Modernismo y Generación del 98
El Modernismo
El Modernismo es un movimiento artístico de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Se impulsó en Hispanoamérica por José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera y Rubén Darío. En España destacaron: Salvador Rueda, F. Villaespesa, E. Marquina, Manuel Machado y Valle-Inclán.
Características:
- Influencia romanticista, del parnasianismo y simbolismo.
- Versos de 12 y 14 sílabas, libres y con rima interna.
- Temas íntimos, pesimistas o tristes.
Destacaron Rubén Darío con la colección de cuentos Azul, de influencia francesa; Prosas profanas, donde abunda la elegancia y el ritmo; y Cantos de vida y esperanza, que incluye gran formalidad y marcado ritmo.
Manuel Machado destacó en poesía con Alma, Caprichos y Cante hondo.
Juan Ramón Jiménez en su etapa sensitiva con Arias tristes, Jardines lejanos, La soledad sonora y Platero y yo.
Antonio Machado con Soledades, Galerías y otros poemas utiliza versos íntimos y melancólicos, símbolos como las galerías, el sueño y el agua. Plasma sus sentimientos y recuerdos y usa temas universales. Se preocupa por el ritmo y cromatismo.
Y por último, Valle-Inclán con Las cuatro sonatas.
La Generación del 98
La Generación del 98 hace referencia al año en el que se pierden las últimas colonias. El estilo era sobrio, cuidado y subjetivo y los temas fueron la preocupación por España, paisajes y dudas existenciales.
Antonio Machado, tras su etapa modernista, escribe Campos de Castilla, que describe el paisaje castellano a partir del que hace una crítica a España y recuerda a su mujer. Nuevas canciones está formada por breves composiciones (Proverbios y Cantares).
Miguel de Unamuno en poesía refleja su pensamiento y emociones con El Cristo de Velázquez y Romancero del destierro. En la novela proyecta sus inquietudes y busca la renovación de técnicas creando “nivolas”. En los ensayos sobre el ser humano destaca La agonía del cristianismo y Del sentimiento trágico de la vida. Su teatro de carácter intelectual incluye Fedra y El otro.
Azorín utiliza la subjetividad y temas como nostalgia y melancolía. Entre sus novelas destacan La voluntad, Antonio Azorín y Doña Inés. También escribió crítica literaria y libros de viajes y paisajes.
Pío Baroja con La lucha por la vida nos ofrece una visión de la sociedad madrileña de los siglos XIX-XX y El árbol de la ciencia con carácter filosófico y existencial.
Valle-Inclán, tras una primera etapa modernista (las Sonatas), entra en una etapa de transición: en el teatro Comedias Bárbaras, Divinas Palabras y Las Farsas; y en la novela La Guerra Carlista. Su última etapa fue el esperpento: obras que critican la realidad de manera grotesca y exagerada. Como en el teatro Luces de Bohemia, que critica la vida española, o en las novelas Tirano Banderas, que critica la sociedad hispanoamericana, y El ruedo Ibérico, que parodia a Isabel II.
El Novecentismo y las Vanguardias
El Novecentismo
El Novecentismo incluye un grupo de intelectuales situados a caballo entre el modernismo, la Generación del 98 y las vanguardias. Comienzan a escribir a principios del siglo XX. Las principales características son:
- Gran formación intelectual.
- No olvida el “problema de España”.
- Tienden a un mayor universalismo.
- Las obras son elaboradas y reflexivas.
- Se preocupan por la estética y la pulcritud.
- Conciben el arte como un juego.
- Desean escribir para la minoría culta.
Destaca el ensayo y la novela. Entre los novelistas destacó Ramón Pérez de Ayala, que propone nuevas técnicas literarias. En su primera época escribe A.M.D.G. y La pata de la raposa, que tienen rasgos autobiográficos, tono pesimista y visión crítica y amarga sobre España. En la segunda etapa el realismo es menor y mayor simbolismo y carga intelectual, con temas de carácter universal como Belarmino y Apolonio y Luna de miel, Luna de hiel.
También destacan Gabriel Miró con El obispo leproso, Gómez de la Serna con El caballero del hongo gris, W. Fernández Flórez con El bosque animado y Concha Espina con La esfinge maragata.
En el ensayo destacó J. Ortega y Gasset, fundador de la Revista de Occidente. Entre sus obras filosóficas destacan La rebelión de las masas, donde expone elitismo en relación con la sociedad; La deshumanización del arte, que tuvo gran influencia sobre las vanguardias y defiende que hay que desligar el arte de los sentimientos; y El espectador.
También destacaron Eugenio d’Ors, que escribió artículos diversos sobre estética y pintura (Tres horas en el Museo del Prado); Manuel Azaña, Américo Castro, Salvador de Madariaga y Gregorio Marañón con Don Juan.
Las Vanguardias
Las Vanguardias se desarrollan en Europa como protesta contra el mundo en decadencia. Los ismos pretenden el fin de la represión por parte de la burguesía. Las características son:
- La ruptura con lo anterior.
- El anti sentimentalismo.
- El anti tradicionalismo.
- La provocación a través del juego.
- La admiración por el mundo moderno.
- La creación de nuevas realidades.
- La experimentación (caligramas).
- El universalismo y la rapidez con que suceden.
Las vanguardias más relevantes fueron cinco:
- El Expresionismo, que muestra la distorsión y lo grotesco para reflejar la angustia y su concepto atormentado de la vida y el arte.
- El Fascismo italiano (Nota: Esto parece un error en el texto original, el Fascismo no es una vanguardia artística).
- El Dadaísmo, que destruye lo anterior con disparate y provoca escándalo por medio del humor y la extravagancia.
- El Cubismo, que afecta a todas las artes plásticas, defiende la independencia del arte y reorganiza la realidad mediante cuadros.
- Y por último, el Surrealismo, influido por el psicoanálisis de Freud, que pretende la liberación de los impulsos inconscientes y crea la escritura automática rompiendo la lógica con asociaciones libres.
La Poesía de la Generación del 27
La Generación del 27 fue un grupo de escritores que publicó obras entre 1920 y 1935, que se reunían en torno a la Residencia de Estudiantes de Madrid y al Centro de Estudios Históricos. Los componentes de esta generación son: Gerardo Diego, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda, Dámaso Alonso, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. El nombre de Generación del 27 surge a raíz de la celebración del tercer centenario de la muerte de Góngora, en la que tomaron parte varios integrantes del grupo. Para la difusión de sus obras se emplearon revistas literarias como Litoral, Cruz y Raya, Caballo Verde para la poesía o la Antología por Gerardo Diego. Las principales características de esta corriente fueron:
- La mezcla de lo tradicional y lo moderno. La pasión por la literatura clásica se percibe en la influencia del romancero (Lorca y G. Diego), la poesía de cancionero (Alberti), o de Garcilaso de la Vega (en Luis Cernuda). Resulta fundamental la influencia de Góngora, Bécquer y los mismos “ismos” de Juan Ramón Jiménez.
- El cultivo intenso de la imagen y la metáfora.
- Innovación métrica: se utiliza el versículo.
- Variedad de temas, tanto vanguardistas como tradicionales.
Este movimiento literario se dividió en 3 etapas:
En la primera etapa se nota la presencia de tonos becquerianos y pronto se comienza a ver la influencia de las vanguardias (ultraísmo y creacionismo), así en Manual de espumas de Gerardo Diego y en la línea del futurismo poemas incluidos en Cal y Canto de Alberti o en Seguro azar de Pedro Salinas. También se influenciaron de la “poesía pura” (sin sentimientos) de Juan Ramón Jiménez, dando importancia a la metáfora como en Cántico de Jorge Guillén, pero nunca se exageró la deshumanización. Influjo esencial fue la lírica popular, reflejada en Romancero gitano de Lorca o Marinero en tierra de Alberti. Por último, se observa una perfección formal en las obras de Gerardo Diego, Alberti y Guillén.
En la segunda etapa comienza a notarse cansancio por el formalismo y se inicia la rehumanización, que coincidió con el surrealismo, donde situamos Poeta en Nueva York de Lorca, Sobre los ángeles de Alberti y Los placeres prohibidos de Luis Cernuda. La situación de la época también se vio reflejada, como en El poeta de la calle de Alberti.
Y por último, en la tercera etapa muere Lorca en 1936; los demás, salvo Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, parten a un largo exilio. Guillén iniciará con Clamor un nuevo ciclo poético, atento al dolor humano. Con el tiempo predominó la nostalgia hacia la patria perdida, como en Desolación de la quimera (Luis Cernuda). En España deriva hacia un humanismo angustiado, como en Hijos de la ira (Dámaso Alonso). Más tarde, Aleixandre fue la confirmación de la importancia de todo un grupo que ha dado a la lírica española una nueva edad de oro.
Poesía posterior a 1939
La lista de poetas que salieron al destierro es muy larga. Tres grupos: la generación del 14 (León Felipe y Juan Ramón Jiménez), poetas del grupo del 27 (Dámaso Alonso) y poetas que apenas habían iniciado su obra antes de la guerra o que la compondrán toda en el exilio (Gil-Albert).
Años 40
Hay una fuerte censura y represión. Los autores obvian la reciente guerra y sus consecuencias. Surgen dos tipos de poesía:
- Los autores de la poesía arraigada se agrupan en torno a revistas como Garcilaso. Son en general afines al régimen, tratan los temas de la familia, el sentimiento religioso y la naturaleza, en formas clásicas. Además, tienen una visión coherente y serena del mundo. Destacan Luis Rosales, Leopoldo Panero y José García Nieto.
- Los autores de la poesía desarraigada se agrupan en torno a la revista Espadaña. Expresan sus angustias por la patria perdida a través de un lenguaje tremendista y desagradable, recuperando la influencia del surrealismo. Destacaron Dámaso Alonso con Hijos de la ira, Vicente Aleixandre con Historias de corazón y Blas de Otero con Ancia.
Años 50
La poesía sirve como un instrumento de denuncia contra las desigualdades sociales, la alienación, el anhelo de libertad, etc. Los autores ven a la poesía como un arma para combatir el mundo. El lenguaje es sencillo, coloquial, claro y directo. Destacan: Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) y Gabriel Celaya (Cantos Íberos).
Años 60
Dan un giro de lo colectivo a lo personal y tratan los temas del paso del tiempo y la realidad cotidiana con un mayor cuidado formal. Destacan Ángel González, Jaime Gil de Biedma y Claudio Rodríguez. Tienen intención de renovación, de alejarse del estilo de la poesía social.
Años 70
Aparecen los “novísimos”, llamados así por la antología de José María Castellet Nueve novísimos poetas españoles. Abandonan el humanismo solidario y tratan temas como la cultura de masas, la búsqueda de la belleza. La poesía es esteticista y algo hermética. Destacan Pere Gimferrer y Guillermo Carnero.
A partir de 1975
Hay una gran variación de temas y tendencias como la poesía de la experiencia o el neosurrealismo. En este primero destacaron Luis García Montero y Jon Juaristi con un lenguaje coloquial y formas métricas tradicionales. En otras corrientes destacaron Blanca Andreu y Andrés Sánchez Robayna.
Teatro anterior a 1936
En el teatro anterior a 1936 hay una clara división: está el teatro comercial y el renovador.
Teatro Comercial
Encontramos la alta comedia, caracterizada por recrear ambientes de la burguesía y aristocracia, con personajes y lenguajes refinados. Destaca Jacinto Benavente con Los intereses creados.
También encontramos el teatro poético, que utiliza elementos modernistas, post románticos y recupera leyendas y personajes nobles del pasado histórico nacional. Destacan Villaespesa con Doña María de Padilla, Eduardo Marquina con Las hijas del Cid y Machado con La Lola se va a los puertos.
Finalmente está el teatro humorístico, con dos géneros exitosos: la comedia costumbrista y el sainete. Destacan: los hermanos Álvarez Quintero, con El genio alegre, con ambientes andaluces; Carlos Arniches, que recrea el Madrid castizo con Los milagros del jornal; y Muñoz Seca con La venganza de don Mendo.
Teatro Renovador
Se encuentran el teatro del 98 y el de la Generación del 27.
- Los autores del 98 escriben al margen de las imposiciones del público o empresarios. Unamuno hace un teatro desnudo y filosófico que desarrolla temas existenciales en Fedra o El otro. Azorín pretende incluso desorientar al público y trata temas como la felicidad o la muerte en Lo invisible. Valle-Inclán es el dramaturgo renovador más destacado, utiliza una estética deformadora para evidenciar la degradación social del país, con unos personajes grotescos. Destacaron Luces de Bohemia, Martes de Carnaval, Comedias Bárbaras y Divinas Palabras. Entre ambas etapas destacaron Jacinto Grau con El señor de Pigmalión y Gómez de la Serna con Los medios seres.
- El teatro del 27 se caracteriza por una depuración del teatro poético, la incorporación de fórmulas de vanguardia y el propósito de acercar el teatro al público. Cabe mencionar a Pedro Salinas (Judith y el tirano), Miguel Hernández (Teatro de guerra), Max Aub (Morir por cerrar los ojos), Rafael Alberti (Noche de guerra en el Museo del Prado) y Alejandro Casona (La sirena varada). Destaca Federico García Lorca, que trata temas como la frustración personal y vital, la muerte, el deseo, etc. Escribe teatro vanguardista como El público, y tragedias rurales como La casa de Bernarda Alba, Bodas de sangre y Yerma.
La Novela desde 1939 a 1974
La Guerra Civil supuso un profundo corte en la evolución literaria española: muerte de grandes autores (Unamuno, Antonio Machado y Valle-Inclán); exilio de otros (Sender, Max Aub y Francisco Ayala); y censura, desigualdad y falta de libertad.
Años 40
Encontramos la novela existencial, que incluye relatos generalmente de tono negativo, con una notable reducción del tiempo y el espacio y el predominio de la primera persona y el monólogo; y la novela de exilio, con la recreación del pasado, la experiencia de la guerra y el dolor por el presente.
Destacan autores como Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte (tremendista y que exagera los aspectos más negativos de la realidad), Carmen Laforet con Nada (existencial que refleja el estancamiento y la pobreza de la España de posguerra) y Miguel Delibes con La sombra del ciprés es alargada (muestra la angustia existencial frente a la muerte).
Los autores que destacan en el exilio son Sender con Réquiem por un campesino español, Max Aub con El laberinto mágico y Francisco Ayala con Muerte de ratas.
Años 50
Aparece la novela social. Los temas son la oposición entre el mundo rural y urbano, la emigración y el enfrentamiento entre la burguesía y la clase trabajadora. El estilo es sobrio y objetivo. Aparecen dos tendencias: el realismo objetivista y el realismo crítico.
Destacan Camilo José Cela con La colmena, Miguel Delibes con El camino, Jesús Fernández Santos con Los bravos y Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama.
Años 60
Hubo una revolución de la novela. Coincide con el desarrollo económico y social de España. No se abandona el registro social. Hubo una experimentación influenciada por la traducción de autores extranjeros y el “Boom Hispanoamericano”. Esto llevó a la fragmentación de la novela, la ruptura de la línea cronológica, el perspectivismo, el estilo indirecto libre y el monólogo interior.
Destacan: Miguel Delibes con Cinco horas con Mario, Gonzalo Torrente Ballester con La saga/fuga de J.B. y Juan Goytisolo con Señas de identidad.