El Teatro Español Anterior a 1940
El inicio del siglo XX es una época de cambios. La Primera Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera, la República y la Guerra Civil van a afectar al mundo del arte y la cultura, como por ejemplo en pintura (Dalí y Picasso), en ciencia (Ramón y Cajal y Gregorio Marañón), época llamada “Edad de Plata”.
El teatro español era de los más populares de Europa, y gracias a empresarios como Martínez Sierra, y artistas como Margarita Xirgu, los dramaturgos más destacados fueron Valle-Inclán y Federico García Lorca.
A finales de los años 30 aparecen dos tipos de teatro: por una parte, el teatro popular y comercial, que es el que triunfaba, y el teatro innovador. A principio del siglo, el teatro que triunfaba era el realista; podemos destacar a Pérez Galdós con su obra Electra (1901) y a Echegaray.
En el teatro popular destacó el modernismo con Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol) o Francisco Villaespesa (Las hijas del Cid). También destacan los hermanos Machado con un teatro más costumbrista (La lola se va a los puertos). También destacó el teatro de humor dominado por los sainetes de Carlos Arniches con su obra La señorita de Trévelez (“trágica grotesca”), los hermanos Álvarez Quintero y el “astracán”, género creado por Muñoz Seca con La venganza de don Mendo. Es destacable la comedia de Benavente; sus obras más importantes son La malquerida y Los intereses creados. Será un referente en el teatro de posguerra.
El teatro innovador arranca con la Generación del 98 con Unamuno (El otro) y Valle-Inclán con una obra que se extiende no en etapas, sino en ciclos como Divinas palabras, Comedias Bárbaras y Luces de Bohemia. Tras el grupo del 98, ni la Generación del 14 ni las vanguardias aportaron grandes nombres al género teatral, salvo Ramón Gómez de la Serna con Medios seres.
Hay que esperar hasta la Generación del 27 para poder hablar de una explosión del teatro innovador con Alberti (El hombre deshabitado) y sobre todo con Lorca con obras como Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba.
Aparecen dramaturgos del 27 que tuvieron que marchar al exilio tras la Guerra Civil. Destacan Alejandro Casona, con un teatro poético y simbolista (La dama del Alba). Aparece un teatro social y comprometido con Max Aub con su obra San Juan, que estuvo en el exilio donde alcanzaron mayor éxito. También aparecen Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Miguel Mihura, que van a renovar el teatro cómico con obras como Tres sombreros de copa.
El Novecentismo y las Vanguardias
El novecentismo, y poco después las vanguardias, aparecen en España en la época de entreguerras, un periodo con grandes cambios entre las dos guerras mundiales.
En España triunfa la llamada Generación del 14, considerado el primer movimiento del siglo XX, corriente de renovación, que tiene como fecha 1914 por el comienzo de la Primera Guerra Mundial y la publicación de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez.
Empezaron utilizando el ensayo con autores como Ortega y Gasset y entre sus obras La rebelión de las masas y La deshumanización del arte. Otros autores son Eugenio d’Ors, Azaña y Gregorio Marañón. A ello se suman importantes novelistas como Ramón Pérez de Ayala con Tigre Juan; Gabriel Miró con novelas como El obispo leproso. Otros autores son Wenceslao Fernández Flórez y Benjamín Jarnés.
En la poesía aparecerá Juan Ramón Jiménez con una poesía profunda y de renovación. Arranca con obras como Arias tristes, lo que llamó poesía pura, especialmente tras la publicación de Diario de un poeta recién casado en 1917, escrito con su mujer Zenobia Camprubí en su viaje de novios a Estados Unidos. Fue Premio Nobel de Literatura.
Las vanguardias, movimiento que se opuso a la estética anterior y que supusieron nuevas concepciones del arte y del lenguaje literario. Los “ismos” tuvieron su particular reflejo en la literatura.
Ramón Gómez de la Serna, su obra es conocida por las Greguerías, que consiste en “humor + metáfora”. Donde las vanguardias tuvieron éxito fue en el creacionismo y ultraísmo.
El creacionismo fue iniciado por Vicente Huidobro (chileno) con Altazor y en España poetas como Juan Larrea y Gerardo Diego con Imagen. El ultraísmo, vinculado a la revista Ultra, con elementos futuristas como Guillermo de Torre y la poetisa Lucía Sánchez Saornil, con una corriente feminista.
La Generación del 27
Tras la Primera Guerra Mundial, el mundo vivía una explosión juvenil de los años 20; la radio, el cine, intentan olvidar los horrores de la guerra. Sin embargo, el Crack del 29 arrastra la economía mundial, favoreciendo los nacionalismos.
En España es una época de tensión política: la dictadura de Primo de Rivera, la marcha de Alfonso XIII y la República, finalizarán en la Guerra Civil. Sin embargo, hay movimientos más allá de la literatura, en el ámbito científico (Ramón y Cajal, Gregorio Marañón), en el cine (Buñuel), en la pintura (Dalí, Picasso y Maruja Mallo), filosófico (Unamuno y Ortega y Gasset); son los años llamados la Edad de Plata.
En cuanto a otros géneros, en la novela destaca Rosa Chacel y en cuanto al teatro Alejandro Casona y Max Aub. Aparecen revistas como Litoral y Caballo Verde para la Poesía. La evolución poética es deshumanizada con Juan Ramón Jiménez y rehumanizada con Pablo Neruda y poesía de posguerra.
En cuanto a las tendencias, son de carácter neopopular, poesía pura, poesía surrealista, poesía intelectual y tradicional. Es decir, surge una generación que se va a caracterizar por su espíritu integrador y compromiso social.
El máximo representante de la Generación del 27 es Federico García Lorca. Destacó por su poesía popular con obras como Canciones, Poeta en Nueva York y Romancero Gitano. Su primera obra de teatro es El maleficio de la mariposa, no tuvo éxito; sin embargo, con obras como Mariana Pineda, La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre, alcanzará un prestigio universal.
Rafael Alberti escribió Marinero en tierra y Sobre los ángeles. Pedro Salinas será el poeta del amor con La voz a ti debida. Jorge Guillén escribe una poesía más cerebral (Cántico). Luis Cernuda con La realidad y el deseo y Vicente Aleixandre (Premio Nobel), habla de un amor de dimensiones cósmicas con La destrucción o el amor y Sombra del paraíso.
Otros poetas del 27 son Gerardo Diego con Imagen y Dámaso Alonso con Hijos de la ira. Añadir a esta generación un grupo de poetisas como son Las Sinsombrero: Concha Méndez, Josefina de la Torre (ambas con una poesía neopopular) y Ernestina de Champourcín.
El Teatro Español Posterior a 1939
Tras la Guerra Civil, la situación en nuestro país era dramática. Además, la situación política (dictadura) impide la producción teatral. El teatro en este año era conservador e ideológico; el público en esa época era tradicional, solo las clases altas podían permitirse el lujo de ver estas obras de teatro.
Desaparecen autores de la Generación del 27, como Valle-Inclán o Lorca. De hecho, para muchos autores la literatura del exilio en los años 40 era superior en calidad a la interior, con autores de la Generación del 27 como Alejandro Casona con la obra La dama del Alba y Max Aub con la obra San Juan.
Los años 40 son muy duros, tras acabar con la Guerra Civil y con el régimen de Franco. En este contexto, aparecen en España autores que continúan a Jacinto Benavente con un teatro conservador y a José María Pemán con su obra Cisneros. Los autores irán adaptando posturas críticas con una moral burguesa, como Joaquín Calvo Sotelo con La muralla, en los años 50. Paralelamente al teatro, nos encontramos con un teatro más interesante de humor, que arranca de dramaturgos del 27 como Enrique Jardiel Poncela con obras como Eloísa está debajo de un almendro y Miguel Mihura con obras como Tres sombreros de copa o Melocotón en almíbar.
Los autores apuestan por llevar a los escenarios los problemas de las clases humildes, como el caso de Alfonso Sastre con la obra Escuadra hacia la muerte o La taberna fantástica. Antonio Buero Vallejo escribió la obra Historia de una escalera. Aparecen en las obras elementos innovadores como la técnica de inmersión, donde se hace partícipe al público en las obras. Hay que añadir otros autores como Lauro Olmo y José Martín Recuerda.
Los años 60 son los del desarrollismo; comienza el retorno de exiliados, la literatura se abre a nuevas influencias. Aparecen temas nuevos como el teatro “underground” y aparecen figuras como Antonio Gala, con obras como Anillos para una dama, y otros autores como Francisco Nieva o Fernando Arrabal. Su teatro es el más cercano al surrealismo; encontramos obras como Laberinto o Pic-nic. No era comprendido por el público y se marcha a París donde alcanzaría el éxito.
En los años 70, la muerte de Franco cambiaría el país. En Cataluña se crea un grupo de teatro independiente: Els Comediants, Els Joglars y en Madrid (Tábano).
También en los años 80 y 90 aparecen autores de un teatro innovador con un teatro de humor, de temas sociales e históricos como el caso de José Luis Alonso de Santos (Bajarse al moro) o José Sanchis Sinisterra (¡Ay, Carmela!), un teatro que se verá reforzado en las salas de teatro.
La Poesía Española Posterior a 1939
Tras la Guerra Civil Española, la situación social y económica en nuestro país era dramática. Una de las características de la literatura de los años 40 y 50 es la existencia de una poesía “dramática” que da lugar a poetas como Antonio Machado, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez y Miguel de Unamuno.
Los años 40 son muy duros, tras acabar con la Guerra Civil. En este contexto, aparece una generación de poetas, de la Generación del 36, amigos del régimen político, excepto Miguel Hernández.
Miguel Hernández apuesta por una poesía potente y comprometida con libros como El rayo que no cesa o Viento del pueblo, escrito durante la Guerra Civil. Durante su encarcelamiento escribe Cancionero y romancero de ausencias, profundamente humano.
En la poesía «arraigada» surgen revistas como Escorial o Garcilaso que recogen una poesía tradicional, cuyos poetas son Luis Rosales con La casa encendida.
En cuanto a la poesía «desarraigada» aparecen poetas como Dámaso Alonso que publica Hijos de la ira y Vicente Aleixandre con Sombra del paraíso. Otras obras fundamentales en la poesía de posguerra. Añadir a Victoriano Crémer, que escribía poesía en la revista Espadaña en León.
También, en los años 40 aparece una poesía refinada con el grupo Cántico, con Pablo García Baena a la cabeza. También comienza la poesía más vanguardista con Juan Eduardo Cirlot y José Antonio Labordeta.
En los años 50, la situación internacional permite que el régimen de Franco rompa su aislamiento; la literatura pretende reflejarlo con una poesía social y como comunicación, con poetas que reivindican la paz y la palabra y que lamentan la falta de libertad y de justicia.
Algunos de los poetas más importantes son Blas de Otero con libros como Ángel fieramente humano / Ancia o Pido la paz y la palabra. Junto a él, Gabriel Celaya (Cantos íberos) o José Hierro (Quinta del 42, Libro de las alucinaciones). Aparecen otras autoras como Ángela Figuera Aymerich y Gloria Fuertes.
En los años 60, la poesía se vuelca con la introspección y en el autobiografismo; es la poesía de la experiencia, con un lenguaje familiar, coloquial y en ocasiones irónico. Donde destacan poetas como Carlos Barral y Jaime Gil de Biedma en la Escuela de Barcelona. Otros poetas de los 60 son Ángel González (Tratado de urbanismo) y Claudio Rodríguez con Don de la ebriedad.
En los años 70, muere Franco, cambiará el país. En estos años la poesía es más estética. Castellet reúne a diez poetas bajo el epígrafe de “los Novísimos”, entre ellos Pere Gimferrer con Arde el mar, Luis Antonio de Villena con El viaje a Bizancio, entre otros. También aparecen algunas mujeres en los “postnovísimos” como Ana Rossetti, Blanca Andreu y Luisa Castro con Los versos del eunuco.
Modernismo y Generación del 98
Modernismo y Generación del 98 son dos movimientos literarios y culturales de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en un contexto entre los imperios coloniales, como en el caso de España la pérdida de Cuba. Importante también el desarrollo de la ciencia, como en el caso del descubrimiento de la penicilina, invención del automóvil y cine.
La característica que define la generación es que el arte se convierte en un fin en sí mismo: “El arte por el arte”. Interés por el erotismo, lo exótico, la evasión, el lejano Oriente; es un estilo basado en lo sensorial y sensitivo. El cisne como símbolo.
La poesía es lo más importante, ya que abarca todos los géneros. Entre los poetas más importantes, destacan Rubén Darío, primer representante del modernismo. Su primera obra fue publicada en 1888 llamada Azul, conjunto de poemas y cuentos. En 1892 llega a España como representante de Nicaragua. Otras obras muy importantes son Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza.
Otros de los más representativos del modernismo en España son Manuel Machado con libros como Alma (1901), Francisco Villaespesa (Las hijas del Cid) y Eduardo Marquina.
La Generación del 98 se caracteriza por el “Desastre del 98”. España es el gran tema de reflexión y meditativo; el ensayo adquiere una importancia singular, destacando Ramiro de Maeztu (Don Quijote, don Juan y la Celestina) y Miguel de Unamuno con obras como En torno al casticismo y Del sentimiento trágico de la vida con ideas existencialistas. Sus novelas son Niebla y San Manuel Bueno, mártir. También hace teatro innovador.
En la novela destacan Pío Baroja, con novelas de acción y situadas en un ámbito vasco: obras Las inquietudes de Shanti Andía, El árbol de la ciencia y La busca. Azorín destacó por su observación del detalle; escribió novelas como Doña Inés donde lo importante era el paso del tiempo.
En el teatro destacó Valle-Inclán con obras como Comedias bárbaras, Divinas palabras y Luces de bohemia. También Jacinto Benavente con obras como La malquerida y Los intereses creados.
En la poesía destaca Antonio Machado con Soledades. A Leonor Izquierdo, su esposa, debido a su muerte, le dedica poemas como Campos de Castilla. Exiliado en Francia hasta su muerte.
La Novela Española Posterior a 1940 y Hasta 1975
Después de la Guerra Civil Española, la situación social y económica es desoladora: represión, encarcelamientos y censura, impuestos por el régimen franquista.
En los años 40, la literatura del exilio es superior a la del interior. Es una época de máximo esplendor en nuestra cultura y nuestra literatura, considerada la “Edad de Plata” de nuestras Letras. Muchos autores reconocidos se vieron forzados al exilio, la mayoría pertenecientes a la Generación del 27, como Ramón J. Sender con Réquiem por un campesino español, Max Aub con El ciclo de los campos, Arturo Barea con La forja de un rebelde, Rosa Chacel con La sinrazón y Francisco Ayala con su colección de relatos Los usurpadores.
En el interior, la Generación del 36 escribe con un corte tradicional y clásico, con temas de amor, religioso y de guerra, a pesar de contar con autores como Ignacio Agustí con Mariona Rebull y Carmen Laforet con Nada.
Aparece el “Grupo de mayores” con Camilo José Cela, es el más innovador, con La familia de Pascual Duarte y La colmena. Con Miguel Delibes con obras como El camino, Cinco horas con Mario o Los santos inocentes. Y Gonzalo Torrente Ballester con Los gozos y las sombras y La fuga de JB.
En los años 50, la sociedad española comienza una transformación que la novela reflejará en sus obras. Nace así la novela social y la Generación del Medio Siglo, un grupo de autores que pretenden retratar al tiempo que introducen ciertas técnicas: el objetivismo, la concentración espacial y temporal. Aparecen escritores como Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama, Carmen Martín Gaite con Entre visillos, Juan Benet con Volverás a Región, Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa y Juan Goytisolo con una literatura innovadora como Señas de identidad.
Los años 60 apuestan por técnicas narrativas nuevas: con una voz en segunda persona, innovaciones en la estructura, presencia de monólogos interiores, una novela distinta, denominada novela estructural. Continúan autores como Juan Goytisolo, pero aparecen otros nuevos como Luis Martín Santos, con Tiempo de silencio, Manuel Vázquez Montalbán con Los mares del Sur y Francisco Umbral con Mortal y Rosa, son sus obras más representativas.
En los años 70, se le conocerá como la Promoción de 1975, ya que no hay límites para las historias que se van a contar. Autores en esta época son Eduardo Mendoza con La verdad sobre el caso Savolta y Almudena Grandes con Las edades de Lulú.
La Novela Española a Partir de 1975
En 1975 muere Franco y con él muere su régimen. España se une a un sistema democrático consagrado por la Constitución del 78, periodo conocido como la “Transición”.
En este contexto, la evolución de la novela se ve motivada por el impulso a la cultura en diferentes niveles (universitario, autonómico y municipal), se crean premios y concursos para los escritores, hay una vuelta de algunos escritores exiliados, gran interés en la novela francesa, norteamericana e hispanoamericana. También se recuperan las lenguas como el catalán, el gallego y el vasco; en esta última lengua destacar a Bernardo Atxaga con su libro Obabakoak.
Eduardo Mendoza, el mayor representante de la Promoción de 1975, cuyas novelas más importantes son El misterio de la cripta embrujada, La verdad sobre el caso Savolta y Sin noticias de Gurb.
El estilo que van a utilizar estas novelas es de corte más tradicional, característica de finales del siglo XX. Otras tendencias vienen determinadas por la influencia de las novelas extranjeras y de novelas históricas. Un ejemplo es Terenci Moix con No digas que fue un sueño en un contexto faraónico de Egipto. Otro autor es Arturo Pérez-Reverte con sus obras El capitán Alatriste. Nuevamente, nombrar a Eduardo Mendoza con La ciudad de los prodigios, donde aparece la novela histórica, y a Antonio Muñoz Molina con la obra La noche de los tiempos, ambientada en los años de la Segunda República y la Guerra Civil.
Otros de los novelistas más interesantes es Almudena Grandes con El corazón helado, Javier Cercas con Soldados de Salamina, Dulce Chacón con La voz dormida, que abordan el tema de la memoria histórica y que pasarían al cine.
Otras tendencias del siglo XX son la novela lírica donde se explota el mundo de los recuerdos, un ejemplo es Julio Llamazares con La lluvia amarilla o El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina. Otra tendencia es el mundo de la novela femenina con autoras como Rosa Montero con Te trataré como una reina y Lucía Etxebarria con Beatriz y los cuerpos celestes.
Además, aparece la novela erótica, un ejemplo de ello es la colección La Sonrisa Vertical de la editorial Tusquets, donde se publicó Las edades de Lulú de Almudena Grandes, llevada al cine con el mismo título. Otra obra es Coños de José Manuel Caballero Bonald de tema sexual. Y otro de los temas es el conflicto generacional con autores como José Ángel Mañas con su obra Historias del Kronen; muchas de estas obras son llevadas al cine.