La Casa de Bernarda Alba: Exploración del Acto I y sus Elementos Clave

Introducción al Acto I

El fragmento que nos ocupa se sitúa al comienzo de la obra, concretamente en el Acto I, durante la mañana del funeral del esposo de Bernarda. A su casa se acercan las vecinas del pueblo para dar el pésame. El extracto se inicia con la retirada de estas; cuando Bernarda se queda sola con sus hijas, anuncia el luto que reinará en la casa durante ocho años, tiempo que deben emplear en coser su ajuar.

Temas Centrales

Además del tema principal de la obra, subyacen en este fragmento otros asuntos como la hipocresía y las apariencias, ya que Bernarda vive obsesionada por el «qué dirán» y desprecia a la gente que ha venido a su casa («¡Andar a vuestras cuevas a criticar!», «el veneno de sus lenguas»). Otro de los temas que cabe destacar son las diferencias sociales y la condición de la mujer en la sociedad española de la época, sin derechos ni voz, como demuestran las intervenciones de Bernarda («Hilo y aguja para las hembras, látigo y mula para el varón») y Magdalena («¡Malditas sean las mujeres!»).

Personajes Clave

La mujer es la protagonista principal del teatro lorquiano, representando el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista, y marcada siempre por un destino trágico. En esta primera escena aparecen e intervienen algunos personajes relevantes de la obra:

Bernarda

Su indiscutible protagonista, Bernarda, es una madre autoritaria y retrógrada, profundamente atemorizada por el «qué dirán» y que desea controlar la vida de quienes la rodean. Posee el entendimiento de que una mujer debe estar siempre a las órdenes del hombre y se muestra intransigente ante cualquier opinión contraria.

Adela

Asimismo, Adela, la hija pequeña, es un personaje romántico que representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista. Adela se opone y lucha contra el régimen autoritario de Bernarda y manifiesta la tragedia que impregna la obra. Entra en desafío con la moral establecida al darle a su madre un abanico con flores de colores rojos y verdes, defendiendo durante toda la obra la libertad de elección personal.

Martirio

Otro personaje de gran importancia en el fragmento es Martirio, quien, al estar también enamorada de Pepe el Romano, demuestra continuamente envidia y crueldad hacia Adela y será quien al final grite «¡Se acabó Pepe el Romano!» (mintiendo, solo por desdén hacia Adela), desencadenando el suicidio de su hermana.

La Poncia y Pepe el Romano

Por otra parte, el personaje clave en la obra es La Poncia, una de las criadas de la casa, que mantiene una relación de amor-odio con su señora. Es una mujer atenta a todo lo que ocurre en la casa y utiliza la ironía como medio de expresión. Del mismo modo, a pesar de que no lo llegamos a ver ni oír, Pepe el Romano juega un papel significativo y omnipresente, un elemento fundamental y generador del conflicto, al ser el deseado por Angustias, Adela y Martirio, encarnando así el símbolo de la sexualidad y la libertad.

Personajes Secundarios

Entre los personajes secundarios aparecen: Amelia, tercera hija de Bernarda, una mujer tímida y pesimista que se mantiene al margen de los problemas de la casa. Magdalena, segunda hija de Bernarda, que vive para cumplir resignadamente la voluntad de su madre y que sabe que no llegará a casarse.

Espacio y Tiempo Dramático

El Espacio: La Casa y el Pueblo

En relación al espacio del fragmento, el texto transcurre en la casa de Bernarda Alba, que se caracteriza por sus «blancas paredes», que transmiten la virginidad y la pureza; un «silencio umbroso» y «muros gruesos» que reflejan la represión y el presidio. Es el mundo del luto, la ocultación y el silencio. En cierto modo, es el reino de Bernarda, donde ella es la máxima autoridad y todo el mundo acata sus órdenes. A menudo, se alude a la casa con palabras como «convento», «presidio» o «infierno». Es una atmósfera asfixiante a la que no parece llegar nunca la felicidad ni el disfrute.

Asimismo, en este fragmento se hace mención al pueblo, que aparece descrito negativamente por Bernarda: «…maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con miedo a que esté envenenada». El río es símbolo de vida y libertad, elementos de los que carece ese pueblo. Nótese que se sitúan en cada espacio a hombres y mujeres, lo que permite ver una crítica social: la mujer estará replegada al interior de la casa, mientras que los hombres pueden experimentar la vida exterior: «estar sentada días y días dentro de esta sala oscura», dice Magdalena.

El Tiempo

Con respecto al tiempo, encontramos dos variantes: el interno y el externo. Haciendo referencia al tiempo externo, Lorca sitúa la obra a principios del siglo XX. Sin embargo, en cuanto al tiempo interno, el extracto sucede una calurosa mañana de verano en agosto, generando un ambiente de opresión y tensión sexual.

Lenguaje y Estilo Lorquiano

A diferencia de sus obras anteriores, cargadas de elementos no literarios (canto y música), Lorca emplea en La casa de Bernarda Alba un lenguaje más realista. Su intención es dotar al texto de una mayor sencillez. Así pues, el lenguaje poético tan característico de sus obras anteriores desaparece, aunque no del todo. A la sencillez formal, Lorca incorpora con naturalidad un lenguaje estético, rico en recursos retóricos, sobre todo proveniente del lenguaje poético que el autor encuentra en el habla de la gente de pueblo.

Recursos Retóricos

En este sentido, en el fragmento que nos ocupa encontramos varias metáforas: «veneno de lengua» y «sudor de sus refajos», haciendo referencia a las mujeres del vecindario que se distinguen por criticar todas las novedades del pueblo. Otra figura es el símil «Igual que si hubiese pasado por ella una manada de cabras», siendo también una hipérbole, ya que exagera el acontecimiento de las pisadas de las vecinas en el suelo. Lorca hace uso de un hipérbaton: «El mismo lujo de tu casamiento lo sigas disfrutando», formado por una alteración del orden lógico de la construcción oracional que refleja la espontaneidad, naturalidad y estilo coloquial del habla popular. Además, emplea la metonimia en «el arco de mi puerta», figura que representa la parte por el todo (en este caso, en vez de decir la palabra casa, se escoge un elemento de ese todo). Por último, en el paralelismo «Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón», vuelve a hacerse patente esa concepción social conservadora de Bernarda.

Valor Connotativo y Simbolismo

Además, es muy importante señalar el valor connotativo de ciertas intervenciones, como cuando declama Bernarda: «maldito pueblo sin río», donde «río», como ya se ha explicado anteriormente, simboliza la libertad que no se halla en ese pueblo. Asimismo, podemos observar otros símbolos como el bastón de Bernarda, que connota poder y autoridad; y el abanico de colores de Adela, que encarna el deseo de libertad y evasión.

El Lenguaje Denotativo de las Acotaciones

Por otro lado, y a diferencia del lenguaje connotativo de los diálogos, las acotaciones poseen un lenguaje denotativo, es decir, reflejan sin interpretaciones la realidad tal cual es. Estas transmiten una información escénica muy precisa en las que predominan las indicaciones sobre movimientos de personajes («Entrando con una bolsa»), sonidos («Golpea con el bastón»), tonos de voz, etc.

Legado y Relevancia de la Obra

Es indiscutible que La casa de Bernarda Alba suponga todo un referente dentro de la Generación del 27, así como para los futuros escritores. Su evolución teatral muestra un proceso paralelo de depuración formal y de contenidos, un concepto renovador del arte escénico que ha convertido a Lorca en el dramaturgo español más conocido de todos los tiempos, un clásico cuyas obras aún continúan en los repertorios de las más conocidas compañías teatrales de todo el mundo.

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