Símbolos en la literatura

2.  IMÁGENES (FIGURAS RETÓRICAS) Y SÍMBOLOS QUE APARECEN EN LA POESÍA DE Miguel HERNÁNDEZ


Durante toda su obra, Miguel Hernández realizó un constante esfuerzo por mostrar, mediante las formas del lenguaje poético, todas las cosas feas y tristes de su vida.


Sus primeros poemas (poemas de adolescencia) son apuntes líricos de su paisaje, en los que destaca la viveza de sus imágenes. En ellos, retrata a la huerta como un lugar idílico y sensorial mediante imágenes de naturaleza pictórica.


En Perito en lunas (1933) juega con la iconografía lunar. La luna es símbolo de plenitud y de exaltación vital, razón por la cual la convierte en el eje donde se unen y concluyen todos los poemas de este periodo. Este símbolo se extiende de tal modo que, hasta los objetos más diferentes responden a la concepción redonda y circular del astro (por ejemplo: un huevo, una Granada, una gota de agua, etc.). Incluso en el plano formal, donde utiliza las octavas como ejemplos de estrofas cíclicas y cerradas. También entiende la luna como espejo desde donde se refleja su más profundo yo y, metafóricamente, despierta la belleza, lo ideal, lo mágico.


Otros símbolos que utiliza son los que rodean la vida cotidiana en su Orihuela natal: la sandía, la Granada, el gallo, las ovejas, la higuera… Utiliza el toro como significado de sacrificio y muerte (sus cuernos son “mi luna menos cuarto” y los toreros, los asocia con lagartos). Por otra parte, aparecen símbolos muy de su tiempo, como cuando califica a las veletas (elemento que indica la dirección del viento)
De “danzarinas en vértices cristianos”. Abundan
símbolos referidos al sexo masculino y femenino en “Negros ahorcados por violación”. Por último, en “Sexo en instante, 1”, realiza un canto impuro al onanismo (masturbación), donde la virilidad queda expresada a través de “la perpendicular morena de antes / bisectora de cero sobre cero”.


El tema fundamental de El rayo que no cesa (1936) es el amor y sobre él van a girar todos los símbolos que aparecen. Así, el rayo, que es símbolo de fuego y quemazón, representa el deseo. El cuchillo es el instrumento de sacrificio por excelencia. La sangre representa el deseo sexual; la camisa, el sexo masculino, y el limón, el pecho femenino. La frustración que produce en el poeta la esquivez de su amada (Josefina Manresa) se traduce en la pena. Todos estos temas quedan resumidos en “Como el toro he nacido para el luto”, donde hay un paralelismo simbólico entre el poeta y el toro, destacando en ambos su destino trágico al dolor y a la muerte. Algunos poemas nos hablan de una relación sexual más plena y una entrega servil hacia la amada.


En general, se puede afirmar que la gran riqueza y fuerza de las imágenes hernandianas depende de dos procedimientos. El primero, la acumulación de imágenes que se enlazan de forma sorprendente y, el segundo, el traslado del padecimiento amoroso a la esfera del dolor físico mediante imágenes muy flexibles (“tengo estos huesos hechos a las penas”).


En Viento del pueblo (1937) destaca, sobre todos los símbolos, el viento como compromiso social y político. Este representa la solidaridad con el pueblo oprimido. Él mismo se considera viento, pues es capaz de difundir sus palabras para que lleguen a todas partes.


En El hombre acecha (1939) simplifica las imágenes utilizadas y muestra lo trágico del momento. Destacan varios núcleos simbólicos como: fiera-garra, toro, tren, cárcel… Por otro lado, encontramos símbolos zoomórficos como lobos, águilas, tiburones, cuervos, perros, panteras… Por el contrario, los símbolos de la luz y el agua representan ideas positivas. El fuego es un símbolo de purificación, de acción fecundante y regeneradora. También los frutos y las flores aparecen como símbolos de vida, plenitud y alegría. La sangre, por su parte, tiene un doble valor: positivo, como fuente de vida, y negativo, como muerte. En el poema “Madre España”, España es símbolo de la tierra como madre primigenia.


En Cancionero y romancero de ausencias (1941), la sangre aparece como símbolo de dolor y muerte. Se muestra en un triángulo donde aparecen las sangres del poeta, la esposa y el hijo muerto. Además, aparecen otros símbolos
: viento, hoyo, cuchillo, vientre, piedra, espalda, olivo, etc. Especialmente, encontramos imágenes que reflejan la limitación de la vida o que señalán la muerte: hachas, cuervo, cárceles, cementerio…


Como símbolos eróticos, el vientre y el sexo femenino constituyen el centro de la vida, la plenitud amorosa y el refugio seguro. En el poema “Menos tu vientre”, aparece la simbología del vientre como centro de lo creado que promueve el sentido de lo fecundo. La guerra, la muerte de su hijo, la cárcel… provocan que el poeta desee regresar al vientre materno (refugio seguro).


En el poema “Sino sangriento” aparece el símbolo de la casa como defensa que el hombre procura para su mujer y sus hijos, aunque a veces esté cargada de negatividad cuando se asocia a símbolos como la noche o la muerte.


En este libro, la imagen hernandiana se ha hecho esencial; se ha reducido su número y ahora se organiza en torno al propio yo, la esposa y el hijo. Así ocurre en “Nanas a la cebolla”. Por una parte, está el simbolismo del ave, del vuelo… Que representa la pureza y alegría de la criatura. Por otra, tenemos el núcleo simbólico de la luminosidad: “ es tu risa en los ojos / la luz del mundo”. Complementariamente aparecen imágenes florales como azahares y jazmines, que son metáforas de los cinco dientes.

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