El tema de España: Denuncia de la situación histórico-social
*Luces de bohemia* (LB) es una obra profundamente renovadora desde el punto de vista teatral y de denuncia desde el punto de vista social.12 Toda la crítica ha destacado el aire de protesta que el esperpento encierra.
La obra refleja el clima de violenta agitación social y de represión, de estado de excepción permanente que desde la Semana Trágica (1909) al periodo revolucionario de 1917-19 marcan las primeras décadas del siglo.
Valle-Inclán presenta ese malestar social motivado por unas injusticias agudísimas, la explotación y miseria creciente de las clases trabajadoras, auténticos “parias”, que comienzan a organizarse y a luchar. Con voluntad de denuncia se presenta el hambre y las miserias del pueblo, una constante en la época. Las manifestaciones tumultuarias, con asalto y saqueo de tiendas, se relatan con frecuencia en la prensa de 1919 y se reflejan en la obra.
En conclusión, Valle cuestiona los puntos más críticos de la España de su tiempo: la corrupción generalizada, la secular pobreza y la miseria del pueblo español; así como la falta de ideales y de amor por la cultura. En suma, todo parece llevarnos, en conjunto, a aquella frase suya que ya conocemos: *“España es una deformación grotesca de la civilización europea”*. Y Valle-Inclán no propone soluciones, es más bien un grito de protesta y de denuncia contra una sociedad cuyos valores han desaparecido y que han convertido el mundo en un esperpento (*“Los ricos y los pobres, la barbarie ibérica es unánime”*; *“¡Canallas…! ¡Todos…!”* Y los primeros, nosotros los poetas).
La religión
Valle, a lo largo de su producción literaria, incide en el tema de la religión. Siente predilección por tratar hechos, concepciones, teorías, personajes que se mueven más dentro de una heterodoxia religiosa que en un ámbito de ortodoxia cristiana o católica. Por ello, Valle enunciará toda una gama de ideas religiosas que tienen lugar en estas décadas, como el gusto por lo esotérico14, la teosofía15 y diferentes modalidades al respecto.
La Iglesia aparece como apoyo del poder establecido (*“sin religión no puede haber buena fe en el comercio”*), la fe popular como una superstición primitiva de *“tribu en el centro de África”*, *“chochez de viejas que disecan el gato cuando muere”* (escena II). Al respecto, son notables las reflexiones de Don Filiberto y Don Latino (escena VII); la intervención de Don Gay en la librería de Zaratustra (escena II); o la conversación entre Rubén Darío, Don Latino y Max (escena IX), donde la sincera religiosidad de Darío contrasta con el sincero ateísmo de Max; ambos, honestamente, descubren sus verdaderas ideas.
La muerte
De forma implícita o explícita, la muerte está presente desde el comienzo y a lo largo de toda la obra, siendo el pilar básico del desenlace. Desde la primera escena se habla del suicidio. En realidad, el suicidio siempre está en las reflexiones de Max como fórmula para escapar de una realidad que le ahoga. En este sentido, es uno de los motivos que estructura la obra. Se repite a lo largo del diálogo entre Max y Don Latino: *“Te invito a regenerarte con un vuelo”* (final de escena X). En la escena final, cuando a través de la vendedora del Heraldo nos enteramos de que se han suicidado dos mujeres, por las conjeturas del chico de la taberna se nos sugiere que se trata de Madame Collet y Claudinita.
Además, al final son varias las referencias posteriores a la muerte de Max, por ejemplo, en el recuerdo del entierro que hace Don Latino. También existen conversaciones sobre la muerte considerada en abstracto, por ejemplo, la conversación entre Max Estrella y Rubén Darío en el Café Colón (escena IX), o en las reflexiones que mantiene el Marqués de Bradomín. A través de los personajes, vemos diferentes maneras de enfrentarse a la muerte. Los asesinatos del anarquista catalán y el niño de la escena XI completan las muertes. Son las víctimas inocentes que nos muestran la falta de valores éticos de la sociedad española (el tabernero comenta *“Son desgracias inevitables para el restablecimiento”* y para Don Latino *“Hay mucho de teatro”*).
La ceguera
El motivo de la ceguera de Max Estrella presenta muy diversas formulaciones. En primer lugar, ya iluminadas por la divinidad e íntimamente unidas con ella. Hemos visto cómo los seres que pueblan la bohemia están más cerca de la oscuridad que de la luz, son en muchos casos sombras y fantoches. En otras ocasiones, las alucinaciones de Max (escenas I y XII) le hacen recobrar la visión, pero como él mismo aclara, lo que recobra Max es la visión deformadora del esperpento. Finalmente, Valle-Inclán utilizará el motivo de la ceguera para caracterizar la extremosidad del personaje, en momentos de autoconmiseración: *“¡Estoy muerto! Otra vez de noche”*; o también para presentarnos al Max orgulloso, sarcástico y desafiante (escena IV en la conversación con el sereno o en la escena VIII cuando Max pretende ver al ministro y es interceptado