Figuras retóricas muy sencillas: personificaciones, metáforas.
El yo lírico pide a la aurora que evite el sueño, pues sabe que con él llega el deseo.
El deseo escapa de forma inevitable con la noche.
Deseo homoerótico, de autocontemplación.
Simbolismo: la rosa (la belleza, el mundo natural establecido) volverá con el día.
Melancolía. Carácter vago y decadente (cierta frustración: el deseo busca dichas en vano).
Elegía
Clasicismo en el título (influencia de Garcilaso).
Usa cuartetos endecasílabos.
La noche y la llegada de la aurora marcan el inicio y el fin del poema (como la égloga clásica, pero al revés).
El protagonista poemático aún no ha entrado en contacto con el mundo, vive feliz entre sus muros.
Melancolía, indolencia.
Desdoblamiento del yo poético: aparentemente, el yo lírico observa el cuerpo del amante indiferente que yace dormido, pero en realidad se ve a sí mismo. Imagen de belleza homoerótica.
Capacidad del tema amoroso.
Imagen no solo de la belleza del cuerpo, sino también de su frialdad y su indolencia estéril. Es un cuerpo que no se ofrece a nadie, pero a la vez provoca el deseo, una equívoca delicia.
Tópicos amorosos clásicos: fuego/nieve, pero con un matiz más sexual.
Después de entregarse al placer solitario, queda un regusto amargo y la sensación de soledad, pues el protagonista yace solo en su lecho.
Uso abundante de la adjetivación, tan del gusto clásico.
Frecuencia de la estructura de contraste con ‘mas’ (=pero), característica de la poesía de Cernuda: deseo vs. realidad; búsqueda vs. fracaso; derribo vs. ascenso.
Con el día llega de nuevo la alegría, pues el deseo se apagó, se esconde.
No intentemos el amor nunca
Uso de la primera persona del plural que alude a los posibles receptores.
Tema: el amor incomprendido del yo lírico.
El mar como símbolo del yo poético que busca la libertad, simbolizada por el sueño y la correspondencia.
Búsqueda del amor, pero no encuentra correspondencia.
Su amor, fuerza poderosa, busca la correspondencia por el mundo, pero sólo halla sombra (negación, nada, olvido).
Cuando no hay rima ni medidas establecidas, el ritmo se logra mediante recurrencias.
Predominan los tonos grises (soledad, fracaso).
Métrica: verso libre. Predomina el ritmo endecasílabo y heptasílabo, solo o combinado en alejandrinos.
Esa mordacidad no satisface; es lo mismo que el amor de antaño: soledad y vacío.
Antítesis entre el principio (no tener sueño = hay deseo) y el vencimiento del sueño al final.
Se denuncia el dolor de Donde habite el olvido.
Decía palabras
Tema: La búsqueda infructuosa del deseo.
Métrica: Verso libre y versículo.
Metonimia que alude tanto a la forma del cuerpo encorvado como a la búsqueda del otro.
Recurrencias semánticas (campo de la pregunta) unidas a la estructura circular del final.
Los paralelismos sirven para marcar el ritmo del poema. Imágenes de un ser sin su complementario.
Enumeración y gradación de imágenes: desde el interior, a la superficie, al cielo. Así nace el deseo hasta hacerse presencia, carne, pero siempre en interrogación, siempre la incertidumbre de si será el amor.
Alusión al encuentro furtivo homosexual y, sobre todo, a la necesidad de encontrar, completarse en el otro, compartir un sueño.
Metonimia para aludir al hombre.
Enumeración y paralelismo: alude a la ‘otra mitad’ (concepción romántica del amor) y también a su amor homosexual.
Desengaño: la identidad en el otro es imposible.
Donde habite el olvido
Tema: Deseo de desvanecerse en el olvido.
Métrica: Verso libre y versículo. Predomina el ritmo heptasílabo.
Localización espacio-temporal del poema: ‘donde habite el olvido’ y ‘sin aurora’ (sin esperanza). Reaparece en los dos versos finales.
Aparición del yo lírico que sufre: deseo de ser inerte, desvanecerse sin sentir (memoria, piedra, ortiga). Aparece en los cinco versos anteriores a los dos finales.
Causa de ese deseo de desaparición: el amor. El yo poético no quiere sufrir más por amor.
Imagen visionaria.
Solo ser nada puede hacer libre al yo lírico.
Estructura circular del poema.
Nihilismo: elementos que indican negación, privación o fin.
Soliloquio del farero
Tema: La soledad, amada fiel del yo lírico.
Métrica: Verso libre y versículo. Predomina el ritmo heptasílabo.
Influencia de Bécquer.
Alusión a su primera poesía.
Identificación del yo poético con la soledad, a quien el poeta se dirige mediante un apóstrofe (el ‘tú’).
Antítesis: buscó y conoció muchas cosas distintas que, sin embargo, no pudieron dar sentido a su vida.
Alusión religiosa: igual que Pedro negó a Cristo, el yo lírico negó a la soledad ‘en bocas de mentira’.
Alusión a su libro anterior.
Evolución del protagonista poético: para evitar la soledad fue en busca del mundo; ahora ama al mundo y la soledad.
Intertextualidad: alusión a versos y poemas de sus libros anteriores; hace un recorrido vital por su poesía.
Panteísmo: la soledad, como Dios, está en todas partes.
Objetivismo: el yo poético, que antes se identificaba con el mar, ahora contempla el mar desde la distancia.
Un español habla de su tierra
Tema: Nostalgia de España.
Métrica: Romance endecha (heptasílabo).
Enumeración de los elementos que añora, que recuerda. Sencillez, estilo nominal y enumerativo.
En cierto modo, podemos hablar de estructura narrativa: los elementos que recuerda, su presente (el destierro), incluye un diálogo con la tierra y termina en el futuro, anticipando la libertad para la patria y la propia muerte.
Tema de la Guerra Civil y el exilio.
Alusión religiosa: Dios ha unido al poeta y a su tierra, a su voz y a su silencio.
Dolor, desazón, amargura por el destierro, por la espera.
Anticipo del futuro: esperanza para la tierra, desesperanza para él.
Estilo conversacional, le habla en segunda persona a la tierra de forma íntima.
Tierra nativa
Tema: Evocación de España en el recuerdo.
Métrica: Predominan versos endecasílabos y alejandrinos sin rima.
Enumeración de elementos evocados, pero sin exaltación ni patetismo. Referencia a Bécquer (golondrina).
Elementos simbólicos: el agua que, como en Machado, indica el tiempo.
Meditación sobre el paso del tiempo, que vuelve en el recuerdo.
Leve pincelada de subjetivismo que remarca el distanciamiento del resto del poema.
Las preguntas retóricas refuerzan el tema del texto: es imposible no extrañar la tierra, pero ese dolor del desarraigo lo expresa con distanciamiento. Referencias al lamento de Salicio de la Égloga I de Garcilaso.
Gradación climática en los versos finales: de la enumeración en tercera persona a las preguntas retóricas en segunda. De la evocación sosegada al dolor por el desarraigo.
Sombra de mí
Tema: El amante vive en el amor del poeta, es su proyección, su sombra.
Métrica: Verso libre. Predomina el ritmo heptasílabo y endecasílabo.
Símbolo: la sombra es una proyección del amor del poeta, constante en sus últimos libros.
Paso del tiempo: el yo lírico advierte la cercanía de la vejez.
Es el protagonista poético quien dota de gracia a su amor. No es un amor correspondido, sino proyectado del poeta al amante.
Objetivación del amor: es un amor pensado y que está fuera.
El amor, aunque se manifiesta en un cuerpo físico, vive en realidad dentro del yo lírico.
Referencias a Garcilaso (‘Yo no nací sino para quereros’), pero con serenidad y distanciamiento. Ya no vive en el otro, como sucedía en libros anteriores, sino por el otro.
Este amor de madurez es la causa de que el amor que vivía en el interior del yo lírico aflore de nuevo.
El amado como objetivo ideal del deseo del amante (especie de amor platónico meditativo).
Este verso y este tema los recogerá García Montero.