Claves de la obra de Tirso de Molina: El Burlador de Sevilla
1. Justificación del contenido de la obra
La obra resulta entretenida porque aborda un tema atractivo para el público barroco: la honra. Presenta acciones que se representan con dinamismo e incluye el elemento macabro, lo que captaba el interés de los espectadores de la época.
2. Ruptura de las unidades dramáticas aristotélicas
El Burlador de Sevilla rompe con las tres unidades clásicas (acción, lugar y tiempo) propias del teatro neoclásico, una característica fundamental del teatro barroco español impulsado por Lope de Vega.
Acción (Ruptura de la unidad de acción)
La obra presenta varias líneas argumentales entrelazadas, en lugar de una única acción principal:
- Las sucesivas burlas de Don Juan a diferentes mujeres (Duquesa Isabela, Tisbea, Doña Ana de Ulloa, Aminta).
- Las intervenciones y decisiones del Rey para intentar restaurar el orden y la justicia.
- La trama de la venganza divina encarnada en la figura de Don Gonzalo de Ulloa (el Convidado de Piedra).
Lugar (Ruptura de la unidad de lugar)
La acción se desarrolla en diversos y variados lugares, rompiendo con la exigencia de un único escenario:
- Nápoles: Palacio Real, donde Don Juan burla a la Duquesa Isabela.
- Costas de Tarragona: Donde Don Juan, tras naufragar y huir, conoce y engaña a la pescadora Tisbea.
- Sevilla y sus alrededores: Escenario de la burla a Doña Ana de Ulloa, la muerte de Don Gonzalo, la burla a la campesina Aminta en su boda, y el desenlace final con el Convidado de Piedra en la iglesia.
Tiempo (Ruptura de la unidad de tiempo)
La trama no se limita a las veinticuatro horas que prescribía la norma clásica, sino que se extiende a lo largo de un período considerable, abarcando los viajes, las distintas peripecias de Don Juan y el desarrollo de las consecuencias de sus actos.
3. Mezcla de elementos trágicos y cómicos
En la obra se fusionan elementos trágicos con otros puramente cómicos, característico de la comedia nueva barroca.
Elementos cómicos
Principalmente aportados por el personaje del gracioso, Catalinón:
- Los ingeniosos y a veces cobardes diálogos de Catalinón, como cuando se refiere al Duque Octavio como «Capricornio» por sus cuernos metafóricos.
- Las expresiones coloquiales y exageradas de miedo de Catalinón (ej. «me cago de miedo»).
- Situaciones equívocas o irónicas, como cuando se cree momentáneamente que Don Juan ha muerto ahogado.
- En general, muchas de las intervenciones y apartes de Catalinón sirven para aliviar la tensión dramática.
Elementos trágicos
- Las burlas y la deshonra infligida a las mujeres por Don Juan.
- La muerte violenta de Don Gonzalo de Ulloa a manos de Don Juan.
- La aparición sobrenatural del Convidado de Piedra y la justicia divina.
- La condena eterna y la terrorífica muerte de Don Juan.
4. Resumen de los actos
Acto Primero
Se inicia con la burla de Don Juan a la Duquesa Isabela en el Palacio Real de Nápoles. Tras ser descubierto y huir, naufraga en las costas de Tarragona, donde engaña y deshonra a la pescadora Tisbea, prometiéndole matrimonio.
Acto Segundo
Don Juan llega a Sevilla. Intenta burlar a Doña Ana de Ulloa, hija del Comendador Don Gonzalo de Ulloa. Al ser sorprendido, Don Juan mata a Don Gonzalo. Posteriormente, el Rey concierta matrimonios para reparar las afrentas. Don Juan, junto a Catalinón, se dirige a Dos Hermanas, donde planea su siguiente engaño: la campesina Aminta, en vísperas de su boda con Batricio.
Acto Tercero
Se consuma la burla a la campesina Aminta, a quien Don Juan engaña con falsas promesas de matrimonio. De regreso a Sevilla, Don Juan se topa con el sepulcro de Don Gonzalo, se mofa de la estatua y la invita a cenar. La estatua acepta la invitación y, a su vez, convida a Don Juan a cenar en su capilla la noche siguiente. Don Juan acude a la cita macabra, donde el Convidado de Piedra lo arrastra al infierno, impartiendo justicia divina ante la falta de arrepentimiento del burlador.
5. Escritura en verso y decoro poético
La obra está íntegramente escrita en verso, utilizando una variedad de metros y estrofas (polimetría) característicos del teatro barroco. Se manifiesta el decoro poético: el lenguaje se adapta a la condición social y al estado anímico de los personajes. Por ejemplo, existe una clara distinción entre el lenguaje elevado del Duque Octavio y el de su criado Ripio; entre los lamentos líricos de Tisbea y el registro más popular o solemne del Rey. Este último, como máxima autoridad, utiliza un registro mucho más elevado y formal.
6. El tema de la honra
La honra y su pérdida o restauración es un tema capital en la obra y en la sociedad barroca. Se manifiesta principalmente a través de las mujeres, cuya honra (vinculada a la virginidad y la reputación) es mancillada por Don Juan. La reparación de la honra se busca tradicionalmente a través del matrimonio con el ofensor o mediante la venganza. En El Burlador de Sevilla, aunque se intentan soluciones terrenales (matrimonios concertados por el Rey), la reparación definitiva llega a través de la justicia divina, que castiga a Don Juan y, simbólicamente, restaura el orden moral y la honra de sus víctimas.
7. Personajes principales (Importante)
- Rey de Castilla (y Rey de Nápoles): Representa la máxima autoridad terrenal. Es el encargado de impartir justicia y restablecer el orden social, aunque sus esfuerzos se ven a menudo superados por las acciones de Don Juan y la lentitud de la justicia humana.
- Don Juan Tenorio (noble poderoso): Protagonista y arquetipo del burlador y seductor. Joven noble que abusa de su posición social, su atractivo y su ingenio para engañar a las mujeres y desafiar las normas sociales y divinas. Su lema es «Tan largo me lo fiais».
- Gaseno (villano rico): Padre de Aminta. Representa al labrador rico (villano en el sentido de habitante de una villa, no de malvado) para quien la honra de su familia, y en particular de su hija, es lo más importante.
- Catalinón (gracioso): Criado de Don Juan. Cumple la función del «gracioso» del teatro barroco: aporta el contrapunto cómico, sirve de confidente a su amo, y a menudo expresa la voz de la prudencia o el temor popular, intentando (sin éxito) disuadir a Don Juan de sus fechorías. Sus diálogos y apartes alivian la tensión dramática.
La Poesía Barroca
Temas Fundamentales
Los temas centrales de la poesía barroca española giran en torno al desengaño vital y la obsesión por la fugacidad del tiempo y la omnipresencia de la muerte.
El Desengaño
El mundo se contempla como un gran teatro (theatrum mundi) donde todo es apariencia, ilusión o sueño. Tomar conciencia de esta inestabilidad y falsedad de las apariencias lleva al desengaño. Este sentimiento genera una profunda visión pesimista de la vida humana y suscita la burla, la sátira y la crítica de casi todo lo considerado serio o estable.
La Muerte y la Fugacidad del Tiempo
La vida se percibe como un presente inestable y efímero, un camino hacia la muerte, que acompaña al ser humano constantemente. Se revitalizan tópicos clásicos como Tempus fugit (el tiempo huye velozmente), Carpe diem (aprovecha el momento presente, aunque con un matiz de urgencia ante la muerte) y Memento mori (recuerda que has de morir).
Clasificación de la Poesía Barroca
- Poesía filosófica y moral: Reflexiona sobre la realidad y las apariencias, el desengaño, la vanidad de las cosas mundanas, la fugacidad de la vida y la certidumbre de la muerte. Estos asuntos suelen generar un tono grave y pesimista.
- Poesía religiosa: Escrita desde una perspectiva cristiana, a menudo atormentada por el pecado o anhelante de la unión con Dios. Deposita la esperanza de felicidad en la vida eterna. El amor a Dios, el arrepentimiento y la figura de Cristo son motivos frecuentes.
- Poesía amorosa: Continúa, en gran medida, los patrones temáticos y formales del petrarquismo renacentista, pero con una mayor intensidad expresiva y a menudo con un enfoque en el sufrimiento, la contradicción y el desengaño amoroso. Se acentúa la obsesión por el paso del tiempo y su efecto destructor sobre la belleza y el amor.
- Poesía satírica y burlesca: Enfoca de forma crítica, irónica o humorística todo tipo de asuntos, incluyendo aquellos tratados en los géneros poéticos “serios”. Critica vicios, costumbres, oficios, tipos humanos (el médico, el hidalgo pobre, la vieja alcahueta), personajes concretos y valores sociales.
Características Formales
La poesía barroca busca la originalidad y la intensidad expresiva a través de la complejidad formal.
Las formas métricas más habituales son la silva (combinación libre de versos heptasílabos y endecasílabos) y el soneto (catorce versos endecasílabos distribuidos en dos cuartetos y dos tercetos). También son muy cultivados los romances (de carácter narrativo o lírico) y las letrillas (poemas breves con un estribillo que se repite).
Se emplean abundantemente y de forma exacerbada los recursos literarios. Destaca la concepción del mundo como un juego de opuestos y contrastes (luz-sombra, apariencia-realidad, juventud-vejez, vida-muerte), lo que se refleja en el uso frecuente de antítesis, paradojas, oxímoron. Son comunes los cultismos (palabras tomadas del latín o griego), los hipérbatos (alteración del orden lógico de la frase), las metáforas audaces y las hipérboles, buscando siempre una intensificación expresiva y la sorpresa del lector.
Culteranismo y Conceptismo
Son dos tendencias estilísticas principales dentro del Barroco, aunque no siempre opuestas y a menudo interrelacionadas.
Culteranismo
También llamado gongorismo (por su máximo exponente, Luis de Góngora). Prioriza la forma sobre el fondo (el contenido). Busca la belleza formal y la creación de un mundo de arte a través de un lenguaje sensorial, colorista y musical, lleno de cultismos léxicos y sintácticos, alusiones mitológicas, metáforas e imágenes complejas, y violentos hipérbatos. Su objetivo es impresionar los sentidos y la inteligencia del lector culto.
Conceptismo
Su máximo representante es Francisco de Quevedo. Prioriza el fondo (el concepto, la idea ingeniosa) sobre la forma, aunque sin descuidarla. Busca la concisión, la densidad de significado y la agudeza expresiva mediante juegos de palabras (dilogías, paronomasias), antítesis, paradojas, elipsis, laconismos y metáforas ingeniosas. Apela más al intelecto que a los sentidos.
Nota: Ambos estilos pueden ser empleados por un mismo autor (Lope de Vega, por ejemplo, utiliza rasgos de ambos) o aparecer en una misma obra. Los dos están destinados a un lector culto, activo y capaz de descifrar y apreciar su complejidad y artificio.
Principales Autores y Obras Poéticas
Lope de Vega (1562-1635)
Conocido principalmente como dramaturgo, Lope de Vega fue también un prolífico y extraordinario poeta. En su vasta obra poética, cultivó:
- Poesía lírica: Recogida en obras como Rimas, Rimas sacras, La Filomena, La Circe. Aborda temas amorosos (siguiendo la tradición petrarquista pero con un tono más personal y vital), religiosos (con sincera devoción), morales y pastoriles.
- Romances: Fue un maestro del género, escribiendo romances de diversa temática: amorosos, pastoriles, moriscos, históricos y autobiográficos. Muchos de ellos se incluyeron en sus obras teatrales.
- Poesía épica y narrativa: Como La Dragontea (sobre el pirata Drake) o Isidro (poema hagiográfico).
Luis de Góngora y Argote (1561-1627)
Máximo exponente del culteranismo. Su obra poética se suele dividir en poemas de arte menor (más sencillos y populares) y de arte mayor (más complejos y culteranos).
Poemas de arte menor
- Destacan sus romances (amorosos, de cautivos, históricos, moriscos, pastoriles, burlescos) y letrillas (satíricas y líricas, como la famosa «Ándeme yo caliente y ríase la gente»).
- Fábula de Píramo y Tisbe (escrita en romance, es una parodia burlesca del mito clásico).
Poemas de arte mayor
Sonetos
Compuso más de 160 sonetos de carácter muy variado: amorosos (con ecos petrarquistas pero con su sello personal), de circunstancias (dedicados a personajes, ciudades, etc.), heroicos, mitológicos, morales, religiosos y satíricos. Muchos de ellos son de gran perfección formal y complejidad conceptual.
Soledades
Largo y ambicioso poema descriptivo-narrativo compuesto en silvas. Góngora planeó cuatro secciones o «soledades» (Soledad de los campos, Soledad de las riberas, Soledad de las selvas, Soledad del yermo), pero solo completó la Soledad Primera y parte de la Soledad Segunda. Es una obra cumbre del culteranismo, caracterizada por su lenguaje hermético, su exuberancia descriptiva y su compleja sintaxis.
Fábula de Polifemo y Galatea
Extenso poema mitológico (63 octavas reales) que narra los amores del cíclope Polifemo por la ninfa Galatea, quien a su vez ama al pastor Acis. Recrea el mito ovidiano con un lenguaje culterano de extrema belleza y artificiosidad. Polifemo, celoso, mata a Acis arrojándole una peña, y la sangre del joven se transforma en un río.
Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645)
Máximo representante del conceptismo. Su obra poética es vasta y diversa, abarcando múltiples temas y tonos.
Poesía moral y filosófica
Quevedo reflexiona con hondo pesimismo sobre la fugacidad de la vida, la decadencia de España y de todo lo humano, y la presencia constante e ineludible de la muerte. El tono que domina este tipo de composiciones es grave, desengañado y melancólico. Destacan sonetos como «Miré los muros de la patria mía» o «¡Ah de la vida!… ¿Nadie me responde?».
Poesía amorosa
Expresada fundamentalmente en sonetos (como el famoso «Amor constante más allá de la muerte»), pero también en romances y canciones. Quevedo recoge los tópicos amorosos del petrarquismo (el amor como servicio, la belleza idealizada de la amada, el sufrimiento gozoso), pero los trata con una intensidad, una originalidad y una profundidad conceptual propias del conceptismo, explorando las contradicciones del sentimiento amoroso.
Poesía satírica y burlesca
Es una de las facetas más conocidas y celebradas de Quevedo. Compuesta por sonetos, romances, letrillas y otros metros. Destaca por su agudeza conceptual, su ingenio verbal y su humor corrosivo al criticar con dureza vicios, defectos físicos y morales, costumbres de la época, personajes (sastres, médicos, escribanos, viejas), grupos sociales (hidalgos empobrecidos) y usos literarios (como el culteranismo de Góngora, con quien mantuvo una célebre enemistad literaria).