Cuales son las apariencias de la casa Hipocresía: mundo de las falsas apariencias. 4. Temor, odio y envidia … De Bernarda Alba

Temas principales y secundarios en La casa de Bernarda Alba

Este es uno de los motivos recurrentes en la obra: la preocupación por la opinión ajena, el temor a la murmuración, el deseo de aparentar lo que no se es…  Todo ello enmascara la realidad.  Simbólicamente, la preocupación por las apariencias se concreta en una obsesión por la limpieza que caracteriza a Bernarda ya en las escenas del duelo: Debías haber procurado que todo esto estuviera más limpio para recibir al duelo, dirá la Criada. El miedo a la murmuración es una constante en la vida del pueblo y marca la conducta de Bernarda, que teme lo que puedan decir las vecinas.  El mundo de las falsas apariencias y de la hipocresía afecta, sobre todo, a Bernarda y a Martirio, cuya falsedad es rasgo carácterístico de su carácter.  Tras el suicidio de Adela, la obsesión de Bernarda llega al extremo: ¡Mi hija ha muerto virgen! ¡Llevadla a su cuarto y vestidla como si fuera una doncella! ¡Nadie dirá nada! ¡Ella ha muerto virgen!Las relaciones humanas están dominadas por el odio y la envidia:
A Bernarda la odian las criadas y los vecinos, es un personaje detestado; Angustias es odiada y envidiada por sus hermanas; Martirio acusa a Adela por celos, envidia y odio. Las mujeres viven encerradas en un mundo inhóspito y salvaje: los deseos de amar y de ser libres y la imposibilidad de alcanzarlos, impulsan a las hijas de Bernarda a alimentar fuertes sentimientos de odio y envidia. Otros subtemas ponen en evidencia las lacras de la España rural de la época.
Lorca denuncia la sociedad española reflejada en “La casa de Bernarda
Alba”. Lorca pone de manifiesto las tensiones de la sociedad de su época, muestra la injusticia y las diferencias sociales, la conciencia y orgullo de clase, y la crueldad que preside las relaciones humanas. Plantea una jerarquía social muy definida, desde lo más elevado (Bernarda y su familia) hasta la miseria absoluta, la degradación social, la injusticia humana, representadas por la Mendiga: en primer lugar Bernarda (riqueza), en segundo la Poncia, en tercero la Criada y por último la Mendiga (Miseria).  La desigualdad afecta, incluso, a la hija de Bernarda, puesto que sólo Angustias heredará una cantidad considerable de su padre, no así sus hermanas. Las relaciones humanas están jerarquizadas y teñidas de crueldad y mezquindad con los que ocupan estratos inferionres. Bernarda es codiciosa y ruin, incapaz de cualquier impulso de generosidad. Pero no sólo ella es así. También la Criada se mostrará mezquina con la Mendiga. Cada personaje tiende a humillar al que se sitúa en el estrato inferior de la pirámide social. Aunque la Poncia no humilla a la criada, mantiene las distancias y la trata desde cierta posición superior. La criada será tratada de forma humillante por Bernarda: Menos gritos y más obras(…).


Poncia también será humillada por Bernarda, quien le recordará sus orígenes, sus obligaciones y la distancia social entre ellas. Las alusiones a este clasismo son más abundantes en el primer acto. Más adelante el autor se centra en las relaciones humanas

La pregunta que queda siempre tras la visión del conjunto del teatro lorquiano es: ¿por qué prefiere siempre protagonistas femeninos?  Se debe a que quizá con los personajes femeninos puede expresarse más evidentemente la frustración humana: la mujer, reducida a determinados papeles no siempre liberadores ni gratificantes dentro de la sociedad, tiene menos recursos que el hombre para luchar por su propia felicidad. Si se sale de esas funciones (novia-madre-esposa), queda señalada por la sociedad como una fracasada y como algo inútil y despreciable. Lorca refleja con crudeza la marginación de la mujer en la sociedad de su época. Para mostrar esta marginación enfrenta dos modelos extremos de comportamiento femenino: el basado en una moral relajada y el basado en un determinado concepto de la decencia. Las mujeres del primer grupo llevan una vida de aparente libertad, pues viven al margen de la sociedad y so condenadas moral e, incluso, físicamente por la opinión del pueblo. El comportamiento basado en la decencia implica una sumisión a las normas sociales que discriminan salvajemente a la mujer en beneficio del hombre, que puede hacer cuanto le venga en gana. El hombre, según la visión que de él da la obra, es un ser deseado y necesario para la felicidad, está dotado de gran fuerza pero es amigo de la violencia. Su instinto le inclina al amor y al erotismo, normalmente con la mujer ajena, no con la propia. El hombre, en resumen, somete a la mujer en el matrimonio, la encarga del cuidado del hogar, se desentiende y se marcha a la taberna. Bernarda impone a sus hijas un comportamiento muy estricto, como corresponde a mujeres y de un nivel económico acomodado: “Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles.” El trabajo de hombres y mujeres está claramente diferenciado: los primeros en el campo; las segundas en su casa, enclaustradas. Hombres y mujeres tampoco son iguales ante la ley. En el campo del amor, la mujer ha de reprimir sus impulsos; el hombre puede mantener cualquier relación. Se evidencia también la sumisión familiar de la mujer al varón. Bernarda:”No le debes preguntar. Y cuando te cases, menos. Habla si él habla y míralo cuando te mire. Así no tendrás disgustos”.La honra familiar, como en las obras del s. XVII, se vincula al comportamiento de la mujer, su depositaria, de la que se exige una imagen pública inmaculada. Por eso Bernarda le recrimina a Angustias que mire a los hombres durante el funeral. Por eso también Poncia aconseja a Adela que deje sus amoríos con el Romano.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *