Espíritu de Fin de Siglo
A finales del siglo XIX, muchos escritores mostraron un fuerte rechazo hacia los valores de la sociedad burguesa, que daba mucha importancia al dinero, al trabajo y al éxito práctico. Frente a esta mentalidad, surge la idea del “arte por el arte”, que defiende la creación artística como algo independiente, cuyo único objetivo es la belleza, sin necesidad de tener una utilidad práctica o moral.
Dentro de este contexto aparecieron varios movimientos literarios importantes. El simbolismo fue uno de los más destacados. Nacido en Francia con autores como Charles Baudelaire, se caracterizaba por expresar sentimientos profundos y conexiones ocultas entre las cosas del mundo mediante el uso de símbolos. Esta forma de ver la realidad también fue adoptada por poetas de otros países, como Rubén Darío, Antonio Machado o Juan Ramón Jiménez. Para estos autores, la poesía debía reflejar emociones íntimas y delicadas, utilizando un lenguaje lleno de sensaciones y atmósferas melancólicas.
Otro movimiento importante fue el parnasianismo, también originado en Francia. Sus principales representantes, como Théophile Gautier y Leconte de Lisle, defendían una poesía muy cuidada en su forma, con un estilo preciso y armonioso. Para ellos, el arte no debía servir como herramienta de cambio social, sino que tenía valor por sí mismo.
El Modernismo
El modernismo es un movimiento literario que se desarrolla durante el período de Fin de Siglo en Hispanoamérica y en España.
Características del Modernismo
El modernismo fue un movimiento literario que surgió a finales del siglo XIX y se desarrolló tanto en Hispanoamérica como en España. Se vio influido por el simbolismo, el parnasianismo y el decadentismo. Los escritores modernistas buscaban escapar de la realidad cotidiana, que consideraban vulgar y sin belleza. Por eso, sus obras están llenas de referencias a mundos ideales, ambientes exóticos, culturas lejanas y épocas antiguas. También mostraban una gran admiración por ciudades como París, vistas como centros de la cultura y el arte.
Los modernistas creían que existía una armonía universal que solo el poeta podía percibir. A través del arte, y sobre todo de la poesía, trataban de expresar esa belleza oculta, aunque muchas veces sentían tristeza, aburrimiento o angustia por no poder alcanzar del todo esa perfección. Su visión del arte era casi religiosa: veían la poesía como algo sagrado, una forma de refugio ante una realidad que no les gustaba. Por eso cuidaban mucho el lenguaje, usaban palabras elegantes y sonoras, creaban imágenes llenas de color y musicalidad, y experimentaban con nuevas formas métricas como el verso alejandrino. También repetían ciertos símbolos, como el color azul, que representaba lo ideal y lo misterioso, o el cisne, símbolo de belleza y perfección.
Poetas Modernistas
Rubén Darío
Rubén Darío fue el principal representante del modernismo en lengua española. Su estilo poético se caracterizó por ser elegante, musical y muy rico en imágenes sensoriales. En su primer libro importante, Azul, publicado en 1888, ya se percibe su deseo de alejarse de la realidad. Utiliza escenarios lejanos o ideales, como culturas exóticas o ambientes refinados, para expresar ese deseo de evasión. En esta obra también aparece el simbolismo del color azul, que representa los sueños, el misterio y la poesía.
Con Prosas profanas, publicado en 1896, Darío amplió los temas de su obra, incluyendo cuentos de hadas, mitología clásica y elementos de lo medieval. El erotismo se vuelve más evidente, pero se presenta como algo espiritual o sagrado. En este libro, el cisne aparece como símbolo principal de la belleza ideal. Aunque Darío intenta expresar la perfección del universo, también muestra su frustración al no poder transmitir toda esa belleza con palabras. Su estilo se vuelve más complejo y musical, utilizando diferentes formas poéticas con gran cuidado.
En Cantos de vida y esperanza, publicado en 1905, se nota una evolución en su poesía. Aunque conserva algunos temas anteriores, ahora se vuelve más reflexivo y serio. El poeta ya no busca tanto escapar, sino enfrentar cuestiones como la muerte, el tiempo o el sentido de la vida. En algunos poemas, se muestra angustiado, mientras que en otros encuentra consuelo en la religión. También aparece un nuevo interés por la defensa de la cultura española frente al poder de Estados Unidos. Darío expresa su admiración por figuras como Cervantes y Don Quijote, y valora el legado cultural de España.
Antonio Machado
Antonio Machado, otro gran poeta de esta época, formó parte de la Generación del 98. En su obra Soledades, galerías y otros poemas, publicada en 1903, ofrece una visión muy personal de la poesía. Para él, escribir era una forma de reflexión interior sobre temas como la soledad, el paso del tiempo, la nostalgia, la búsqueda de Dios o el recuerdo de la infancia y el amor perdido. Su poesía está llena de símbolos que reflejan estados de ánimo: el atardecer representa la tristeza, el camino simboliza el tiempo que pasa, y el viento expresa la soledad. Su estilo destaca por el uso de versos naturales y fluidos, que logran una gran armonía sin perder profundidad.
Juan Ramón Jiménez
Juan Ramón Jiménez, que pertenece a la llamada Generación del 14, también mostró una preocupación constante por la belleza, el tiempo y el sentido de la existencia. Su trayectoria poética se puede dividir en tres etapas. En la primera, que incluye libros como Ninfeas o Arias tristes, se ve una clara influencia del modernismo, con temas como la muerte, la tristeza y la búsqueda de eternidad. En la segunda etapa, con obras como Diario de un poeta recién casado, su poesía se vuelve más desnuda y esencial. Empieza a hablar de dos tipos de realidad: una visible y otra profunda, solo accesible al poeta. Para expresar esta idea, utiliza símbolos como los nombres, que reflejan la esencia de las cosas, y el mar, que representa la riqueza del mundo. En su poesía, el lenguaje se vuelve más preciso y cargado de significado.
Prosa Modernista
Ramón María del Valle-Inclán
Uno de los escritores más representativos del modernismo en prosa fue Ramón María del Valle-Inclán. Su obra narrativa se puede agrupar en varias series, pero las Sonatas son el mejor ejemplo de la prosa modernista. En estos relatos, el protagonista es el marqués de Bradomín, un aristócrata decadente, romántico y religioso, pero también seductor. A través de él, Valle-Inclán rechaza la vulgaridad de la sociedad burguesa y muestra un mundo refinado y lleno de contrastes.
Cada Sonata está ambientada en una estación del año y cuenta una historia amorosa distinta. A lo largo de estas memorias ficticias, el marqués vive experiencias marcadas por la pasión, el misterio y la decadencia. Las historias están llenas de detalles sensoriales, símbolos religiosos y un erotismo que se mezcla con la espiritualidad. El estilo de Valle-Inclán se distingue por su riqueza en adjetivos, su musicalidad y el uso de un lenguaje muy cuidado, lo que da lugar a una atmósfera sofisticada y única. Su obra muestra claramente la influencia del modernismo y del decadentismo, y ofrece una visión compleja de las emociones humanas y del contraste entre la belleza y la corrupción.
La Generación del 98
Contexto Histórico
El periodo de Fin de Siglo en España coincide con la regencia de María Cristina, que gobernó desde 1885 hasta 1902, tras la muerte de su esposo Alfonso XII y mientras su hijo, Alfonso XIII, era menor de edad. Estos años estuvieron marcados por importantes crisis políticas, sociales y económicas.
El Desastre del 98
Uno de los acontecimientos más destacados fue el llamado Desastre del 98. Tras la guerra contra Estados Unidos, España perdió sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Aunque tuvo consecuencias económicas y políticas, su impacto fue sobre todo simbólico, ya que muchos lo vieron como una señal clara del declive del país.
En lo político, el sistema de la Restauración perdió credibilidad. Estaba basado en un acuerdo entre los dos grandes partidos: el Conservador y el Liberal, para turnarse en el poder. Sin embargo, esta alternancia no era democrática, sino que se apoyaba en elecciones manipuladas. Los caciques, personas con gran poder local, controlaban el voto en los pueblos mediante presiones y favores, impidiendo una participación real de la población.
A todo esto se sumó una creciente tensión social. Las malas condiciones de vida y trabajo generaron protestas, y el movimiento anarquista ganó fuerza. Algunos grupos llevaron a cabo atentados, como el ataque en el Liceo de Barcelona o los asesinatos de Cánovas y Canalejas. Ante estos hechos, el Estado respondió con dureza, aumentando la represión y la inestabilidad.
Características de la Generación del 98
Está formada por un conjunto de escritores españoles nacidos entre 1860 y 1875 que publican sus primeras obras en el cambio de siglo.
La Angustia Existencial y el Tema de Dios
A finales del siglo XIX, muchos escritores reflejan en sus obras una profunda crisis espiritual y personal. Los personajes sienten vacío, apatía y buscan un sentido en medio del sufrimiento. El tema de Dios aparece con fuerza, pero desde la duda o el silencio divino. Autores como Antonio Machado y Miguel de Unamuno expresan esta tensión entre la necesidad de creer y la falta de respuestas. También surge la figura del sacerdote que ha perdido la fe, como en San Manuel Bueno, mártir o El cura de Monleón.
La Reflexión sobre la Identidad de España
Los escritores del 98 también reflexionan sobre la situación del país. Frente a la decadencia, proponen una renovación espiritual basada en los valores tradicionales y en la cultura. Castilla se convierte en símbolo de la esencia española: austera, noble y resistente. Al mismo tiempo, critican defectos como la apatía, la envidia o la división interna. Esta reflexión incluye el debate entre europeísmo y defensa de lo propio, como muestra Unamuno, que pasó de querer modernizar España a valorar más lo auténticamente español.
El Primitivismo
Frente al rechazo del mundo moderno y burgués, los autores del 98 muestran una actitud primitivista, que idealiza un retorno a la sencillez, la autenticidad y la pureza perdidas. Esta visión se expresa en varios aspectos de sus obras.
Por un lado, se valora lo simple y lo popular, como se observa en la prosa de Azorín o en pasajes de Baroja, que elogian objetos humildes y cotidianos. También hay un interés por la literatura medieval, que se refleja en poemas de Machado y en obras de Valle-Inclán inspiradas en leyendas antiguas. Además, los escritores recuperan palabras antiguas o rurales, usando un lenguaje lleno de expresiones populares o arcaicas, como se ve claramente en algunos textos de Azorín.
Autores de la Generación del 98
Azorín
Azorín escribe sobre el paso del tiempo y la muerte, temas que le provocan una profunda melancolía. Cree que todo se desvanece con el tiempo y se inspira en la idea del eterno retorno de Nietzsche. Su estilo es sencillo y preciso, con atención a los pequeños detalles. En obras como Diario de un enfermo, un joven reflexiona sobre el suicidio, mientras que en su trilogía (La voluntad, Antonio Azorín, Confesiones de un pequeño filósofo), el protagonista experimenta una crisis y busca consuelo en su pueblo. En Castilla (1912), mezcla ensayo y relato para mostrar una España cíclica e inmutable.
Pío Baroja
Baroja es el novelista más representativo de la Generación del 98. Escribió más de 60 novelas, muchas organizadas en trilogías como La tierra vasca, La vida fantástica, La lucha por la vida y La raza. También destaca Memorias de un hombre de acción, centrada en Eugenio de Aviraneta, su antepasado. Aunque usa elementos del realismo, da mucha importancia a la psicología de sus personajes. Su visión del mundo es pesimista, influida por Schopenhauer: la vida es una lucha sin sentido. Sus personajes se dividen entre los activos, como Zalacaín o Shanti Andía, y los pasivos, como Fernando Ossorio o Andrés Hurtado. Su estilo es claro, directo y sin adornos, siguiendo la tendencia antirretórica del 98.
Miguel de Unamuno
Unamuno se centra en los problemas humanos más profundos, como la fe, la razón, la muerte y la inmortalidad, influido por Kierkegaard. Tras una crisis en 1897, expresa su angustia existencial en obras como Del sentimiento trágico de la vida, donde explora la tensión entre creer y pensar. En sus novelas, como Niebla y San Manuel Bueno, mártir, plantea dilemas entre libertad, fe y verdad. También trata la envidia en Abel Sánchez, usando el mito de Caín y Abel. Diferencia entre novelas ovíparas (planificadas, como Paz en la guerra) y vivíparas, a las que llama nivolas, que se enfocan en los conflictos internos y usan muchos diálogos y monólogos.
Ramón María del Valle-Inclán
Valle-Inclán es un autor complejo que evoluciona desde el modernismo hasta el esperpento. En Las Sonatas, el marqués de Bradomín narra sus amores en un estilo refinado y decadente. En La trilogía de la guerra carlista (Los cruzados de la causa, El resplandor de la hoguera, Gerifaltes de antaño), aborda este conflicto histórico con creciente tono grotesco. En Tirano Banderas, describe la dictadura de un tirano ficticio en América, anticipando la novela de dictador en Hispanoamérica. Su lenguaje es muy cuidado y mezcla diferentes variedades del español, lo que le da un estilo único y elaborado.
Antonio Machado
Campos de Castilla (1912) es su obra más importante, ampliada en 1917 con casi 50 poemas. Empieza con Retrato, donde recuerda su infancia en Sevilla. Incluye descripciones del paisaje castellano (Campos de Soria), críticas a la pobreza rural, y poemas como La tierra de Alvargonzález, que retrata un crimen familiar. También están los poemas dedicados a su esposa Leonor, marcada por la enfermedad y la muerte. En Proverbios y cantares, ofrece reflexiones breves y filosóficas. Finalmente, critica la España de su época en poemas como Llanto de las virtudes o Coplas por la muerte de don Guido, mostrando su deseo de una España más justa y renovada.