El Realismo y el Naturalismo en la Literatura Española del Siglo XIX
La literatura española de la segunda mitad del siglo XIX se caracteriza por una fuerte influencia de las corrientes literarias europeas, especialmente de Francia, Inglaterra y Rusia, que impulsaron el Realismo en géneros como la novela, el cuento y, en menor medida, la poesía y el teatro. Alrededor de 1870, el Realismo se consolida en España con la intención de representar de manera fiel y detallada la sociedad, desplazando progresivamente al Romanticismo.
Características y Tendencias del Realismo
El Realismo literario se caracteriza por el uso de narradores omniscientes y descripciones muy detalladas, con un objetivo claro de reflejar la realidad social de forma objetiva. Además, tenía un propósito didáctico, ya que autores como Benito Pérez Galdós defendían que la literatura debía tener una función educativa y social. Dentro del Realismo, se distinguen dos tendencias:
- Realismo conservador: idealizaba las costumbres y la vida rural. Representante destacado: José María de Pereda.
- Realismo liberal: con un enfoque más crítico y social. Representantes destacados: Galdós, Clarín y Pardo Bazán.
Clarín, en La Regenta, profundiza en el análisis psicológico de los personajes, mientras que Galdós, en Fortunata y Jacinta, examina las tensiones sociales en el Madrid de la época.
El Naturalismo: Evolución y Representantes
El Naturalismo surge alrededor de 1880 como una evolución del Realismo, buscando mostrar los aspectos más duros y desagradables de la realidad con un enfoque casi científico. Esta corriente fue impulsada por autores como Emilia Pardo Bazán, quien en su ensayo La cuestión palpitante defendió los principios del Naturalismo y los aplicó en novelas como Los pazos de Ulloa, donde muestra la decadencia de la aristocracia rural gallega. Otro importante representante del Naturalismo fue Vicente Blasco Ibáñez, autor de La barraca, obra que describe la vida y los conflictos de los trabajadores rurales.
Poesía y Teatro en la Época Realista
Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro representan la poesía posromántica, con un enfoque en la introspección y la expresión de sentimientos profundos. Por otro lado, Ramón de Campoamor desarrolló una poesía realista que celebraba los avances científicos y abordaba temas cotidianos, utilizando un lenguaje sencillo.
El teatro de esta época, aunque influido por el Realismo, seguía dominado por el melodrama posromántico. El principal representante fue José de Echegaray, autor galardonado con el Premio Nobel de Literatura. No obstante, también surgieron obras realistas y naturalistas, como Juan José de Joaquín Dicenta, que representa la vida de la clase obrera y aborda los problemas sociales, anticipando un teatro más renovador que influiría en el siglo XX.
Conclusión del Tema 1
En conclusión, tanto el Realismo como el Naturalismo en la literatura española del siglo XIX reflejan una sociedad en medio de grandes cambios sociales y políticos. Los escritores de estas corrientes exploraron la realidad con un enfoque crítico y reflexivo, consolidando la novela como el género más importante e influyendo también en la poesía y el teatro, marcando el camino hacia la modernidad en la literatura.
Valoración Crítica: Luces de Bohemia de Ramón María del Valle-Inclán
Luces de Bohemia, escrita por Ramón María del Valle-Inclán y publicada por primera vez en 1920, es una obra clave del periodo literario comprendido entre 1900 y 1939. Este periodo se caracteriza por el desarrollo del Modernismo y la irrupción de las Vanguardias, movimientos que buscan romper con las normas tradicionales y ofrecer nuevas formas de expresión. Valle-Inclán crea el esperpento, un subgénero literario que presenta la realidad de forma distorsionada y grotesca para criticar los males de la sociedad. La obra refleja la España de principios del siglo XX, una época marcada por crisis políticas, desigualdad social y una evidente decadencia.
El Protagonista y la Crítica Social
El protagonista, Max Estrella, es un poeta ciego y marginado que simboliza al artista incomprendido en una sociedad indiferente y corrupta. Su viaje nocturno por un Madrid decadente es una excusa para mostrar las miserias de la sociedad española, donde la injusticia y la pobreza son comunes. Valle-Inclán utiliza el esperpento para exagerar los defectos de personajes y situaciones, lo que provoca una mezcla de humor y tragedia que resalta la crítica social. Este enfoque hace que el lector contemple la realidad desde un punto de vista diferente, entendiendo que detrás de la deformación se esconde una verdad más profunda.
Estructura y Lenguaje
La estructura de la obra es llamativa, ya que se compone de escenas que funcionan casi como actos teatrales. Este formato ayuda a crear una sensación de movimiento y caos, reflejando la fragmentación de la realidad. Además, el lenguaje es uno de los elementos más destacados: Valle-Inclán recurre a metáforas, ironía y un humor amargo para hacer más potente su mensaje. Las conversaciones entre los personajes están cargadas de dobles sentidos y críticas veladas que, en conjunto, refuerzan el tono pesimista de la obra.
Retrato de la Sociedad Española
Uno de los aspectos que más llama la atención es la manera en que Valle-Inclán retrata a la sociedad española. A través de personajes secundarios como Don Latino de Hispalis y otros que representan distintos estamentos sociales, el autor evidencia la corrupción y la hipocresía de la época. La muerte de Max Estrella, al final de la obra, es un símbolo del fracaso de la justicia y la falta de esperanza en un futuro mejor, un reflejo del desencanto generalizado de aquellos años.
Conclusión de la Valoración
En conclusión, Luces de Bohemia es una obra fundamental para entender el periodo literario de 1900 a 1939, combinando el Modernismo y la Vanguardia en un estilo único. La visión esperpéntica de Valle-Inclán sirve para exponer las contradicciones y defectos de la sociedad, invitando al lector a reflexionar sobre temas universales como la injusticia y el papel del artista. Su crítica mordaz y su forma innovadora la convierten en una obra imprescindible y de gran valor tanto en su contexto como en la actualidad.
La Poesía y el Teatro Españoles desde 1936
La lírica y el teatro posteriores a 1936 se desarrollaron en un contexto marcado por la Guerra Civil y la instauración de la dictadura franquista, periodo en el que la censura y la represión condicionaron profundamente la producción literaria. En este ambiente de oscuridad y control, la poesía y el teatro se convirtieron en medios para denunciar las injusticias, expresar el sufrimiento colectivo y, en ocasiones, mantener viva la esperanza de cambio.
La Lírica de Posguerra
En el ámbito de la lírica, Miguel Hernández se erige como la voz emblemática de la posguerra. Poeta de origen humilde y en gran parte autodidacta, su obra refleja la cruda realidad de un pueblo golpeado por la guerra y la represión. Obras como Perito en lunas, El rayo que no cesa y Cancionero y Romancero de ausencias destacan por su compromiso social y su capacidad para plasmar la lucha y el dolor, pero también el amor profundo por la tierra y la familia.
Tendencias Poéticas en los Años Cuarenta y Cincuenta
Durante los años cuarenta se distinguen diversas tendencias:
- Poesía arraigada: recurre a formas clásicas y sonetos.
- Poesía desarraigada: autores como Dámaso Alonso y Victoriano Crémer expresan la angustia existencial y la desesperación ante una realidad implacable.
A mediados de los años cincuenta, la poesía social se consolida con autores como Blas de Otero y Gabriel Celaya, quienes, utilizando un lenguaje sencillo y el verso libre, se dirigen a la inmensa mayoría para denunciar las desigualdades y reclamar justicia.
El Teatro de Posguerra
Por otro lado, el teatro posterior a 1936 presenta un desarrollo más complejo debido a la censura y al exilio de numerosos dramaturgos. Durante las primeras décadas del franquismo, se puede distinguir entre:
- Teatro comercial y humorístico: destinado al entretenimiento y la evasión. Escritores como Enrique Jardiel Poncela y Miguel Mihura representan el teatro de la risa y el absurdo, en el que la ironía y los juegos de palabras se utilizan para escapar de la opresión.
- Teatro comprometido o realista: se convierte en un vehículo de denuncia social. Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre se destacan en el teatro crítico, empleando obras como Historia de una escalera, Escuadra hacia la muerte y La mordaza para exponer las tensiones y conflictos sociales.
Este último enfoque teatral, con una marcada carga simbólica y un compromiso con la realidad, permitió que el teatro se transformara en un instrumento de cambio y reflexión colectiva, pese a las duras restricciones impuestas por el régimen.
Renovación Teatral Posterior
Además, en décadas posteriores se produce una renovación que da paso a la consolidación del teatro de autor y a la aparición de nuevas voces experimentales, lo que enriquece aún más la escena teatral española. La diversidad de estilos, desde el realismo social hasta propuestas vanguardistas, muestra cómo el teatro logró adaptarse a las nuevas demandas estéticas y a la transformación social, manteniendo siempre su papel como reflejo de la realidad y como espacio de resistencia cultural.
Conclusión del Tema 6
En conclusión, la lírica y el teatro posteriores a 1936 constituyen expresiones artísticas fundamentales para comprender la transformación cultural de España en la segunda mitad del siglo XX. Mientras la poesía de Miguel Hernández y la consolidación de la poesía social denuncian el sufrimiento y la injusticia, el teatro, a través de la crítica social y la experimentación formal, se convierte en un medio para la reivindicación y el cambio. Esta dualidad, entre denuncia y esperanza, refleja la capacidad de la literatura para resistir y transformar incluso en los momentos más oscuros de la historia.
La Novela Española desde 1975
La novela española desde 1975 hasta finales del siglo XX se enmarca en el contexto de la narrativa en democracia, donde el escritor recupera la libertad para plasmar sus inquietudes y explorar nuevas formas de narrar, lo que da lugar a una enorme diversidad de tendencias y géneros. Tras décadas de censura y represión franquista, en 1975 se abre un espacio para una producción narrativa renovada, en la que se observa un retorno a una narratividad nítida y bien construida, pero sin renunciar a la introspección o al flujo de conciencia. La influencia de las renovaciones de los años sesenta persiste, aunque se diluye en medio de un pluralismo estilístico en el que conviven la novela negra, la novela rosa, la policiaca, la ciencia-ficción y otros subgéneros, reflejo de una sociedad en constante cambio, marcada tanto por el legado de la Guerra Civil y la posguerra como por la modernidad, la ciudad, la tecnología, la cultura pop, las drogas y el sexo.
Generaciones y Autores Destacados
En los ochenta se pueden distinguir varias generaciones que conviven en la narrativa:
- Generación de posguerra: autores como Torrente Ballester, Delibes y Cela.
- Generación de los cincuenta: representada por figuras como Luis y Juan Goytisolo, Juan Benet, Carmen Martín Gaite y Juan Marsé.
- Generación del 68: integrada por Vázquez Montalbán, Millás y Eduardo Mendoza.
- Promoción de los ochenta: autores como Antonio Muñoz Molina, Julio Llamazares, Rosa Montero y Almudena Grandes.
A partir de los años noventa, la novela se diversifica aún más, apareciendo nuevas voces como Arturo Pérez-Reverte, Fernando Aramburu, Javier Cercas o Luis Landero, y generaciones más jóvenes que aportan su propia visión, ampliando el espectro temático y formal de la narrativa.
Tendencias Temáticas y Estilísticas
En cuanto a las tendencias, destaca la novela negra, impulsada por La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza (1975), que abrió paso a un género que ha evolucionado con autores como Manuel Vázquez Montalbán, y que se ha consolidado con trilogías y obras superventas de escritores contemporáneos. Asimismo, la novela histórica se reafirma a través de obras como El Hereje de Miguel Delibes o Patria de Fernando Aramburu, que reinterpretan episodios del pasado con rigor y compromiso social. Por otro lado, la novela intimista se centra en explorar la psicología y las raíces de una personalidad frustrada, evidenciada en obras como Mortal y rosa de Francisco Umbral, La lluvia amarilla de Julio Llamazares o El desorden de tu nombre de Juan José Millás, además de contar con una importante presencia femenina, con autoras como Rosa Montero, Almudena Grandes, Lucía Etxebarria o Marta Sanz, que abordan el universo femenino y las emociones desde una perspectiva personal y sensible. Por último, la novela experimental, aunque de menor éxito comercial, permite una búsqueda estética que se manifiesta en obras como Mazurca para dos muertos de Cela o Los santos inocentes de Delibes, y que representa el espíritu renovador de una narrativa que no teme romper con las convenciones.
Conclusión del Tema 8
En definitiva, la novela española desde 1975 hasta finales del siglo XX es un reflejo de la pluralidad de voces y estilos que emergen en democracia, combinando la tradición narrativa con las nuevas inquietudes de la sociedad moderna. La diversidad de géneros y la experimentación formal se convierten en elementos fundamentales para comprender cómo la narrativa ha logrado, a lo largo de estas décadas, no solo reflejar la complejidad de la realidad española, sino también transformar el arte de contar historias, sentando las bases para la novela contemporánea.
La Novela Española de 1939 a 1974
La novela española de posguerra, comprendida entre 1939 y 1974, refleja las profundas transformaciones sociales y culturales que vivió España tras la Guerra Civil y durante la dictadura franquista. En este periodo, la narrativa estuvo marcada por un estancamiento inicial, producto de la censura y la represión, aunque desde los años cuarenta comienzan a surgir renovaciones silenciosas que se consolidan a lo largo de los años cincuenta y sesenta.
Los Años Cuarenta: Narrativa Existencialista y Tremendismo
En los años cuarenta se presentan autores que, a pesar de las restricciones, apuestan por una narrativa comprometida y existencialista. Escritores como Carmen Laforet, con su obra Nada, y Camilo José Cela, autor de La familia de Pascual Duarte, junto a Ana María Matute, con Los Abel, y Miguel Delibes, en La sombra del ciprés es alargada, ofrecen una novela de posguerra que apuesta por el monólogo interior, la sobriedad en la descripción y el tremendismo, reflejando las miserias y el ambiente opresivo de la España de la época. Esta primera etapa se caracteriza por una narrativa que, aunque influenciada por técnicas tradicionales, ya muestra la voluntad de romper con el realismo decimonónico para acercarse a la cruda realidad social.
La Década de los Cincuenta: La Novela Social
En la década de los cincuenta, la narrativa toma un giro hacia lo social. Se consolida la denominada novela social, en la que autores como Camilo José Cela con La colmena, Carmen Martín Gaite en Entre visillos, Miguel Delibes en El camino, Rafael Sánchez Ferlosio con El Jarama y Ana María Matute en Primera memoria utilizan el relato para denunciar las injusticias y retratar la vida cotidiana del pueblo, a través de un lenguaje sencillo, un estilo directo y, en muchos casos, el uso del verso libre. Esta etapa muestra un compromiso con la realidad y la intención de hacer de la novela un instrumento de reflexión social.
Los Años Sesenta: La Renovación Formal
La década de los sesenta supone una renovación significativa en la narrativa española. Influenciada tanto por escritores extranjeros –como William Faulkner, Virginia Woolf, Ernest Hemingway, Proust, Kafka o Joyce– como por los autores del Boom Hispanoamericano (Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar), la novela de estos años se caracteriza por una experimentación formal que rompe con la linealidad y el realismo anterior. En esta etapa destacan obras innovadoras como Tiempo de silencio de Luis Martín-Santos, Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, Últimas tardes con Teresa de Juan Marsé, Reivindicación del conde don Julián de Juan Goytisolo y La saga/fuga de J. B. de Gonzalo Torrente Ballester.
Características de la Renovación de los Sesenta
Entre las características de esta renovación se encuentran:
- La utilización de la segunda persona narrativa.
- El monólogo interior caótico.
- La ruptura de la cronología.
- El empleo de significados simbólicos.
- La parodia y la ironía.
- Un léxico culto.
Esto refleja una búsqueda de la originalidad y la experimentación literaria.
Conclusión del Tema 7
En definitiva, la novela española de 1939 a 1974 es el reflejo de una sociedad en crisis y en transformación. Desde la narrativa comprometida y existencialista de los años cuarenta y cincuenta hasta la experimentación formal de los sesenta, la novela de posguerra constituye un testimonio de la lucha por expresar la realidad y superar las limitaciones impuestas por la dictadura. Este proceso de renovación narrativa sentó las bases para la diversidad de géneros y estilos que se consolidaría en la novela en Democracia, marcando un antes y un después en la historia literaria de España.
La Literatura Hispanoamericana del Siglo XX
La literatura hispanoamericana del siglo XX es un universo de diversidad y constante renovación que se expresa tanto en la poesía como en la narrativa.
La Poesía Hispanoamericana del Siglo XX
En el ámbito poético, tras el impulso de las vanguardias –con figuras como el chileno Vicente Huidobro y el argentino Jorge Luis Borges, quienes introdujeron el creacionismo y el ultraísmo– se da paso, a partir de 1940, a una lírica de compromiso social que denuncia las injusticias y busca transformar la realidad. Un claro exponente es Pablo Neruda, quien evoluciona desde un romanticismo modernista, evidenciado en obras como Crepusculario y Veinte poemas de amor y una canción desesperada, hasta alcanzar un compromiso político profundo en Canto General. Además, en esta etapa se diversifican corrientes como la poesía pura y la de la negritud, enriqueciendo el panorama lírico con nuevas sensibilidades y perspectivas.
La Narrativa Hispanoamericana del Siglo XX
En cuanto a la narrativa, la evolución de la novela hispanoamericana se puede dividir en varias etapas interrelacionadas:
- Primeros años del siglo XX: La prosa modernista convive con la novela regionalista, de corte reivindicativo, en obras que ponen en primer plano la tierra y la identidad, como Doña Bárbara de Rómulo Gallegos, La vorágine de José Eustasio Rivera y Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes.
- Década de los cuarenta: Surge una renovación narrativa que marca el camino hacia el Boom, con textos precursores de autores como Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato, Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier, quienes introducen elementos irracionales, oníricos y mágicos para cuestionar el realismo tradicional.
- Años sesenta: El Boom Latinoamericano: Alcanza su máximo esplendor con obras emblemáticas que reconfiguran la narrativa y logran una proyección internacional sin precedentes. Textos como La muerte de Artemio Cruz de Carlos Fuentes, La ciudad y los perros de Mario Vargas Llosa, Rayuela de Julio Cortázar y Cien años de soledad de Gabriel García Márquez innovan en la estructura y el estilo, incorporando complejidad simbólica y un lenguaje que mezcla lo real y lo fantástico.
- A partir de los setenta: La narrativa continúa diversificándose y se consolidan nuevas tendencias como la novela testimonial (ej. Hasta no verte Jesús mío de Elena Poniatowska), la novela histórica (ej. Terra Nostra de Carlos Fuentes) y un resurgimiento del realismo mágico (ej. La casa de los espíritus de Isabel Allende).
Estos textos no solo redefinen el arte de contar historias, sino que también abren nuevas avenidas para explorar la identidad, la historia y las contradicciones de las sociedades latinoamericanas. Asimismo, autores posteriores aportan nuevas voces y enfoques, enriqueciendo un panorama narrativo que sigue evolucionando en la actualidad.
Conclusión del Tema 9
En definitiva, la literatura hispanoamericana del siglo XX se caracteriza por una incesante búsqueda de innovación y por la capacidad de reflejar las complejidades sociales y culturales de la región. Tanto en la poesía, con su tránsito desde la vanguardia hacia una lírica comprometida, como en la narrativa, que abarca desde la novela regionalista hasta el Boom y sus diversas ramificaciones posteriores, se evidencia una vitalidad y una diversidad que han dejado una huella indeleble en la literatura mundial. Esta pluralidad y riqueza temática constituyen la esencia de una literatura que sigue siendo fundamental para comprender la identidad y la historia de Hispanoamérica.
Valoración Crítica: Nada de Carmen Laforet
El periodo de posguerra en España, tras la Guerra Civil (1936-1939), estuvo marcado por la represión, la miseria y la censura cultural impuesta por el franquismo. En este contexto, la literatura adoptó un tono realista e introspectivo, alejándose de las vanguardias anteriores. En 1945, Carmen Laforet publica Nada, una novela que rompe con la literatura oficialista del régimen e inaugura una narrativa profundamente personal en la posguerra española.
La Dualidad Espacial: Casa y Universidad
Nada narra la historia de Andrea, una joven que llega a Barcelona para estudiar en la universidad y se instala en la casa de su abuela. Esta dualidad espacial es fundamental para comprender la obra. Por un lado, la universidad simboliza la esperanza, el conocimiento y la posibilidad de construir un futuro distinto, representando el ámbito de la libertad intelectual y la apertura a nuevas ideas. Por otro, la casa de la calle Aribau se erige como el reflejo de un entorno opresivo y decadente, donde la violencia, la frustración y la desintegración familiar evidencian la represión y el estancamiento moral propios de la posguerra. Así, la dicotomía entre la universidad y la casa acentúa el conflicto interno de Andrea, quien oscila entre el anhelo de emancipación y el peso de una realidad asfixiante.
Estilo y Atmósfera
Uno de los aspectos más destacables de Nada es su estilo, fuertemente influido por la literatura existencialista. La narración en primera persona permite adentrarnos en el mundo interior de Andrea, cuyo lenguaje sencillo se enriquece con simbolismo y metáforas que refuerzan la sensación de angustia y desorientación. La ciudad de Barcelona, presentada en tonos grises y opresivos, contrasta con la efervescencia que representa la universidad, creando un escenario en el que se hacen palpables la soledad y la lucha por la identidad.
Los Personajes
Los personajes juegan un papel esencial en la construcción del conflicto. Mientras Andrea busca su independencia y sentido de pertenencia, su familia encarna diversas manifestaciones de fracaso y represión. Figuras como Román, manipulador y autoritario, o Gloria, víctima de la violencia familiar, refuerzan la atmósfera de desesperanza. Por otro lado, la relación de Andrea con su amiga Ena ofrece un rayo de esperanza, simbolizando la posibilidad de un futuro distinto, en el que la influencia positiva del entorno universitario podría contrarrestar la toxicidad del hogar.
Conclusión de la Valoración
En conclusión, Nada es una novela fundamental en la literatura de posguerra, que a través de su tono existencialista y su visión crítica de la sociedad franquista, retrata con gran sensibilidad la dicotomía entre un entorno opresivo y la posibilidad de renovación a través del conocimiento y la libertad. Su impacto y modernidad la convierten en una obra imprescindible para comprender la desesperanza y la búsqueda de identidad en tiempos difíciles.
Literatura de Fin de Siglo: Modernismo, Generación del 98, Novela y Teatro Anterior a 1936
A finales del siglo XIX, la literatura española experimenta un cambio importante al superar el Realismo y Naturalismo, dando lugar a dos movimientos renovadores: el Modernismo y la Generación del 98. Aunque distintos en sus enfoques, ambos parten de la necesidad de responder a la crisis social y cultural que vivía España tras la pérdida de las colonias en 1898.
El Modernismo
El Modernismo se caracteriza por buscar la belleza, la perfección formal y el arte por el arte, influido por el Parnasianismo y Simbolismo franceses. Rubén Darío es considerado su máximo representante, con Azul… (1888) como obra clave. Antes de él, ya había autores modernistas en España, como Salvador Rueda y Ricardo Gil, que cultivaban un estilo ornamentado e intimista. Francisco Villaespesa, Antonio Machado con Soledades, y Juan Ramón Jiménez con Ninfeas son ejemplos de poetas modernistas en España. El Modernismo buscaba evadirse de la realidad y se inspiraba en mundos exóticos y mitológicos. Se suele decir que este movimiento pierde fuerza tras la muerte de Rubén Darío en 1916.
La Generación del 98
En contraste, la Generación del 98 surge con un enfoque crítico y reflexivo hacia la realidad de España, queriendo reformar y regenerar el país. Azorín fue quien definió el grupo en 1913, y sus integrantes, como Miguel de Unamuno, Pío Baroja y el propio Azorín, se preocupaban por la identidad nacional y el sentido de la existencia.
- Miguel de Unamuno: En obras como Niebla y San Manuel Bueno, mártir, mezcla la novela con la filosofía.
- Pío Baroja: En El árbol de la ciencia, presenta un estilo directo y personajes que luchan contra un entorno hostil.
- Ramón del Valle-Inclán: En teatro, destaca con su esperpento, una técnica que deforma la realidad para criticarla de forma satírica, como en Luces de bohemia.
Aunque el Modernismo se centra en la forma y la belleza, y la Generación del 98 busca un contenido más profundo y crítico, ambos movimientos contribuyen a renovar la literatura española y sentar las bases para las corrientes del siglo XX. Antonio Machado es un autor clave que transita entre ambos movimientos, evolucionando de la estética modernista de Soledades a la crítica social de Campos de Castilla.
Novela y Teatro Anteriores a 1936
La novela y el teatro antes de 1936 muestran una diversidad de enfoques.
- La novela realista tradicional seguía vigente, con autores como Wenceslao Fernández Flórez y su obra El hombre que se compró un automóvil, y Carmen de Burgos (Colombine), quien abordó temas feministas en obras como Quiero vivir mi vida.
- La novela social de los años 30, representada por Ramón J. Sender con Imán, reflejaba la situación de los desfavorecidos.
- En teatro, Jacinto Benavente desarrolló la comedia burguesa con obras como Los intereses creados, ganando el Premio Nobel en 1922.
Sin embargo, el verdadero renovador fue Valle-Inclán, cuya obra esperpéntica, junto con la de Federico García Lorca, marcó el camino de la modernización escénica.