Modernismo y Generación del 98: Dos Movimientos Clave en la Literatura Española
El debate sobre el Modernismo y la Generación del 98 a menudo se centra en si representan una simple modernización de la literatura o si, por el contrario, mantienen diferencias sustanciales. Mientras algunos ven una renovación, otros señalan actitudes distintivas: el Modernismo se caracteriza por su estilización, su enfoque poético, cosmopolita y retórico, y una profunda reflexión sobre España a través de la prosa, la novela y el ensayo. La Generación del 98, por su parte, comparte rasgos como el decadentismo, una complacencia en lo mortecino y lo ruinoso, el hastío vital y la insatisfacción.
Tendencias del Modernismo
El Modernismo se divide principalmente en dos tendencias:
- Estilizante (Modernismo): Se manifiesta en actitudes sociales y espirituales variadas, buscando la originalidad. El artista se posiciona al margen de la sociedad, en contra del positivismo y el realismo. Se observa un gusto por épocas pasadas, el erotismo como oposición a la muerte, el cosmopolitismo y el panteísmo, y un culto a la belleza.
En cuanto a su concepción temporal, se le asocia con un movimiento escapista (1885-1915), una época (1889-1940) o una síntesis de crisis (1880-1914). Sus influencias provienen de movimientos contra la burguesía y de corrientes francesas como el parnasianismo (perfección formal, mitología, exotismo) y el simbolismo (imaginación, sueños). El decadentismo aporta un refinamiento y exquisitez particulares. Los temas recurrentes incluyen la desazón romántica, el hastío, la tristeza, el escapismo y el erotismo. Estéticamente, se busca la musicalidad, la armonía, el color, las aliteraciones y la sinestesia, empleando un léxico culto.
La abundancia de imágenes y metáforas novedosas es otra característica. En métrica, se emplea el alejandrino con pies acentuales.
Autores Destacados del Modernismo
- Hispanoamérica: Rubén Darío (con obras como «Prosas Profanas»), José Martí.
- España: Antonio Machado (inicialmente modernista, intimista y simbolista, evolucionando hacia la temática del 98), Juan Ramón Jiménez (cultivó el modernismo antes de su giro de 1916), y Ramón María del Valle-Inclán (máximo representante de la prosa modernista).
La Generación del 98
La Generación del 98 agrupa a escritores con una formación intelectual similar, relaciones personales y participación conjunta en homenajes (como el dedicado a Larra). Se vieron profundamente afectados por el Desastre del 98, lo que les llevó a una renovación estilística y a la defensa de un nuevo mito de la Castilla austera y espiritual. Sus influencias provienen de filósofos como Nietzsche, Schopenhauer y Kierkegaard. Se caracterizan por el subjetivismo, una visión angustiada y la lucha contra la abulia. Los temas comunes giran en torno al idealismo, las preocupaciones existenciales, los interrogantes sobre el sentido de la vida y la reflexión sobre el plano de valores de España. Evolucionaron desde posturas radicales (manifiestos de 1901) hacia posiciones más idealistas.
Poesía y Prosa en el Modernismo y la Generación del 98
Poesía
En la lírica española de principios de siglo, Rubén Darío ejerció una gran influencia, acompañado por poetas españoles que siguieron su estela.
- Miguel de Unamuno: Su poesía se opuso abiertamente al modernismo, abordando temas como el sentido de la vida con una lírica áspera y reflexiva.
- Antonio Machado: «Soledades» es un manifiesto de la influencia modernista, simbolista, explorando el misterio de vivir y utilizando símbolos como la tarde y el agua. «Campos de Castilla» se centra en el paisaje castellano, adoptando un tono realista con poemas descriptivos, legendarios, una visión sombría de España, la evocación de Leonor y reflexiones filosóficas. «Nuevas canciones» se opone a la poesía deshumanizada, utilizando seudónimos como Juan de Mairena, y abordando una poesía esencial, con compromiso político y canciones dedicadas a Guiomar en sus últimos tiempos.
- Juan Ramón Jiménez: Concibe la poesía como belleza, exaltación de lo bello, conocimiento, penetración de la esencia de las cosas y eternidad.
Prosa y Novela
- Miguel de Unamuno: Sus temas centrales son el problema de España y el sentido de la vida humana, obsesiones reflejadas en ensayos como «El sentimiento trágico de la vida» (1931) y «La agonía del Cristianismo» (1925). Explora la contradicción entre sentirse inmoral y saberse mortal, viviendo angustiado. Su narrativa se caracteriza por ser filosófica. Sus «nivolas» confunden realidad y ficción, con escasas descripciones, párrafos discursivos y una gran densidad de ideas. Obras notables incluyen «Amor y pedagogía» (1902), «Niebla» (1914), «Abel Sánchez» (1917) y «San Manuel Bueno, mártir» (1935).
- Pío Baroja: Su obra se define por un pesimismo existencial, la percepción de un mundo carente de sentido y la desconfianza en el ser humano. Considera la novela un género multiforme y proteico, despreocupado de la composición y crítico con otros novelistas. Su prosa es rápida y nerviosa, combinando imaginación y observación, con un tono agrio. Prefiere párrafos y frases cortas, buscando la autenticidad en los diálogos. Obras clave son «Camino de perfección» (1902), «La busca» (1904) y «El árbol de la ciencia» (1911).
- Ramón María del Valle-Inclán: Su estética transita entre el modernismo y el esperpento, con obras como «La leyenda de los cuervos» (1907) y «La pipa de kif» (1919).
La Generación del 27: Equilibrio y Vanguardia
La Generación del 27 se caracteriza por un equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, la pureza y la poesía deshumanizada, lo culto y lo popular, la tradición y la renovación. Participaron en los movimientos de vanguardia, pero también rindieron homenaje a los clásicos como Góngora.
Etapas de la Generación del 27
- Hasta 1927: Huellas posmodernistas, influencia de Juan Ramón Jiménez y la poesía pura.
- Hasta la Guerra Civil: Proceso de rehumanización con la irrupción del surrealismo, en oposición a la poesía pura.
- Después de la Guerra: En el exilio o en España, cada poeta siguió su rumbo, sin abandonar la poesía humana. Los exiliados expresan lamento por la patria, mientras que los que permanecieron en España reflejan la desolación ante las ruinas de la humanidad.
Renovaron la métrica, adoptando la imagen visionaria, irracional o la metáfora novedosa, y combinando el verso libre con formas clásicas (cómputo de sílabas, pausas y acentos).
Poetas Representativos de la Generación del 27
- Pedro Salinas: Destaca por su autenticidad, belleza e ingenio. Obras: «Seguro azar» (1929), «La voz a ti debida» (1933), «Todo más claro» (1946).
- Jorge Guillén: Máximo representante de la poesía pura, con un estilo depurado y un lenguaje sometido a eliminación. Su obra global es «Aire nuestro», que incluye «Cántico» (hasta 1950, alabanza a la vida), «Clamor» (desde 1950, testimonio de los horrores del momento histórico) y «Homenaje» (1967, homenaje a la historia, las artes y la literatura).
- Gerardo Diego: Muestra variedad de tonos y temas, con poesía vanguardista como «Imagen» (1922) y poesía clásica como «Alondra de verdad» (1941).
- Dámaso Alonso: Su obra, aunque breve, inicia la poesía pura. Obras: «Poemas puros» (1921) y la poesía existencial de «Hijos de la ira» (1944).
- Vicente Aleixandre: Su poesía busca la comunicación, con versos complejos. Obras: «La destrucción o el amor» (1933), «Sombra del paraíso» (1944), «Historia del corazón» (1953).
- Federico García Lorca: Aborda el tema de la frustración trágica. Obras: «El romancero gitano» (1928), «Poeta en Nueva York» (1930).
- Rafael Alberti: «Marinero en tierra» (1924).
- Luis Cernuda: «La realidad y el deseo».
- Emilio Prados: «Cuerpo perseguido» (1928).
- Manuel Altolaguirre: «Las islas invitadas» (hasta 1924).
- Miguel Hernández: «El rayo que no cesa».
