La Fundación de Antonio Buero Vallejo: Obra, Temas y Técnicas

Introducción a La Fundación de Antonio Buero Vallejo

Al referirnos a un texto teatral como La Fundación, hemos de tener en cuenta que se trata de una obra literaria peculiar, ya que junto a los elementos literarios, comunes a la poesía o a la narrativa, aparecen otros destinados a la representación, como las acotaciones. Junto al código verbal (lo que los personajes dicen), una gran cantidad de elementos tienen un carácter no verbal: gestos, iluminación, música, vestuario y maquillaje… Todos ellos contribuyen a la imitación de la realidad (la mimesis de los griegos) y pueden adquirir valores simbólicos (tal es el caso de Buero Vallejo).

En ese sentido, el teatro es el más ficcional de los géneros literarios porque en una representación, estamos aceptando que un «fragmento» de vida, ajeno a nuestra propia existencia, se desarrolle ante nuestros ojos. De esta peculiaridad se desprenden algunos de los rasgos propios del teatro:

  • Existen varios emisores: el autor, el director y los actores, lo cual conforma un mensaje de una gran complejidad.
  • El receptor es múltiple y simultáneo: todos los espectadores lo reciben juntos y a la vez.
  • El espacio es más complejo, puesto que existe un espacio específico, la sala teatral, y un espacio escenográfico, el que se construye en la escena y que imita una determinada realidad.
  • Una obra teatral comporta un concepto particular de la temporalidad, es decir, el tiempo de la representación es generalmente limitado; una hora y media o dos horas.
  • Los personajes están directamente vinculados con el género teatral: los personajes nobles pertenecen a la tragedia y son caracterizados de forma muy diferente a los de la comedia, por ejemplo. El drama, género al que pertenece La Fundación, presenta personajes más cercanos a la realidad cotidiana.

La Obra: Contexto y Propósito

La Fundación es estrenada con gran éxito en Madrid en enero de 1974. Para entenderla cabalmente, esta «fábula en dos partes», como la subtitula el autor, se ha de tener en cuenta su contexto: se trata de los últimos momentos del franquismo. La cárcel, las torturas y la pena de muerte, como respuesta a la oposición contra el régimen, son realidades vigentes y organizaciones terroristas expresan esa oposición a través de la violencia (acaba de producirse el asesinato por ETA de Carrero Blanco).

Con la obra, Buero, desde su experiencia personal como preso en las cárceles franquistas, pretende que el público reflexione sobre la crueldad de la prisión y sobre las posibilidades del ser humano de resistir la tortura, el encierro y la traición. Aunque es cierto que hay una vinculación muy estrecha con el contexto sociopolítico en el que fue escrita, mantiene su vigencia al universalizarse su reflexión para iluminar los engaños de la realidad y presentarla dominada por la opresión y la crueldad.

Concepción Teatral de Buero Vallejo

Este drama es una buena muestra de las ideas que sobre el teatro ha ido elaborando el autor desde el estreno de Historia de una escalera en 1949. Para Buero, el teatro es una forma de conocimiento en el sentido de que ha de proponerse remover la conciencia del público.

Modo de Contemplación Activa

Como espectáculo, responde a lo que él llama «modo de contemplación activa»: cada drama nos presenta una realidad problemática que el público debe comprender y asimilar, para de esa forma conseguir transformar la realidad; es, por lo tanto, un teatro de mensaje individual y colectivo y, en la medida que promueve la reflexión y el análisis, de vocación didáctica.

Efecto de Inmersión

Este planteamiento del teatro bueriano se plasma en el concepto de «inmersión», fundamental en su obra y uno de sus aspectos más innovadores y originales. En La Fundación, el público percibe la realidad desde el punto de vista subjetivo del personaje protagonista, Tomás, traumatizado por la culpa. Desde el mundo idílico de una prestigiosa y moderna fundación para las ciencias y las artes, Tomás y con él, el público, va regresando al sórdido mundo de la prisión, la tortura, la traición y la muerte.

La ficción de la fundación, cuidadosamente construida en el escenario a través de las acotaciones, se va despojando de todos sus elementos a medida que el personaje vuelve a la cordura, hasta que la cruel realidad de la cárcel se impone. De esta manera se representa el proceso mental de reconocimiento de la realidad y de asunción de la propia responsabilidad que es el eje argumental del drama. Al contrario de lo que suponemos, la obra no representa una realidad objetiva, sino un estado mental.

Posibilismo

Para entender el teatro de Buero Vallejo hay que referirse a un segundo concepto, a menudo bastante polémico, el de «posibilismo». Buero siempre defendió la necesidad de adaptarse a las condiciones que imponía la censura franquista: dejar de estrenar anulaba cualquier posibilidad de crítica. Con habilidad, había que eludir la censura y llegar a las salas teatrales.

Es por ello que en su teatro abundan las ambientaciones históricas o el simbolismo, como forma de enmascarar el mensaje que esconde la obra. Téngase en cuenta, por ejemplo, que en La Fundación se omite cuidadosamente cualquier referencia precisa a un régimen político, un lugar o un tiempo concretos.

Argumento y Temas Principales

La obra es un proceso de descubrimiento. La Fundación presenta la historia de una serie de investigadores becados por una fundación dedicada al cultivo de las artes y la ciencia. Los cinco personajes, un médico, un matemático, un fotógrafo, un ingeniero y un novelista, conviven en una habitación elegante y funcional.

A medida que la trama se desarrolla ante nuestros ojos, entendemos que la fundación no existe como la imagina Tomás, el escritor, y que este ha construido una realidad paralela para huir del hecho de que se encuentran todos en una cárcel a la que han llegado por su delación. Con la ayuda de sus compañeros consigue recuperar la cordura, asumir la situación en la que se encuentra y comprometerse con el plan de fuga que les confía Asel.

El final abierto puede entenderse de formas diversas: señala la incertidumbre que gobierna la vida de los seres humanos, pero también la esperanza de que la lucha continúe. Está en la línea de un teatro para reflexionar que era lo que Buero buscaba: se busca un espectador activo.

Temas Clave

Como ya se ha dicho, el tema fundamental de la obra es la toma de conciencia por parte del protagonista de su situación y de su culpabilidad: está preso, ha sido condenado a muerte y, a causa de las torturas, delató a sus compañeros. De esta conciencia recuperada, se desprende que sólo puede vencerse la realidad conociéndola, no refugiándose en la fantasía o la evasión.

Asimismo, cuando esta toma de conciencia se ha producido, la consecuencia ética es asumir algún compromiso, que no es otro que la búsqueda de la verdad y la libertad, tal y como sucede con el personaje de Tomás. Este, guiado por Asel, decide luchar por su libertad, aunque esta sea engañosa, ya que gira en torno a la historia.

Hay dos tipos de cárceles: las del estado y las de la mente (tal y como se nos muestra en el final circular cuando la fundación se reconstituye en el escenario). En este desenlace en el que Lino y Tomás buscan la libertad, igual que en el resto de la trama, se matiza otro sentido del mensaje de la obra: el ser humano lo es en compañía de los otros, sólo se salva en relación con los que le rodean. Por eso, la solidaridad se plantea como uno de los temas fundamentales de La Fundación. La amistad y la lealtad aparecen en una versión positiva al mostrar la relación entre Asel y Tomás, pero también se presentan en su contrafigura que es Max, el traidor.

Interpretación: Doble Significado

Atendiendo a estos aspectos de realidad, locura o imaginación, conocimiento o engaño, la obra plantea la oposición entre apariencia y realidad y podría interpretarse como una revisión moderna del mito de la caverna de Platón. Tomás, en su celda, vive inmerso en el mundo de sombras que ha creado su propia mente trastornada como recurso para ignorar una realidad que le resulta insoportable. Curiosamente, a medida que la mentira fabricada en la mente enferma de Tomás va siendo sustituida por la verdad de la realidad más terrible, aparece una nueva mentira que es la de la traición, la de Max como delator de sus compañeros.

Pero mientras la primera es involuntaria, fruto del sentimiento de culpa y de la indefensión ante las terribles circunstancias que deben soportar los encarcelados, el engaño de Max es frío, calculado racionalmente para obtener ventajas en el trato y en la comida.

Estos que hemos mencionado no son temas anecdóticos en la obra de Buero Vallejo, la vertebran por completo. La búsqueda de la verdad y la necesidad de rebeldía se desarrollan de formas diversas a lo largo de toda su trayectoria literaria y son fundamentales en su teatro de significado ético y social.

En efecto, junto a esta temática individual y existencial, hay que situar un tema histórico y político con unos protagonistas que son anónimos. La cercanía de los hechos que se tratan hace que Buero Vallejo se autocensure: los personajes de la obra no son personajes históricos reales, sino ficticios, pero a la vez sí rompe con la censura al abordar directamente temas tan candentes en la época como la represión de la oposición política, la tortura y la pena de muerte.

Estos, que constituyen temas secundarios del drama, pueden interpretarse además desde la biografía del propio autor. Buero militó durante un tiempo, al acabar la Guerra Civil, en el Partido Comunista, estuvo encarcelado desde 1939 a 1946, e incluso condenado a muerte; colaboró con el poeta Miguel Hernández en un intento de fuga de la prisión del Conde de Toreno y su padre, militar conservador, había sido asesinado durante la guerra civil en Madrid por los republicanos.

Así que, por lo que hemos visto hasta el momento, la interpretación de La Fundación encierra, al menos, un doble significado:

  • Político e Histórico

    Se trata de una meditación sobre la libertad y la esclavitud, sobre la opresión que los regímenes totalitarios ejercen sobre los individuos. Es la interpretación que mayor fuerza cobró en la época de su estreno, pese a que el franquismo se encontraba ya en sus postrimerías. La obra queda así emparentada con En la red, de Alfonso Sastre, al denunciar la brutalidad de prácticas como la tortura, la delación, la represión ideológica y la pena de muerte.

  • Simbólico y Ético

    En una línea existencial podemos considerar que la vida es también una cárcel sórdida e interminable en la que permanecemos secuestrados bajo la amenaza de la muerte. De esa áspera realidad se evaden los hombres -al igual que Tomás- mediante ensoñaciones: se dejan alienar por bienes de consumo o por ideas amables y engañosas que les hagan olvidar su destino. La propuesta es claramente paradójica. Se muestra la alienación del ser humano para evitar afrontar la dureza de la realidad cotidiana y, a la vez, se sugiere que allí donde esté el ser humano siempre habrá una cárcel. No se apuntan salidas, de ahí la incertidumbre del final abierto. En todo caso, se propone como meta del ser humano consciente una actitud permanente de lucha solidaria como afirma Tomás en su parlamento final: «Pero, mientras viva, ¡esperaré! ¡Hasta el último segundo! ¡Esperaré ante las bocas de los fusiles y sonreiré al caer, porque todo habrá sido un holograma! Esa fuerza también se la debemos a Asel. Y yo le doy las gracias… con fervor. Ya no me siento huérfano. Si el paisaje es verdadero. Si estuviera aún aquí, él te lo diría, Lino. Prudencia, astucia, puesto que nos obligan a ello. Pero ni un error más.» En cualquier caso, este final es bastante coherente con la intención del autor de que sea el público el que elabore sus propias conclusiones y adquiera al respecto de la acción una opinión personal.

Las Técnicas Dramáticas

Los aspectos básicos de la construcción teatral son el diálogo, la acción, las acotaciones y los personajes. En el caso particular de Buero Vallejo, la técnica teatral más importante es el «efecto de inmersión» que ya ha sido expuesto al hablar de la concepción teatral del autor. Se busca un espectador activo que reflexione.

El Diálogo

El diálogo es el elemento que define el texto dramático: nos ofrece la ficción de una conversación real, construye la acción y caracteriza a los personajes. Los diálogos en La Fundación se caracterizan por un estilo sencillo pero elegante, de frases cortas y respuesta ágil, buscando transmitir un mensaje.

En el caso particular de Buero Vallejo, el diálogo es un vehículo de conocimiento de la idiosincrasia de los diferentes personajes; esta función es aquí especialmente importante al entrar en juego conceptos como locura, engaño, realidad o ficción. En los momentos de especial tensión dramática, el diálogo se convierte en un enfrentamiento a través de la palabra:

TULIO.- […] (A Tomás) Abre y llámale la atención para que no lo vuelva a hacer.

ASEL.- ¿Estás loco, Tulio?

TULIO.- ¡Tú eres el loco! ¿A qué nos conduce todo esto?

MAX.- Va a haber que llevarte a la enfermería, Tulio.

LINO.- ¡No, a Tulio, no! (Señala a Tomás quien los mira angustiado) ¡A él!

Junto a los diálogos, se desarrollan también parlamentos extensos, propios de los personajes portavoces del mensaje de la obra (Asel fundamentalmente y Tomás, cuando este [Asel] muere). Aparecen en momentos de gran intensidad dramática y su finalidad es que el autor facilite al público los elementos que hacen posible la interpretación cabal del drama; son, consecuentemente, más abundantes hacia el final de la obra.

En ellos se perciben especialmente dos rasgos muy llamativos del estilo de Buero Vallejo: las oraciones de carácter sentencioso y la utilización de palabras simbólicas. Palabras simbólicas en la obra son «salvar», «soñar», «ratoncillo», «actuar», muy a menudo presentes en frases que concentran reflexiones fundamentales en la obra, enunciadas como verdades de índole filosófica.

De nuevo encontramos las reflexiones de Asel: «Pero todos tenemos miedo y todos podemos llevar dentro un delator y, sin embargo, hay que actuar.» O hacia el desenlace, insistiendo en la misma idea: «Duda cuanto quieras, pero no dejes de actuar. No podemos despreciar las pequeñas libertades engañosas que anhelamos aunque nos conduzcan a otra prisión…» Estas sentencias de los personajes representan el significado ético de la obra que es inseparable del teatro de Buero. El resultado son diálogos muy reflexivos, en ocasiones enormemente abstractos, como el que se produce entre Asel y Tomás, justo antes del asesinato de Max y del suicidio de aquel.

La Acción

La acción teatral está constituida por los sucesos que se desarrollan ante los ojos del público y que se encaminan hacia un desenlace. La acción dramática en La Fundación gira en torno a las reacciones (la rabia, la enajenación, la traición…) de cinco personajes muy diferentes ante una situación límite como es la condena a muerte a causa de sus actividades políticas. No se trata de una obra con muchas peripecias, más bien coloca a los personajes en situaciones límite y presenta la diversidad de reacciones posibles.

El concepto de acción en el teatro se relaciona con la intensidad dramática, es decir, con el contraste entre momentos climáticos y anticlimáticos, o sea, situaciones de mayor tensión frente a otras en las que esta se relaja. La conversación sobre pintura al comienzo de la segunda escena es claramente un momento anticlimático: tiene valor simbólico dentro del mensaje de la obra, pero no hay apenas avance en la acción, si exceptuamos la indignación de Tomás por la «desaparición» de su paquete de tabaco. Este diálogo desembocará en un momento climático: los diversos elementos que componen el escenario desaparecen con rapidez hasta culminar en el descubrimiento del hombre muerto. Con ello, no sin cierta resistencia, Tomás deberá enfrentarse a sus fantasías.

TOMÁS (Con la voz velada) No estaba muerto (Unos pasos más) Todos le hemos oído hablar. Pedía de comer. (Eludir realidad)

LINO (Hostil) Nadie le oía. Sólo tú.

TOMÁS (Asustado) ¿Insinúas que… estoy enfermo?

LINO (Después de un momento) Llevaba seis días muerto.

TOMÁS Si no puede ser…

LINO ¡Claro que puede ser! ¿Por qué te crees que olía tan mal? (Ríe, mordaz) (Ya te han arreglado el retrete. Debe ser eso.)

De hecho, si se examina en su conjunto, la acción nos va preparando para el peculiar proceso que se dramatiza en el escenario. La obra comienza «in media res»: un joven escucha música y trata de entablar conversación con un personaje poco dado a la charla, inmediatamente recibe la visita de su novia.

Cuando esta desaparezca y los compañeros del muchacho ocupen la escena, una serie de comentarios, de gestos, de actitudes en los recién llegados crean perplejidad en el lector/espectador. La lentitud con la que la acción se desarrolla nos permite percibir con más claridad las incongruencias evidentes de la escena que se está desarrollando. Toda la primera escena, hasta que los camareros llegan con la comida, tiene esa única finalidad: suscitar una actitud de curiosidad, de sorpresa ante lo que se desarrolla en el escenario.

A partir de la segunda escena, la tensión entre los personajes aumenta y también la rapidez con la que los objetos desaparecen o se modifican. De hecho, Buero hace un uso muy hábil de un recurso dramático que Aristóteles denominó anagnórisis (descubrimiento o revelación de lo secreto o escondido): un primer descubrimiento es el del hombre muerto que cierra la primera parte, a continuación Tomás se entera de la condena a muerte de Tulio, se hace consciente de que están en la cárcel y de que él mismo es el responsable de la condena de sus compañeros. El último descubrimiento es la traición de Max. Súbitos fogonazos de la iluminación marcan estos momentos climáticos de la acción.

Las Acotaciones (Didascalias)

Las acotaciones, también llamadas «didascalias», son las instrucciones, generalmente entre paréntesis y en cursiva, que orientan la representación: no tienen valor literario (a excepción, por ejemplo, de Valle Inclán) pero explican la construcción del espectáculo teatral. De hecho, en este caso, se convierten en un elemento central del conflicto, al manifestar la radical oposición entre dos largas series de elementos: fundación-cárcel, habitación-celda, sabios-condenados…

Por ello, La Fundación es una de las obras en las que mayor diferencia se aprecia entre la lectura y la representación hasta el punto de que el lector, hasta bien entrada la Parte I, apenas percibe la fuerza dramática sugerida mediante la escenografía y explicada en interminables acotaciones. Efectivamente, Buero Vallejo es un autor que se caracteriza por la cantidad y complejidad de sus acotaciones que, como vemos en este drama, son siempre minuciosas y con profusión de detalles.

Podemos clasificar la información que aportan las acotaciones según atiendan la construcción de los personajes o a la propia representación.

Referidas a los Personajes

  • Código paralingüístico: complementa el diálogo. Se refiere a los recursos que completan la interpretación del personaje: tono de voz, énfasis acentual, grito, susurro…
  • Código gestual o kinésico: son los diversos gestos con que los actores crean el personaje en escena.
  • Código del movimiento o proxémica: está compuesto por los movimientos en el escenario y las distancias que mantienen entre sí actores y actrices.
  • Código de elementos del aspecto exterior: todos aquellos elementos significantes referidos al maquillaje, peinado y vestuario teatral.

Referidas a la Representación

  • Código del decorado y de los objetos teatrales (atrezzo): Estos elementos materiales dan sentido al diálogo y sitúan la acción en un espacio y un tiempo determinados.
  • Código de la luz y del sonido: Los efectos lumínicos en teatro son fundamentales ya que diferencian la escena del patio de butacas, sitúan la acción en un lugar y un tiempo y pueden, como es el caso, intensificar el dramatismo mediante juegos de intensidad o tonalidad lumínica. Por su parte, los efectos sonoros pueden informar también sobre un tiempo o un lugar, pueden sustituir la acción (sugerir una muerte, por ejemplo) e incluso manipular la sensibilidad del público. Ambos elementos adquieren, como veremos, contenidos simbólicos en la obra de Buero Vallejo.

Elementos Simbólicos en las Acotaciones

Toda la escenografía parte de la proyección de lo que Tomás ve; así el espectador está situado, pues, al mismo nivel que el personaje autoengañado, único protagonista que permanece en escena toda la representación. Percibimos un espacio subjetivo y esa es una de las mayores originalidades de la obra, lo que se ha llamado «efecto de inmersión». Aceptamos como realidad lo que son realmente los pensamientos de un personaje y solo al irse despojando el escenario, accedemos a la situación verdadera en la que viven los prisioneros.

Además, en las acotaciones de Buero destacaremos dos peculiaridades de gran importancia. En primer lugar, son extensas, muy detalladas y complejas. Abarcan múltiples aspectos de construcción del escenario: mobiliario y atrezzo, vestuario, iluminación… para transmitir una idea muy precisa de la representación. En segundo lugar, incluyen elementos de valor simbólico: la iluminación (verdad, conocimiento, inteligencia), la música (tranquilidad, relajación) y el paisaje de la ventana (sueño, utopía, esperanza).

A lo largo de la acción se van produciendo una serie de mutaciones inexplicables que actúan como anticipación e indicio de esa verdad que va siendo desvelada. En este sentido, las acotaciones anuncian cambios al comienzo de la segunda escena y a partir de ese momento, la acción y las modificaciones de la escenografía avanzan paralelamente, permitiéndonos conocer la verdad junto con el protagonista. La escenografía va más allá de una mera localización espacio-temporal: reproduce el proceso interior de los personajes y mimetiza el acceso al conocimiento de la verdad, a la vez que contiene algunos elementos fundamentales del mensaje como el paisaje de la ventana.

Otra peculiaridad de la técnica dramática de Buero es la incorporación de valores simbólicos a los objetos, espacios y personajes, que de esta forma adquieren un significado más allá de la mera realidad que evocan. Destacaremos los siguientes elementos: iluminación, música, el ventanal y el espacio escenográfico de la fundación. Todos ellos son elementos que vienen proporcionados en las acotaciones.

Además de la progresiva desaparición-transformación de los objetos, la iluminación tiene un papel fundamental. Por una parte, el oscurecimiento progresivo de la luz clara con la que se inicia la obra marca el paso de la fundación a la cárcel, pero también, los súbitos fogonazos marcan los progresos en el proceso de conocimiento de Tomás. La música de Rossini, por su parte, crea el ambiente necesario para la ensoñación, a la vez que contribuye a la creación del final circular. Es decir, tiene un valor estructural, del que participa también el maravilloso paisaje al que se abre el ventanal.

Este representa el mundo de la imaginación, pero también es la representación ideal del futuro, de forma que tiene un valor doble de alienación y utopía, de ahí que Asel insista en que es el único elemento real de la fundación. Representa una creencia liberadora, en la medida en que orienta hacia el futuro la lucha individual y colectiva.

Ya nos hemos referido repetidamente a la transformación del espacio de la fundación. Desde el punto de vista del personaje de Tomás, representa la evasión y el autoengaño. Desde el punto de vista colectivo, es la sociedad del bienestar en el que la riqueza y variedad de objetos (teléfono, libros, televisión…) nos aleja de otras realidades más difíciles y conflictivas. La reposición de la fundación al final de la obra sugiere, de forma pesimista, que nuestra percepción de la realidad es siempre engañosa y que la lucha contra ese engaño no termina jamás.

Análisis de los Personajes

Los personajes son bastante arquetípicos. Cada uno de ellos ilustra una forma diferente de aceptar una realidad extrema: la espera en la cárcel del cumplimiento de la sentencia que les ha condenado a muerte por sus actividades políticas. Como suele ser habitual en Buero, el repertorio es reducido.

  • Tomás: Es un hombre débil, de temperamento sensible y con inquietudes artísticas. A causa de la tortura, ha delatado a sus compañeros. Obsesionado por la culpa, deforma la realidad porque no puede soportarla, pero se muestra valeroso y decidido ante la incierta posibilidad de huida que se les ofrece. Al hablar de él es inevitable pensar en la figura de don Quijote y en los diferentes personajes perturbados, alienados, de la obra de Buero Vallejo. El espectador se identifica con su punto de vista y gracias al proceso que sufre a lo largo de la trama, se conoce el significado pleno de la tragedia, por ello no abandona en ningún momento la escena: conocemos la realidad a través de su mirada.

  • Asel: Es el líder, un hombre reflexivo y experimentado, con un gran ascendiente sobre sus compañeros. Se muestra benevolente hacia las debilidades de los demás, aunque tenga momentos de duda con respecto a la lealtad de Tomás. Al mismo tiempo, es un hombre de acción, un luchador: confía hasta el último momento en las posibilidades de huida y, consciente de que no soportará una nueva tortura, decide suicidarse para proteger las posibilidades de huida de sus compañeros. Actúa en la obra como portavoz del mensaje porque representa seguramente las aspiraciones éticas del teatro de Buero. Aunque no es el protagonista, impulsa la acción dramática cuyos dos hilos argumentales son la curación de Tomás y el proyecto de fuga.

  • Lino: Reservado y poco hablador, es también un hombre de acción, pero sin la reflexión y la benevolencia de Asel. Mata a Max para castigarlo por su delación y acompaña a Tomás en su fuga. Se asocia con un tema secundario de gran interés: la necesidad de crueldad como parte de la lucha contra el sistema.

  • Max: Es el delator. Desde el inicio, se percibe como el más conciliador, el más tolerante hacia las extravagancias de Tomás, sorprendentemente relajado en la situación que están viviendo. Cuando se descubra su traición, aparecerá como una contrafigura del protagonista, ya que si uno delata a causa de las torturas, el otro lo hace, para mayor vileza, por obtener pequeñas ventajas en la escasa comida.

  • Tulio: Comienza siendo hostil con Tomás, pero su evolución a lo largo de la obra le otorga humanidad, especialmente al hablar de su novia o sus investigaciones. Al final, acepta su ejecución con entereza. Es interesante cómo está construido porque, al hablarnos de su novia o de sus investigaciones, adquiere una humanidad de la que carecía al principio.

  • Berta: Es una figura idealizada, símbolo de la lucidez de Tomás y su deseo de escapar de la Fundación. Aunque inalcanzable, representa la voz de la realidad que se infiltra en su mente. Es un nuevo recuerdo quijotesco: la amada imaginada. Simboliza la lucidez de Tomás: piénsese en sus declaraciones de odio hacia la Fundación y en el ratoncito Tomás que la acompaña. Encarna además a la mujer deseada, pero inalcanzable. Se trata de una figura un tanto paradójica porque representa a la vez el deseo insatisfecho y es la voz de la realidad que se infiltra en la mente de Tomás.

  • Hombre enfermo: Con el que conversa Tomás. Tiene una doble función ya que representa a las víctimas de los sistemas políticos represivos y es el primer elemento que permite vislumbrar la curación del protagonista.

  • Los carceleros: Son anónimos y siniestros. Sarcásticos primero, brutales hacia el final, actúan como representación humana de los mecanismos que emplean los estados totalitarios; son los instrumentos de los que se valen las estructuras sociales para imponerse mediante la violencia. Su presencia se contrapone a la colectividad de los demás presos, también recluidos en la cárcel, solidarios en los planes de fuga y que se convierten en el testimonio de una represión generalizada.

Estructura de la Acción, Espacio y Tiempo

Define Buero la obra como fábula, término que nos lleva a pensar en obra de contenido moral y carácter didáctico: recuérdense las fábulas de Samaniego e Iriarte. Pero también «fábula» se asocia a un significado de historia inventada, por oposición a historia real. En el caso de La Fundación se subraya así el carácter simbólico y atemporal, suavizando posibles identificaciones con la situación española del momento.

En general, la acción no incluye muchas peripecias y es suministrada con lentitud, para facilitar el paso de la ficción a la realidad, en la que el público acompaña al protagonista, Tomás. El espacio y el tiempo en el que se enmarca la acción son fundamentales para entender el mensaje de la obra. No existe un contexto preciso para evitar problemas con la censura, lo cual universaliza su mensaje: más que criticar el franquismo, amplía su reflexión a cualquier forma de autoritarismo o represión.

Estructura

La obra aparece organizada en dos partes, rotuladas «Primera» y «Segunda». A su vez, cada una de ellas se divide en dos escenas simplemente numeradas con romanos. La función de estas subdivisiones es fundamentalmente escenográfica: en cada una de ellas se producen cambios en la decoración en ese laborioso itinerario desde la fundación a la cárcel o desde la alucinación a la verdad en la mente de Tomás. Estas divisiones marcan además el paso del tiempo.

La primera escena se localiza minutos antes de la comida. Es un comienzo «in media res» que nos introduce en una acción en la que, fuera del escenario, ya se han producido una gran parte de los acontecimientos fundamentales: intento de suicidio de Tomás, enajenación; muerte de uno de los condenados; pacto, promovido por Asel, para sanar al muchacho… Esta presentación abrupta de los hechos facilita la asunción por parte del público de la realidad que se le presenta en el escenario.

En la segunda escena, mediante una pequeña elipsis, la acción se sitúa durante la tarde: faltan cuatro horas para la cena. Parece obvio que para unos condenados a muerte, el paso del tiempo sea un dato clave, pero además, enfatizando la dureza de la vida carcelaria, el tiempo se mide a través de las comidas. «¿Cuánto faltará para la cena?», pregunta uno de los encarcelados.

En toda la primera parte, la acción ha discurrido con gran lentitud. Su función es sobre todo presentar una situación y las ambigüedades de la misma: las desapariciones inexplicables, las actitudes incomprensibles… Cuando comienza la Segunda parte, una nueva elipsis temporal hace avanzar el tiempo. Han pasado tres días y algunos acontecimientos que se nos mencionan quedan, otra vez, fuera de la acción dramática: han recibido visitas, han ido a la peluquería… En la primera escena, la acción se desarrolla después de la cena. La desaparición progresiva de los objetos de la fundación testimonia una rápida vuelta de Tomás a la realidad.

El Final

Berta y el paisaje serán los últimos elementos en disolverse, como representación de las últimas esperanzas del personaje. Para aumentar la tensión dramática, aparece, frente al tema de la locura, la sospecha de engaño como forma de esconder la traición. De esta forma, se hace más complejo el desarrollo de esta segunda parte. De la misma manera, junto al tema del traslado (ya sugerido anteriormente), la posibilidad de fuga, siguiendo un plan trazado en colaboración con otros presos, encamina el argumento hacia su desenlace.

En esta segunda parte, pues, hay dos elementos constructivos contrapuestos. Por una parte, resuelve la acción orientándola hacia su final, acumulando acontecimientos trágicos que se suceden de forma dinámica: ejecución de Tulio, desesperación de Tomás, suicidio de Asel, asesinato de Max. Por otra, incorpora motivos temáticos y argumentales nuevos que enriquecen la trama: improbable plan de fuga para los dos únicos reos que quedan.

El desenlace de la obra no es único, sino doble: es abierto y a la vez circular. Cuando Tomás y Lino van a las celdas de castigo, se abre ante ellos y ante el público la incertidumbre de un destino que, incluso en el mejor de los casos, se presenta como un futuro de lucha sin tregua para escapar a otra «prisión» igualmente engañosa. Desaparecidos estos, un nuevo grupo de hombres entran a la celda y la fundación ha sido repuesta en el escenario con su luz irisada y la música de Rossini. De nuevo, la perplejidad que se crea en los espectadores les impulsará a buscar un sentido a todos los acontecimientos que se han desarrollado ante sus ojos.

La obra mantiene unidad de espacio, ya que toda la acción discurre en un único lugar, si bien este varía, al pasar de una habitación confortable en una fundación para las artes y la investigación a una celda ocupada por condenados a muerte. Esta transformación, sin embargo, no se corresponde con la realidad objetiva, sino que se produce en la mente torturada de Tomás, proceso esencial en la concepción de la obra.

Lenguaje y Estilo

Buero emplea en la obra un estilo cuidado: sus personajes tienen diferentes condiciones sociales pero no emplean expresiones coloquiales, de forma que el léxico es siempre culto y la expresión muestra el recurso a epítetos, símiles, antítesis, metáforas… Los diálogos se caracterizan por el uso de frases breves, con frecuentes elipsis. Busca un estilo natural, fácilmente accesible al público.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *