Lopakhin y Liubov: El Choque de Clases en El Jardín de los Cerezos de Chéjov

Introducción: El Jardín de los Cerezos y el Cambio Social

El Jardín de los Cerezos es una obra escrita en 1904 por el autor ruso Antón Chéjov. Esta pieza teatral, de corte realista, representa el profundo cambio social que sufrió Rusia tras la Emancipación de los Siervos, abordando la caída de la aristocracia y el ascenso de las clases bajas de la Rusia de entonces.

Lopakhin y Liubov: Un Contraste Fundamental

En este ensayo se comparará antitéticamente a dos de los personajes principales de la obra: Lopakhin, hijo de siervos y ahora parte de la nueva burguesía rusa, y Liubov, una aristócrata.

Lopakhin: El Ascenso de la Nueva Burguesía

Orígenes y Conciencia Social

La obra comienza, y desde las primeras palabras de cada personaje podemos reconocer a qué clase social pertenece. En el primer acto, Lopakhin expresa: «Soy rico: es lo único que ha cambiado. Aunque si uno se pone a pensar y a cavilar, lo cierto es que sigo siendo un mujik» (Chéjov, s.f., pág. 5). A través de sus palabras, podemos ver a qué clase social pertenece. Un «mujik» es un campesino ruso de la época previa a la Emancipación de los Siervos. Este término connota pobreza, ya que los mujiks eran siervos.

Como sostiene Adriana Miranda Sierra: «Lopakhin no olvida su origen humilde; como él mismo lo reconoce, lo único que ha cambiado en su vida es el dinero» (Miranda, 2001, pág. 26). Él no se avergüenza de su pasado ni trata de esconderlo, lo que lo convierte en un personaje fuerte y muy decidido a lo largo de la obra.

Liubov: La Aristocracia Anclada en el Pasado

Apego Material y Estancamiento Emocional

Por su parte, Liubov pertenece a la clase social de la aristocracia, ya que es la dueña del Jardín de los Cerezos. Este personaje está muy apegado a lo material, y todo lo que le recuerda su pasado la oprime, impidiéndole evolucionar como persona y evidenciando la antítesis con Lopakhin.

El Cuarto de los Niños: Símbolo del Pasado

Los elementos que representan esta antítesis son el jardín y el cuarto de los niños. En el primer acto, por medio de la acotación escénica «Entre lágrimas y risas», podemos analizar su situación sentimental. A su vez, sus primeras palabras y expresiones en la obra, «¡El cuarto de los niños!» (Chéjov, s.f., pág. 6), nos permiten argumentar que Liubov hace referencia a su pasado, caracterizándose a sí misma como oprimida por la sociedad y sin posibilidad de avanzar.

El nombre del cuarto, «El cuarto de los niños», nos hace pensar en el estancamiento de este personaje en su pasado, refiriéndose a su niñez y a sus experiencias vividas. Asimismo, Liubov expresa: «¡El cuarto de los niños!… ¡Mi cuarto más querido! ¡Tan encantador! ¡Donde dormí de niña! ¡Y todavía sigo siendo niña…» (Chéjov, s.f., pág. 6). Sus recuerdos se quedan en este «cuarto» por ser un símbolo de sus vivencias, y al estar en él, expresa: «Y todavía sigo siendo niña».

Así, podemos analizar que Liubov está inmortalizando el cuarto con las experiencias que ha vivido en él, conformándose y estancándose en su deseo de seguir siendo una niña y vivir en el pasado.

El Jardín de los Cerezos: Símbolo de la Antítesis

Perspectivas Opuestas sobre la Propiedad

En el primer acto, Lopakhin, un personaje que siempre piensa en el futuro de manera comercial y en cómo sacarle provecho económico a las cosas, expresa: «Lo único que tiene de sobresaliente este jardín son sus dimensiones. La cereza se cosecha solo cada dos años y luego no sabe uno qué hacer con ella. Nadie quiere comprarla» (Chéjov, s.f., pág. 11). Esto demuestra su pensamiento y su evolución como burgués comerciante, siempre adelantándose a las diferentes oportunidades.

Pero, antitéticamente, está Liubov, quien acusa a Lopakhin de no entender el jardín y solo fijarse en su belleza, aunque este le cueste mucho dinero y no le dé ninguna ganancia. Ella responde: «Perdone, querido, pero usted no entiende nada de estas cosas… En toda la región no hay casa alguna que sea interesante y hasta sobresaliente sino nuestro Jardín de los Cerezos» (Chéjov, s.f., pág. 11).

En esta cita podemos ver plasmados los pensamientos de Liubov: está cegada por su pasado y es en lo único que piensa, lo que la hace completamente opuesta a Lopakhin.

Desenlace: La Inversión de Roles Sociales

El Triunfo de Lopakhin

En el cuarto acto, ya hacia el final de la obra, se muestra el cambio de posición social que sufren ambos. Primero, Lopakhin, quien se adueña del Jardín de los Cerezos, sintiéndose satisfecho y muy alegre por su triunfo como miembro de una clase inferior. Esto lo podemos evidenciar cuando Lopakhin exclama: «En cuanto a mí, cuando llevo trabajando mucho tiempo, el pensamiento se me hace más ligero y me parece que entonces sé por qué vivo» (Chéjov, s.f., pág. 39).

En esta cita se puede apreciar cómo Lopakhin ha conseguido lo que quería y, como descendiente de siervos, se siente aún mejor por respetar su pasado, que siempre fue de esfuerzo y trabajo.

La Caída de Liubov y su Negación

Para contraponer con el argumento anterior, por otro lado, está Liubov, quien ha arruinado su imagen como noble al perder su jardín. Ella sigue sin cambiar su personalidad mientras su realidad cambia. Esto lo podemos evidenciar en la situación en la que Liubov, sin pensar razonablemente, dice: «¡Mi nena querida! ¡Pronto volveremos a vernos! ¡Viviré allí con el dinero que envió la abuela para recuperar la propiedad!».

Podemos notar claramente la falta de mentalidad de Liubov, incapaz de percatarse de algo que estaba sucediendo: la pérdida de su poder.

Conclusión: Reflejo de una Época en Transformación

La interacción y el destino de Lopakhin y Liubov en El Jardín de los Cerezos no solo delinean un contraste de personalidades, sino que también simbolizan el profundo cambio social y económico de la Rusia de principios del siglo XX. Mientras Lopakhin encarna el pragmatismo y el ascenso de la nueva burguesía, Liubov representa la decadencia de una aristocracia incapaz de adaptarse, anclada en un pasado idealizado. Chéjov, a través de estos personajes antitéticos, nos ofrece una visión crítica y melancólica de una sociedad en plena transformación.

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