, pero sin abandono del rigor estético.
- Minoría e Inmensa Compañía: Se sitúan entre el “arte de minorías” y la “inmensa compañía”. Ningún poeta del 27 llegará a cumplir el lema de Juan Ramón Jiménez: “A la minoría siempre”. Un ejemplo de ello es cómo combinan Lorca y Alberti lo culto y lo popular.
- Tradición y Universalidad: El grupo del 27 también armoniza lo hispánico y lo universal. Recuperan y reivindican las fuentes de la tradición literaria española (desde el Romancero y los clásicos del Renacimiento y Barroco a Bécquer) y, al mismo tiempo, están abiertos a las últimas corrientes artísticas (las vanguardias), asimilando, con especial influjo del Surrealismo en algunos de sus integrantes.
Etapas de la Generación del 27
Dámaso Alonso y Luis Cernuda han señalado varias fases en la evolución del grupo. Podemos hablar de tres grandes etapas, advirtiendo que no todos los poetas las cumplen en la misma medida ni al mismo tiempo.
Primera Etapa (Hasta 1927, aproximadamente)
En las primeras producciones que salen a la luz en las revistas se nota la influencia de Bécquer y del Modernismo. También se dejan sentir los influjos de las primeras vanguardias (Ultraísmo y Creacionismo, como puede verse en el libro Imagen de Gerardo Diego).
Por otra parte, influye en esta etapa la poesía pura de Juan Ramón Jiménez (en Cántico, de Jorge Guillén y en Canciones, de Lorca). Otra tendencia es el Neopopularismo, es decir, el rescate de formas tradicionales, como el romance o las cancioncillas de sabor popular (Ejemplos: Romancero Gitano, de Lorca y Marinero en tierra, de Alberti).
Al final de esta etapa, el esteticismo y el ansia de perfección formal desemboca en el fervor por Góngora. A los poetas del 27 les seducen la técnica y las metáforas del poeta barroco (Ejemplos: Versos humanos, de Gerardo Diego; Cal y canto de Alberti o Égloga, elegía y oda de Cernuda).
Segunda Etapa (Entre 1928 y el estallido de la Guerra Civil)
Hacia 1930 comienza a notarse en el grupo cierto cansancio del esteticismo. Se inicia así el proceso de rehumanización del arte, más rápido en unos que en otros; pero en todos hay un deseo de expresar sentimientos y de una comunicación más cercana con el lector. Ello coincide con la irrupción del Surrealismo.
Pasan a primer término los sentimientos humanos: el amor, el ansia de plenitud, las frustraciones, las inquietudes existenciales, el compromiso político y social…
- Poeta en Nueva York de Lorca
- La destrucción o el amor y Espadas como labios de Vicente Aleixandre
- Sobre los ángeles de Alberti
- Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos de Cernuda
Tercera Etapa (Después de la Guerra Civil)
Tras la Guerra Civil la trayectoria vital de los poetas del 27 sufre duros cambios: el asesinato de Lorca y la partida hacia el exilio de la mayoría de los miembros del grupo –todos salvo Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego– produce una dispersión en la que cada poeta sigue su rumbo, pero ninguno abandonará ya los caminos de una poesía rehumanizada.
En el exilio
Guillén, Salinas, Cernuda, Prados, Alberti, Altolaguirre y otros inician ciclos poéticos diferentes. En todos hay textos de enfrentamiento verbal con los vencedores de la Guerra. Con el tiempo, la nota dominante en ellos será la nostalgia de la patria perdida.
En España
La poesía deriva hacia un humanismo angustiado, de tonos existenciales, cuya muestra más intensa es Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Poco después, Aleixandre comienza a escribir Historia del corazón, un giro hacia una concepción del poeta como “hombre solidario”, como “una conciencia puesta en pie hasta el fin”.
T6. La Novela Española en la Posguerra
La Guerra Civil y el inicio de la dictadura franquista supusieron una ruptura total con la literatura inmediatamente anterior. Sus consecuencias políticas, sociales, económicas e ideológicas marcan decisivamente la labor literaria de la posguerra, y la creación novelesca se ve condicionada por varios factores:
- Una fuerte censura o autocensura que impide afrontar de forma directa temas políticos o sociales.
- La falta de referentes literarios: los narradores del momento son incapaces de continuar con el espíritu creativo anterior a la guerra.
La Novela de los Años 40
En esta década tenemos que distinguir entre los novelistas que se quedaron en España y los exiliados. Entre los que se quedaron encontramos dos posturas:
Novela Idealista
En esta corriente se sitúan novelas que ensalzan los valores del franquismo, tradicionalistas y católicos, que generalmente son narraciones tópicas y superficiales. Entre estos autores se encuentran:
- Rafael García Serrano, con Eugenio (novela protagonizada por un joven e idealista héroe falangista) o La fiel infantería (que celebra los valores guerreros y la intransigencia del nuevo régimen).
- Gonzalo Torrente Ballester, con Javier Mariño, en la que un joven burgués, en busca del sentido de la vida, se enamora en Francia de una joven comunista, y a su regreso a España acaba abrazando la causa franquista.
Realismo Existencial
Las novelas existenciales reflejan la miseria moral y material que produce el ambiente de la posguerra en unos personajes que encarnan la frustración. Son marginales, inadaptados, angustiados y desarraigados. En última instancia, lo que se muestra entre líneas es el descontento del hombre, el desasosiego y el malestar ante el momento histórico concreto.
Algunas de las novelas que siguen esta corriente son:
- La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela, emplea la técnica del tremendismo, es decir, un realismo centrado en los aspectos más duros y sórdidos de la vida.
- Nada, de Carmen Laforet (1944), se ambienta en la Barcelona de posguerra, un escenario gris y depresivo, dominado por la resignación y los rencores ocultos.
- La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes (1948), se sitúa en la ciudad de Ávila, cuyo provinciano ambiente llega a asfixiar al protagonista.
Los Novelistas Exiliados (Años 40)
Constituyen un grupo numeroso y no resulta fácil agruparlos ya que apenas existen rasgos comunes entre ellos. No obstante, en todos se observan, al principio, ciertas semejanzas: la rememoración en sus textos del conflicto bélico y de la España que abandonaron; la presencia de los nuevos lugares y la reflexión sobre temas que afectan a la existencia del hombre.
Destacan los siguientes:
- Francisco Ayala: Evolucionó hacia una representación crítica de la vida. Su obra se consolidó con libros críticos con las dictaduras en los que medita sobre la condición humana, como Muertes de perro o El fondo del vaso.
- Max Aub: Pasó de sus novelas vanguardistas a escribir entre 1943 y 1968 la serie El laberinto mágico (cinco novelas), ambientada en la Guerra Civil y sus momentos previos.
- Ramón J. Sender: Escribió la mayor parte de su obra en su exilio mexicano. Tras la guerra comienza la serie de nueve relatos Crónica del alba, donde recrea su propia infancia y adolescencia.
La Novela de los Años 50: El Realismo Social
En los años cincuenta, la necesidad de ofrecer un testimonio de la realidad de la época condujo a los escritores a narrar historias del presente. Las novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:
- En estas novelas, el personaje colectivo y la tendencia al objetivismo hicieron disminuir la importancia del narrador y se incrementara el diálogo.
- Los ambientes son muy variados: urbanos, rurales, la vida burguesa, o el mundo obrero.
- El tema tratado es la sociedad española. Interesa lo colectivo: de los conflictos individuales nos desplazamos a los sociales. En última instancia, estas novelas sirven como vehículo de denuncia de las injusticias sociales.
- Se les atribuye un realismo crítico: el escritor procura poner el foco en los aspectos más duros y miserables de la sociedad de la posguerra.
Destacamos los autores y novelas siguientes:
- Camilo José Cela: Inaugura esta tendencia con La colmena (1951). Es una ácida descripción de la sociedad madrileña de 1942, a través de una multitud de personajes que muestran sus retazos de vidas, presentados en secuencias. Descubrimos la vida cotidiana llena de penurias de Madrid.
- Rafael Sánchez Ferlosio: El Jarama. El ambiente es realista, aunque cierto fatalismo anuncia la muerte de una de las jóvenes. El narrador se limita a mostrar fidelidad a los actos y palabras de los personajes; predominan los diálogos.
- Carmen Martín Gaite: Comenzó a despuntar con las novelas El balneario y Entre visillos, ambas de 1957. Esta última, de corte realista y crítico.
T8. El Panorama Teatral de la Posguerra
La creación teatral inmediatamente posterior a la Guerra Civil se vio afectada por el exilio de los autores más innovadores. Esto supuso que el panorama teatral español quedase apartado de las corrientes renovadoras que proponían los dramaturgos europeos. Además, la rígida censura sobre los textos teatrales y las representaciones causó que los autores autocensurasen su libertad creadora de una manera más o menos consciente.
A todo esto hay que sumar que la penuria económica de la posguerra había obligado a los empresarios y compañías teatrales a asegurar sus ingresos apostando por obras acordes con los gustos del público, que eran espectadores de clase media cuyo objetivo era la evasión y el entretenimiento. Las representaciones se concentraron en las grandes ciudades, especialmente Madrid y Barcelona.
1. La Comedia Burguesa
En esta época predomina el entretenimiento de la burguesía urbana, que continuaba la línea de la alta comedia decimonónica, bajo una fórmula dramática que se había asentado durante décadas por el teatro de Jacinto Benavente y que tiene dos rasgos básicos:
- Es un teatro de entretenimiento. Las obras se centran en representar las costumbres y problemas morales de la clase media, con un ligerísimo tono crítico.
- Representa los valores del régimen, como el catolicismo, el patriotismo y la unidad nacional, así como la moral de la burguesía.
Los temas que se tratan en estas obras, debido a las limitaciones citadas, se centran en problemas económicos, de conciencia, amorosos o de fidelidad conyugal. Así los ambientes que se presentan suelen ser interiores: casas de familias acomodadas en las que es imposible percibir carencias o problemas económicos. Los personajes pertenecen a ese ambiente y generalmente presentan escasa profundidad psicológica.
El estilo está orientado también a satisfacer los gustos y temas propios de este teatro. Las obras siguen los modelos clásicos, con diálogos cuidadosamente construidos y la dosificación de la intriga hacia un final feliz. Muchos dramaturgos triunfan con esta fórmula, aunque podemos destacar a:
- José López Rubio (Celos del aire)
- Joaquín Calvo Sotelo (Una muchachita de Valladolid, La muralla)
- Edgar Neville (El baile)
- Enrique Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro)
Innovadores en la Comedia Burguesa
Enrique Jardiel Poncela
Es en este tipo de teatro un gran innovador. Encuentra en el humor absurdo un resquicio por el que introducir novedades en la escena teatral. Su objetivo fue romper los límites de la comicidad tradicional y crear un teatro de lo inverosímil, cuyos ejes principales son el misterio y la locura de los personajes. Se basa en diálogos brillantes e ingeniosos. Todo ello lo aplica en obras como Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con freno y marcha atrás o Un marido de ida y vuelta.
Miguel Mihura
Otro autor que se aparta de lo convencional es Miguel Mihura. Este dramaturgo madrileño había escrito en 1932 Tres sombreros de copa, su primera y más representada comedia, pero no fue conocido hasta veinte años después.
En el estilo de Mihura abundan recursos como la hipérbole, la ironía, la distorsión de la lógica hasta el absurdo, la destrucción de tópicos y la agudeza de los diálogos, que utiliza como vehículo de denuncia social. Tres sombreros de copa se estrena en 1952 por el Teatro Español Universitario y supuso un paso adelante en la renovación del teatro de la época.
2. La Década de los Cincuenta: Teatro Existencial y Social
Antonio Buero Vallejo
A finales de los años cuarenta, algunos dramaturgos, partiendo de un enfoque realista, vieron impedido el estreno de sus obras en escenarios importantes debido a la censura y la cautela de los empresarios. Por ello se ha calificado de teatro soterrado a este tipo de obras de contenido existencial, y más tarde, social.
Antonio Buero Vallejo (1916-2000) inicia su producción dramática con Historia de una escalera, estrenada en 1949. Esta pieza inauguró en España la corriente del teatro existencial, que reflexionaba sobre el sentido de la vida, la condición humana y la frustración de las ilusiones.
En 1950 estrena En la ardiente oscuridad, situada en una institución para personas ciegas, que viven con optimismo y no aceptan ninguna limitación. El simbolismo de la obra respecto a la situación de España no fue advertido por la censura.
El tragaluz es un drama estrenado en 1967 que trata sobre las diferentes vías para afrontar una realidad injusta. La obra se presenta como un experimento temporal en el que unos científicos del futuro regresan a los días posteriores a la Guerra Civil y observan sus degradantes consecuencias materiales y morales en una familia.
Otras obras de esta época son sus dramas históricos, en los que el dramaturgo revisa el pasado para reflexionar sobre el presente:
- Las Meninas, que muestra al pintor Diego Velázquez como símbolo del artista que lucha por conservar su libertad creadora en un ambiente de corrupción en la corte.
- Un soñador para un pueblo, que narra el fracaso de las reformas de Esquilache, ministro de Carlos III, enfrentado a la ignorancia popular que está manipulada por el poder.
T9. La Narrativa Española: De la Experimentación a la Diversidad Actual
De los años sesenta hasta la actualidad, la narrativa española pasa por fases diversas, ya que los condicionantes del narrador van cambiando: tenemos novelas experimentales en la década de los sesenta; asistimos a la explosión del mercado editorial tras la desaparición de la censura en los setenta y ochenta; y hoy observamos la gran diversidad de subgéneros que presenta la narrativa actual.
1. La Novela Experimental de los Sesenta: Renovación de Técnicas
Los sesenta supusieron la necesidad de experimentar con nuevas formas de narrar. Esta nueva actitud creadora está influida por la renovación de la novela latinoamericana y por la narrativa de los grandes escritores europeos y estadounidenses de la primera mitad del siglo, como Marcel Proust, James Joyce, Franz Kafka o William Faulkner, que van llegando a las editoriales españolas.
Los temas tratados en estas obras suelen ser el tiempo y la identidad, que reconstruyen la memoria del narrador, a través de momentos como la infancia, la adolescencia o la guerra. Por ello se emplean técnicas narrativas más complejas que exigen un esfuerzo por parte del lector. Algunas son las siguientes, y se seguirán empleando en etapas posteriores:
- Cronología desordenada: elipsis, saltos temporales, flash back…
- Protagonista individual: aparecen personajes individualizados, en conflicto con lo que los rodea, vapuleados por las circunstancias…
- Perspectivismo: la narración puede diversificarse en distintos narradores.
- Uso del monólogo interior: pierde importancia el diálogo a favor de esta técnica que permite al lector sumergirse en el pensamiento de los personajes.
Si hemos de hablar de una novela paradigmática de esta etapa es Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, publicada en 1961. La novela se ambienta en Madrid y la protagoniza Pedro, un joven médico que investiga sobre el cáncer y que se va viendo implicado en sórdidos asuntos, lo que nos permite ver el ambiente de miseria moral en que viven las distintas clases sociales de la sociedad española. En su estilo renovador destaca la mezcla de discursos y registros lingüísticos, así como el uso que se hace del monólogo interior y de los cambios de puntos de vista.
También experimenta con técnicas innovadoras Juan Goytisolo, quien, tras sus inicios con novelas del realismo social, escribe Señas de identidad (1966), cuyo protagonista es un exiliado político que regresa a España en busca de sus raíces. Es el inicio de una trilogía que continúa con Reivindicación del Conde don Julián (1970) y Juan sin Tierra (1975).
Juan Marsé también se inició en el realismo social, pero entre los sesenta y los setenta se sumó a la experimentación en varias novelas ambientadas en Barcelona: Últimas tardes con Teresa y La oscura historia de la prima Montse recrean las contradicciones del mundo burgués y los anhelos de ascenso social de los protagonistas. En Si te dicen que caí, retrata la Barcelona de la posguerra utilizando distintas voces narrativas.
2. De los Setenta a los Noventa: Recuperación de la Trama
Se considera que fue en 1975, con la publicación de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza, cuando ya se percibe una nueva forma de hacer novela que recupera el interés por la trama, la intriga y el gusto por contar una historia.
La narrativa se diversifica en subgéneros:
- La novela de intriga (policiaca, negra).
- La novela histórica.
- La novela intimista, que trata problemas como el desamor o la soledad.
- La ficción metanovelesca, relatos cuyo protagonista lucha con sus preocupaciones sobre la creación literaria y el proceso narrativo.
Se destacan a continuación los autores más reconocidos por los lectores:
Eduardo Mendoza
Con la publicación en 1975 de La verdad sobre el caso Savolta, emplea la novela de intriga, recreando las tensiones obreras de la Barcelona de principios de siglo. Obras posteriores como El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982) mantienen el esquema de la novela negra. Más tarde, en 1986, escribe una de sus mejores novelas: La ciudad de los prodigios, que recrea la Barcelona de principios de siglo a través de la figura de Onofre Bouvilla, obrero anarquista que llega a alcanzar una posición de poder en la ciudad. En 1991 escribe la exitosa Sin noticias de Gurb, trata de un marciano que aterriza en la Barcelona preolímpica de los noventa.
Antonio Muñoz Molina
Inicia en estos años su producción novelística inspirada al principio por la novela policiaca y el cine negro. Ello se observa sobre todo en El invierno en Lisboa (1987), donde se refleja un ambiente de cine negro recreado en distintas ciudades. Los mismos ingredientes están presentes también en otras novelas suyas de esta época, como Beltenebros, y Plenilunio.
Javier Marías
Se caracteriza por una prosa elegante y cuidada, la riqueza de sus referencias culturales y el desarrollo profundo de personajes con una compleja vida interior. Sus novelas son en muchos casos reflexiones sobre el pasado, suelen estar narradas en primera persona y convierten la experiencia del autor en material literario.
- Corazón tan blanco (1992): el protagonista y narrador, Juan Ranz, busca el origen de su infelicidad y lo encuentra en el pasado.
- Mañana en la batalla piensa en mí (1994): el protagonista se encuentra en una situación límite que le impulsa a la reflexión sobre la muerte.
Arturo Pérez Reverte
Reportero de guerra en sus inicios, publica en 1994 Territorio comanche, resultado de su experiencia en la Guerra de los Balcanes. En la mayor parte de sus relatos integra una minuciosa documentación histórica con elementos y personajes propios de la novela de intriga. Esta fusión se da en su serie El capitán Alatriste (1996-2011) y en obras como El húsar (1986), El maestro de esgrima (1988), La tabla de Flandes (1990) y La carta esférica (2000).
3. Tendencias de la Novela Actual
El Éxito de la Novela Histórica
Los lectores siguen decantándose por esta tendencia, con textos que plantean la revisión crítica de acontecimientos y también la combinación de los acontecimientos históricos y con el relato maravilloso. Podemos citar en este subgénero tan cultivado a:
- Javier Cercas (Anatomía de un instante)
- Fernando Aramburu (Patria)
- Almudena Grandes (Episodios de una guerra interminable)
- Muñoz Molina (La noche de los tiempos)
T10. La Lírica Española: De los Sesenta a la Actualidad
Entre la década de los sesenta y la actualidad la lírica asistirá a la desaparición de la censura, al abandono de lo social y la diversidad de tendencias a partir de los años ochenta, diversidad que llega a nuestros días.
1. La Poesía de la Década de los Sesenta
Se publicaron dos antologías que dieron paso a un nuevo tipo de poesía: Veinte años de poesía española (1962) y Poesía última (1963). En ambas se dan a conocer autores jóvenes que eran niños durante la Guerra Civil, pertenecían a familias burguesas y habían recibido una educación universitaria y una rica formación literaria.
Estos poetas abandonan el tono de la poesía social y comparten el enfoque humanista: le dan importancia a los problemas del ser humano: biográficos, existenciales, morales y sociales. Afrontan todo con ironía y cercanía al lector.
De esta corriente destacamos la obra de tres autores:
- José Hierro (Cuanto sé de mí, Libro de las alucinaciones)
- Ángel González (Áspero mundo, Tratado de urbanismo)
- Jaime Gil de Biedma (Las personas y el verbo, se reúnen sus poemarios Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos).
2. La Década de los Setenta: Los Novísimos
José María Castellet publica en 1970 la antología Nueve novísimos poetas españoles. Es una generación que renueva el lenguaje poético de Aleixandre o Cernuda. Rescatan el esteticismo y también recursos de las vanguardias de los años 30, como el uso de la imagen o los efectos visuales del verso.
La poesía de los novísimos se caracteriza por el culturalismo. Predominan las referencias a la pintura, al cine, a la propia literatura, al cómic, al rock… Los sentimientos del poeta pasan a un segundo plano.
Pere Gimferrer es el poeta más significativo (en su obra en castellano). A los veinte años obtuvo el Premio Nacional de Poesía por Arde el mar (1966). Su segunda obra es La Muerte en Beverly Hills (1968), influida por el cine americano.
Otras obras significativas son las de:
- Antonio Colinas (Sepulcro en Tarquinia)
- Guillermo Carnero (Dibujo de la muerte)
- Manuel Vázquez Montalbán (A la sombra de las muchachas en flor)
3. Los Ochenta y los Noventa: Poesía de la Experiencia
A finales de los 70 aparecen tendencias poéticas, por la aparición de nuevas revistas literarias y premios, como el Hiperión o el Adonáis. Destacando la llamada poesía de la experiencia.
En la línea de los poetas de los sesenta, como Gil de Biedma, se trata una lírica de corte realista que se expresa con un lenguaje accesible y natural, en la que el autor transmite sus experiencias y reflexiones, a través de la máscara del poeta.
El representante principal de la poesía de la experiencia es Luis García Montero, que convierte lo cotidiano, con lejanía e ironía, dominando el ritmo y usa la metáfora. Entre sus obras destacan El jardín extranjero y Habitaciones separadas.
Junto a la poesía de la experiencia surgen otras corrientes líricas en estas décadas:
- Poesía del silencio o neopurismo: Poetas como Jaime Siles (Música del agua, Himnos tardíos) o Ada Salas (La sed) hablan sobre la naturaleza de la poesía, influidos por la poesía pura de los años 20.
- Neosurrealismo: Esta corriente recupera la imagen irracional y el verso largo y libre, la sensibilidad neorromántica y el mundo de los sueños. Blanca Andreu con su primer libro, De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall, plasma temas como: el amor, el tiempo y la muerte.
- Nueva épica: Poetas como Jorge Riechmann (Material móvil, Cuaderno de Berlín) hablan sobre problemas de la época. Es una poesía comprometida. Riechmann exige para la poesía una función correctora.
- Neoerotismo: Autoras como Ana Rossetti (Devocionario, Punto umbrío) recuperan el tema del amor en la poesía a partir de tópicos típicamente masculinos.
4. Tendencias de la Poesía Actual
En la actualidad, las corrientes de finales del siglo XX citadas anteriormente siguen vigentes, e influyen en poetas del siglo XXI. Entre otros destacan Elena Medel, Antonio Lucas, Pilar Adón, Juan Antonio González Iglesias, María Eloy García e Irene Sánchez Carrón. Se observan en estos poetas el tono intimista, narrativo y la ausencia de elementos ornamentales, aunque cada uno tiene su propia voz, que va desde el pesimismo de Antonio Lucas (Los desengaños, Antes del mundo) a la lírica esencialmente amorosa (Eros es más) de González Iglesias o la lírica rompedora y original de María Eloy García (Metafísica del trapo).
T11. El Teatro Español: De la Censura a la Libertad
En los sesenta, autores como Alfonso Sastre, Lauro Olmo y otros siguen la estela del realismo de Buero Vallejo. Hacia finales de la década, la censura empieza a ser más permisiva, con lo que se permite el estreno de obras más innovadoras en temas y en formas. Será a partir de 1975 cuando el panorama teatral experimente un gran cambio con la desaparición de la censura: las compañías de teatro independientes, que aportan grandes innovaciones y que habían representado en círculos muy reducidos en los sesenta, se hacen más visibles y enriquecen el teatro posterior.
1. La Década de los Sesenta
En la década de los sesenta, el propio Buero Vallejo sigue estrenando obras en las que aborda el problema de la tortura por motivos políticos, la degradación humana y la responsabilidad colectiva, como La doble historia del Doctor Valmy. Autores que siguen a Buero con un teatro comprometido son, entre otros, Alfonso Sastre y Lauro Olmo.
Alfonso Sastre
Ya había tenido muchos problemas para estrenar a finales de los años 50, aunque consiguió hacerlo con Escuadra hacia la muerte, drama que presenta a unos soldados abocados a una muerte absurda, y que se rebelan contra la autoridad de su cabo, al que matan. Más tarde escribe obras sobre el autoritarismo, como La mordaza y Tierra roja. A partir de 1965 crea tragedias complejas como La sangre y la ceniza y La taberna fantástica, en las que integra elementos de otros géneros.
Lauro Olmo
Partió de crear un teatro para el pueblo, dentro de la corriente del realismo social, a la que fue incorporando elementos simbólicos pero también esperpénticos y grotescos. Entre sus obras destacan:
- La camisa, sobre la pobreza, la emigración y el desarraigo.
- El cuerpo, una crítica del machismo y el abuso de poder.
- El cuarto poder, una crítica a la manipulación de la prensa.
Fernando Arrabal y el Teatro Pánico
Desde finales de los sesenta la censura comenzó a ser más permisiva. Esta mayor libertad creadora dio lugar a la composición de obras más innovadoras en temas y enfoques, pero también en técnicas escenográficas. El autor que mejor representa esta creatividad es Fernando Arrabal.
Arrabal fue revolucionario para la escena española. Su obra evoluciona desde las influencias de Kafka y del Surrealismo hasta lo que él mismo llamó teatro pánico, una clase de dramaturgia que se rebela contra la sinrazón del mundo. Esta corriente teatral presenta, de forma irracional, una realidad que no parece tener coherencia. Entre sus piezas destacan Pic-Nic, El triciclo, y El cementerio de automóviles.
2. De los Setenta a los Noventa: La Apertura Teatral
A partir de 1975, con el fin de la dictadura, el teatro experimentó cambios trascendentales, tanto en las políticas públicas y empresariales como en el enfoque de las obras, que se abrieron a un mayor número de innovaciones, en temas y formas. Entre esos cambios están:
- El apoyo económico del Estado al teatro, con la creación de festivales que movilizaron al público y con la fundación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico.
- La consolidación de grupos de teatro independiente.
- La recuperación de obras censuradas anteriores.
En esta época también desaparece el tono reivindicativo y crítico que el teatro había adoptado en los últimos años de la dictadura. En esta etapa tenemos que hablar tanto de autores individuales como de grupos de teatro independiente.
Entre los autores más destacados que comienzan a estrenar sus obras destacan José Sanchis Sinisterra, José Luis Alonso de Santos, Antonio Gala y Fermín Cabal.
José Sanchis Sinisterra
Se ha dedicado también a la dirección de escena y a la investigación teatral. Tiene una amplia obra dramática que se caracteriza por la capacidad para integrar la trama con la reflexión sobre el propio teatro, y en muchas de sus creaciones emplea el teatro como metáfora del mundo. Así sucede en Ay, Carmela, Bienvenidas, y Marsal, Marsal.
José Luis Alonso de Santos
Procede de grupos de teatro independiente y escribe piezas inspiradas en el propio teatro (¡Viva el duque, nuestro dueño!), otras que abordan problemas existenciales (Del laberinto al 30) y, las más conocidas, de ambiente urbano: Bajarse al moro o La estanquera de Vallecas.
Antonio Gala
Muy reconocido también por su obra poética y novelística, sobresale en el teatro por su dominio del lenguaje y por su actitud crítica en la que se combinan poesía y compromiso político. Su teatro está en la línea dramática del realismo simbólico y trata habitualmente temas como la justicia y la esperanza en ambientes opresores. De su obra dramática destacan Noviembre y un poco de hierba, Los buenos días perdidos, Anillos para una dama y ¿Por qué corres, Ulises?.
Fermín Cabal
También se formó en grupos de teatro independiente, donde se dio a conocer con Tú estás loco, Briones, de 1978. Sus obras presentan problemas de la sociedad española contemporánea, con los que intenta acercarse a un público más amplio y joven. Sus piezas son muy críticas, con humor ácido y en muchas ocasiones final trágico. Entre la diversidad de temas tratan destacan el ambiente político de la transición (Tú estás loco, Briones), la religión (Vade retro) o la construcción de la propia personalidad (Travesía).
