El Teatro Español Durante la Posguerra
La Guerra Civil interrumpió la brillante trayectoria del teatro español, dejando en la posguerra un teatro algo maltrecho. La obra teatral de la posguerra se puede dividir en tres etapas principales:
Primera Etapa (Años 40 – Principios de los 50): Comedia y Existencialismo
Durante la posguerra más inmediata, de los años 40 a comienzos de los 50, los subgéneros imperantes fueron la comedia del disparate y el teatro existencialista.
La Comedia del Disparate
La llamada “comedia del disparate” se había originado con anterioridad a la Guerra Civil. Protagonizada por dramaturgos como Jardiel Poncela o Miguel Mihura, busca evadirse de la realidad con un teatro de humor absurdo.
- Enrique Jardiel Poncela: En su intento de «renovar la risa», incorporó lo absurdo a su teatro, lo cual no tuvo una gran aceptación por parte del público. Esto lo forzó en numerosas ocasiones a hacer concesiones. Destaca Eloísa está debajo de un almendro (1940).
- Miguel Mihura: Su obra comienza con una etapa de rechazo del realismo, a la que pertenece su obra más destacada: Tres sombreros de copa (1932). Fue publicada, sin embargo, en los años 50, fecha en la que comienza a encaminarse hacia un teatro más burgués y tradicional, en el que destaca, entre otras obras, Melocotón en almíbar (1958).
Segunda Etapa (Mediados de los 50 – Mediados de los 60): Teatro Crítico y Social
Posteriormente aparecerá, a mediados de los 50 hasta mediados de los 60, un teatro crítico, de testimonio social y existencialista, como el de Antonio Buero Vallejo o Alfonso Sastre.
- Antonio Buero Vallejo: El dramaturgo más relevante de la posguerra, publicó Historia de una escalera (1949). Junto con Escuadra hacia la muerte (1953) de Sastre, estas obras abren paso a un teatro comprometido en el que se denunciarán las injusticias del régimen franquista y se tratarán cuestiones existenciales.
- Alfonso Sastre: En su teatro son comunes temas como la libertad, la opresión o el poder. Cabe mencionar también su preocupación por lo formal y lo estructural.
Sin embargo, en su crítica, Buero y Sastre mantenían posiciones diferentes. El primero era partidario del “posibilismo”, adaptándose a lo permitido por el régimen para evitar la censura y salir a la luz. Por otro lado, Sastre creía en la lucha revolucionaria, e intentó publicar un teatro más extremista y radical que muchas veces no pudo ser representado. Hacia 1955, iniciarán un teatro social, paralelo a lo que sucede por entonces en otros géneros.
Tercera Etapa (Años 70): Teatro Experimental
Finalmente, durante los años 70, surge el teatro experimental, en el que destacan sobre todo Fernando Arrabal y Francisco Nieva, cobrando relevancia también las compañías de teatro independientes.
Antonio Buero Vallejo: Figura Central del Teatro de Posguerra
Claves Ideológicas: Compromiso Social y Ético
Natural de Guadalajara, Antonio Buero Vallejo se alistó en el ejército republicano, por lo que fue condenado a muerte tras la guerra. Sin embargo, se le conmutó la pena por treinta años de cárcel. En 1947 fue indultado, y dos años más tarde obtuvo el premio Lope de Vega con Historia de una escalera. Durante su trayectoria, criticaría al régimen desde el posibilismo, lo que le permitiría publicar muchas de sus obras esquivando la censura. En 1971 fue elegido miembro de la Real Academia Española y en 1986 recibió el Premio Cervantes.
Las obras de Buero Vallejo analizan la sociedad española con todas sus injusticias, mentiras y violencias; giran en torno al anhelo de realización humana y a sus dolorosas limitaciones: la búsqueda de la felicidad, de la verdad, de la libertad, se ve obstaculizada por las limitaciones personales o por un mundo casi siempre asfixiante.
Las obras se desarrollan en dos planos:
- Plano existencial: Meditación sobre el sentido de la vida, sobre la condición humana, en la que se entretejen ilusiones, fracasos, soledad… Esta meditación se halla siempre en contextos muy concretos.
- Plano social y político: Denuncia de iniquidades e injusticias concretas que atañen a la estructura de la sociedad, a las formas de explotación, o a los mecanismos de un poder opresivo.
A través de sus obras, Buero defiende la dignidad humana, tratando temas como la libertad o la esperanza, y critica las situaciones de opresión o intolerancia. Para ello, en su teatro las experiencias personales de los personajes simbolizan la búsqueda de la verdad por parte de un personaje, en lucha con las limitaciones propias o impuestas. La purificación final (“catarsis”) debe provocar la duda y la inquietud en el espectador, lanzar acaso un interrogante, por medio de un final abierto por el que se filtra, en ocasiones, una esperanza de cambio. Ejemplo de ello es La Fundación (1974), obra en la que invita a escapar de las “fundaciones” o cárceles que limitan nuestra libertad.
En su teatro encontramos personajes complejos que evolucionan a lo largo de la obra. Toman actitudes contrarias, permitiendo al espectador tomar partido por uno de ellos. Dejando de lado los personajes “buenos y malos”, ofrece individuos “activos” y “contemplativos”. Los primeros carecen de remordimientos y harán lo necesario para conseguir lo que quieran. Los segundos, que sueñan con algo imposible, viven condenados al fracaso.
Claves Estéticas: Simbolismo y Experimentación Dramática
El teatro de Buero Vallejo está impregnado del llamado “realismo simbólico”, pues los numerosos símbolos están ligados con el realismo. Así, consigue hacer alusiones indirectas para evitar la censura, hablar del plano existencial (la altura en Historia de una escalera representa el éxito) o para tratar su conflicto predilecto: la búsqueda por parte del individuo de la libertad, en contra de sus limitaciones (muchas veces taras físicas o psicológicas, como la locura de Tomás en La Fundación).
Otro símbolo de gran relevancia en la obra dramática de Buero es el contraste de luz y oscuridad. La primera simboliza la verdad, mientras que la segunda encarna aquello que nos aleja de ser libres. Es por ello que el espacio teatral (la escalera en Historia de una escalera, el sótano de El tragaluz, o la cárcel de La Fundación) suele ser desagradable y algo tenebroso. El juego con las luces también le permite desarrollar múltiples acciones en el escenario, a veces de manera simultánea.
La obra de Buero Vallejo supone una ruptura con el teatro burgués, que evade la realidad española. Y no lo hace sólo en el género y la temática, también destaca el efecto de inmersión. Con este recurso, Buero pretende presentar al espectador la realidad tal y como la vive el personaje, desde el punto de vista de este. De esta forma, podrá identificarse con él de manera mucho más eficaz. En lo formal, cabe resaltar el nivel de detalle de las acotaciones, que describen minuciosamente los escenarios, los gestos, los movimientos y las actitudes de los personajes. También se detallan las explicaciones sobre los efectos especiales, haciendo que sus guiones sean realmente visuales al ser leídos.
Sus dramas se pueden dividir en tres etapas:
- Una primera de teatro existencial, ofreciendo una visión pesimista de la realidad.
- Otra segunda etapa social, en la que se refleja cómo los actos individuales afectan al mundo que lo rodea, denunciando la mentira, la corrupción…
- Una última etapa de experimentación, en la que se desarrolla su renovación formal.