La Fundación de Buero Vallejo: Temas, Personajes y Simbolismo Dramático

Argumento

La obra transcurre en una habitación compartida por seis hombres, en cierta institución denominada por el protagonista, Tomás, como «la Fundación». Supuestamente, todos trabajan en diferentes proyectos de investigación. La habitación es confortable, con vistas a un maravilloso paisaje. Los seis personajes mantienen oscuras y tensas relaciones cuyo verdadero sentido no conoceremos hasta más adelante. Tomás es víctima de una conspiración urdida por los demás, que lo irrita y fastidia. El clima de tensión es evidente; siempre alguno parece estar a punto de perder los nervios.

Los indicios de anormalidades en el seno de la Fundación van aumentando: la existencia de un enfermo en la habitación, el cambio de enseres y objetos, un mal olor constante, y la costumbre del encargado de la institución de cerrarles siempre con llave. La primera parte del drama finaliza cuando el encargado descubre que el enfermo está muerto desde hace seis días. Tomás hace responsables a sus compañeros de la muerte de este.

En la segunda parte se desvela el misterio: los seis hombres son presos políticos condenados a muerte. Tomás, en un instante de flaqueza, delató a sus compañeros y estuvo a punto de suicidarse. Refugiado en su mente, transformó la celda de una prisión en una lujosa habitación, imaginándose furtivos encuentros con su novia Berta, quien está fuera de prisión. Tomás regresa a la realidad; el escenario se va convirtiendo ante nuestros ojos en la celda, desapareciendo muchos objetos de la habitación. Se descubren ahora todos los recelos y las medias palabras de sus compañeros.

Desvelado el misterio, no acaban de confiar en Tomás. Este episodio formaba parte de un entramado plan para escapar de la cárcel que no llega a funcionar por culpa de un chivato: la traición de Max por conseguir unas mejores condiciones. Cuando el encargado viene en busca de Asel para un interrogatorio, este decide suicidarse. Lino aprovecha el momento de confusión para asesinar a Max. Tomás finge nuevamente la locura para salvar la vida y llevar adelante el plan de huida de Asel. El drama finaliza cuando los dos prisioneros son sacados de su celda hacia un destino ignorado. La última escena de la obra nos muestra a dos nuevos inquilinos entrando en esa misma celda, convertida de nuevo en una lujosa habitación.


Temas

La libertad en contraposición al poder de la opresión

Esta oposición es uno de sus ejes fundamentales: la necesidad de luchar por la libertad. Buero utiliza el encarcelamiento político como símbolo de todas las cadenas que impiden al hombre su realización completa, extrapolando así el tema desde el ámbito sociopolítico al existencial. El autor critica aquellas formas de esclavitud que se camuflan bajo falsas apariencias de libertad a través del autoengaño.

La locura como evasión y evolución

Esta enfermedad adquiere significado simbólico como trasunto de las insuficiencias y debilidades humanas. La locura es una forma de evasión mediante la cual el loco vive en su propio mundo imaginario y ajeno. Tomás convierte su locura en una forma de escape de la terrible situación que vive. La progresiva recuperación de la lucidez supone una evolución moral; esto nos recuerda al personaje cervantino Don Quijote.

El descubrimiento de la verdad como camino a la redención

La Fundación es un lento proceso de asunción de la verdad por parte de todos los personajes y los espectadores. Mientras Tomás asume su situación, nosotros nos vemos reflejados en la responsabilidad ética del personaje más allá de la obra, luchando por un futuro mejor sin opresión, sin falsas fundaciones. El final abierto proyecta una esperanza y un compromiso: el verdadero final depende de nosotros mismos.

La culpa: justificable e injustificable

La culpa se divide en dos categorías: justificable o no. La de Max no lo es, ya que traiciona a los suyos para obtener mejoras personales, pagando por ello con su muerte. Asel y Tomás sí se justifican: han sido culpables a causa de la tortura a la que fueron sometidos. También se aborda la presencia de la culpabilidad colectiva de la sociedad.


Técnicas y recursos dramáticos

La obra está caracterizada por la extensión y precisión de sus acotaciones, que expresan los efectos de inmersión y los efectos mutadores del espacio escénico, claves en la historia. La inmersión en la mente del protagonista impone un punto de vista subjetivo en primera persona a todo el universo escénico. La obra se constituye como un continuado proceso de acercamiento desde la locura a la realidad. La acción de la obra se centra principalmente en la conquista de la verdad a partir de la enajenación, al comprender que estamos en la cárcel.

Algunos de los efectos de inmersión incluyen la forma de hacernos ver como Tomás, quien nos recrea todos esos momentos en su imaginación mientras nosotros somos ilusos de esa falsa realidad; la forma de adaptar los comportamientos y el lenguaje con los compañeros. En el segundo cuadro, las disonancias se acentúan. Una escena sumamente dramática en la obra es la que se desarrolla en el momento en que Tomás «oye» al «enfermo» pedir ayuda. En el cuadro tercero, se observa la desaparición de los muebles y la revelación de los atuendos de los personajes, siendo estos similares a los de los presos. El paisaje resulta afectado. Tomás vuelve a imaginar a Berta como último intento de negar la realidad. El paisaje se oscurece y Tomás admite la desaparición de la Fundación y reconoce la cárcel. En el último cuadro ya no hay ventanal alguno, más que una pared gris. Tomás empleará una última vez su locura al tratar de encubrir la muerte de Max, pero en esta ocasión Tomás domina la imaginación en lugar de ser dominado por ella.

También hay que señalar la importancia que en el teatro de Buero tienen la pintura y la música. Al comienzo del cuadro segundo de la primera parte, Tomás, en su trastorno, hojea y admira un libro que le hace detenerse en un cuadro conocido: el cuadro es de Vermeer, El pintor del taller. La música que se escucha es la Pastoral de la Obertura de la ópera Guillermo Tell de Rossini. El drama se abre y se cierra con ella, y esta se escucha también en la última aparición de Berta.


Personajes

Berta

Berta es un producto de la locura de Tomás, un desdoblamiento de la personalidad del protagonista. Aborrece la Fundación. Tomás empieza a intuir o temer por ella. Es un refugio para él, pero a través de ella se van filtrando fragmentos de la realidad que él conoce pero preferiría ignorar.

Tomás

Tomás es el protagonista trastornado, que ha transformado la realidad para poder soportarla. Su mente está librando una batalla, ayudada por el auxilio externo que representa la actitud de sus compañeros, en la que la realidad va penetrando entre las grietas que aparecen en la Fundación imaginada. Su locura, nacida como coartada ante el miedo por su situación y la vergüenza de haber sido débil y delatado a sus compañeros, se alimenta de su imaginación, pues él quería ser escritor. En cierto modo, vive su novela. Al final de la obra, asume el papel desempeñado por Asel y repite sus ideas, aceptando luchar por un cambio «que despertará toda la grandeza de los hombres» y se atreve a pensar en un futuro.

Asel

Asel es el más maduro y reflexivo. Con su serenidad, logra salvar situaciones difíciles en las primeras escenas. En la segunda mitad del drama, aumenta su complejidad cuando cae Tulio. Sabe que la esperanza de un mundo mejor debe ser buscada en el presente, trabajando y marchando. En el teatro de Buero, cuando la esperanza parece muerta, vuelve a renacer de sus cenizas. Asel, sin sombra de fatalismo, se dirige a Tomás: «Vivimos en un mundo civilizado al que le sigue pareciendo el más embriagador deporte la viejísima práctica de las matanzas: te degüellan por combatir la injusticia establecida, por pertenecer a una raza destacada, acaban contigo por hambre si eres prisionero de guerra, o te fusilan por supuestos intentos de sublevación, te condenan tribunales secretos por el delito de resistir en tu propia nación inválida…». Asel sabe distinguir entre la necesaria violencia para cambiar el mundo y la crueldad que solo añade dolor gratuito. Afirma la vida, la necesidad de vivir y luchar para modificar el mundo. Solo aceptando la conciencia de sus posibilidades y limitaciones entiende Asel que es posible avanzar. Todos pueden llevar dentro a un delator, un traidor y un verdugo. Asumir el peligro es un paso para empezar a vencerlo. Se quitará la vida para no descubrir el proyecto de fuga, tratando de salvar a sus compañeros y de posibilitar el futuro para ellos, ya que sabe que las autoridades no les dejarán compartir la celda de castigo.

Lino

Lino es un joven impetuoso y desdeña la prudencia. Se contrapone a la figura de Asel. Descubre que Max es un soplón y quiere desenmascararlo y anularlo, pero al obrar así se equipara a los carceleros. Su interrogatorio al espía lo iguala a ellos, y Max, espantado, pide auxilio. Lino se ha convertido momentáneamente en alguien más temible que los mismos agentes.

Tulio

Tulio se muestra impaciente e iracundo frente a la enfermedad de Tomás. Contribuye a la vuelta a la cordura del protagonista y complementa la figura y labor de Asel, personaje que provoca más rupturas entre el mundo real y el fingido por sus compañeros. Tulio finge recoger unos inexistentes vasos de cristal, invisibles para todos, con excepción de Tomás.

Otros personajes

Otros personajes son los «compañeros a toda prueba» que se arriesgarán desde el sótano para que puedan cavar el túnel hacia la libertad; «los barrenderos de la galería» que diseminarán la tierra «porque son compañeros»; o el «cojo de la celda de enfrente» que descubre a un egoísta; o cualquiera de los miles de ojos que miran y ayudan. Esta colectividad se descubrirá cuando un «coro de voces», según dice la acotación, grite al unísono «¡Asesinos!» como última despedida de Asel.


Lugar, Tiempo y Acción

Lugar

Su configuración se da por su transformación paulatina, pero en realidad es siempre la misma y existe unidad de lugar: la celda de una cárcel. Su valor de espacio simbólico representa un país desconocido. Buero quiere que la acción transcurra en un lugar indeterminado, cualquier lugar y cualquier época donde se haya sufrido en el pasado o se sufra en el presente la persecución política, represión policial y cárcel por motivos ideológicos. Buero no concreta el lugar donde la obra se desarrolla y ni siquiera a través de los personajes se llega a indicar aproximadamente el lugar en el que sucede. Desde otro punto de vista, se configura el espacio partiendo de la idílica Fundación inicial para llegar a la prisión en la que la obra se desarrolla. Es muy importante el ventanal que nos muestra un precioso paisaje relacionado con la pintura de Turner.

Tiempo

Tiempo Histórico

Lo dividimos en tres tiempos. Escrito en los primeros años setenta, al final de la Dictadura de Franco. Los hechos aludidos en la obra no aparecen. Sabemos que hay un trasfondo biográfico en la obra, reconocido por el propio Buero. La obra no sucede en un tiempo concreto.

Tiempo Dramático

No existen indicaciones precisas, pero es de desarrollo lineal. No existen saltos cronológicos y el drama se desarrolla en más o menos cuatro días. Los hechos se suceden in media res, es decir, cuando la obra comienza, los personajes ya están en una situación determinada debido a hechos acaecidos en el pasado inmediato. Hay cuatro momentos a los que llamaremos cuadros: el primer cuadro tiene lugar una mañana, poco antes de comer y termina cuando sirven el rancho; un enfermo lleva varios días muerto. El cuadro segundo transcurre la misma tarde, pues Tomás sigue encargado de la limpieza; descubren al muerto de hace 6 días. El cuadro tercero, tres días después, los presos acaban de cenar y la noche está cayendo. En el último cuadro han pasado muy pocas fechas; Asel sigue preocupado al principio por la mencionada visita que tuvo o parece haber tenido Tomás.

Tiempo Metafísico

Buero ha señalado que una de las fuentes de inspiración de La Fundación es el cuento Las Nubes, donde su autor, siguiendo a Nietzsche, plantea la teoría del eterno retorno, anunciada por Buero al final de la obra. El tiempo para Nietzsche es un instante fugaz, precedido de la nada y seguido de la nada; solo el presente más inmediato existe, porque el pasado fue y el futuro todavía no ha sido. Tomás afirma que el tiempo es otra ilusión y que el futuro de algún modo existe ya. Asel señala que el tiempo es un presente eterno.

Acción

No incluye peripecias, pues es un drama de situación límite. La primera parte y casi todo el primer cuadro de la segunda, el centro de atención está constituido por el progresivo desmoronamiento del mundo inventado por Tomás y su sustitución por el real. Hay varios momentos de tensión entre los presos. Los instantes más dramáticos son el descubrimiento del cadáver por los carceleros y, sobre todo, la salida de Tulio hacia la ejecución.

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