La Evolución del Teatro Español: De la Posguerra a la Democracia (1939-Actualidad)

Introducción

El teatro es un género que se desarrolla en relación muy estrecha con factores extraliterarios, puesto que es el género que más refleja las circunstancias externas. En concreto, la época que nos ocupa está muy determinada por las circunstancias políticas, sociales e ideológicas del momento, y a ellas hay que remitirse para poder comprenderlo. Al terminar la **Guerra Civil**, el teatro español había perdido a los autores más innovadores: Valle-Inclán, Lorca y Unamuno. Otros grandes dramaturgos están en el exilio (Max Aub, Rafael Alberti y Alejandro Casona), donde escriben algunas de sus obras que no se conocerán en España hasta bastantes años después.

Se considera que el teatro de posguerra tardó en renovarse más que la novela o la poesía debido a la fuerte presión de la censura, dado que el teatro, al ser representado, es más susceptible de alterar el orden público. Con esto, se produce una ruptura con la línea de renovación teatral que se había iniciado antes de la guerra y, tras ella, la brillantez del teatro anterior a la guerra queda diluida y el panorama teatral parte de cero hasta alcanzar la renovación que conectará con el teatro de nuestros días.

I. Años 40: El Teatro de la Primera Posguerra

En los años 40 triunfa en los escenarios la **comedia burguesa** (Benavente y sus seguidores, como José M.ª Pemán, Calvo Sotelo o Luca de Tena) y el **teatro de humor** de Enrique Jardiel Poncela (*Eloísa está debajo de un almendro*) y Miguel Mihura (*Tres sombreros de copa*). Este teatro tenía como rasgo común la evasión de la realidad de la época a través del ingenio y el humor (ácido en el caso de Jardiel Poncela y más tierno y sentimental en el caso de Mihura).

La obra de Benavente seguía estando presente en un teatro despreocupado de los problemas reales que ahogaban a la sociedad española, complaciente con la alta burguesía y acorde con los principios ideológicos tradicionalistas.

II. Años 50: Teatro Existencialista y Social

A finales de los años 40 nace, en circuitos no comerciales, un teatro que se situaba al margen de la comedia burguesa vigente. Se trata de un **teatro realista** movido por el inconformismo social e impregnado, en algunos casos, de desasosiego existencial. El teatro realista intentó renovar la escena española y manifestar su oposición a la dictadura.

Las obras plantearon temas como la injusticia social, la explotación, la vida de la clase media y baja y la condición humana de los marginados. Los personajes simbolizan los conflictos que presenta la sociedad y expresan los sentimientos de fracaso personal, angustia existencial y frustración, muchas veces en un ambiente asfixiante y violento. El estilo tiende a ser claro, sencillo, directo y natural. Los autores más representativos son Lauro Olmo, José Martín Recuerda, Carlos Muñiz, **Buero Vallejo** y **Alfonso Sastre**.

Antonio Buero Vallejo

En las obras de Antonio Buero Vallejo se reiteran temas como la denuncia de la injusticia, el inconformismo, la búsqueda de la verdad y la lucha por la libertad. La denuncia social sigue una línea **posibilista**, en tanto que se trata de atenuar su crítica a través de los símbolos, alusiones y alegorías. Otras características comunes en toda su obra son:

  • La utilización de espacios y otros elementos reales con función simbólica.
  • La oposición entre personajes contemplativos y activos.
  • El deseo de ahondar en aspectos de la naturaleza humana (la soledad, la felicidad, el amor, la hipocresía…) a partir del tratamiento universal de las problemáticas individuales de sus personajes.
  • La recuperación de la función catártica de la tragedia clásica.
  • La utilización del fenómeno de inmersión.

Pueden distinguirse tres etapas en su teatro:

  1. **Etapa existencial** (reflexión sobre la condición humana). Comienza con *Historia de una escalera*, obra determinante, puesto que rompe con la línea teatral del momento (no es una comedia burguesa ni es teatro de humor) y trata la vida de varias familias de trabajadores en una casa de vecinos. Esta línea existencial continúa con obras como *En la ardiente oscuridad*. Aunque su teatro conecta con la tradición realista, a veces tiene tintes simbólicos y oníricos.
  2. **Etapa social** (denuncia de injusticias que atañen a la sociedad). Predomina el drama histórico a partir del que se enfrenta a los problemas del presente a través de una reflexión sobre las figuras del pasado histórico. Lo hace también como recurso para sortear la censura. Sus obras más reconocidas de esta etapa son: *Un soñador para un pueblo* y *El tragaluz*.
  3. **Etapa de innovación formal**. Conjuga la preocupación existencial y social con el deseo de experimentación, en consonancia con la literatura de la época: *La fundación* y *Llegada de los dioses*. Destaca en *La fundación* el fenómeno de **inmersión** a través del cual el espectador no ve la realidad, sino la versión que de ella tiene un determinado personaje (Tomás, el protagonista).

Alfonso Sastre

Por otro lado, el teatro de Alfonso Sastre se caracteriza por una actitud de denuncia social animada por una fuerte voluntad de renovación formal. Trata temas como la libertad, la culpa, el arrepentimiento y recoge elementos de la tragedia clásica, del esperpento y del teatro épico de Brecht, dramaturgo alemán.

Su teatro se opone a la visión esperanzadora de Buero y sigue la línea del **imposibilismo**, ya que opta por un teatro de expresión directa, aun a riesgo de toparse con la censura y no ver sus obras representadas. Para este autor, el teatro es un arte de urgencia que debe servir para transformar la realidad injusta en la que vive el ser humano. Su obra se organiza en torno a la década de los cincuenta y los sesenta y así se organiza:

  • **Teatro de los años 50.** Apuesta por el teatro existencialista (*Escuadra hacia la muerte* y *La mordaza*). En esta primera etapa son habituales las consideraciones morales, existenciales y metafísicas relacionadas con el destino del ser humano y la condición agónica de la vida (lucha sin sentido). Se percibe la huella del existencialismo francés y aunque no se aparta mucho de los moldes del teatro realista, introduce novedades como el valor simbólico de algunos espacios, personajes o argumentos o la fragmentación en diversos cuadros. En *Escuadra hacia la muerte* destacan los diálogos, enfrentamientos y camaraderías de unos jóvenes que se enfrentan a un horror que no han elegido, así como los monólogos de fuerte impacto emocional al presentar la eterna tensión entre el orden y la anarquía.
  • **Teatro de los años 60.** A sus obras de esta década las denomina **tragedias complejas** (*La sangre y la ceniza* y *La taberna fantástica*) y con ellas persigue una catarsis que implique una toma de conciencia por parte del público. En estas obras se acentúa la preocupación social y se incorpora un humor de situación que permite el distanciamiento de las historias contadas. Además, es habitual la presencia de la música, el uso de juegos de luces y el uso de la ironía en un tono coloquial.

III. Años 60: Teatro Renovador y Experimental

En los años 60 aparecieron algunos jóvenes dramaturgos que adoptaron en un primer momento una estética realista y que, posteriormente, evolucionaron hacia formas alegóricas o fantásticas de expresar la realidad. En esta línea destacan autores como Lauro Olmo o Carlos Muñiz. Los elementos comunes de esta producción dramática son los siguientes:

  • Temas recurrentes: la injusticia social, la explotación del hombre por el hombre, las condiciones inhumanas del proletariado y de la clase media baja, su alienación, su angustia y su miseria social y existencial.
  • Lenguaje violento y sin eufemismos con una consciente intención de desafío a los públicos burgueses.

No obstante, lo más relevante de esta época surge a finales de los 60 y se extiende en los 70. Jóvenes dramaturgos comienzan a aplicar en sus obras las tendencias vanguardistas europeas (B. Brecht) y americanas (Arthur Miller) que se venían desarrollando desde principio de siglo.

En esta labor de renovación del teatro español fueron muy importantes autores como Fernando Arrabal (*El triciclo*, *Pic-nic*) o Francisco Nieva (*Pelo de tormenta*) y grupos de **teatro independiente** como “Els Joglars”, “Els Comediants” o “La Fura dels Baus”. Aunque su teatro rompe con las convenciones anteriores, se mantiene el tono de denuncia ante la injusticia y la falta de libertad. Se consideran elementos característicos de este teatro de renovación los siguientes:

  • Mantenimiento del tono de denuncia y falta de libertad con carga simbólica.
  • Eliminación de la división en tres actos en favor de una historia fragmentaria y abierta.
  • Se le concede mayor relevancia al espectáculo que al texto literario. Es más importante impresionar o divertir que comunicar ideas o experiencias. El texto se suple, por tanto, por todo tipo de efectos sonoros y lumínicos. Se incluyen elementos de otros espectáculos como el guiñol, la revista, el cabaret…
  • Participación activa de los espectadores de manera directa en la representación rompiendo así la “cuarta pared”.

Cabe destacar que este teatro experimental sigue vigente en la actualidad y muchas de las compañías que se crearon en ese momento siguen estrenando hoy en día.

IV. El Teatro de la Democracia (Desde 1975)

La restauración de las libertades democráticas posibilitó la llegada a los escenarios de buena parte del teatro que había permanecido invisible durante los tres lustros anteriores (por ejemplo, Francisco Nieva no pudo estrenar muchas de sus obras hasta después de la muerte de Franco). Continuó el predominio de un teatro simbólico que expresaba el descontento ante la situación social y política. Desde 1975 encontramos gran diversidad de tendencias:

  • Teatro que continúa la experimentación del periodo anterior.
  • Teatro de orientación realista (Sanchís Sinistierra, *¡Ay, Carmela!*).
  • Renovación de la comedia de costumbres, pero ambientada en la ciudad moderna y sus problemas (José Luis Alonso de Santos, *Bajarse al moro*).
  • Obras de autores consagrados como Antonio Gala, Alfonso Sastre o Buero Vallejo.

Los grupos independientes que iniciaron su andadura en los años 60/70 siguen ofreciendo un teatro lúdico y abierto a la experimentación. A los nombres ya citados en el apartado anterior se pueden añadir “La Cubana” o “Animalario”. Al auge de estas compañías hay que añadir la creación de instituciones teatrales. Así, en 1978 se creó el **Centro Dramático Nacional** y, posteriormente, el Centro Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas y la Compañía Nacional de Teatro Clásico.

V. Conclusión

Como hemos visto, el teatro ha ido sobreviviendo agónicamente desde 1939 hasta nuestros días, no por falta de nombres importantes, sino por las circunstancias sociopolíticas y por la presión de las empresas teatrales que no querían arriesgar y solo programaban obras comerciales de éxito seguro.

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