El Teatro Español Anterior a la Guerra Civil: Lorca y Valle-Inclán
El teatro comercial de principios del siglo XX
El teatro español a finales del siglo XIX y comienzos del XX se configura principalmente como un entretenimiento destinado a un público burgués que acude de manera regular a las representaciones. Las grandes compañías teatrales, dirigidas por reconocidos actores y actrices que actuaban también como empresarios, se dedican a satisfacer los gustos de este público conservador, de modo que autores como José Echegaray, Premio Nobel de Literatura, logran un gran éxito.
Así, en el panorama teatral anterior a la Guerra Civil destaca una línea teatral comercial y tradicionalista, dirigida a un público amplio y burgués, que prolonga las tendencias decimonónicas: el teatro poético en verso, representado por los hermanos Machado y Eduardo Marquina; la alta comedia burguesa, en la que sobresale Jacinto Benavente, y el teatro cómico, cultivado por autores como Carlos Arniches y Pedro Muñoz Seca.
La renovación escénica del primer tercio del siglo XX: Valle-Inclán y Lorca
El teatro de Ramón María del Valle-Inclán
Valle-Inclán encarna el modelo del autor bohemio, caracterizado por su originalidad, extravagancia y rebeldía. Evoluciona desde posturas conservadoras hacia una ideología revolucionaria y abarca todos los géneros literarios. Aunque inicialmente se adscribe al Modernismo, acaba desarrollando un estilo personal que no puede encasillarse en ningún movimiento concreto. Su importancia en la historia del teatro español es fundamental, pues su obra supone una auténtica revolución y anticipa las transformaciones del teatro contemporáneo.
La producción dramática de Valle-Inclán puede dividirse en tres etapas:
Primeras obras modernistas
Como El marqués de Bradomín (1908) y El yermo de las almas (1908), en las que se refleja la influencia de Rubén Darío.
Etapa de transición
En la que adopta un tono más crítico y agresivo, aunque aún no se aleja por completo del modernismo. En este periodo escribe las Comedias bárbaras, pertenecientes al llamado Ciclo mítico, centradas en la figura de don Juan Manuel de Montenegro, símbolo de la decadencia de la aristocracia gallega. Asimismo, escribe pequeñas farsas como La marquesa Rosalinda (1913) o Farsa y licencia de la reina castiza (1920), ambientadas en escenarios ridículos y anacrónicos y protagonizadas por personajes estereotipados que anticipan la deformación caricaturesca de su etapa posterior. Divinas palabras (1920), ambientada en una Galicia primitiva y supersticiosa, cierra esta etapa de transición.
El esperpento
Iniciado con Luces de bohemia (1920), constituye el núcleo de su teatro maduro. A través del esperpento, Valle-Inclán ofrece una crítica ácida y amarga de la España de su tiempo mediante la deformación grotesca de la realidad y de los personajes, tratados como marionetas, animales o muñecos para evidenciar la degradación social. El tratamiento burlesco de asuntos serios, la creación de situaciones absurdas, el uso sistemático del sarcasmo y la ironía, y el contraste entre el lenguaje vulgar y el lenguaje lírico caracterizan esta etapa.
El teatro de Federico García Lorca
La Generación del 27, a la que pertenece Lorca, desempeña un papel fundamental en la renovación escénica al incorporar las vanguardias a su producción dramática y dotarla de un profundo sentido social. Lorca se dedica al teatro durante toda su vida, alcanzando el reconocimiento definitivo durante la Segunda República. Tras su muerte, su teatro fue censurado en España, aunque en el extranjero pronto fue considerado un clásico.
Entre las características fundamentales de su teatro destacan:
- La concepción del teatro como un instrumento de mejora social y cultural, que lo lleva a fundar el grupo universitario La Barraca para divulgar el teatro clásico español en los pueblos.
- El tratamiento de un tema central: el deseo imposible y la lucha contra una realidad opresiva, que desemboca en la soledad, la frustración o la muerte, siguiendo la influencia de la tragedia griega. La mayoría de sus protagonistas son mujeres que encarnan la libertad y el instinto, pero que sucumben ante las normas sociales, religiosas y políticas.
- La constante poetización de la vida cotidiana, mediante personajes arquetípicos, fragmentos poéticos, símbolos, alegorías, música y otros elementos populares, en busca de un teatro total donde confluyen diversas artes.
La obra teatral de Lorca se organiza en tres grandes etapas:
Primeras piezas teatrales
Como El maleficio de la mariposa (1920), donde aparece ya el tema del amor insatisfecho, y Mariana Pineda, drama histórico sobre una heroína liberal. También destacan La zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, farsas trágicas que giran en torno a amores desgraciados.
Teatro vanguardista o comedias imposibles
Influido por el surrealismo, con obras como Así que pasen cinco años, que plantea la postergación del amor como forma de mantener vivo el deseo, y El público, donde Lorca defiende la libertad de los instintos amorosos, incluidos los homosexuales, y critica la hipocresía social.
Etapa de plenitud
En la que escribe obras de gran éxito y sensibilidad social como Bodas de sangre, Yerma, Doña Rosita la soltera y La casa de Bernarda Alba.
En Bodas de sangre, el amor y la muerte se entrelazan en un conflicto entre instinto y normas sociales; en Yerma, el tema es la esterilidad y la represión femenina; en Doña Rosita, la espera inútil del amor se convierte en el tema central.
La casa de Bernarda Alba representa el enfrentamiento entre el principio de autoridad (Bernarda) y el principio de libertad (Adela), y se cierra trágicamente con el suicidio de Adela.
El teatro de Lorca, gracias a su lirismo, su riqueza simbólica y su capacidad para universalizar conflictos locales, constituye una de las aportaciones más brillantes a la renovación del teatro contemporáneo.
Principales símbolos del teatro lorquiano
El teatro de Federico García Lorca se caracteriza por el uso de un complejo sistema simbólico que dota a sus obras de una intensa carga lírica y dramática. Muchos de estos símbolos, que también aparecen en Romancero gitano, aluden a temas universales como la muerte, el deseo, la frustración o la represión social.
- La luna: es uno de los símbolos más recurrentes. Generalmente representa la muerte y el destino trágico, aunque en algunas ocasiones también puede aludir al erotismo o al deseo inalcanzable.
- El agua: cuando fluye (ríos, fuentes), simboliza la vida, mientras que el agua estancada evoca la muerte. En Yerma, además, puede asociarse a la esterilidad y la frustración vital.
- El caballo: encarna la pasión desbordada, la virilidad y la fuerza instintiva, pero también es presagio de muerte, como en Bodas de sangre. El caballo desbocado simboliza el impulso incontrolable del deseo que conduce a la tragedia.
- El color verde: ligado a lo prohibido, la rebeldía y la fatalidad. En Bodas de sangre, el verde es el color asociado a la novia y su destino malogrado.
- La sangre: tiene un doble valor simbólico, pues representa tanto la vida y la pasión como la violencia y la muerte.
- Las tijeras y las agujas: elementos de uso cotidiano en el ámbito femenino que se convierten en símbolos de la opresión doméstica y de la imposición de los roles de género tradicionales.
- Las paredes blancas: en La casa de Bernarda Alba, las paredes blancas simbolizan la represión, el aislamiento y la pureza impuesta a las hijas de Bernarda.
- Los zapatos: son símbolos de sensualidad, deseo y ansias de libertad. Adela, en La casa de Bernarda Alba, se rebela mostrando sus zapatos de color en un gesto de afirmación de su individualidad.
- El viento: actúa como presagio de tragedia y como metáfora de la pasión desbordada o de la opresión latente.
- La sombra: representa la presencia constante de la muerte, lo oculto y las amenazas que acechan a los personajes.
- El cuchillo y la navaja (los metales): símbolos del destino fatal y de la violencia, de especial relevancia en Bodas de sangre.
- El calor sofocante: en La casa de Bernarda Alba, el calor agobiante se convierte en metáfora de la tensión interna, la represión sexual y el deseo contenido.
- La sed: refleja el deseo insatisfecho, ya sea de amor, de libertad o de vida, y aparece de forma significativa en Yerma y Bodas de sangre.
- La corona de azahar marchita: en Bodas de sangre, representa el fracaso del matrimonio y la pérdida de la pureza y la inocencia.
Antonio Buero Vallejo y la renovación del teatro español tras la Guerra Civil
Tras la Guerra Civil española, el teatro vive un periodo de crisis. La marcha al exilio de numerosos dramaturgos (como Max Aub o Alejandro Casona), el aislamiento cultural, la censura y la conversión de salas teatrales en cines provocan un empobrecimiento general del panorama teatral. En este contexto dominan formas superficiales como el teatro humorístico de Jardiel Poncela y Mihura, o la comedia burguesa de autores como Pemán. La situación cambia con el estreno de Historia de una escalera (1949) de Antonio Buero Vallejo, obra que marca el inicio de un teatro realista y comprometido. Junto a él destaca Alfonso Sastre. Ambos encabezan dos posturas frente a la censura: el posibilismo (Buero) y el imposibilismo (Sastre).
Antonio Buero Vallejo (1916-2000)
Concepción dramática
Buero Vallejo propone una síntesis entre realismo y simbolismo. Aunque sitúa sus obras en contextos históricos concretos de España, logra dotarlas de una dimensión universal al centrarse en los conflictos existenciales de los personajes. Introduce el «efecto de inmersión«, recurso mediante el cual el espectador se adentra en la conciencia del protagonista, percibiendo el mundo como lo vive el personaje. Su teatro combina una preocupación existencial (sobre ilusiones, fracasos y la condición humana) con una denuncia social de las injusticias.
Trayectoria teatral
Toda la producción de Buero Vallejo se caracteriza por una profunda indagación en la condición humana, siempre unida a una visión esperanzada. Retoma la catarsis clásica, buscando conmover al espectador y hacerle tomar conciencia. En su obra se distinguen tres etapas principales:
Etapa existencial (hasta 1957)
Centrada en reflexionar sobre el ser humano y su existencia, dentro de una estética realista que Buero llamó «construcción cerrada» (espacio escénico tradicional y acción progresiva). Obras destacadas: Historia de una escalera (1949) y En la ardiente oscuridad (1950).
Etapa social (hasta 1970)
Sin abandonar el realismo inicial, incorpora una denuncia más directa de las injusticias sociales, dentro de los márgenes que permitía la censura franquista («posibilismo»). Introduce técnicas como la estructura abierta, espacios escénicos múltiples y el efecto de inmersión. Obras destacadas: Hoy es fiesta (1956), Un soñador para un pueblo (1958), Las Meninas (1960), El concierto de San Ovidio (1962) y El tragaluz (1967).
Etapa de innovación (a partir de 1970)
Se intensifican los experimentos formales (mayor uso del efecto de inmersión, tratamiento no lineal del tiempo) y el contenido político se hace más explícito. Obras destacadas: El sueño de la razón (1970), La Fundación (1974) y La detonación (1977).
Buero Vallejo, en definitiva, renovó el teatro español de la posguerra con una propuesta dramática profunda, comprometida y de gran calidad estética, superando las limitaciones impuestas por el contexto histórico.
El Realismo
El Realismo es un movimiento literario surgido en Europa en la segunda mitad del siglo XIX como reacción contra los excesos idealistas y subjetivistas del Romanticismo. Su propósito es representar la realidad de manera fiel, objetiva y minuciosa, basándose en la observación detallada del entorno y de los comportamientos humanos. Se centra en reproducir la vida cotidiana, especialmente la de la burguesía, clase social en ascenso durante este periodo, y evita la evasión temporal o espacial típica del Romanticismo.
En España, la llegada del Realismo fue más tardía debido a la inestabilidad política y al predominio de una sociedad rural y tradicionalista. Tras la Revolución de 1868 y el desarrollo de una mayor libertad de expresión, la literatura realista comenzó a florecer con autores como Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas, Clarín.
La narrativa realista se caracteriza por:
- El principio de verosimilitud, logrando descripciones exactas de ambientes, costumbres y personajes.
- El enfoque en temas de actualidad y en la denuncia social, criticando defectos como la hipocresía o la doble moral.
- El uso de personajes complejos, representativos de distintas clases sociales.
- La presencia de un narrador omnisciente, capaz de conocer y juzgar los pensamientos y sentimientos de los personajes.
- Un estilo de prosa detallado, con un lenguaje adaptado al nivel cultural y social de cada personaje.
El Naturalismo
El Naturalismo, desarrollado por Émile Zola en Francia a partir de 1870, representa una evolución del Realismo, añadiendo un enfoque científico y determinista. Según esta corriente, el comportamiento humano está condicionado por la herencia genética y el medio social, anulando en gran parte la libertad individual.
El escritor naturalista se convierte en un observador científico que experimenta con sus personajes, presentando situaciones extremas de miseria, vicio y degradación para demostrar la influencia del ambiente y los instintos. En su estilo destaca la crudeza en la descripción y la fidelidad al lenguaje popular.
En España, el Naturalismo tuvo una recepción polémica. Aunque nunca se implantó en su forma más radical, dejó una profunda huella en autores como Galdós, Clarín y, sobre todo, Emilia Pardo Bazán, quien defendió sus principios desde una perspectiva cristiana.
Entre sus principales características destacan:
- Determinismo: los personajes actúan movidos por su herencia y su ambiente, sin apenas margen para cambiar su destino.
- Interés por los ambientes más degradados: representación de los bajos fondos, la miseria y la enfermedad.
- Personajes marginales: alcohólicos, enfermos mentales, tarados, criminales, seres dominados por sus instintos más bajos.
- Técnica precisa: observación rigurosa de la realidad, uso del lenguaje popular y reproducción exacta de los modos de hablar.
- Finalidad experimental: el novelista actúa como un científico que experimenta con sus personajes.
Principales autores del Realismo y Naturalismo en España
Emilia Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán fue una firme defensora del Naturalismo, aunque lo adaptó a su visión católica, sin aceptar su materialismo ni su fatalismo absoluto. Su concepción del Naturalismo es, por tanto, más formal que ideológica, utilizando recursos como la descripción de ambientes degradados, escenas de violencia y personajes moralmente hundidos.
Entre sus principales obras destacan:
- Los pazos de Ulloa y La madre naturaleza, donde retrata la decadencia de la aristocracia rural gallega, mostrando sus miserias sociales y morales.
- La tribuna, novela pionera en España al abordar el mundo del proletariado femenino, con una protagonista trabajadora de fábrica.
Leopoldo Alas, Clarín
Clarín es uno de los grandes críticos sociales de su tiempo. Su obra se centra en denunciar la hipocresía, la superficialidad, la doble moral y los conflictos de conciencia en la sociedad española de la Restauración.
Sus obras más representativas son:
- ¡Adiós, Cordera!, un emotivo cuento que refleja la dureza de la vida rural y la pérdida de la inocencia.
- Su único hijo, novela breve donde se presenta una visión desengañada de la sociedad.
- La Regenta, su obra maestra, en la que aborda el tema del adulterio y la búsqueda del amor verdadero en un entorno provinciano, Vetusta (trasunto de Oviedo). En esta novela, Clarín realiza una crítica demoledora a todos los estamentos sociales: la aristocracia decadente, el clero corrupto, la burguesía superficial. Ana Ozores, la protagonista, víctima de sus ideales románticos y del ambiente opresivo, acaba derrotada y marginada. La influencia del Naturalismo se aprecia en la importancia de la presión social sobre el individuo.
Benito Pérez Galdós
Galdós es el máximo representante del Realismo español, con una producción literaria que evoluciona desde el planteamiento ideológico hasta una exploración más profunda del alma humana.
Su obra se divide en tres etapas:
Novelas de tesis
Se centran en el enfrentamiento de posturas ideológicas irreconciliables, representadas a través de personajes simbólicos. Critica el fanatismo religioso y la intolerancia. Destacan Doña Perfecta y Marianela.
Novelas contemporáneas o realistas
Reflejan de manera amplia y profunda la sociedad de su tiempo, especialmente la vida madrileña. Aquí aparecen personajes más complejos y se introduce la influencia naturalista. Su obra cumbre es Fortunata y Jacinta, donde explora la pasión, los celos, la maternidad frustrada y las diferencias sociales a través de la vida de dos mujeres unidas por su relación con el mismo hombre, Juanito Santa Cruz. Otras obras importantes de esta etapa son Tormento, Miau, La desheredada y El amigo Manso.
Novelas espiritualistas y simbólicas
En su última etapa, Galdós se interesa más por la dimensión espiritual del ser humano y por cuestiones morales y religiosas. Obras como Nazarín, El abuelo y Misericordia (protagonizada por la caritativa Benigna) reflejan esta evolución hacia un humanismo solidario.
La Fundación
Antonio Buero Vallejo es uno de los dramaturgos más importantes del teatro español después de la Guerra Civil. Sus obras destacan tanto por su calidad como por las innovaciones que introduce. La Fundación, estrenada en 1974, pertenece a una etapa madura de su carrera, en la que ya había escrito títulos tan conocidos como Historia de una escalera, El tragaluz, La doble historia del doctor Valmy o El sueño de la razón, todos ellos muy bien recibidos por el público y la crítica.
En La Fundación, Buero Vallejo quiere provocar en el espectador una profunda reflexión sobre temas como la prisión, la tortura, la traición y la muerte. A través de la obra, critica una sociedad que destruye la personalidad del individuo y lo lleva a la alienación. Aunque su experiencia como preso político tras la Guerra Civil influye claramente en el texto, Buero no se limita a contar su caso personal: su objetivo es hacer una denuncia más amplia sobre problemas universales de la condición humana.
Resumen de La Fundación de Antonio Buero Vallejo
Es una obra de teatro de Antonio Buero Vallejo que explora temas como la lucha por la libertad, la violencia, el sufrimiento humano y la crítica a la sociedad. La historia sigue a Tomás, un prisionero que vive en una cárcel opresiva, donde es confrontado por su compañero Asel sobre la posibilidad de intentar escapar. Al principio, Tomás evita la lucha, ya que se engaña a sí mismo y no acepta que está en una prisión. Sin embargo, a medida que se enfrenta a la realidad y después de la muerte de Asel, Tomás se ve obligado a actuar, decidiendo seguir el plan de escape de Asel a través de un túnel, aunque este no le parezca una verdadera libertad.
A lo largo de la obra, se cuestiona la importancia de la libertad, ya que Asel defiende que, aunque la fuga no conduzca a una verdadera libertad, siempre vale la pena luchar por ella. En el transcurso de la obra también se critica la violencia, tanto la física como la psicológica. Asel reflexiona sobre el mundo violento en el que viven, donde las matanzas y las torturas son comunes, y cómo los prisioneros, como Tomás, se ven forzados a tomar decisiones extremas para sobrevivir. La obra aborda temas dolorosos como la tortura, el hambre, los crímenes y la pena de muerte, mostrando cómo la violencia solo genera más violencia.
La obra se desarrolla en un lugar y tiempo indefinidos. No se especifica el país ni la época en la que ocurre la acción, lo que da un carácter universal a los temas que se abordan. Esta decisión también fue una estrategia de Buero Vallejo para evitar la censura durante la dictadura franquista. El escenario es importante en la obra, ya que refleja el estado mental de Tomás. Al principio, el lugar parece una fundación confortable, pero poco a poco, conforme Tomás se da cuenta de la realidad, el espacio se transforma en una prisión.
El tiempo en la obra es breve, y toda la acción transcurre en solo unos pocos días. Sin embargo, la historia abarca un tiempo más largo en el que se revelan eventos pasados, como la delación de Tomás, lo que le llevó a ser condenado a muerte. La obra empieza “in medias res”, en medio de la acción, y termina de forma abierta, sin que sepamos si Tomás y sus compañeros serán ejecutados o si lograrán escapar.
Resumen del Análisis de los Personajes y Elementos Simbólicos de La Fundación
Personajes
- Tomás: Es el personaje principal, que soporta todo el peso de la obra. Al principio es un personaje contemplativo, ajeno a la dura realidad que lo rodea. Cree estar en una fundación de lujo, pero a medida que avanza la obra, comienza a percibir la cruel realidad de la cárcel. Su evolución se marca por momentos claves: descubrir la muerte de su compañero, darse cuenta de su condena a muerte, y finalmente, aceptar la lucha por la libertad, aunque siempre defendiendo principios éticos y rechazando la violencia.
- Asel: Es el personaje más activo y realista de la obra. A diferencia de Tomás, Asel enfrenta la realidad y busca soluciones. Él diseña el plan de fuga y lidera el grupo, siendo quien impulsa la acción dramática. A pesar de su conocimiento sobre la traición de Tomás, no toma represalias, sino que lo ayuda a recuperar la cordura. Al final, Asel se sacrifica, eligiendo el suicidio para evitar que revele información bajo tortura y garantizar la fuga de sus compañeros.
- Tulio: Es un personaje hosco y colérico al principio, pero se va abriendo a la humanidad de Tomás a lo largo de la obra. Su ejecución, al final, resulta ser uno de los momentos más dolorosos, mostrando su evolución y la relación que tiene con Tomás.
- Max: Representa la bajeza moral. Se traiciona a sí mismo y a los demás por ganar favores, demostrando falta de principios.
- Lino: Inicialmente apático, se convierte en un hombre de acción. En un momento de violencia, mata a Max, lo cual pone en peligro la fuga. Sin embargo, él mismo se da cuenta de que debe aprender a pensar antes de actuar.
- Berta: Es un personaje peculiar, fruto de la imaginación de Tomás. Representa sus deseos y su inconsciente. A través de Berta y el ratón que Tomás cuida, se refleja un desdoblamiento del personaje y la lucha interna de Tomás por enfrentar la realidad.
Elementos Simbólicos
- La Fundación: Representa la realidad falsa que Tomás crea para evadir la verdad, simbolizando tanto una evasión individual como una crítica a las falsas seguridades de la sociedad moderna. A medida que avanza la obra, se revela que la fundación es, en realidad, una prisión.
- El Ventanal y el Paisaje: Simbolizan la libertad y la esperanza. El ventanal da una vista a un paisaje que representa el futuro, un futuro alcanzable solo a través de la lucha y la resistencia contra las dictaduras y opresiones.
- El Retrete Descubierto: Representa la dignidad humana pisoteada, simbolizando el peor estado de degradación y sufrimiento en la cárcel.
- Los Hologramas: Cuestionan la naturaleza de la realidad, inspirando al espectador a reflexionar sobre hasta qué punto lo que percibimos es verdadero o una ilusión, como en el mito de la caverna de Platón.
- El Ratón: Es una extensión simbólica de Tomás. Su muerte al final de la obra marca la liberación de Tomás y su aceptación de la realidad.