Autores líricos

2.1. La lírica del Siglo XX hasta 1939 Inicios de siglo


El Modernismo A finales del Siglo XIX, los gustos estéticos se ven modificados debido a un cambio de mentalidad artística, que recupera principios del Romanticismo como la originalidad o la libertad creadora. La situación de crisis en la cultura occidental a finales del Siglo XIX, agravada en el caso español por el desastre del 98, provocó un cambio en el rumbo artístico. El movimiento literario correspondiente a este período es conocido como Modernismo. El Modernismo se inspira en dos movimientos del Siglo XIX: el Parnasianismo (tendencia formalista, partidaria del arte por el arte) y el Simbolismo (intimista, pretende encontrar la realidad que se esconde tras las apariencias a través de un nuevo lenguaje sugerente basado en símbolos). Los temas básicos del Modernismo son la soledad, el escapismo (en el tiempo –Edad Media– o en el espacio –mundo oriental–), el cosmopolitismo, el amor y el erotismo. Formalmente, la nueva estética se caracteriza por el afán de innovación (muy notable en el terreno de la métrica), la originalidad, y la búsqueda de la perfección formal. Rubén Darío y Manuel Machado son los principales representantes del Modernismo de corte parnasiano. El poeta nicaragüense evoluciona desde una estética parnasiana en Azul o Prosas profanas hacia temas más graves y trascendentes en Cantos de vida y esperanza.Antonio Machado será el principal poeta del Modernismo simbolista. Su primera obra, Soledades, galerías y otros poemas reflexiona acerca del paso del tiempo y la muerte, dos temas constantes en el poeta sevillano. En su segunda obra, Campos de Castilla, junto a los anteriores, aparece el tema de España además de una serie de poemas dedicados a su mujer, Leonor, antes y después de su temprana muerte. Juan Ramón Jiménez se inicia en la estética modernista (Arias tristes, Sonetos espirituales), para ir fraguando a lo largo de su vida un estilo esencial y propio. El poeta moguereño entiende la escritura como una búsqueda constante de la belleza y de la perfección, de ahí que rescriba permanentemente su obra. Por otra parte, concibe la poesía como una forma de conocimiento, esto es, como un medio para analizar y entender la realidad. El deseo de eternidad es otro de sus temas constantes. Diario de un poeta recién casado o Dios deseado y deseante son algunas de sus obras fundamentales.
Vanguardia y Generación del 27 Desde principios del siglo, los movimientos de Vanguardia comienzan a revolucionar el panorama artístico occidental. Futurismo, Cubismo, Expresionismo, Dadaísmo o Surrealismo, más los hispánicos Creacionismo y Ultraísmo, traerán formas transgresoras y rupturistas. Este grupo poético lo forman Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Emplean tanto formas métricas tradicionales como otras innovadoras, especialmente el verso libre; alternan lo culto y lo popular, la poesía para minorías con la que se dirige a la inmensa mayoría. Durante la Guerra Civil esta vertiente se acentúa. Nos centraremos en los autores andaluces del grupo del 27: Vicente Aleixandre. Sus temas son variados: el amor como impulso erótico que lleva a la destrucción; la naturaleza como fuente de vida. Pertenecen a esta etapa libros como Espadas como labios, Sombra del paraíso y La destrucción o el amor. Su segunda etapa supone un abandono del Surrealismo y la naturaleza para centrarse en el hombre. De esta etapa son los libros Historia del corazón y Poemas para la consumación.Federico García Lorca. Sus primeros libros suponen una fusión de lo tradicional con la vanguardia y la poesía pura. Destaca Poema del cante jondo y Romancero gitano; son piezas de tema andaluz con elementos oníricos y mezcla de tradición y Surrealismo. Panel informativo en la Casa Natal de Juan Ramón Jiménez en Moguer. Federico García Lorca, por Gregorio Prieto. 18 Más tarde compone Poeta en Nueva York, obra plenamente surrealista donde nos habla de personajes marginados a través de versos libres y una estética vanguardista. Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías y los Sonetos del amor oscuro son las últimas obras del granadino, donde aúna amor, erotismo, angustia y trascendencia. Rafael Alberti. El gaditano se inicia en la estética neopopularista con métrica tradicional Marinero en tierra, El alba del alhelí. Le sigue una etapa gongorina (Cal y canto) y una etapa surrealista: Sobre los ángeles es un libro único en la producción de Alberti y constituye una de las cumbres españolas del Surrealismo de filiación europea. Con la llegada de la República y la Guerra, Alberti hace poesía más comprometida social y políticamente. Son libros de esta época Un fantasma recorre Europa, De un momento a otro, Capital de la gloria. En el exilio no deja de escribir: Entre el clavel y la espada; Roma, peligro para caminantes; Retornos de lo vivo lejano.. El sevillano es el poeta del amor por excelencia. Escribe a continuación libros surrealistas como Un río, un amor; Los placeres prohibidos; Su poesía del exilio en México titulados Con las horas contadas, Desolación de la quimera


2.2. La lírica desde 1940 a los años 70


Los primeros años La poesía de la primera posguerra está fuertemente condicionada por la situación histórica española. Ante el horror de la guerra recién concluida, los poetas buscan respuestas y, frecuentemente, realizan una poesía espiritualista que dirige a Dios sus quejas, sus preguntas y, en ocasiones, se rebela ante él. Con posterioridad, se vuelven los ojos hacia los demás y los poetas desearán convertirse en la voz de la mayoría: surge la poesía social. La actividad lírica de esta época se centra fundamentalmente en la colaboración en revistas literarias: – Garcilaso agrupa, grosso modo, a los poetas más cercanos al régimen oficial, que cultivan una lírica de corte clásico, que ofrece una visión optimista del hombre y el mundo: Luis Rosales, Leopoldo Panero… – Espadaña es la revista de los poetas contrarios al régimen, que aportan una visión desarraigada de un mundo conflictivo e imperfecto: Leopoldo de Luis, Blas de Otero, Gabriel Celaya… Pablo García Baena y el grupo «Cántico» En la posguerra también hubo lugar para la poesía pura, gracias a un grupo de poetas cordobeses que fundan en 1947 la revista Cántico. Su nombre procede de la obra del poeta puro por excelencia en nuestra poesía, Jorge Guillén. También se hallan muy influidos por el intimismo y el refinamiento de Luis Cernuda. PabloGarcía Baena (Córdoba, 1923) es el principal representante del grupo «Cántico». El amor es el tema fundamental (habitualmente se trata de amores prohibidos). El grupo «Cántico» se compone de otros autores cordobeses: Juan Bernier, Ricardo Molina, Julio Aumente… El postismo La revista Postismo da nombre al último de todos los «ismos», que se autodefine como el Surrealismo ibérico. El gaditano Carlos Edmundo de Ory es su fundador. Participan también Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi. Se trata de un movimiento que reivindica la libertad creativa y el sentido lúdico del arte. Por problemas con la censura, la revista Postismo sólo publicó un número. Poesía espiritual. Poesía social La primera poesía de posguerra se caracteriza, frecuentemente, por un tono individualista. Los poetas alzan sus ojos a Dios para pedirle explicaciones acerca de lo que observan a su alrededor. Poco a poco, se irá modificando esta tendencia inicial, de manera que a finales de los cuarenta surge en España una poesía denominada social en la que asistimos a una evolución del yo (protagonista de la lírica espiritualista de los 40) al nosotros. Los dos autores más representativos de este momento son Gabriel Celaya (Cantos iberos) y Blas de Otero (Ángel fieramente humano, Redoble de conciencia, Pido la paz y la palabra). Por estas fechas comienza también a escribir José Hierro, uno de los poetas más personales y reconocidos de la segunda mitad del Siglo XX.
La poesía social evita los problemas íntimos, individuales, para centrarse en lo colectivo. Asimismo, se rechaza el esteticismo y la poesía pura: el poeta debe dejar de lado sus problemas personales y comprometerse, tomar partido ante la situación del momento. De este modo, se pretende crear una poesía clara, para la inmensa mayoría, que incluso emplea rasgos coloquiales en su afán de claridad. La generación de los 50 A mediados del Siglo XX irrumpe en el panorama literario un nuevo grupo de poetas que se aparta de la poesía social. Nos referimos a poetas como Antonio Gamoneda,Ángel González, José Ángel Valente, Francisco Brines,Jaime Gil de Biedma,Claudio Rodríguez o José Agustín Goytisolo. La poesía de estos autores vuelve a preocuparse por el Hombre; se trata de una poesía inconformista y escéptica (estos poetas dudan de la capacidad de la poesía para transformar el mundo) que se centra en lo cotidiano y recupera el intimismo. Observamos en estos poetas una

2.3. La lírica desde los años 70 a nuestros días


Los novísimos Tras la revolución cultural del «Mayo del 68», surge un nuevo grupo de poetas conocido como Generación del 68 o novísimos. Plantean un amplio concepto de la cultura, que incluye manifestaciones marginales o no consideradas hasta entonces.Otros novísimos –los culturalistas– optan por una poesía decadentista inspirada en la obra del griego Kavafis y toma a Venecia como el centro de su estética. Los novísimos sienten a Aleixandre o Cernuda como modelos y revitalizan al grupo «Cántico» y al Postismo. El nombre de este grupo de poetas procede de la antología Nueve novísimos poetas españoles, publicada en 1970. El grupo lo forman Pere Gimferrer, Leopoldo María Panero, José María Álvarez, Guillermo Carnero, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, Félix de Azúa, Vicente Molina Foix y Ana María Moix.Últimas generaciones de poetas Desde los años 70 se advierte una mayor variedad en la lírica española. La década se inicia bajo la influencia de los novísimos y aparecen nuevas tendencias: – Experimentalismo (José Miguel Ullán): basado en la utilización de las antiguas técnicas vanguardistas (collages, poemas visuales…). – Culturalismo (Antonio Colinas, Julio Martínez Mesanza, Aurora Luque): influencia del mundo clásico grecolatino o la Edad Media. El poeta manifiesta un vasto dominio cultural. – Surrealismo. En los ochenta podemos destacar una línea de recuperación del Surrealismo, en la que descuellan las poetas Blanca Andreu o la gaditana Ana Rossetti; se trata de una poesía fuertemente erótica. – Poetas metalingüísticos (Andrés Sánchez Robayna, Jenaro Talens, Jaime Siles, Juan Carlos Suñén, Julia Castillo, Justo Navarro). La también llamada poesía del silencio o minimalista entronca con la poesía pura y se orienta hacia la indagación sobre el lenguaje. Son rasgos de esta poética la ausencia de adornos superfluos y el antirretoricismo. Se les llama también poetas profesores. – Poesía de la conciencia (Jorge Riechmann, Fernando Beltrán, Enrique Falcón, Antonio Méndez Rubio). Son poetas que pretenden sacudir la conciencia. La poesía se concibe como acción social y hasta política. Incluimos dentro de esta tendencia el «Realismo sucio» de David González, Pablo García Casado o Roger Wolfe.– Poesía de la experiencia. Es la tendencia poética más carácterística de los últimos años. Tras el declive de la estética novísima, se produce una recuperación de la generación del medio siglo (Ángel González, Claudio Rodríguez…) y una revisión de la tradición literaria previa. Se observa una tendencia a la recuperación de ciertas formas métricas (empleo generalizado de endecasílabos y alejandrinos blancos) combinada con el uso de un lenguaje perteneciente al mundo de lo cotidiano.
. En cuanto a los temas, destacan los urbanos, extraídos de la experiencia vivida por los propios poetas. En este sentido, es muy usual recuperar escenas de la infancia o la adolescencia. Se aprecia un lenguaje muy elaborado y elegante, sin caer en excesos retóricos.
Autores como Miguel d’Ors, Jon Juaristi, Andrés Trapiello, Luis García Montero, Felipe Benítez Reyes, Luis Alberto de Cuenca, Carlos Marzal o Vicente Gallego cultivan esta línea poética.

2.4. La narrativa del Siglo XX hasta 1939


La narrativa del grupo del 98 Estamos ante una época dominada por una sensación de crisis y decadencia cultural. Se produce un rechazo del Realismo y del Racionalismo positivista. En la novela se introducen modificaciones con respecto a la narrativa anterior, la realista: articulación de la trama en torno a un único personaje, la acción se centra alrededor de la mentalidad del protagonista en lugar de alrededor de sucesos externos. Unamuno. Trata temas como la tradición, la intrahistoria y el concepto de España, la conciencia trágica de la existencia y la sed de eternidad. Estos temas se plasman en sus nivolas, caracterizadas por la desnudez narrativa, la audacia formal, una máxima presencia del diálogo y ausencia de hilo argumental previo. Entre sus obras sobresalen Amor y pedagogía, Niebla, La tía Tula, San Manuel Bueno, mártir, y el ensayo titulado Cómo se hace una novela. Valle-Inclán. El esperpento, subgénero dramático basado en la burla aparente, la crítica profunda y la animalización de los caracteres se lleva también a la narrativa. La trayectoria novelística de Valle comienza por una etapa de Modernismo inicial ; continúa con una fase intermedia; y, por último, hallamos la etapa del esperpento con el ciclo de novelas tituladas genéricamente «El ruedo ibérico»: Tirano Banderas, La corte de los milagros, Baza de espadas. Pío Baroja. Su narrativa es una mezcla de pesimismo y vitalismo; posee también ciertos tonos moralistas, radicales e individualistas. Sus obras nos presentan el proceso de aprendizaje de la vida de sus protagonistas a través de la experiencia y el diálogo. Baroja concibe la novela como un saco donde cabe todo; su aspiración es escribir con sencillez. Su extensa producción novelística puede dividirse en las trilogías La lucha por la vida Tierra vasca y La raza. José Martínez Ruiz, Azorín. Posee un estilo narrativo impresionista, con fuertes dosis de lirismo; una sintaxis nominal, una preferencia por la frase corta, el tiempo verbal suele ser el presente; las novelas presentan una estructura fragmentada con predominio de los descriptivo, con tramas argumentales mínimas; se aprecia asimismo un uso abundante del diálogo y una mínima acumulación de detalles. Obras: La voluntad, Las confesiones de un pequeño filósofo, Doña Inés. La narrativa del novecentismo Se caracteriza por el anti-Realismo, anti-Romanticismo y anti-noventayochismo. Los escritores son cosmopolitas y europeístas. Defienden la pureza formal y estilística de sus obras, que pretenden configurar un arte selectivo y minoritario. Poseen una sólida formación universitaria y un marcado talante liberal. Se decantan por una novela deshumanizada, alejada del sentimiento; pretenden reflexionar sobre la inteligencia creadora del hombre. Gabriel Miró.

2.5. La narrativa desde 1940 a los años 70


La década de los 40 se centra en historias individuales de extremada crudeza, dentro de lo que se ha venido en llamar el Realismo tremendista, estilo que pone el acento en los aspectos más sórdidos y desagradables de la realidad, pero evitando referencias sociohistóricas concretas para no chocar con la censura del momento. Carmen Laforet (Nada), Miguel Delibes (La sombra del ciprés es alargada) y Camilo José Cela (La familia de Pascual Duarte) son los principales representantes de la narrativa de esta década. No faltan en este momento otras tendencias como la novela fantástica y humorista (Wenceslao Fernández Flórez, El bosque animado) o el Realismo tradicional más convencional. Los años 50 asisten al florecimiento de la novela social. Al igual que en la poesía, se produce un paso del yo al nosotros; las novelas se centran no en el conflicto particular de un protagonista individual, sino en los problemas de un conjunto de personajes. Se trata de novelas de protagonista colectivo. Se observa en esta década la influencia de las técnicas narrativas extranjeras, así como una tendencia al objetivismo y al neorrealismo. Algunos novelistas, más audaces, optan por el Realismo crítico, que pretende agitar las conciencias y denunciar las injusticias sociales. De entre las obras de este decenio recordamos La Colmena de Camilo José Cela, El camino de Miguel Delibes o Pequeño teatro de Ana M.ª Matute. Los andaluces Alfonso Grosso (La zanja) o José Manuel Caballero Bonald también sobresalen en este decenio. Los conflictos sociales son el eje central de muchas de estas novelas, en las que el estilo, con frecuencia, se vuelve deliberadamente coloquial, como forma de acercarse al habla viva. Sin duda, la obra más significativa del momento es El Jarama, (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio; se desarrolla en dieciséis horas de un domingo veraniego. Destaca el contrapunto entre el habla expresiva y popular del pueblo y la empobrecida e impersonal de los excursionistas madrileños. La presencia casi total del diálogo contribuye al máximo objetivismo. A partir de los 60, se produce una superación del Realismo. En 1962 se publica Tiempo de silencio de Luis Martín Santos y La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa. Con estas obras se inicia una nueva forma de narrativa, mucho más preocupada por los aspectos formales.Esta nueva narrativa implica transformaciones en todos sus elementos: acción, personajes, punto de vista, estructura, diálogos, descripciones, tipos de monólogo, etc. Que se ven alterados por la adopción de nuevas técnicas que difuminan los límites entre los géneros. También se ha denominado a esta línea narrativa novela experimental. En esta misma corriente, hay que señalar las obras de Juan Goytisolo, Miguel Delibes o Juan Benet.

2.6. La narrativa desde los años 70 a nuestros días


A principios de los 70, con Gonzalo Torrente Ballester (La saga/fuga de J.B.), se inicia la recuperación de los pilares de la narración y del arte de contar historias como base de la novela. Comienza, pues, una nueva época para la novela española, en la que se observan muy diversas tendencias: – Novela de intriga: el barcelonés Eduardo Mendoza, con La verdad sobre el caso Savolta inaugura esta prolífica línea. Les siguen otros títulos comoEl misterio de la cripta embrujada o La aventura del tocador de señoras, entre otras. En la misma tendencia podemos situar al jiennense Antonio Muñoz Molina (autor de Beatus ille, Beltenebros, El invierno en Lisboa o El jinete polaco), a Arturo Pérez Reverté (El maestro de esgrima, La tabla de Flandes, La piel del tambor, La carta esférica) o Manuel Vázquez Montalbán (autor de Galíndez, El estrangulador o la serie de novelas del detective Carvalho). – Novela histórica: Eduardo Alonso (El insomnio de un día de invierno, Palos de ciego). Alberto Méndez: Los girasoles ciegos. – Novela metaliteraria, en la que el propio hecho narrativo ocupa un papel central en la trama: Luis Landero (Juegos de la edad tardía, El guitarrista), Juan José Millás (La soledad era esto; El mundo). – Novela de autoficción, caracterizada por utilizar la vida real del escritor como materia novelable. En estos relatos autobiográficos se difumina la frontera entre realidad y ficción: Soldados de Salamina, de Javier Cercas; Negra espalda del tiempo, de Javier Marías; París no se acaba nunca y Doctor Pasavento, de Enrique Vila- Matas. – Novela prolongadora del Realismo: Julio Llamazares (La lluvia amarilla, Escenas de cine mudo, Luna de lobos). – Novela estilística: Francisco Umbral (Mortal y rosa),Javier Marías (Mañana en la batalla piensa en mí). Luis Mateo Díez (Las horas completas, La fuente de la edad, La ruina del cielo, Balcón de piedra). – Novela intimista: Adelaida García Morales (El sur). José Luis Sampedro (La sonrisa etrusca, El río que nos lleva). – Auge del cuento y de la novela corta por razones sociológicas y de consumo. Destacan Manuel Rivas o José María Merino, entre otros. – Novela negra: Juan Madrid (Tánger); Lorenzo Silva (El alquimista impaciente); Andrés Trapiello (Los amigos del crimen perfecto). – Una nueva generación de narradores nacidos en torno a los setenta parece encabezar un giro novelístico. Bajo el nombre de Afterpop o generación «Nocilla» (debido al título de los libros del principal representante de esta tendencia, Agustín Fernández Mallo: Nocilla experience; Nocilla dream) la crítica ha agrupado a una serie de escritores; además del citado Fernández Mallo, encontramos en esta línea a los novelistas Germán Sierra, Vicente Luis Mora o Javier Calvo.

2.7. El teatro del Siglo XX hasta 1939


En este período podemos establecer dos grandes grupos de autores:teatro triunfante y teatro innovador.Teatro triunfante:Teatro continuador del Realismo del Siglo XIX, renovando algunos aspectos. Su principal representante es Jacinto Benavente, ejemplo claro de las concesiones al público burgués. Su primera obra (El nido ajeno) fue bien recibida por los jóvenes intelectuales, pero mal por la burguésía. Ante esta disyuntiva Benavente optó por amoldarse a los gustos mayoritarios,– Teatro poético en verso, mezcla de Romanticismo y Modernismo, ideológicamente muy conservador y tradicional, con constantes alusiones a las perdidas glorias del Imperio español. Por su temática, es un teatro eminentemente histórico. Destacan Francisco Villaespesa, Eduardo Marquina y, con matices, los hermanos Machado.– Teatro cómico, intranscendente, cuya intención es hacer pasar un buen rato. Es un teatro muy reiterativo en las formas de conseguir el humor: equívocos, juegos de palabras, regionalismos… Destacamos a los hermanos Álvarez Quintero (representantes del teatro regionalista andaluz, que escriben obras agudas e ingeniosas, con un claro dominio de la técnica: El genio alegre, La Puebla de las mujeres), Carlos Arniches y el gaditano Pedro Muñoz Seca, inventor de un nuevo género, el «astracán», una parodia, en verso, del teatro posromántico.Teatro innovador:Los mejores autores serán Valle-Inclán y García Lorca. Pero debemos reséñar otros autores que plantearon en España un teatro distinto:– Unamuno escribe un teatro de ideas, donde lo fundamental es el texto, el conflicto de los personajes. Hay, por lo general, poca acción y casi total ausencia de elementos escénicos. Fedra, El Otro. – Jacinto Grau (El señor de Pigmalión) o Ramón Gómez de la Serna (Los medios seres) plantean también experiencias renovadoras. – Pedro Salinas y Rafael Alberti, autores del 27, escriben un teatro interesante. El segundo destaca como autor (Noche de guerra en el museo del Prado) y como director teatral. – Jardiel Poncela y Miguel Mihura son los máximos exponentes de un grupo de autores (la «otra Generación del 27») que realizan una interesante labor de renovación en el teatro humorístico español. Los dos alcanzan su máxima consideración tras la Guerra Civil. Dos figuras destacan, sin duda, en el panorama teatral español del Siglo XX: Valle-Inclán y García Lorca.
Valle-Inclán
Ramón María del Valle-Inclán es uno de los autores más controvertidos, rigurosos, extravagantes y geniales que ha dado nuestra literatura. Se inició en el Modernismo con las novelas de la serie de las Sonatas, memorias del marqués de Bradomín, un «don Juan feo, católico y sentimental», donde conviven la elegancia más exquisita y la provocación más amoral. Continuó, en una etapa intermedia, con las Comedias Bárbaras, donde aparecen extraños personajes, violentos o tarados, tiránicos… Estas Comedias, híbridos entre novela y drama, son difícilmente representables: gran longitud, cambios rapidísimos de escenario, extensas acotaciones escénicas. Su última etapa, la más lograda, es la de los esperpentos; sobresalen Divinas palabras y Luces de bohemia, ambas de 1920. España es una deformación grotesca de la civilización europea. La tragedia es un género demasiado noble para recoger aquel ambiente. De ahí que «el sentido trágico de la vida española sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada»: ese es el fundamento del esperpento. Luces de Bohemia narra la última noche de vida del poeta Max Estrella, ciego bohemio, pobre y desafortunado, que deambula por las calles de Madrid camino de su muerte, recorriendo diversos lugares y dando cuenta de la crítica situación del país.
Federico García Lorca García Lorca representa una de las más altas cumbres de la dramática española moderna. En conjunto, la obra de Lorca supone un intento constante de depuración, de búsqueda del restablecimiento de la pureza original de la palabra evocadora, connotativa, alejada del servicio utilitario pero sin olvidar su función comunicativa. Como dramaturgo, muestra un concepto renovador del arte escénico que ha convertido a Lorca en el dramaturgo español más conocido de todos los tiempos, un clásico cuyas obras aún continúan en los repertorios de las más conocidas compa- ñías teatrales de todo el mundo. El teatro de Lorca parte de tres principios: depurar el teatro poético, incorporar las tendencias vanguardistas y acercar el teatro al pueblo. La mujer es la protagonista principal del teatro lorquiano. Una mujer que representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista, marcada por un destino trágico, por pasiones que se verán condenadas al olvido o al rechazo. Las obras representan la tragedia de toda persona condenada a la frustración en sus deseos más íntimos y a la marginación. Amor imposible; conflicto entre el deseo y la realidad; enfrentamiento de libertad y autoridad… En definitiva, el tema de la frustración es una constante en el teatro lorquiano: Bodas de sangre (amor frustrado), Yerma (maternidad frustrada) y La Casa de Bernarda Alba (amor y libertad frustrados).
2.8. El teatro desde 1940 a nuestros días;Tendencias teatrales El teatro triunfantea propone una clara continuidad con las formas y los temas dramáticos anteriores a la Guerra Civil española. Se trata de una serie de autores que conciben el espectáculo teatral a la manera de Jacinto Benavente: José María PemánClaudio de la Torre, Joaquín Calvo Sotelo.La alta comedia benaventina Es un subgénero basado en el diálogo agudo y brillante.Además, el panorama dramático de la posguerra muestra una clara tendencia al teatro de humor. Dos son los representantes más destacados: Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura.Jardiel Poncela (Cuatro corazones con frenoy marcha atrás) busca el humor en el planteamiento de situaciones inverosímiles y absurdas; sin embargo, a diferencia de Valle-Inclán,Jardiel Poncela siempre trató de acomodar sus argumentos a la lógica final y a las condiciones técnicas del teatro y del escenarioEste esfuerzo , malogró ideas y situaciones que podrían haber sido geniales.La evolución literaria de Miguel Mihura está marcada por la imposibilidad de representar Tres sombreros de copa. La obra, escrita en 1932, contiene tal poder crítico y corrosivo que se impidió su representación hasta 1952,En los años 50 surge un teatro social, comprometido con los problemas del ser humano. Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre son los autores más sobresalientes.Se generó una polémica entre los autores. Se habla de posibilismo e imposibilismo. El posibilismo (Buero Vallejo) plantea un teatro moderadamente crítico que pueda estrenarse y que llegue al público;Para Alfonso Sastre no hay un teatro imposible, sino momentáneamente imposibilitado. El autor debe escribir lo que piensa y siente, sin censuras, aunque ello implique que, en un primer momento, sus obras sean censuradas.De Buero Vallejo (El tragaluz; Historia de una escalera) destaca su teatro de la inmersión, en el que el espectador observa la historia desde dentro,Por su parte, Alfonso Sastre concibe el teatro como un medio de concienciación y de agitación. Para este dramaturgo, el escritor debe actuarcomo si hubiera libertad. Temáticamente, Sastre propone investigar la condición del ser humano actual y examinar sus relaciones con la sociedad. Escuadra hacia la muerte o La sangre y la ceniza son sus principales piezas dramáticasA partir de los 60 continúa esta línea más tradicional de teatro, basado ante todo en el diálogo, con nuevos autores como Antonio Gala,José Luis alonso de santos,José sanchis sinisterra o Fernando fernan Gómez.En una vertiente mucho más rompedora desde el punto de vista formal, nos hallamos con autores como Fernando Arrabal (Pic-Nic)
Francisco Nieva o Miguel Romero Esteo.También asistimos al florecimiento de diversos grupos teatrales que representan, hoy por hoy, lo más innovador de la escena española: Els Joglars, Els Comediants, Fura dels Baus, La cubana, La cuadra… Fernando Arrabal se da a conocer con Los hombres del triciclo, rechazada por público y crítica. Decidíó marcharse a Francia, donde ha vivido, escrito y publicado. Hoy en día posee un alto prestigio internacional como renovador de la escena dramáticaCultiva el absurdo, el esperpento y, sobre todo, es conocido por la creación del teatro «pánico». Obras en esta línea son Pic-Nic, Cementerio de automóviles, Los dos verdugos… Posteriormente, su teatro adquiere tonos políticos de lucha: Teatro de guerrilla. Estuvo terminantemente prohibido en España hasta la llegada de la democracia.

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