Adela no muere en la casa de Bernarda Alba

En el texto ante el que estamos pertenece a Federico García Lorca, poeta y dramaturgo del Siglo XX. Nacido en Fuentevaqueros (Granada) y con grandes obras como Mariana Pineda, Bodas de Sangre, La Casa de Bernarda Alba, Yerma; García Lorca pertenecíó a la generación del 27. Muere fusilado un mes después del Golpe de Estado del 36, por sus ideas políticas y su declarada homosexualidad.

Durante la década de los ‘30, España está sumida en una profunda crisis política, económica y social que tiene su origen en la Restauración. Tras la dictadura de Primo de Rivera y la Segunda República Española una parte de la clase militar intenta un Golpe de Estado sin éxito y comienza un enfrentamiento entre el bando republicano y el bando sublevado. Si recordamos, este drama de mujeres nos representa la situación que se genera en la casa de Bernarda Alba tras el fallecimiento de su marido. El largo luto impuesto a sus hijas genera sensaciones de asfixia y angustia ya que supone perder su libertad.
Angustias, la hija mayor, nacida de otro matrimonio ha acordado su boda con Pepe el Romano, pese a que este tiene relaciones ocultas con Adela, la más joven. Igualmente Martirio se siente enamorada de él. El conflicto surge cuando martirio y Adela se encuentran en el patio después de que esta última haya permanecido con Pepe el Romano. Acto seguido discuten por él y llegan incluso a luchar. Como podemos comprobar en este texto aparecen las fuerzas contrarias del teatro lorquiano, conocidas como el conflicto entre el principio de autoridad y el principio de libertad, el choque entre el deseo de libertad frente al autoritarismo. La rebeldía frente a la represión. La realidad se acabará imponiendo el deseo, la social sobre lo individual. El mundo conflictivo de Lorca se desarrolla sobre la base del tema recurrente del amor. Se trata pues de un amor imposible, frustrado.

Además del tema principal, en la obra aparecen otros motivos temáticos como la moral tradicional y la presión social, que esta ejerce sobre los individuos, las diferencias sociales y la condición de la mujer en la sociedad española de la época. La mujer es la protagonista principal del teatro lorquiano. Una mujer que representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista: una mujer marcada siempre por un destino trágico, por pasiones que se verán condenadas el olvido o el rechazo. En estas escenas finales Adela, Martirio y Bernarda tienen un especial protagonismo. Adela, la más pequeña de la casa, tras mantener relaciones amorosas en secreto con Pepe el Romano se encuentra con Martirio que también lo ama pero de modo culto. En ese momento se establece un violento diálogo entre ambas. Martirio segada por su amor imposible, intenta impedir el amor de Adela con la excusa de que le estaba robando el prometido de su hermana mayor. Se trata de relaciones ocultas pero latentes, una libre y otra reprimida por el autoritarismo de Bernarda. Adela sabedora de todo el futuro frustrado que le espera, muestra sus sentimientos naturales sin ataduras, reconoce que Pepe solo busca en el matrimonio de angustias el interés del dinero. “Vino por el dinero, pero sus ojos los puso siempre en mi”. Incluso obliga a martirio a confesar su amor por Pepe el Romano. Gracias a sus ideales enfrenta directamente a su madre, ante quien expresa la renuncia a ser autoridad materna. Finalmente en un acto de pasión de quién se resiste a perder su amor y la libertad se suicida. Martirio, enferma de amor, termina reconociendo sus sentimientos, contempla Adela no como una hermana, sino como una mujer rival, que le ha arrebatado a la persona que ama. “No te miro ya más como mujer”. Pese a su capacidad de sufrir esta frustrada por la imposibilidad de que Pepe el Romano la ame.


Bernarda es la madre autoritaria que desea controlar la vida de los demás. Se muestra soberbia, orgullosa, altiva, ante el conflicto sentimental. Fiel a su ideal conservador asume que la mujer debe estar sometida al hombre. Representa la intransigencia más absoluta. Ante la actitud rebelde de Adela impone su visión del mundo con la violencia de una escopeta. Supo ser fría y autoritaria, intimidar al resto de los personajes en la escena final. Su obsesiva preocupación por la honra familiar le impide mostrar públicamente sus sentimientos, “Las lágrimas cuando estés sola”.

Angustias, la hija mayor, fea, prometida con Pepe el Romano que la quieres solo por su dinero ya que en realidad está enamorado de Adela, la pequeña y la más hermosa. Los demás personajes, la Poncia (la criada más antigua), Magdalena (hermana de Adela) apenas tienen protagonismo pero en este fragmento se nos muestra escasamente matizadas.

Por otra parte, Pepe el Romano, es otra de las piezas significativas de la obra. Aunque no aparece nunca en escena, está implícitamente presente. Mantiene una relación interesada con Angustias, pues esconde hipócritamente el interés por el dinero. Sin duda es un elemento generador de conflicto, es concebido por todas las hijas como elemento liberador del mundo cerrado de Bernarda.

La obra está ambientada en un pueblo español indeterminado. Aparte de estar directamente expuesto en el subtítulo “Drama de las mujeres de los pueblos de España” a lo largo de la obra se hacen variadas referencias a una típica casa con un corral, muros gruesos, … que lo corroboran. El interior de una vivienda todo momento, descrita por sus muros blancos y gruesos. Concretamente en esta escena están en el patio interior de la casa. Se hace alusión al exterior brevemente cuando Bernarda sale con la escopeta y también al corral contiguo al espacio.

Predomina el uso del lenguaje expresivo o emotivo por tratarse de una discusión entre los personajes que expresan sus deseos y sentimientos, también se muestra el uso poético que del lenguaje que se hace puntualmente. El lenguaje referencial tiene también gran importancia porque se mencionan y se hace referencia a sucesos que dentro del contexto de la acción son reales. Dado que se trata de texto dialógico resulta lógico que se dé uso a la función fática o de contacto cuando Bernarda grita el nombre de Adela u observa que la Poncia. Por último y de voz de Bernarda principalmente (siendo ella la dominadora durante toda la obra) aparece el uso apelativo o conativo cuando ésta, constantemente, da órdenes.

La situación comunicativa puede apreciarse desde dos frentes, por un lado una comunicación entre Lorca, como autor, y el lector; o por otro la comunicación entre los mismos personajes de la obra. En el primer caso el emisor es Lorca, que por medio del texto dialógico nos transmite el mensaje (denotativamente la historia de Bernarda y sus hijas, connotativamente una crítica a la sociedad española de la época).

El desarrollo de la acción en este espacio cerrado muestra un excepcional sentido de la progresión dramática. Con total sabiduría, Lorca plantea el conflicto y lo va llevando in crescendo como momentos de máxima tensión y con algún instante de aparente distensión, hábilmente dispuestos. Los acontecimientos, los incidentes se presentan perfectamente trabajados, con un encadenamiento necesario, inexorable. Ese encadenamiento viene dado por el hecho de que los actos no se subdividen en escena.

Un signo elocuente de la Maestría constructiva de Lorca es la fluidez, la naturalidad con que se producen las entradas y salidas de los personajes. Así se van sucediendo enfrentamientos muy diversos entre las mujeres, de dos en dos, de tres en tres, en conjunto. O se hace posible que unas hablen de otras ausentes.

El Realismo en esta obra es indudable. Desde luego, es extraordinario el espesor de realidad, de realidades, que depara. Incluso podría hablarse de riqueza costumbristas. Nos ponemos en contacto con la vida de un pueblo, con sus incidentes y sus comadres, con la faena del campo o las labores domésticas, si nos habla de las gallinas, del caballo en celo, de los perros que ladran. Vemos tradiciones peculiares como las que conciernen al duelo y el luto, a la herencia con sus “particiones”, o al noviazgo aldeano con la “petición”, las entrevistas a través de la reja de la ventana, la confección del agujar y tantos detalles más.

Pero de igual manera que Lorca accede desde lo local y lo español a lo universal, lo realista queda trascendido sustancialmente mezclado con la desmesura, con la desesperación. Las realidades aparece encargadas una fuerte dimensión simbólica. Frente a la casa, el mar o el campo serán símbolos de libertad, y el olivar es el ámbito de los encuentros eróticos. El agua y la sed son anhelos y vida, el río y el pozo también son símbolos ya explicados. Evidente es la significación del vestido verde con queda Adela rompe su luto. Y ese caballo garañón que da coces contra la puerta de la cuadra, simboliza los impulsos vitales reprimidos, en especial los de Adela.

En cuanto al lenguaje en general conviven poesía y realidad, que es la de un habla claro sabor popular y poderoso aliento poético. Son sus rasgos más patentes: la densa presencia de símbolos, metáforas, símiles, tan originales como, a veces, de aire coloquial; la fuertes connotaciones emotivas, sensoriales, imaginativa, en fin, los hallazgos verbales de todo tipo.

Se observa sobre todo la maestría del diálogo, su fluidez, su nervio, su intensidad, el predominio de réplicas cortas y rápidas y a veces su sentenciosidad. Pero sobre todo su asombrosa uníón de realidad y poesía.

Lorca consigue un intenso sabor popular sin recurrir a vulgarismo fáciles, con determinados giros y palabras, y con un carácterístico gusto por la hipérbole y una peculiar creatividad propia del habla andaluza, potenciada por la creatividad de Lorca, que nos lleva a la dimensión poética del diálogo. Su fundamento, aparte el simbolismo, son las abundantes imágenes y comparaciones, las encontraremos en boca de todos los personajes pero especialmente en los de más importancia, como de Bernarda y la Poncia.

En cuanto a su simbología las paredes blancas contrastan con los vestidos de luto de las mujeres, los contrastes son muy frecuentes en la obra lorquiana;

La casa de Bernarda

Alba puede simbolizar la dicotomía que existe entre lo que quiere el individuo y lo que exige la sociedad, o en este caso lo que quiere Adela frente a lo que quiere su madre. El blanco también representa la pureza y el negro la muerte.

El verde significa la rebeldía y la libertad en las obras lorquianas. Adela se rebela contra la voluntad de su madre y se viste de verde. Este color también simboliza la muerte para Lorca y efectivamente, Adela muere al final.

El bastón de Bernarda, símbolo del poder tiránico; los caballos que representan las masculinidad y el deseo sexual, mientras que el calor está presente en todo momento y los personajes lo mencionan constantemente ya que representa la pasión reprimida son algunos de los elementos restantes. Por otra parte el agua estancada, es el símbolo de la muerte, ya que el pueblo no tiene ríos, solo pozos. Mientras que la Luna es el símbolo lorquiano por antonomasia que representa la muerte pero también el erotismo.

No hay un uso abundante de recursos, destacan: la exclamación retórica que hace Bernarda que es a la vez un apóstrofe y la comparación y animalización de la intervención de Adela.

El texto analizado nos muestra las tensiones que produce un conflicto amoroso en el seno de una familia situada en un ambiente rural. La excesiva preocupación de Bernarda Alba por mantener la honra familiar en este clima tan cerrado, le lleva a coartar las libertades de sus hijas. La negativa de Adela a seguir las imposiciones morales de su madre pone de manifiesto la importancia que poseen las apariencias en esta época. Pensemos que en este sentido, que la rebeldía de la termina en su propio suicidio.

La dramatización de este conflicto pone en evidencia la lucha desigual entre lo individual y lo colectivo.

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