Poesía Española de Posguerra: Miguel Hernández, Arraigada y Desarraigada (Años 40-50)

Las consecuencias de la guerra civil española marcaron profundamente la producción lírica de nuestros poetas hasta la década de los años 60. La poesía de este periodo siguió un camino condicionado por las circunstancias políticas y sociales.

Miguel Hernández: Voz de la Guerra y la Ausencia

La poesía de los años de la guerra e inmediata posguerra, a menudo, se caracterizó por ser una literatura de propaganda ideológica del régimen, con escasa calidad artística. Una notable excepción fue Miguel Hernández, quien logró un equilibrio, típico de la poesía de la Generación del 27, entre la inspiración y el rigor, y entre lo popular y lo culto, a pesar de su formación autodidacta.

Estilo y Temática Poética

Su estilo poético se caracteriza por la forma auténtica y apasionada de expresar su mundo humano y doméstico, donde destacan la originalidad de sus metáforas y una métrica tradicional. En cuanto al contenido, su poesía gira en torno a temas universales: la vida y su manifestación suprema, el amor; la muerte, siempre al acecho; el compromiso político y la lucha por la justicia social.

Ejes Temáticos Principales

Su poesía se agrupa en tres grandes ejes temáticos:

  • El amor: A veces roza el erotismo. Al no ser correspondido, se considera fuente de dolor y sufrimiento, pero a medida que se ve correspondido, cambia esta perspectiva y se expresa dichosamente. La amada aparece frecuentemente simbolizada con términos que remiten a la luz y a elementos de la naturaleza.
  • La muerte: Motivada por las circunstancias históricas (guerra) y personales (cárcel, muerte de su primer hijo, ausencias). La simbología predominante en esta temática son las armas, la comparación con animales y la muerte que se presenta como noche, oscuridad, vacío y también asociada a la imagen del toro.
  • La vida: En la que el poeta encuentra motivos de dicha que le impulsan al vitalismo y a la esperanza en un futuro mejor, nacido de la solidaridad y el amor.

Trayectoria Poética: Etapas y Obras Clave

La trayectoria poética de Miguel Hernández se divide en tres etapas:

  • Época de Experimentación (hasta 1936)

    El autor busca un estilo poético propio con influencias clasicistas y vanguardistas. Buena muestra de ello es su obra Perito en lunas (1933), poemario compuesto de 42 octavas reales de formidable ejercicio estilístico donde el poeta se adentró en los secretos del endecasílabo, la metáfora y los demás artificios formales. El libro que lo dio a conocer fue El rayo que no cesa (1936), presidido por el tema del amor no correspondido, concebido como ese rayo destructor, símbolo del fuego pasional, y como una fuerza paradójica de vida y muerte. En esta obra aparece ya el poeta de los recursos intensificadores (anáforas, paralelismos) y de las brillantes imágenes y símbolos (el rayo y el toro).

  • Época de Compromiso (Poesía Civil, de 1936 a 1939)

    Hernández se convierte en un poeta social y militante al defender como soldado a “la España de las pobrezas” y poner su poesía al servicio del pueblo trabajador. En Viento del pueblo, su poesía se considera bélica, de urgencia y comprometida con el pueblo. La tragedia de la guerra limitó su virtuosismo métrico y retórico, y su voz poética alcanzó la plena madurez en esta poesía civil. El libro se abre con una elegía a Lorca y continúa con un auténtico canto épico de diversos aspectos de la guerra y del mundo del trabajo. El amor, que en la obra pasa desapercibido, se dirige también al pueblo y la tierra. En su siguiente obra, El hombre acecha, el autor medita sobre los horrores de la guerra y las calamidades que cercan el país: hambre, destrucción, sangre y muerte. Los símbolos más representativos son la garra y la fiera, que representan el animal violento en que la guerra transforma al ser humano.

  • Época de Madurez y Reflexión (Poética de la Ausencia, de 1939 a 1942)

    Corresponde a los poemas escritos en la cárcel, recogidos en Cancionero y romancero de ausencias. El eje que los vertebra es la ausencia: la falta del hijo, de su mujer y de la libertad. El autor lleva a cabo un proceso de depuración de su estilo poético, representado en las composiciones de métrica tradicional y enorme intensidad debido a la sobriedad expresiva de Hernández.

La Poesía Española de Posguerra: Años 40 y 50

La Poesía en los Años 40: Neoclasicismo y Existencialismo

El final de la guerra supuso un punto de inflexión: poetas muertos, encarcelados o en el exilio hicieron que la cultura se dividiera entre los desterrados y “los que se quedaron”, o entre vencedores y perdedores. La más difundida en un principio fue la poesía de los vencedores, llamada también Poesía Arraigada, en la que destacó el gaditano José María Pemán con temas amorosos, religiosos e imperiales.

Poesía Arraigada

En 1940 surge la revista Escorial, afín a la Falange, en sintonía con la política del régimen y sus ideales épicos e imperialistas. Cultivaban una temática heroica o imperialista junto con temas amorosos o religiosos, y estaba dirigida por Dionisio Ridruejo, quien evolucionó desde obras como Poesía en armas a posturas más abiertas.

Pero la revista más representativa de esta época fue Garcilaso. Los poetas garcilasistas se caracterizaron por la vuelta al soneto y al endecasílabo, por el optimismo de su obra, alejada de la triste realidad que los rodeaba y con hondas raíces religiosas. Otras figuras destacadas son Luis Rosales (La casa encendida), Leopoldo Panero (Escrito a cada instante), Luis Felipe Vivanco (Continuación a la vida) y Dionisio Ridruejo (En la soledad del tiempo). Las características principales de esta corriente son: una visión del mundo distanciada de la realidad, una religiosidad armónica en la que Dios, como elemento fundamental de orden, les aporta serenidad y confianza, y la utilización de una métrica clásica (soneto).

Entre los poetas “arraigados” más relevantes se encuentran Luis Rosales, cuya obra La casa encendida (1949) ha sido considerada una de las mejores de nuestra lírica; Leopoldo Panero (Escrito a cada instante, 1949); Luis Felipe Vivanco (Continuación a la vida, 1949); o Dionisio Ridruejo (En la soledad del tiempo, 1944).

Poesía Desarraigada

Posteriormente, apareció una Poesía Desarraigada que reflejó la peripecia individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor, de continua zozobra interior y exterior, y de falta de fe en el futuro. Es una poesía de corte existencialista. Las características principales de esta tendencia son el sentimiento de angustia y desesperación ante las circunstancias, el abandono del ámbito personal para dirigirse a los demás, y un estilo desgarrado, casi violento. A esta corriente pertenecen autores de diferentes épocas y procedencias: Dámaso Alonso (Hijos de la ira) y Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso), como representantes de la Generación del 27, junto a poetas más jóvenes como Gabriel Celaya (Movimientos elementales) y Blas de Otero.

La Poesía en los Años 50: La Poesía Social

En 1947, la publicación de Tranquilamente hablando, de Gabriel Celaya, inició un proceso de cambio: la colectividad pasó a ser el problema central del texto poético y la angustia personal adoptó un tono social. Los poetas pretendieron mostrar la verdadera realidad del hombre y del país, mediante un lenguaje coloquial, sencillo y directo, alcanzando un tono de testimonio o denuncia de la situación social, destinado a la mayoría de la sociedad.

Blas de Otero: Compromiso y Evolución

Podemos distinguir tres etapas en la obra de Blas de Otero:

  • Primera Etapa (Poesía Existencial)

    Se centró en la búsqueda angustiosa de Dios, del amor y del sentido de la existencia humana. Los versos de esta etapa expresan la angustia del hombre frente a la muerte, a la vez que el yo poético se siente solo, abandonado, y dirige a Dios preguntas desesperadas sin respuesta, creando un silencio que provoca el enfrentamiento entre el hombre y Dios. Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia son obras de esta etapa.

  • Segunda Etapa (Poesía Social)

    Significó su entrada en la Poesía Social, en la que se recogen los libros Pido la paz y la palabra y Que trata de España, expresando un claro compromiso y solidaridad con los problemas colectivos de España. El poema “A la inmensa mayoría” hace explícito su cambio de actitud, en el que el poeta se encuentra con “los otros” y aparecen dos palabras clave: Palabra, que permite al hombre gritar su protesta, y Paz, para que España pueda vivir sin la presencia de la muerte y la injusticia.

  • Tercera Etapa (Experimentalismo)

    Supuso una aproximación al Experimentalismo, con una poesía de carácter reflexivo y centrada en aspectos autobiográficos, como muestra Hojas de Madrid. En su lengua poética destaca la sintaxis abrupta y los abundantes recursos literarios.

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