TEMA 3. EL TEATRO ESPAÑOL EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX.
(JACINTO BENAVENTE, RAMÓN Mª DEL VALLE-INCLÁN Y Federico GARCÍA Lorca)
El teatro anterior al 36 está marcado por condicionamientos comerciales
dependientes de la empresa privada. Ello significa que la mayoría de los autores han de crear
sus obras pensando siempre en los gustos de un público burgués que se resiste a los cambios.
Así, quienes pretenden innovar o experimentar se arriesgan al fracaso de taquilla o tener que
escribir exclusivamente para lectores (no se representarían).
En este panorama, se distinguen dos tendencias dramáticas: el teatro continuista de
las formas decimonónicas y los intentos de innovación y experimentación.
I. EL TEATRO CONTINUISTA.
Los autores que practican este tipo de teatro escriben para satisfacer los gustos del
público burgués y aristocrático, que es el que llena las salas. Ideológicamente, está muy
limitado: su mensaje no puede ir más allá de lo que comprende un burgués medio.
En este tipo de teatro destacan obras de tipo diverso:
1.1. La comedia burguesa, llamada también “alta comedia o comedia de salón”, cuyo
principal cultivador es José Echegaray (Premio Nobel de Literatura, 1904).
Lleva a escena conflictos ligeros y superficiales en ambientes burgueses o aristocráticos, pero sin
atisbo alguno de crítica.
o JACINTO BENAVENTE (1866-1954) (por esto también puede incluirse en el teatro innovador).
Tuvo un comienzo muy atrevido en su trayectoria dramática: El nido ajeno, fue
un drama muy crítico con la situación de la mujer casada en la sociedad burguesa. El planteamiento de
la obra escandalizó y duró poco en cartel.
Benavente se enfrenta entonces al dilema de plegarse a las exigencias del público o verse rechazado.
Por ello, atenúa su tono crítico en las obras siguientes: La noche del sábado, Rosas de otoño o
Señora Ama, más cercanas a la Comedia de Salón.
Sin embargo, años más tarde crea obras más interesantes: entre ellas destacan La
Malquerida, de 1913, que presenta una relación incestuosa, muy difícil de asumir para el
público; y Los intereses creados, de 1907, una deliciosa farsa que encierra una visión muy
cínica y grotesca de los ideales burgueses.
Benavente recibe el Premio Nobel de Literatura en 1922, y hasta su muerte le
acompañará el éxito de público.
o
1.2. El teatro cómico. Es el teatro preferido por las clases populares (incluía la zarzuela, el caféteatro y
el teatro por horas). Los autores más representativos fueros:
o Los hermanos Álvarez Quintero: Presentan en sus obras la imagen de una Andalucía superficial,
tópica e incluso falseada.
o Carlos Arniches: Por una parte produce sainetes de ambiente madrileño, y por otra parte
escribe lo que él mismo denomina "tragedia grotesca", obras en las que se mezcla lo risible y lo
conmovedor “ La señorita de TréVélez” .
Presentan en escena tipos populares, cómicos, con rasgos exagerados que se expresan en
un lenguaje popular y castizo.
o Pedro Muñoz Seca. Los sainetes evolucionarán hacia otras formas como la tragedia grotesca o
el “astracán” ( un subgénero cómico basado en burdos juegos de palabras, equívocos fáciles y
parodia de ciertos recursos teatrales). La venganza de don Mendo.
1.3. El teatro en verso, heredero de los dramas ROMánticos. Presentaba una visión idealizada de la
historia y utilizaba el verso como forma de expresión. Aparecen rasgos modernistas: versos de gran
musicalidad, lenguaje sonoro, ambientes exóticos. Destacan Francisco Villaespesa , Eduardo Marquina y
los hermanos Machado (Manuel y Antonio: La Lola se va a los puertos).
II. TEATRO DE INNOVACIÓN Y DE RUPTURA:
Muchos son los autores que pretenden hacer un teatro diferente en estos años, y en la mayoría de los
casos cosecharon un rotundo fracaso con sus obras.
Es un teatro al margen de pretensiones comerciales, pretende incorporar nuevas
formas de vanguardia y reflexionar sobre asuntos más profundos. Intentos de renovación encontramos
en autores del 98, como Unamuno, cuyo drama El otro no fue entendido por el público; en
Ramón Gómez de la Serna, que presentó innovaciones escénicas con Los medios seres; y más
tarde, en autores del 27 como Alberti, que se acercó al teatro con una original obra: Noches de
guerra en el Museo del Prado.
Los autores más destacados en estos intentos de renovación son D. Ramón María del Valle-
Inclán y Federico García Lorca.
2.1. D.RAMÓN MARÍA DEL VALLE INCLÁN (1866-1936) ha sido incluido siempre por la crítica literaria
a la Generación del 98, sin embargo ocupa en la Literatura del siglo XX una posición
bastante singular. Con una coherencia nunca vista entre vida y obra, fue siempre
antiburgués, inconformista y lleno de pasión por la literatura. De su “aristocratismo” modernista
juvenil pasó a defender posiciones más progresistas y revolucionarias, lo que le costó un fuerte
enfrentamiento con el poder, sobre todo con la dictadura de Primo de Rivera. Esa
evolución vital se refleja perfectamente en su trayectoria artística, que cubríó todos los
géneros literarios: narrativa, lírica y teatro. Su obra dramática pasa por diversas etapas:
Decadentismo modernista (hasta 1906): El marqués de Bradomín.
Ciclo mítico (teatro social)
, con el pueblo como protagonista colectivo. Se desarrollan en el
ambiente rural gallego (las costumbres, las creencias y las transformaciones sociales en la Galicia de
finales del XIX y comienzos del XX) y suponen una denuncia del caciquismo, la tiranía y la violencia.
En esta etapa Valle-Inclán escribe, entre otras obras, las Comedias Bárbaras (una trilogía
que incluye Ágüila de Blasón, Romance de lobos y Cara de plata), compuestas entre 1907 y 1922. El
embrujado y Divinas palabras (1919) muy cercana al esperpento.
Etapa de las farsas. Entre 1909 y 1920, Valle-Inclán escribe una serie de piezas (La
cabeza del dragón, Cuento de Abril, Voces de gesta, La marquesa Rosalinda) en las que
incorpora un tipo de lenguaje ácido, bronco y violento, con unos personajes en forma de marionetas
que anuncia la llegada del esperpento.
Etapa de los esperpentos. La fecha crucial en la obra de Valle-Inclán es 1920. Ese año
escribe, entre otras obras dramáticas, Luces de bohemia, la primera pieza que recibe el
nombre de esperpento. En Luces de bohemia y obras posteriores se mueven figuras
marginales, grotescas, ridículas, que el autor ha pasado por el tamiz del expresionismo (como en el
espejo cóncavo del Callejón del Gato). El autor se complace en la exageración de los rasgos de los
personajes, la degradación de los mismos, a los que animaliza o cosifica. El objetivo es agredir a
la realidad con una
carcajada que no perdona a nadie: ni a personajes públicos, ni a instituciones, ni a mitos. Se trata de una
risa amarga que, en el fondo, esconde un profundo desengaño y una visión muy pesimista de
la realidad española.
A partir de 1921 Valle Inclán continúa con esta técnica en una trilogía llamada Martes
de Carnaval.
Federico GARCÍA Lorca (1898 -1936) Tiene una producción teatral que asombra por su
unidad temática. Los críticos la han sintetizado con fórmulas como “el conflicto entre la
realidad y el deseo” o “el deseo imposible”. En realidad estos temas no solo definen el teatro
de Lorca, sino la totalidad de su obra literaria, ya que el elemento central del universo
lorquiano es la frustración.
En el teatro, lo que frustra y condena a los personajes lorquianos se sitúa en un doble
plano: el metafísico, donde las fuerzas enemigas de los protagonistas son la muerte y el
tiempo; y el social, que presenta a los personajes enfrentados con las convenciones, los
prejuicios y las barreras sociales y morales. Con frecuencia, ambos planos se entrecruzan.
Lorca se nutre de diversas tradiciones: el drama rural, la tragedia clásica, el teatro de
títeres, el teatro de vanguardia… De ahí la variedad de géneros que cultivó.
La evolución del teatro de Lorca tiene tres momentos de desigual extensión:
1. Los tanteos y experiencias de los años 20.
En 1920 Lorca estrena El maleficio de la mariposa, una obra simbolista presentada
como fábula, en la que una cucaracha se enamora de una bella mariposa. La obra fue un
fracaso que duró tres días en cartel.
En esta etapa, también llega su primer éxito: Mariana Pineda, estrenada en 1927 con
decorados de Salvador Dalí. Es un drama en verso al modo ROMántico sobre la heroína que
murió ajusticiada en Granada por haber bordado una bandera liberal. Lorca la plantea como un
drama de amor trágico, pero la obra será recibida por el público con una significación
política en plena dictadura de Primo de Rivera.
2. El Vanguardismo de los años 30.
Tras su estancia en Nueva York, tanto la obra poética de Lorca como su teatro dan un
giro radical. Fruto de esta crisis son las dos obras que él denominó misterios o comedias
imposibles: se trata de El público y Así que pasen cinco años, escritas bajo el influjo del
Surrealismo. En ellas desata Lorca su imaginación y su lenguaje, y están pobladas por
personajes que esconden las obsesiones y frustraciones del autor: la conciencia de ser
diferente, la represión, la reivindicación de que cualquier tipo de amor es lícito… Todo ello
expresado simbólicamente.
3. Etapa de plenitud.
Es en los años treinta cuando Lorca consigue que su teatro guste definitivamente al
público, al que conquista con dos tragedias y dos dramas. En esta época también proyecta
otras obras que nunca escribiría. En todas estas obras tiene un puesto central la mujer, que
representa con su situación social el ser marginado y perseguido. Todas las piezas se presentan
en ambientes andaluces provincianos o rurales, cuya moral asfixiante precipita el destino
trágico de las protagonistas.
• Así sucede en Bodas de Sangre (1933), basada en un hecho real: una novia que huye
con su amante el mismo día de la boda. Se representa una pasión que desborda
barreras sociales y morales, pero que desemboca en la muerte.
• Yerma (1934) es el drama de la mujer condenada a la infecundidad, con todo su
alcance simbólico. También fue un gran éxito, pero sufríó el rechazo de los sectores
más conservadores de la sociedad.
• Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) presenta la espera inútil del
amor. Lorca se asoma a la situación de la mujer en la burguésía urbana, a la soltería
de las muchachas de provincias, condenadas a marchitarse como flores.
• La casa de Bernarda Alba (1936), que Lorca nunca vio representada, es un drama rural
en el que una pasión prohibida vuelve a chocar con las convenciones sociales. En este
caso Lorca coloca a cinco mujeres en una situación límite: el luto interminable, el
encierro y la oscuridad, se unen al autoritarismo de su madre (Bernarda). La falta de
libertad, la asfixia y las pasiones extreman los conflictos, que conducirán a un final
trágico.