Panorama de la Literatura Española: Movimientos y Autores Clave (Siglos XIX-XX)

El Romanticismo en España (1834-1850)

El Romanticismo, movimiento cultural, político y artístico europeo de los siglos XVIII y XIX, llegó a España de forma tardía, en la década de 1830, debido a la Guerra de Independencia y la represión absolutista. Se instaura con la regencia de María Cristina y el régimen liberal, representando una recreación frente al neoclasicismo, la Ilustración y la razón. Los románticos exaltan el sentimiento, la subjetividad, la libertad y la imaginación. La literatura romántica rompe con la unidad y el decoro, valorando lo individual, lo irracional, lo legendario y lo sublime. Proyecta el ánimo del yo y la historia medieval. Fue un movimiento breve pero intenso, desarrollado entre 1834 y 1850, fundamental para la literatura española.

Características del Romanticismo

  • Exaltación del sentimiento: Predominio de la subjetividad, la libertad y la imaginación sobre la razón.
  • Ruptura con las normas clásicas: Abandono de las unidades dramáticas y el decoro.
  • Valoración de lo individual: Interés por el yo, lo irracional, lo legendario y lo sublime.
  • Tono y lenguaje: Exaltado, enfático, con gusto por lo exótico y misterioso.

Géneros y Autores Románticos

El Romanticismo se manifestó principalmente en poesía lírica, teatro y prosa narrativa, con una notable importancia del periodismo, el ensayo político y la crítica literaria.

La Prosa Romántica

Surgen nuevas formas narrativas centradas en el sujeto, lo legendario y lo costumbrista. Nacen géneros intermedios como el artículo de costumbres, la leyenda, la novela corta histórica y el relato fantástico.

  • La leyenda romántica: Cultivada por autores como Zorrilla y Bécquer, trata ambientes pasados, sobrenaturales o sentimentales. Su relevancia se debe a modelos europeos como Walter Scott, con autores españoles como Martínez de la Rosa o Patricio de la Escosura.
  • El artículo de costumbres: Se convierte en una forma popular de prosa breve. Describe tipos sociales, lugares y profesiones, tendiendo al realismo. Precede a la narrativa costumbrista posterior, destacando la figura de Larra.

El Teatro Romántico

El teatro se transforma respecto al neoclásico del siglo XVIII. Frente a las normas de las tres unidades, los dramaturgos románticos apuestan por la libertad absoluta, la mezcla de géneros, los cambios de escena y los desenlaces trágicos.

  • El protagonista: Es un héroe marginal, enfrentado a la sociedad o al destino, marcado por el amor, la venganza y la libertad, pero condenado a la ruina o la muerte.
  • Escenas típicas: Castillos, cementerios, tormentas, ruinas, que reflejan la emoción del personaje.
  • Temas recurrentes: El amor imposible, el honor y la rebelión individual.
Obras y Autores Destacados del Teatro Romántico
  • Representativa es Don Juan Tenorio (1844) de Zorrilla, que reelabora el mito de Don Juan desde una perspectiva religiosa y sentimental, frente a la versión cínica de Tirso o la filosófica de Molière.
  • También destacan El trovador de García Gutiérrez, La conjuración de Venecia de Martínez de la Rosa o Macías de Larra.

La Lírica Romántica

La poesía es el género más representativo del Romanticismo, por su carga subjetiva y por la experimentación formal. La lírica romántica expresa el sentimiento, especialmente dolor, angustia, melancolía, pasión amorosa o nostalgia. El poeta romántico es un individuo único e incomprendido en el mundo. Esta poesía rompe con la métrica y estructura clásica, introduciendo gran libertad formal, con alternancia de metros y estrofas, uso del versículo, interjecciones y rupturas sintácticas. El lenguaje es subjetivo, enfático, simbólico, con exclamativos, interrogativos, hipérboles y metáforas.

  • Temas recurrentes: Amor idealizado o inalcanzable, fugacidad de la vida, muerte como liberación, naturaleza sublime, destino trágico. Aparecen frecuentemente la noche, los sueños o lo sobrenatural, junto a lo real.
Autores Clave de la Lírica Romántica
  • Espronceda: Con obras como El estudiante de Salamanca o El diablo mundo, conjuga crítica social y visión trágica del individuo.
  • Zorrilla: Más tradicional, exalta el pasado histórico, la religiosidad y el amor sentimental.
  • Bécquer: En las Rimas, representa una síntesis más intimista, melancólica y sobria del Romanticismo, y anticipa la lírica moderna por su tono contenido y musical.

La lírica romántica marcó un cambio, pasando de ser un ejercicio retórico o filosófico a convertirse en la expresión íntima del yo y en vehículo de búsqueda existencial.

El Realismo y Naturalismo en España (Siglo XIX)

El Realismo

El Realismo es un movimiento artístico-literario que surge en el siglo XIX en Europa y EE. UU. Representa la estética de personas, circunstancias y comportamientos cotidianos. Aunque representa ciudades reales, estas son recreadas en la circunstancia entre realidad y ficción, filtrando la realidad y interpretándola subjetivamente. La fundación de la revista Réalisme, en Francia, introduce el concepto de que el realismo no puede ser la mera representación de la realidad. Nace el pragmatismo, el abandono de la búsqueda de la verdad y el centrarse en lo cotidiano. El objetivismo materialista se opone al subjetivismo del yo romántico que trata experiencias. Las novelas estarán ambientadas en la actualidad o en el pasado histórico reciente y sustentadas por el rigor científico. Se caracteriza por la diversidad lingüística, con la intención de tratar todas las clases sociales, incluyendo habla vulgar, culta o incorrecta. Los pasajes narrativos suelen tener un lenguaje académico.

El Naturalismo

El Naturalismo no penetra con fuerza en España en ese momento. Lo encontramos en la influencia de los hermanos Goncourt, con obras como Retratos del siglo XVIII, que rompe con la estructura y costumbres populares. Duranty defendía una literatura objetiva, en la que la representación realista fuese sustituida y se redujese la intervención del autor. El autor naturalista es concebido como un científico, no un literato.

  • Sus 3 pilares son:
    1. Positivismo: Lo que podemos percibir por los sentidos.
    2. Determinismo: El ser humano actúa por su ambiente e ideología.
    3. Método experimental.
  • Personajes: Marcados por enfermedad, alcoholismo, o por vivir en guetos, lo que diferencia al naturalismo.
  • Enfoque: No critica socialmente, sino que la transforma, centrándose en lo más bajo de la sociedad (feísmo y tremendismo).
  • Características adicionales: Personajes arquetípicos, pesimismo (personajes que no consiguen sus objetivos), compromiso ideológico (los autores van al origen del problema, como la mina), y un léxico científico (influenciado por las ciencias experimentales).

La Lírica Realista

La segunda mitad del siglo XIX no propicia el desarrollo de la poesía realista. Los líricos se aferran a viejos moldes y gustos románticos, como Bécquer y Rosalía. Campoamor cae en el sentimentalismo romántico, con dramas de la vida cotidiana, transmitiendo un mensaje. Núñez de Arce trató de revitalizar el lenguaje poético, recuperando expresiones populares, con poemas dedicados a grandes figuras. Predomina lo sentimental.

Se observan cuatro tendencias:

  1. Prolongación de la literatura romántica: Con rasgos de la etapa anterior, con autores como Zorrilla o Blanco Amor, que produjo una renovación de un lenguaje menos recargado y retórico.
  2. El intimismo: Consiste en la marginalidad, con tendencia popular, destacando Bécquer, Rosalía o Ruiz Aguilera.
  3. Tendencia más realista: Núñez de Arce representa esta corriente, con temas y formas de otros géneros.
  4. Literatura de tesis: Consiste en el sentido que un autor da a las emociones, haciendo una crítica social y demostrando una idea.

El autor expresa el mundo interior con su voz, pero busca la representación objetiva de la realidad, describiendo precisamente la realidad, como sucede con Espronceda. Los poemas giran en torno a la pobreza o la injusticia y tratan temas de los sectores populares. Se preocupan por la vida en la ciudad, las tensiones sociales y crean un mundo compartido con el lector; la poesía deja de ser una idealización de lo exterior y se centra en lo humano. Hay un interés por la psicología humana y un intento por adentrarse en el individuo. Se observa escepticismo y pesimismo, marcando la contradicción entre el progreso social y la desigualdad.

La Novela Realista Española

La novela realista se consolida desde 1870, cuando Galdós publica La Fontana de Oro, trasladando sus novelas a la problemática histórico-social de las «dos Españas» desde una vertiente liberal-progresista.

  • Pedro Antonio de Alarcón: Transitó entre el Romanticismo y el Realismo. Esto se evidencia en algunas de sus novelas de tesis, como El escándalo, y en obras como El sombrero de tres picos, donde se aprecia su transición.
  • José María de Pereda: Se centra en el costumbrismo regional, pero a diferencia de la mayoría, tiene una visión reaccionaria. En Don Gonzalo González de la Gonzaleda, ataca la revolución del liberalismo y en otras defiende el campo, mostrando cierto peso romántico.
  • Benito Pérez Galdós: Quien realmente marca la pauta es Galdós, inspirado en Dickens, y traduciendo esa inspiración bajo el influjo revolucionario de 1868. Se centra en la problemática de las «dos Españas»: una que mira hacia adelante y otra cerrada en las costumbres. Las obras más representativas serían Doña Perfecta y Fortunata y Jacinta.
  • Juan Valera: En su novela, considera que el arte solo debe producir belleza. Pepita Jiménez, por ejemplo, trata sobre un aspirante a cura que se enamora de una chica del campo. Abunda la crítica hecha desde dentro del mismo grupo al que va dirigida, rechazando el compromiso católico.

Características de la Novela Realista

  • La sociedad española pasa a ser el tema central con sus problemas.
  • Voz narrativa omnisciente que conoce todo de sus personajes.
  • Narra la trama con detalles, tanto en la descripción física como en la moral.
  • El diálogo no solo proporciona algo más cercano a la realidad, sino que también revela cómo es el personaje.
  • Las descripciones minuciosas tienen mucho peso.
  • Se componen de un número de personajes que tienen una sociología más o menos compleja que evoluciona con las circunstancias, a imitación de los seres reales, y de una serie de personajes planos, caracterizados por un solo rasgo. Estos últimos tienen una finalidad cómica que puede rayar en lo grotesco.
  • Aparecen mucho el clero, el funcionariado, la clase media y la obrera.
  • Emilia Pardo Bazán: Destacan obras como La Tribuna, El Indulto, Las medias rojas.

Modernismo y Generación del 98 (Fin del Siglo XIX – Principios del XX)

El Modernismo

El Modernismo es un movimiento literario que en España surge a fines del siglo XIX como reacción contra el prosaísmo, el utilitarismo y la vulgaridad del arte burgués. En poesía, renueva lenguaje, métrica y temas. Se nutre del Parnasianismo (culto a la forma, exotismo, perfección formal) y el Simbolismo (sugestión, musicalidad, sinestesia). En Hispanoamérica lo inicia Rubén Darío, con Azul… (1888). En España fue progresivo desde 1890, con Salvador Rueda, Manuel Reina o Francisco Villaespesa, y madura con Juan Ramón Jiménez (JRJ), desde el esteticismo de Arias tristes (1903) hasta la poesía esencial de Diario de un poeta recién casado (1916). Temáticamente explora la belleza ideal, lo exótico, lo aristocrático, el tedio, la angustia existencial o la melancolía. Aporta renovación métrica (verso mayor, estrofas clásicas), uso de sinestesias y un léxico refinado.

La Generación del 98

La Generación del 98 agrupa a escritores españoles nacidos entre 1864 y 1876, cuya conciencia se agudizó tras la pérdida de las últimas colonias españolas (Desastre del 98). Autores clave son Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Valle-Inclán y Machado. Comparten una actitud crítica hacia la realidad española, preocupación por su regeneración espiritual y moral, e intereses filosóficos, existenciales y religiosos. Sus modelos rompen con el realismo decimonónico, apostando por formas libres, prosa subjetiva, meditativa y ensayística. La novela del 98 se caracteriza por el escepticismo, la introspección, el antihéroe y la desestructuración narrativa, como se ve en Niebla de Unamuno o El árbol de la ciencia de Baroja. En poesía, Antonio Machado constituye el nexo entre el Modernismo y el 98. Su primer libro, Soledades (1903), posee rasgos simbolistas y modernistas, mientras que Campos de Castilla (1912) supone una poesía ética, austera y comprometida con el paisaje castellano como símbolo del alma y de la realidad nacional.

Novecentismo y Vanguardias (Principios del Siglo XX)

El Novecentismo (Generación del 14)

Entre el Modernismo/98 y las Vanguardias, se sitúa el Novecentismo, un grupo de escritores de rigor intelectual y profesionalización culta. También llamada Generación del 14, a ella pertenecen Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Miró. Se oponen al subjetivismo de los noventayochistas y al decadentismo modernista. Su objetivo es construir una España moderna y racional, con una literatura clara, ordenada y reflexiva. En narrativa, esta corriente se traduce en la novela intelectual (Pérez de Ayala), la prosa lírica e impresionista (Miró) y los inicios de la literatura vanguardista (Ramón Gómez de la Serna, creador de las greguerías). Actúa como puente entre la crisis del siglo XIX y las vanguardias, consolidando la crítica literaria moderna y el ensayo como género central de reflexión cultural.

Vanguardismo y Generación del 27

Las vanguardias literarias, influenciadas por los movimientos europeos, llegan a España tras la Primera Guerra Mundial (IGM) y proponen una transformación de la expresión artística. Se distinguen dos fases:

  • Primera etapa vanguardista (1918–1925): Incluye el Ultraísmo, fundado en 1919, caracterizado por la reducción verbal, supresión de nexos y exaltación de la imagen pura; y el Creacionismo, de Vicente Huidobro, que considera que el poeta no debe imitar la realidad sino crear nuevas realidades con la palabra. Destaca Ramón Gómez de la Serna por su actitud iconoclasta y experimental.
  • Segunda etapa (1925–1936): Es la de la Generación del 27, que recoge aportaciones vanguardistas y las integra con la tradición clásica española. Autores como Lorca, Salinas, Alberti, Cernuda, Guillén, Aleixandre, Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Miguel Hernández (aunque de una generación posterior, comparte estilo y afinidad temática) se caracterizan por la diversidad estética, el gusto por la forma elaborada y el interés barroco.

Contexto Histórico y Cultural (1870-1936)

Transformaciones en Europa

A partir de 1870, Europa entra en una etapa de grandes transformaciones políticas y sociales. El fracaso de la Comuna de París en 1871, una revolución socialista reprimida, marca el fin de las esperanzas revolucionarias inmediatas y consolida el orden burgués. Se proclama el II Reich alemán bajo Bismarck, con la unificación de Alemania y el fortalecimiento del modelo estatal-nacional. En este nuevo panorama político europeo se impone una plutocracia y se consolidan los regímenes parlamentarios, aunque conviven con tensiones sociales derivadas del auge del proletariado y los primeros partidos obreros. Este contexto desembocará en la Primera Guerra Mundial (IGM).

España: Restauración y Crisis

España vive una inestabilidad durante la Restauración, tras el golpe de Estado de Martínez Campos en 1874 y el retorno de la monarquía con Cánovas del Castillo. El sistema se sostiene sobre el turnismo entre conservadores y liberales, institucionalizado en la Constitución de 1876, pero se mantiene un sistema caciquil, con gran injusticia social y desconexión entre el poder y el pueblo. El país permanece aislado del conflicto europeo, y el fracaso de la Revolución de 1868 y el Desastre del 98 provocan una grave crisis de identidad nacional, dando lugar a movimientos regeneracionistas que cuestionan el sistema político vigente.

Durante las primeras décadas del siglo XX se agravan los conflictos sociales. El sufragio universal se extiende progresivamente, y se consolidan el PSOE (1879) y la UGT (1888), fundados por Pablo Iglesias e inspirados en el marxismo. Las tensiones internas del movimiento obrero darán lugar a la creación del Partido Comunista de España (PCE) en 1921. Entre 1917 y 1923, España sufre una crisis económica, el agravamiento del conflicto en Marruecos y una creciente agitación militar que culmina con la dictadura de Primo de Rivera (1923–1930).

Nuevas Corrientes de Pensamiento

En este contexto, las élites intelectuales experimentan un profundo cambio ideológico, influido por nuevas corrientes europeas:

  • Marxismo (Karl Marx): Plantea que la base económica condiciona la ideología y la cultura, y que el conflicto esencial de la época es el enfrentamiento entre capitalistas y proletarios. Marx concibe el trabajo como una actividad creadora esencial del ser humano, que debe realizarse en libertad.
  • Psicoanálisis (Sigmund Freud): Revoluciona la concepción de la mente al descubrir el inconsciente, espacio donde se reprimen deseos, traumas y conflictos que influyen en el comportamiento. Su teoría impactará profundamente en el arte y la literatura, aunque generará también gran polémica, especialmente por su visión de la sexualidad.
  • Vitalismo (Henri Bergson): Introduce una nueva filosofía basada en la «duración» —una concepción del tiempo como experiencia interna— y en el «impulso vital», una fuerza creativa que orienta la vida hacia formas más complejas y libres. Para él, la memoria no es una carga, sino un camino hacia la autenticidad y la felicidad personal.

Contexto Cultural del Modernismo

El Modernismo es un movimiento cultural y artístico internacional que se desarrolla aproximadamente entre 1880 y 1930. Su rasgo fundamental es la voluntad de renovación estética frente a las formas tradicionales. Se exalta lo moderno frente a lo establecido, valorando el irracionalismo frente al racionalismo, el individuo sobre la colectividad y la autonomía del arte frente a su función mimética. Reacciona contra el positivismo y el racionalismo del siglo XIX, apostando por el sentimiento, la intuición, la espiritualidad y la subjetividad. Esta actitud genera una estética simbólica, influida por el principio de indeterminación y el giro lingüístico, que cuestiona las verdades universales. Estéticamente, el Modernismo rechaza el realismo y su método objetivo y experimental, defendiendo en su lugar una visión subjetiva del arte como refugio ante la vulgaridad del mundo.

Dentro de este marco se inserta la cultura del fin de siglo, o Belle Époque (hasta 1914), marcada por un esplendor superficial y una crisis profunda de valores. Esta crisis política, social y existencial deriva de las derrotas coloniales, el agotamiento del liberalismo y la pérdida de fe en el progreso, generando una sensación de frustración colectiva. El artista moderno se ve marginado socialmente, lo que le permite, a su vez, liberarse de las normas y explorar nuevas formas sin restricciones.

En este contexto surgen corrientes como el Parnasianismo, que reacciona contra el exceso sentimental del Romanticismo. Se centra en la perfección formal, el arte por el arte, y la evasión mediante mundos exóticos e idealizados. En paralelo aparece el Art Nouveau, un movimiento que abarca las artes plásticas, la arquitectura y las artes decorativas. Inspirado en las formas naturales, se caracteriza por líneas curvas, cromatismo suave y figuras estilizadas, reflejando el ideal modernista del arte como experiencia sensorial y decorativa. En España, el Modernismo convive con la llamada Generación del 98, un grupo de autores unidos por la preocupación por la identidad nacional tras el Desastre del 98 (pérdida de Cuba, Filipinas y Puerto Rico).

El Pensamiento Vanguardista

El término «Generación del 98» fue acuñado por Azorín en 1913, y describe una renovación cultural con influencias extranjeras (Nietzsche, Poe, Ruskin, Verlaine, etc.) y una mirada crítica hacia la realidad española. Autores como Valle-Inclán, Pío Baroja, Ramiro de Maeztu o Jacinto Benavente reflexionan sobre el ser español, el paisaje castellano y la decadencia institucional, desde una actitud de protesta, introspección y rebeldía.

A comienzos del siglo XX surgen las Vanguardias, movimientos radicales de ruptura que transforman el concepto de arte y su función. Se inspiran en el Simbolismo francés (Mallarmé, Jarry) y en una poesía más abstracta y sugerente. Guillaume Apollinaire, en Los pintores cubistas (1913), establece vínculos entre las artes visuales y la poesía, impulsando un nuevo lenguaje artístico. El pensamiento vanguardista se consolida con Ortega y Gasset, quien en La deshumanización del arte (1925) afirma que el arte moderno se aleja de lo emocional para centrarse en el juego formal, la inteligencia y la ironía. Posteriormente, Walter Benjamin, en La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1936), analiza cómo el cine y la fotografía alteran la experiencia estética y eliminan el aura de la obra única, redefiniendo la relación entre el público y el objeto artístico.

La Generación del 27 y «Las Sinsombrero»

«Las Sinsombrero»

«Las Sinsombrero» es el nombre que designa a un conjunto de mujeres artistas e intelectuales vinculadas a la Generación del 27, que compartieron referentes culturales e ideológicos, aunque no constituyeron un grupo homogéneo. A pesar de formar parte activa de los círculos culturales de la época —como la Residencia de Estudiantes o el Lyceum Club Femenino—, su obra fue marginada y silenciada durante décadas, comenzando a ser reivindicada solo en tiempos recientes. Entre sus principales representantes destacan Concha Méndez, Carmen Conde y Margarita Manso. Estas autoras, como sus compañeros varones, estuvieron influenciadas por el pensamiento de Ortega y Gasset y participaron de las corrientes vanguardistas, aunque mantuvieron un sincretismo estético: es decir, supieron fusionar la tradición con las formas modernas. Esta actitud se refleja también en autores como Federico García Lorca, que en Romancero gitano emplea estructuras tradicionales como el romance o las baladillas, combinándolas con una estética moderna y simbólica. Por su parte, Rafael Alberti en Marinero en tierra también recurre a formas clásicas. Esta tendencia inicial neopopularista evolucionó: Lorca, tras su viaje a Nueva York, compuso Poeta en Nueva York, un poemario claramente surrealista, más rupturista en fondo y forma.

Evolución de la Generación del 27

Entre los autores más representativos del 27 figuran Lorca, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego, además de Miguel Hernández, quien, aunque de una generación posterior, comparte estilo y afinidad temática con ellos. La obra de estos autores se caracteriza por una fusión entre lo tradicional y lo innovador, así como por una constante experimentación formal y simbólica.

La evolución histórica de la Generación del 27 puede dividirse en tres etapas:

  1. La primera (hasta finales de los años 20): Está marcada por un tono neopopularista y una fuerte influencia de Bécquer, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, que actúa como modelo estético.
  2. La segunda (desde finales de los 20 hasta la Guerra Civil): Supone un giro hacia el surrealismo, con metáforas irracionales, símbolos abstractos y un interés por el subconsciente y lo onírico.
  3. La tercera (desde 1936): Comienza con el asesinato de García Lorca en 1936, que simboliza la ruptura del grupo. La guerra dispersa a los autores: algunos se exilian, otros permanecen en España en condiciones adversas.

Mientras que los varones del grupo fueron reconocidos como grandes figuras intelectuales, las mujeres quedaron relegadas y silenciadas. El régimen franquista manipuló sus obras y negó su relevancia, y ni siquiera sus compañeros de generación contribuyeron activamente a visibilizarlas. Esta situación reflejó la desigualdad estructural también en el ámbito cultural.

El Teatro Español (Finales del Siglo XIX – 1936)

Entre finales del siglo XIX y 1936, el teatro español se encuentra en tensión entre formas tradicionales de éxito comercial y propuestas renovadoras influenciadas por las corrientes europeas. Coexisten el teatro costumbrista y de tesis, con autores como Jacinto Benavente o Carlos Arniches, y el teatro innovador impulsado por Unamuno, Valle-Inclán y especialmente Federico García Lorca.

  • Jacinto Benavente: Representa la comedia burguesa, moderadamente reformista.
  • Carlos Arniches: Su teatro costumbrista, popular y conservador, goza de éxito pero será criticado por las vanguardias.
  • Miguel de Unamuno: Propone un teatro filosófico centrado en dilemas existenciales, aunque de difícil representación escénica.
  • Ramón María del Valle-Inclán: Más decisiva es la aportación de Valle-Inclán, quien crea el esperpento: una deformación grotesca de la realidad con finalidad crítica, como se ve en Luces de bohemia.
  • Teatro de vanguardia: Influido por el futurismo, expresionismo, dadaísmo o surrealismo, introduce estrategias escénicas innovadoras: ruptura de la lógica, fragmentación, simbolismo y visualidad. Aunque poco representado en la época, influirá en autores del 27 como Lorca.

La Obra Teatral de Federico García Lorca

La obra teatral de Federico García Lorca evoluciona en tres etapas:

  1. La primera: Influida por el Modernismo y el Simbolismo, combina lírica y escenografía en obras como El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda, donde se exalta la libertad mediante figuras míticas femeninas.
  2. La segunda: Marcada por el contacto con el surrealismo tras su viaje a Nueva York, da lugar a obras rupturistas como El público y Así que pasen cinco años, de gran complejidad simbólica y estética. Estas piezas anticipan formas del teatro experimental posterior y exploran el inconsciente, el deseo y el tiempo.
  3. La tercera: Está protagonizada por la trilogía rural: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. Aquí Lorca recupera la estructura de la tragedia clásica, con personajes sometidos a conflictos éticos y pasionales que conducen inevitablemente al desenlace trágico.

Estas obras combinan simbolismo, lenguaje poético y elementos del teatro popular. Tratan temas como la oposición entre deseo y norma social, la represión femenina o el autoritarismo familiar, siempre con una profunda crítica sociocultural. Lorca incorpora elementos constantes en su dramaturgia: símbolos (sangre, luna, agua, muerte), tensión entre libertad y represión, protagonismo de la mujer, musicalidad del lenguaje y uso de coros o canciones. Su teatro integra influencias del Simbolismo y el Surrealismo con la tradición hispánica barroca y popular. Además, su labor como director de La Barraca, compañía teatral universitaria, refleja su visión del teatro como herramienta pedagógica, ética y transformadora. Antes de su asesinato en 1936, Federico García Lorca se consolida como el máximo exponente del teatro español moderno, que une lo lírico, lo popular y lo trágico, a la vez que plantea una crítica profunda a la realidad social, cultural y sexual de su tiempo.

La Poesía Española (1936-1975)

Entre 1936 y 1975, la poesía española estuvo marcada por las consecuencias de la Guerra Civil, el exilio de muchos autores y la represión impuesta por el franquismo. Tras el conflicto, numerosos escritores republicanos se refugiaron en países como Francia, Inglaterra, Rusia y, sobre todo, América Latina, especialmente México. Lejos de abandonar la creación literaria, estos autores mantuvieron su actividad en contacto con otros intelectuales internacionales, desarrollando una poesía que reflejaba el dolor del exilio, la pérdida, la nostalgia y el trauma colectivo.

Mientras tanto, en la España franquista, el nuevo régimen, dominado por la Falange y el nacionalcatolicismo, promovió una poesía oficialista basada en valores tradicionales como la patria, la religión, el orden y la familia, que tuvo como plataforma principal la revista El Escorial. En contraposición, surgió una poesía desarraigada y existencial, que expresaba el dolor y la angustia del individuo ante un entorno represivo. Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, es una de las obras más representativas de esta corriente, vinculada a la revista Espadaña, y refleja un lenguaje directo, duro y profundamente crítico con la situación social.

Durante los años 40 y 50 se desarrollaron distintas tendencias:

  • El Postismo, con Carlos Edmundo de Ory, retomó el espíritu lúdico de las vanguardias europeas (dadaísmo, surrealismo), apostando por la imaginación y el humor.
  • Paralelamente, algunos autores como Juan Eduardo Cirlot y Miguel Labordeta continuaron la línea surrealista, centrada en lo onírico, lo irracional y lo simbólico.
  • En Córdoba, el Grupo Cántico (1947) se desmarcó tanto de la poesía social como de las formas experimentales excesivas, reivindicando una poesía estética, refinada y heredera de la Generación del 27.

En los años 50, con una mayor conciencia política, surge una poesía social, comprometida con la realidad del país y escrita con un lenguaje accesible. Esta poesía busca denunciar la injusticia y conectar con la «inmensa mayoría». Recupera el tema de España y defiende un arte útil, ético y movilizador. Entre sus figuras más destacadas están Blas de Otero (Pido la paz y la palabra), Gabriel Celaya (Cantos íberos), Vicente Aleixandre (Historia del corazón), José Hierro y José María Valverde.

A partir de los años 60, esta poesía social pierde cohesión y surge una nueva generación que, aunque aún comprometida, adopta una voz más personal, introspectiva y estilísticamente elaborada. Se retoman temas existenciales, filosóficos e individuales.

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