La poesía social
Esta nueva tendencia es una evolución de la poesía desarraigada, practicada en la década anterior, que viene dada por la incorporación de la dimensión colectiva: el poeta evoluciona del yo al nosotros.
Vicente Aleixandre, el maestro del 27, impulsa este cambio con su obra Historia del corazón (1954) y con su rotunda afirmación acerca de la finalidad del género poético, en su conocida máxima “Poesía es comunicación”. Como otras obras inaugurales de los poetas de esta generación, destacan Pido la paz y la palabra (1955) de Blas de Otero y Cantos íberos (1955) de Gabriel Celaya. En la primera, el poeta reivindica la libertad de expresión a la vez que la convivencia fraterna; hay un deseo de superar las heridas de la guerra, a pesar de la visión desconsolada y amarga de nuestra historia.
Rasgos característicos de la poesía social
- El poeta trata de llegar “A la inmensa mayoría” (según título de Otero) para denunciar las injusticias y transformar la sociedad; se considera portavoz de la ciudadanía, de la calle.
- El lenguaje es claro, directo y va a lo esencial: no hay excesivos adornos sin figuras literarias y se emplea frecuentemente el tono coloquial.
- En métrica, se prefiere el verso libre.
- Ya no interesan los problemas íntimos o existenciales; los temas son la solidaridad con obreros y campesinos, la represión política y la lucha por la libertad, la paz. En definitiva, prevalece la preocupación por España.
La Generación del 50
Consolidada ya la tendencia hacia 1955, la nueva función social de la poesía marcará la trayectoria artística de la “Generación del 50”, que emerge en este momento. Sus poetas, nacidos entre 1925 y 1938, llegarán a su apogeo en los 60: ya no están marcados por la Guerra Civil, puesto que la vivieron en su infancia, son amigos y se agrupan en los núcleos urbanos de Madrid y Barcelona. Tienen un claro enfoque político y, como ya se ha dicho, una preocupación por España más obsesiva aún que en los noventayochistas. Se toman como referentes a Antonio Machado y Miguel Hernández. Integran esta Generación los siguientes:
- Blas de Otero: cuyas obras representativas de esta fase son la ya citada Pido la paz y la palabra (1955), En castellano (1959) y Que trata de España (1964), en las que renace una mezcla de amor, rechazo y esperanza, y donde se apuesta optimistamente por un futuro mejor, conducido desde la solidaridad.
- Gabriel Celaya (vasco, 1911- 1991): Cantos íberos (1955).
- Ángel González (asturiano, 1925- 2008): evoluciona desde Sin esperanza, con convencimiento (1961) hasta el volumen antológico Palabra sobre palabra.
- José Ángel Valente (gallego, 1929-2000): va derivando hacia una poesía intelectual, cada vez más hermética, como La memoria y los signos (1966).
- José Agustín Goytisolo (catalán, 1928-1990), con la antología Palabras para Julia y otras canciones.
- Jaime Gil de Biedma (catalán, 1929-1990), de gran influencia en las generaciones posteriores, mezcla el tono confidencial y la base autobiográfica, en sus poemarios de claro compromiso social como Compañeros de viaje (1959) y Moralidades (1966) en los que usa un tono de denuncia contra la hipocresía burguesa de la España franquista.
- Claudio Rodríguez (zamorano, 1934-1999), autor de Don de la ebriedad (1953) con el que gana el premio Adonais con solo 18 años y que impresiona a V. Aleixandre, muy celebrado por la crítica.
El conjunto de obras de estos autores posibilita la renovación de la poesía española en esta década: potencian el discurso conversacional y antirretórico.
La poesía de los 70: los “novísimos”
Se denomina ”poetas de los 70” o “promoción del 68” a un grupo de autores nacidos entre 1938 y 1950 que, aprovechando en parte el camino abierto por la generación anterior, van a renovar radicalmente la poesía española. Al comenzar esta década, en España ha surgido una clase media fuerte, y ya están en la universidad promociones de jóvenes que no han vivido la Guerra Civil; en su formación han influido los medios de comunicación, el cine, los tebeos o la música pop. Una antología les sirve como carta de presentación: Nueve novísimos poetas españoles (publicada en 1970 por J. M. Castellet); entre estos nueve destacan: Pere Gimferrer, Guillermo Carnero y Leopoldo Mª Panero. Afines a estos son Luis Alberto de Cuenca, Antonio Colinas y Luis Antonio de Villena. Como rasgos cohesionadores, presentan los siguientes:
- Influencias: rechazan la tradición española, con las excepciones de Aleixandre, Cernuda y Gil de Biedma. Sus referentes son los surrealistas franceses, los anglosajones T.S. Eliot y Ezra Pound y el griego Constantin Cavafis.
- Tono y actitud del yo lírico: oscila entre la frivolidad, a veces provocadora, y la seriedad. Adoptan un esteticismo heredado de las vanguardias: no se trata de transmitir ideas o sentimientos, sino de experimentar con el lenguaje en busca de una creación formalmente bella y autónoma.
- Temas: rehúyen el realismo y suelen limitarse a jugar con motivos heterogéneos, procedentes unos de la cultura clásica y otros de la popular: la mitología clásica unida a los mitos del cine y de la música; Venecia o Versalles junto a los personajes de tebeos, referentes de la sociedad consumista.
- Lenguaje: utilizan recursos vanguardistas que rompen con la lógica habitual, como las imágenes irracionales, las enumeraciones caóticas, los juegos tipográficos, las mezclas de fragmentos heterogéneos (collage con citas literarias, musicales, publicitarias); en la métrica practican el verso libre, generalmente extenso.
La poesía desde los años 80
Desde finales de los 70, los planteamientos de la poesía se han diversificado mucho. Como tendencias principales, resaltaremos:
- La vuelta al surrealismo (Blanca Andreu).
- El neobarroquismo (Antonio Carvajal).
- El clasicismo (Jaime Siles).
- El culturalismo, con rasgos modernistas (Antonio Colinas).
- La poesía del silencio o minimalista, en la línea de la poesía pura (Julia Castillo, Andrés Sánchez Robayna).
Con los años, la mayoría evoluciona hacia una poesía de la experiencia, con cierto coloquialismo expresivo y contenidos de corte cotidiano. Paralelamente, conviven con una nueva tendencia en la que se dota a los poemas de cierta narratividad (es decir, se parte de una anécdota o se desarrolla una suerte de historia). Sus autores más destacados son Luis García Montero y Carlos Marzal. En su difusión, desempeñan un papel importante las editoriales Hiperión y Visor.
La Generación del 99
Finalmente, en la transición del siglo XX al XXI, apenas tenemos suficiente perspectiva para designar a autores y obras consagradas: los nombres más recientes se recogen en la antología La Generación del 99 (1999) de J.L. García Martín y se aglutinan por el componente más simbólico o metafísico del poema.