Explorando la Poesía de Miguel Hernández: Temas y Estilos

Contexto 27/36

Miguel Hernández es un poeta de transición entre dos generaciones, la del 27 y la del 36, de las cuales tomará rasgos a lo largo de su evolución. La generación del 27 está formada por amigos que vivieron experiencias comunes, como el tercer centenario de la muerte de Góngora, al que acudieron Rafael Alberti y Federico García Lorca. También se incluyó a Vicente Aleixandre y Luis Cernuda. En la Generación del 27 se presenta un arte puro, sin emociones e intelectual. Estas características las vemos en Perito en lunas, obra en la que Miguel Hernández usa la metáfora y el léxico difícil para mostrar una poesía pura que aparenta ser adivinanzas sobre objetos conocidos, como por ejemplo, “El huevo”. La principal característica de esta generación es el equilibrio entre polos: entre intelectual y sentimental, entre español y universal, entre lo minoritario y la “compañía”, porque hay una evolución del “yo” al “nosotros”. Esta evolución pasa por tres etapas: hasta 1927 es el inicio, en el que hay influencia de las vanguardias y de Juan Ramón, que les lleva a la poesía pura por medio de la metáfora. También hay deseo de perfección e interés por Góngora. Hasta la Guerra Civil, Góngora marca la cima, se inicia una rehumanización al mismo tiempo que aparece el surrealismo. En esta época se muestran temas como el amor y los problemas existenciales. La última etapa empieza tras la guerra y la muerte de Lorca; en esta etapa, los poetas se separan por el exilio. La evolución de esta generación se ve en la obra El rayo que no cesa, porque están presentes los temas: amor, vida y muerte. También en El viento del pueblo, en la que se muestra una “poesía de urgencia” debido a la Guerra Civil, al igual que en El hombre acecha, pero en esta obra se muestra la crueldad de la guerra. Su última obra es Cancionero y romancero de ausencias, en la que se ven las tres heridas de Miguel Hernández: el amor, la vida y la muerte. Miguel Hernández también muestra características de la generación del 36, sobre todo en el uso del soneto en El rayo que no cesa y los temas humanos tradicionales. Esta generación es a la que pertenece por edad, junto a Juan Panero, Leopoldo Panero, etc. Estos prefieren la sencillez de Garcilaso en lugar de la dificultad de Góngora; esta sencillez la vemos en Viento del pueblo, debido a que escribe poesía para recitarla a los soldados.

Obras y Símbolos

Miguel Hernández nació en Orihuela, en una familia modesta. Desde niño mostró interés por aprender y desarrolló su capacidad para la poesía. Tras su primer viaje a Madrid, redacta Perito en lunas (1933); en esta obra se muestra una poesía pura, sin expresar sentimientos. Influenciado por Góngora, usa 42 octavas reales para conseguir belleza en la forma. Además, el uso de la metáfora y el léxico difícil convierte sus poemas en adivinanzas sobre objetos conocidos, como por ejemplo, “El huevo”. También hay presencia de elementos de la naturaleza como símbolos, por ejemplo, la higuera, que representa lo masculino. En esta obra se ve la «deshumanización del arte» de la Generación del 27. Tras esta publicación, comienza su relación con Josefina Manresa y vuelve a Madrid, donde se junta con intelectuales importantes como Vicente Aleixandre y Pablo Neruda. Tras estos acontecimientos, publicó El rayo que no cesa (1935), donde abandona la poesía pura y trata temas humanos, como la muerte y el amor. El tema central es el amor imposible y doloroso, influenciado por Petrarca y basado en su vida. También se ve la insatisfacción por el amor físico, al que se refiere usando símbolos cortantes como el rayo y, además, usa otros como el toro, que representa lo masculino y la pena. También usa la naturaleza para mostrar su estado de ánimo. Las tres heridas están presentes, pero sobre todo, la muerte en la Elegía de Ramón Sije, su gran amigo. Tras una crisis amorosa y el inicio de la Guerra Civil, publica su siguiente obra Viento del pueblo (1937); en ella usa un lenguaje claro debido a que escribe poesía para recitar a los soldados, poesía que podía tratar la guerra en elegías a héroes caídos, desprecio al bando contrario y exaltación de las virtudes de su bando. Los símbolos que usa son el ruiseñor, que le representa a él mismo; el buey, como sumisión; el águila y el león, hombría. El hombre acecha (1939) no trata sobre el amor, sino sobre la muerte y la crueldad de la guerra; por eso, usa un tono íntimo e introspectivo. Muestra un rechazo a la violencia debido a que ha presenciado muchas tragedias, como la muerte de su hijo; por eso simboliza a los hombres como fieras. Tras finalizar la guerra, Miguel Hernández es detenido y encarcelado, y en la cárcel escribió su último libro, en el que muestra sus sentimientos a través de las tres heridas: el amor, la vida y la muerte, con un tono desolado debido a la derrota de la guerra, la muerte del hijo, el hambre y la soledad, porque no puede estar con su mujer.

Compromiso Social y Político

Miguel Hernández es uno de los poetas más significativos del siglo XX. Con catorce años, su padre lo sacó del colegio, pero sentía inquietudes literarias y, gracias al bibliotecario Luis Almarcha, leyó los clásicos, como Garcilaso. En 1929, conoce a José Marín (Ramón Sije), que se convirtió en la persona más influyente para él, política e ideológicamente. Como homenaje a Góngora, escribe Perito en lunas, uno de los exponentes más originales de la poesía pura. En 1934, durante un viaje a Madrid, conoció a Vicente Aleixandre y a Pablo Neruda, quien más le influyó en el cambio político e ideológico. Colaboró con la revista fundada por Pablo Neruda, lo que le supuso un cambio estético hacia la “poesía impura”. Después escribió El rayo que no cesa. Se incorporó a un proyecto educativo con el fin de difundir la cultura general a las zonas analfabetas. Aquí comenzó su compromiso social. La Guerra Civil de 1936 obligó a Miguel Hernández a dar el paso al compromiso político. Ingresó como voluntario en el Quinto Regimiento y, más tarde, fue nombrado Jefe del Departamento de Cultura. Tuvo una gran función social y política, e intervino en el frente recitando sus versos para animar a los soldados. Fruto de esto será Viento del pueblo. Esta obra tiene poemas que denuncian las injusticias y se solidarizan con el pueblo. El tono de exaltación se impone en la fusión entre amor y heroísmo. En 1937, el poeta viaja a la URSS y, a su regreso, sufre una depresión al contemplar que Europa es ajena al drama de España. Aparece entonces su segundo libro de guerra, El hombre acecha. Ahora el poeta se aflige no solo por la muerte colectiva de la guerra, sino también por los heridos y el odio entre hermanos. En 1939, perdida la guerra, el poeta es detenido y entregó a su esposa la obra Cancionero y romancero de ausencias, iniciada a raíz de la muerte de su primer hijo. Alcanza así la madurez poética con unas composiciones que abordan las tres heridas: el amor, la vida y la muerte. En sus poemas habla de la muerte del primer hijo, del dolor por la ausencia de la amada mientras está en la cárcel, la esperanza del nacimiento de su segundo hijo y la derrota de la guerra. Ya no hay canto combativo, ni exaltación del héroe o del pueblo, solo hay lamento por el destino de la cárcel y la muerte que le aguarda.

Temas

La poesía de Miguel Hernández contiene tres temas: la vida, el amor y la muerte. Sus primeros poemas tienen influencia de la poesía modernista de Rubén Darío. En ellos se manifiesta el amor a la naturaleza de su tierra. Hay una visión sensual del amor. Los poemas muestran simbología que tiene que ver con el mundo que le rodea, como “la higuera”, que simboliza lo erótico, y la “paloma”, que sugiere erotismo. En su primer libro Perito en lunas, el amor aparece bajo el aspecto de pecado. El sexo aparece disfrazado en metáforas. Encontramos símbolos, como la Luna, cuya forma circular simboliza la perfección, o los higos, que hacen referencia a los genitales masculinos. En El rayo que no cesa, revela la herida del poeta, encarnada en el “rayo” y el “cuchillo”, que tiñen de sangre los temas de amor y la vida. El amor aparece como el causante del dolor. Los poemas de este libro están dedicados a tres mujeres: Josefina, la novia, se refleja el pudor femenino y el ambiente de Orihuela; María Cegarra, la poetisa, a quien dedica ocho sonetos, y el resto son dedicados a Maruja Mallo. En estos poemas se unen símbolos cortantes como la espada, el cuchillo, el rayo y los cuernos. El amor aparece junto con la muerte, excepto en Ramón Sije, donde se hace presente el amor-amistad. Más tarde, durante la República y el estallido de la Guerra Civil, aparece Viento del pueblo. Los temas aparecen cargados de ideología y exaltación heroica. La muerte aparece aquí para ser elegía por los héroes del pueblo. Hay un desplazamiento del “yo” del poeta hacia “los otros”. Así, “viento” es la voz del pueblo. En 1937 aparece El hombre acecha; en él, el tono es más íntimo. En El hombre acecha, el hombre aparece como fiera, resultado de la guerra y el odio. En 1939, Miguel Hernández entregó a su esposa la obra Cancionero y romancero de ausencias, con la cual alcanza su madurez poética. En este libro, a su segundo hijo le dedicará “Las nanas de las cebollas”. La amada es ahora esposa y madre, y de ahí el símbolo del vientre, que se concibe como centro del universo. El amor sobrevive y le hace sentirse bien y libre.

Tradición y Vanguardia

Aunque Miguel Hernández cronológicamente pertenece a la Generación del 36, varios factores lo relacionan con la del 27, y el más importante es la fusión de tradición e innovación en su obra. Esto es debido a que, por sus lecturas adolescentes de los clásicos de la Generación del 27, aferró su poética y siguió su corriente. Miguel Hernández se inspira en la tradición literaria: Garcilaso, Quevedo, Lope de Vega y, sobre todo, Góngora. De hecho, el gongorismo es una tendencia que se aprecia en Perito en lunas (1932), obra que se inserta en la corriente de la poesía pura y que incorpora recursos característicos: hermetismo, complejidad metafórica y léxico culto. Estos poemas se transforman en acertijos poéticos; un ejemplo sería “El huevo”. El rayo que no cesa, de 1936, enlaza no solo con el surrealismo, sino también con la tradición, de la que toma la métrica clásica y los motivos temáticos que nos remiten al Cancionero de Petrarca, donde la amada es idealizada y presentada como la causa del sufrimiento del poeta. Domina el soneto quevedesco. En este poemario une “poesía impura” y metáfora surrealista con la tradición. El poeta atraviesa una crisis dado que se ha separado de Ramón Sijé y de su novia Josefina, y al mismo tiempo aparecen Maruja Mallo y María Cegarra.

En Viento del pueblo, Miguel Hernández se convierte en poeta-soldado. Comienza con la poesía comprometida, poesía de guerra. Hernández busca una poesía más directa y cercana, debido a que escribía para recitar; de ahí que emplee preferentemente el romance y el verso octosílabo. El tono vigoroso de este primer poemario de guerra se suaviza en El hombre acecha, ante la realidad brutal de la guerra. El arte menor y la rima asonante dejan espacio al endecasílabo y al alejandrino, y las distribuciones sobre rima consonante. Con los años treinta, irrumpe el surrealismo, que implica una “rehumanización del arte”. Esta rehumanización se aprecia en El rayo que no cesa (que fusionará la poesía impura y la metáfora surrealista con la tradición literaria española) y en Viento del pueblo, que plasma con mayor evidencia el giro hacia la poesía impura. Finalmente, en Cancionero y romancero de ausencias, los poemas son íntimos y breves, con predominio de la canción, romance y romancillo, estrofas de carácter popular que acercan a la poesía de Antonio Machado o Bécquer. En el estilo predomina la desnudez y la concentración, con predominio del sustantivo y el verbo, y la poca aparición de adjetivos. Se puede concluir que en la obra de Miguel Hernández se origina una simbiosis entre tradición y vanguardia, y que el predominio de una u otra influencia viene determinado por la evolución del artista y las necesidades expresivas de cada etapa. El trayecto del poeta es una acertada recopilación de todas las tendencias poéticas del momento.

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