El Realismo y el Naturalismo: La Novela, la Poesía y el Teatro en la Segunda Mitad del Siglo XIX
Durante la segunda mitad del siglo XIX, la literatura española recibió fuertes influencias europeas, especialmente de Francia e Inglaterra. Hacia 1870, se consolidó en España la estética realista, que, aunque influyó en todos los géneros literarios, tuvo mayor relevancia en la prosa, principalmente en la novela y el cuento. Aunque el realismo dominó la narrativa en el último cuarto del siglo, algunos autores, como Ros de Olano, mantuvieron rasgos románticos tardíos. En cambio, en la poesía y el teatro, el romanticismo siguió teniendo peso, aunque también se introdujeron elementos realistas.
El Realismo en España
El realismo español se nutrió de dos vertientes: una europea, con autores como Stendhal, Balzac, Flaubert (con Madame Bovary), Dickens y Dostoievski; y otra autóctona, representada por las novelas de costumbres de Mesonero Romanos, Estébanez Calderón y Fernán Caballero (La Gaviota). Este movimiento buscaba reflejar la realidad de manera fidedigna, utilizando técnicas como el narrador omnisciente y descripciones detalladas. Además, el realismo tuvo un propósito didáctico, defendido por autores como Galdós.
La narrativa realista en España se dividió en dos corrientes según la ideología del autor. Por un lado, el realismo conservador (Alarcón, Pereda) idealizaba personajes y ambientes, como el mundo rural en Peñas arriba. Por otro, el realismo liberal tuvo mayor éxito y repercusión, con un enfoque más crítico hacia lo social y político. Destacan Leopoldo Alas «Clarín» (La Regenta), Benito Pérez Galdós (Fortunata y Jacinta) y Emilia Pardo Bazán (Los pazos de Ulloa). Juan Valera, aunque liberal, optó por un estilo más idealizador, como en Pepita Jiménez.
El Naturalismo
Hacia 1880, surgió el naturalismo, una variante del realismo que enfatizaba el estudio científico de la sociedad, mostrando sus aspectos más crudos. Autores como Pardo Bazán (en La cuestión palpitante) y Blasco Ibáñez (La barraca) exploraron esta corriente, mientras que otros, como Sawa y López Bago, representaron un naturalismo de segunda línea.
La Poesía y el Teatro
En poesía, se depuró el sentimentalismo romántico, destacando Bécquer y Rosalía de Castro. También surgió una poesía realista, con autores como Campoamor y Núñez de Arce, que abordaba temas cotidianos y avances científicos. En el teatro, aunque hubo obras realistas y naturalistas (como Juan José de Dicenta), predominó el melodrama posromántico, con José de Echegaray como máximo exponente.
En conclusión, la segunda mitad del siglo XIX fue un periodo de agitación política en España, marcado por la Restauración y el posterior desastre del 98, que aceleró la decadencia del imperio español. La literatura de esta época reflejó estas tensiones, combinando tradición y modernidad en un contexto de transformación social.
Las Vanguardias en Europa, España e Hispanoamérica
La Primera Guerra Mundial trajo consigo una profunda crisis económica en Europa y el ascenso de regímenes totalitarios como el fascismo y el nazismo. España, aunque se mantuvo neutral en el conflicto, no pudo evitar las consecuencias sociales del empobrecimiento generalizado, que desembocaron en la huelga general de 1917. Este hecho marcó el fin del sistema de turnos políticos. La posterior dictadura de Primo de Rivera intentó sin éxito estabilizar el país, lo que finalmente condujo al establecimiento de la Segunda República en 1931. Paralelamente, en el ámbito cultural, este periodo conocido como la Edad de Plata de la literatura española vio florecer tres movimientos fundamentales: el novecentismo, las vanguardias y la Generación del 27.
Vanguardias Europeas
Las vanguardias europeas surgieron como un movimiento rupturista que rechazaba el arte decimonónico. Entre sus principales manifestaciones destacaron:
- Expresionismo: con su visión distorsionada de la realidad, como en La metamorfosis de Kafka.
- Futurismo: que exaltaba la modernidad y la violencia.
- Cubismo: con su fragmentación de la perspectiva.
- Dadaísmo: que celebraba el absurdo.
- Surrealismo: que exploraba el subconsciente a través de técnicas como la escritura automática.
Estos movimientos compartían un espíritu provocador y experimental que buscaba transformar radicalmente el arte.
Vanguardias en España
En España, las vanguardias llegaron con fuerza durante la década de 1920 a través de diversas vías. Revistas como Ultra y La Revista de Occidente, las tertulias literarias y los viajes de artistas a París facilitaron su difusión. Figuras como Ramón Gómez de la Serna, con sus ingeniosas greguerías, y Vicente Huidobro, impulsor del creacionismo, fueron esenciales en este proceso. El ultraísmo, aunque efímero, sirvió de puente para adaptar las innovaciones europeas al contexto español. Posteriormente, el surrealismo caló profundamente en poetas como Juan Larrea, introduciendo temas como la libertad, los sueños y la crítica social.
Vanguardias en Hispanoamérica
El impacto de las vanguardias traspasó fronteras y llegó a Hispanoamérica, donde adquirieron características propias. El surrealismo influyó en autores como César Vallejo y Octavio Paz, mientras que el realismo mágico de García Márquez y Cortázar combinó lo fantástico con lo cotidiano. Estas corrientes demostraron la capacidad de la literatura para reinventarse y responder a los cambios sociales y políticos del convulso siglo XX, dejando un legado que sigue vigente en la creación artística contemporánea.