La sociedad europea del siglo XIX está marcada por dos circunstancias: la herencia de la Revolución Francesa y la industrialización. Ambos factores condicionan el pensamiento político y los conflictos sociales, que se reflejan en la literatura. La primera mitad del siglo, época del Romanticismo, se caracteriza por los enfrentamientos entre el absolutismo y el liberalismo. En cambio, la segunda mitad del siglo, etapa del Realismo y Naturalismo, se define por el auge de la burguesía, el desarrollo industrial, el progreso tecnológico y los avances científicos. La burguesía consolidó su poder económico y se convirtió en la clase dominante. Al mismo tiempo, el proletariado, que fue cobrando conciencia de su importancia social, se organizó para reclamar sus derechos.
Romanticismo
Durante la primera mitad del siglo XIX se desarrolló el Romanticismo. Esta corriente, nacida a finales del XVIII en Alemania e Inglaterra, se extendió por Europa y América. El Romanticismo no es solo una corriente artística, sino un amplio movimiento que repercute en todos los órdenes de la vida: cultura, política, sociedad… Los románticos manifiestan una profunda insatisfacción ante los valores de la sociedad y consideran que el mayor bien del individuo es la libertad. Estéticamente, el Romanticismo se alejó de las formas neoclásicas, que, según sus ideas, limitaban la libertad del artista. Además, el arte debía tender a mostrar las emociones con intensidad y vehemencia, sin reglas ni imposiciones.
Características de la mentalidad romántica
La mentalidad romántica se caracteriza por estos rasgos:
- Individualismo. El romántico se rebela contra todo lo que se opone a su yo personal, contra aquello que limita sus aspiraciones amorosas, sociales o políticas. De ahí que las obras expresen la intimidad del artista y den una visión subjetiva de la realidad.
- Rechazo de la realidad. Los límites que el mundo impone al romántico le producen un sentimiento de frustración y, frente a la realidad, reacciona mediante la evasión (que le permite refugiarse en la imaginación de mundos fantásticos, de países exóticos o de épocas pasadas) o la rebeldía contra el orden establecido y las costumbres convencionales.
- Irracionalismo. Frente al racionalismo ilustrado, el Romanticismo valora lo irracional: emociones, sueños, fantasías…
- Defensa de la libertad. La libertad constituye la base del pensamiento romántico; se considera fundamental en todos los ámbitos de la vida: en lo social, político o artístico. En el arte, los románticos rechazan las normas neoclásicas, buscando ante todo la originalidad, el estilo personal.
- La naturaleza. El mundo natural adquiere importancia en el arte y el paisaje se adapta al estado de ánimo del autor. Son frecuentes los paisajes desolados, las tormentas, la noche o los cementerios, que intensifican los sentimientos de melancolía, tristeza, soledad…
- El nacionalismo. Frente al espíritu universalista del Neoclasicismo, los románticos valoran los rasgos de cada país y recuperan su historia, sus costumbres y su lengua.
En la literatura castellana, el Romanticismo, por diferentes circunstancias históricas, es un movimiento tardío y breve, que no supone el cambio de mentalidad ni de estructuras políticas que se da en otros países. El movimiento romántico se hace evidente a partir de 1833, cuando los liberales vuelven del exilio influidos por el Romanticismo europeo.
El Romanticismo revitaliza la lírica y el teatro, géneros adecuados al intimismo y la vehemencia del espíritu romántico. También instaura la libertad absoluta del artista para combinar o crear nuevos géneros. La prosa romántica solo alcanza su madurez en los artículos periodísticos de Larra y en las Leyendas de Bécquer.
La Poesía Romántica
La poesía romántica se caracteriza por la superación de la fría poesía neoclásica. Se distinguen dos tendencias poéticas: la lírica, en la que predominan la intensidad, la emotividad y el subjetivismo; y la narrativa, de temática histórica, legendaria o exótica.
La lírica del Romanticismo se caracterizó por un estilo retórico y altisonante, con abundancia de exclamaciones. En cuanto a la métrica, los autores emplearon las estrofas clásicas, pero crearon nuevas combinaciones métricas. La polimetría, el uso de diversas variaciones métricas dentro del mismo poema, fue una práctica corriente. La composición favorita, no obstante, por su arraigo en la tradición clásica española, fue el romance.
Los temas románticos abarcan el rechazo del entorno, la exaltación sentimental, el anhelo de libertad, la comunión con la naturaleza, etc.
La poesía narrativa del Romanticismo puede clasificarse en poemas extensos (poemas narrativos de varios miles de versos, que tratan temas históricos, legendarios o fantásticos) y en poemas breves (también de temática legendaria e histórica, en los cuales la estrofa más utilizada es el romance).
José de Espronceda (1808-1842)
Espronceda es el prototipo del romántico liberal exaltado. Así se puede comprobar tanto en su obra literaria como en su actitud frente a la sociedad. El autor crea composiciones líricas personales y exaltadas, que tratan de temas diversos. Así pues, algunos de sus poemas tratan de los marginados sociales, con los que se identifica, porque él también se siente un rebelde que rechaza las convenciones sociales; ejemplo de ello serían Canción del Pirata, El mendigo o El verdugo. En otras composiciones se lamenta por la juventud perdida, o bien expresa sus ideales políticos o sociales.
Sus obras poéticas más importantes son dos extensos poemas narrativos: El estudiante de Salamanca, historia de ambiente misterioso y nocturno que narra la peripecia de Félix de Montemar, genuino seductor como Don Juan; y El diablo mundo, reflexión épica sobre la vida humana. Se trata de un poema inacabado en el que destaca el “Canto a Teresa”, una elegía en la que muestra sentimientos muy diversos ante la muerte de su amada.
El estilo literario de Espronceda es grandilocuente y enfático, ya que muestra la expresión de un temperamento apasionado: gusta del verso rítmico, sonoro; de los frecuentes cambios métricos; de los contrastes violentos; de la abundante adjetivación efectista; de las interrogaciones retóricas… La musicalidad de su poesía ha contribuido a hacerla muy popular.
Romanticismo Tardío
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, cuando ya en toda Europa ha entrado en decadencia el Romanticismo y han empezado a desarrollarse las tendencias realistas, en España dos grandísimos poetas, Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro, huyen de la poesía de moda en la época: prefieren un tipo de poesía intimista de forma sencilla y cuidada.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
La obra poética de Bécquer es breve, aunque muy valiosa. Sus Rimas se componen de poco más de ochenta poemas cortos, divididos en cuatro apartados temáticos:
- La poesía y la inspiración poética (rimas I-VIII).
- El amor ilusionado (rimas IX-XXIX).
- El fracaso amoroso y el desengaño (rimas XXX-LI).
- La soledad y la muerte (rimas LII-LXXVI).
Se trata, pues, de una poesía subjetiva, que expresa las vivencias del poeta.
El estilo es sencillo, pero de una gran perfección formal. Bécquer crea estrofas nuevas, con preferencia por la rima asonante. De esta manera, el contenido del poema se expresa sin retórica, pero con gran intensidad. El intimismo de la lírica romántica alemana y las formas sencillas de la poesía andaluza se funden en la obra de Bécquer, dando lugar a una nueva manera de entender y escribir la poesía.
De la producción en prosa de Bécquer destacan las Leyendas, relatos donde los rasgos románticos son patentes. Se trata de narraciones fantásticas, a través de las cuales Bécquer, mediante la prosa lírica, expresa sentimientos y emociones íntimas.
Rosalía de Castro (1837-1885)
La autora gallega destaca, sobre todo, por su extraordinaria poesía lírica de En las orillas del Sar, libro fundamental para la lírica castellana. Además, sus libros escritos en gallego la convierten en el símbolo del Rexurdimento gallego.
Con un estilo personal, sencillo y directo, Rosalía de Castro integra sus sentimientos sobre el amor, la soledad, la tristeza, las injusticias… con la descripción de la naturaleza. En sus poemas utiliza, generalmente, el verso asonante y diversas combinaciones métricas.
El Teatro Romántico
El teatro romántico español, en el cual predomina el drama y cuyo objetivo es conmover al espectador, en parte, es una continuación del teatro del Siglo de Oro, en especial de Lope y de Calderón, que el Neoclasicismo no había hecho olvidar.
Respecto a la forma, la libertad del autor prevalece sobre las normas clásicas. Por eso, se mezcla lo trágico y lo cómico, la prosa y el verso, no se respetan las tres unidades, etc. En cuanto a los temas, abundan los conflictos en torno al amor y la libertad, que enfrentan al héroe romántico con el mundo exterior y que suelen desembocar en un final trágico.
Ángel de Saavedra, duque de Rivas (1791-1865)
Su obra más representativa es el drama Don Álvaro o la fuerza del sino, que contiene las características propias del drama romántico: por un lado, el tema principal es el destino trágico, el sino fatal, que persigue al protagonista; por otro, formalmente, mezcla lo trágico y lo cómico, la prosa y el verso, no respeta las tres unidades. Su estilo tiene gran fuerza y dinamismo, aunque también hay excesos retóricos y sentimentales.
José Zorrilla (1817-1893)
Como autor teatral, destaca por su Don Juan Tenorio, una de las recreaciones más afortunadas del mito de don Juan, aunque Zorrilla introduce una importante modificación en el argumento clásico: don Juan se enamora sinceramente de doña Inés, mujer inocente y angelical. La fuerza de este amor le permite redimir su vida escandalosa y salvar su alma, gracias a lo cual puede reunirse en el cielo con su amada, en vez de ser arrastrado al infierno. El autor concentra la acción dramática en el protagonista, dándole un ritmo rápido, que atrapa el interés del espectador. Además se apoya en una versificación variada, de ritmo altisonante pero fluido y fácil.
Ambientada en Sevilla, en el siglo XVI, la obra se divide en dos partes: la primera expone la vida libertina de don Juan, la seducción de doña Inés y su rapto. La segunda, cuando ya ha muerto de pena doña Inés, trata de la transformación que llevará a don Juan a la redención, tras la escena en la que el seductor desafía a la estatua del Comendador, padre de doña Inés y a quien antes había dado muerte.
La Prosa Romántica
En la prosa romántica destacan dos géneros: la novela histórica, que trata, generalmente, sobre temas histórico-legendarios situados en la Edad Media, y el costumbrismo, género estrechamente relacionado con el periodismo. En las revistas de la época se publicaban artículos o “cuadros de costumbres” que describían en tono gracioso la realidad cotidiana: costumbres o modos de vivir del país y personajes populares. Si bien el costumbrismo tuvo su origen en el Romanticismo, este género influiría en el desarrollo de la novela realista.
Mariano José de Larra (1809-1837)
Larra ocupa un lugar importante en la literatura española gracias a sus artículos periodísticos, aunque también cultivó la novela histórica y el drama romántico. Según sus temas, los artículos periodísticos de Larra se clasifican en:
- Artículos de costumbres. Frente a la intención descriptiva y pintoresca del género, que se limita a reflejar de manera nostálgica las costumbres y tipos populares en tono amable, Larra ofrece una visión crítica y satírica de la sociedad con la intención de reformar y modernizar el país. De ahí que satirice la ignorancia, la vanidad, la hipocresía, la desidia burocrática, la desorganización social, el atraso del país…
- Artículos políticos. Ofrecen una visión global del panorama político de su época.
- Artículos literarios. Recogen comentarios críticos sobre la literatura del momento, especialmente el teatro.
Larra supo encontrar un estilo personal y directo, sin grandes complicaciones, aunque con un lenguaje muy cuidado. Larra, como romántico que es, se implica en los artículos. Utiliza como tesis una anécdota o un hecho cotidiano para expresar, con aguda ironía y fuerte carga crítica, su visión particular de la realidad. Los artículos de Larra tienen una gran vigencia en la actualidad, y su autor es considerado el iniciador de la prosa contemporánea española.