Resumen de la Trama
Capítulo 1
Dos embozados se encuentran al caminar. Después de reprenderse mutuamente, se dan cuenta de que se conocen. Van al café de Lepanto. Empiezan a contarse qué tal les va. Uno tiene un amo capitalista y dice que es el mejor del mundo. El otro ejercía de escritor; su amo dictaba y él escribía, incluso terminó alguna obra por sí mismo. Felipe se quiere ir porque se hacía tarde. Mientras, Ido sigue hablando sin hacerle caso. Insiste e Ido empieza a imaginar sobre la carta que Fernando tiene que llevar. La carta va destinada a unas vecinas de Ido. Ido le cuenta al oído un secreto. Luego se fueron los dos, ya que llevaban el mismo camino.
Capítulo 2
Francisco de Bringas y Caballero ya no era el mismo; ahora tenía cincuenta años. Era muy habilidoso, arreglaba cualquier cosa rota. Su mujer era Rosalía Pipaón, quien le había dado tres hijos. El mayor, de quince años, estudiaba bachillerato y era muy engreído. Completaron la familia una niña de diez años y un niño de nueve. A principios de noviembre se mudó, debido a la creciente familia, a la calle Silva.
Capítulo 3
Rosalía trabajaba sin descanso con la ayuda de una amiga y una criada. No dejaba de hablar durante el trabajo; así recriminaba a Amparo, y con su criada, Prudencia, hacía lo mismo. En otro lado de la casa, el señor Bringas tampoco callaba, dando órdenes a Felipe, que era un criado prestado por un pariente de don Francisco. Los señores quedaron muy satisfechos de cómo había quedado la casa. Rosalía enseñó la casa a su amiga Cándida, y no paró de alabar su propia casa, ya que para ella no había nada mejor que lo suyo. Sonó la campanilla mientras hablaban.
Capítulo 4
Amparo era familiar de Rosalía, pero muy lejano. Cuando Amparo y Refugio se sentaban a la mesa con Rosalía, lo cual pasaba pocas veces, esta hacía ver su superioridad. El señor Bringas defendía a Amparo. Refugio, harta de esa situación, se despidió un día para no volver. Así solo quedó una de las dos hermanas, la más débil.
Capítulo 5
Amparo solía ir al principal de la Cotanilla de los Ángeles. Rosalía unas veces no paraba de dar órdenes a Amparo, en cambio otras veces le hablaba de manera cordial, le proponía ser monja, lo cual podía conseguir gracias al primo Agustín. Este llegó de visita a la casa. Llevaba quince años sin mirarse a un espejo y estuvo con un amigo dos años y medio sin ver a ninguna persona. Agustín traía entradas, pero trajo tres; la sobrante era para Amparo, por ello Rosalía la abroncó.
Capítulo 6
Cuando se iba Agustín Caballero, entraron los dos niños. Rosalía se arrepentía de que su hija Isabel no naciese antes y así poder casarse con el primo Caballero, quien era un gran partido. Otra idea le vino a la cabeza: que si faltase el señor Bringas, ella se casaría con Caballero. Llegó el señor Bringas. Él invitó a comer a Caballero, quien respondió que no, que otro día. Mientras, el hijo de Bringas y un amigo estudiaban en la habitación, ensayando discursos. Su padre estaba encantado de oírlo. La señora se retocaba y arreglaba en su cuarto. Y después de comer deprisa, se fueron.
Capítulo 7
Fueron andando para no gastar en el coche. Al llegar allí, todo era mirar quién estaba, cómo iban, etc. A Rosalía le gustaba aparentar. Aunque no tenían dinero para la clase social en la que estaban, querían aparentar; así, si tenían que recortar gastos de la casa, lo hacían.
Capítulo 8
A los tres días se les ofrecieron otra vez entradas, pero dudaron en aceptarlas al estar uno de los niños enfermo. Al final las aceptaron. Se quedó Amparo a dormir para que la señora no se preocupase. Esta empezó a leer libros, la Biblia, y llegó Caballero. Este esperaba que Amparo estuviese sola; hablaron de América, de si Amparo iba para monja y Caballero le aconsejó que no se hiciese monja, que era guapa y no debía.
Capítulo 9
La idea de Caballero era ir poco a poco: primero se sienta, le da conversación, va enredando unas cosas con otras; que cuando llegó a Madrid se fijó en alguien, esta era Amparo; después de decir todo esto, le propondría matrimonio. Pero no pudo decir nada de esto; las ideas se le liaron. Ella preguntó si iba a volver a Burdeos, y él contestó que solo cuando perdiera toda esperanza, siendo ella monja. En ese momento sonó la campana: eran los señores que regresaban del teatro.
Capítulo 10
Amparo esperaba la escasa cantidad que todos los sábados recibía del señor Bringas. Pero ese día no recibió nada. Caballero estaba invitado en la casa. Mientras los señores comían, Amparo subía triste las escaleras. Refugio criticaba a su hermana por servir a pobres como ellas. Amparo se enfadó con su hermana porque tenía la casa desordenada y, además, había empeñado y vendido diversas cosas. Refugio estuvo contando que el señor Ido había hecho una novela basada en ellas. Refugio iba al teatro; había arreglado un vestido y comprado unos zapatos, todo ello con el dinero que había ganado como modelo.
Capítulo 11
Amparo se quedó sentada y empezó a meditar. Sonó la campana de la puerta. Era Felipe, quien traía una carta de su amo. La carta contenía billetes. Invitó a Felipe a sentarse, y este explicó lo bueno que era su amo, lo bien que tenía su casa. Allí iban a pedir limosna todo tipo de gentes. Felipe se fue porque se le hacía tarde.
Capítulo 12
El dinero que recibió era mucho mayor que el que recibía de los Bringas los sábados. Empezó a pensar cómo reaccionar cuando viese al señor Caballero. Luego regresó su hermana, con quien prometió compartir el dinero, pero solo si trabajaba. Refugio intentó fallidamente que su hermana le diese algo de dinero, pero al final, y tras mucho insistir, Amparo cedió. Luego Refugio se sentía mal y con necesidad de perdón.
Capítulo 13
Al día siguiente, Amparo fue a la casa de Bringas, como siempre, y a la hora a la que acostumbraba ir el señor Caballero, no sabía si quería verle o no. En vez de ir él, fue un amigo de la familia que era muy cargante. No pasó nada más. Al volver a su casa, Amparo recibió una carta en la portería y, al ver la letra, la rompió. Leyó algunos de los trocitos de la carta. No paró de pensar qué hacer. Decidió salir; no iba a ir a la casa de los Bringas y tenía que decir alguna mentira para excusarse. Al final llegó a su destino, tras cruzar todo Madrid. Una anciana la atendió y, luego, al ver al enfermo, un señor, empezó a llorar. Los dos la llamaban Tormento. La casa estaba llena de polvo, y Tormento quería arreglarlo. Así que bajó a comprar comida y otras cosas necesarias para la casa.
Capítulo 14
Don Pedro Polo era un sacerdote que impartía clases; tenía mala fama al maltratar a los niños, pero no todo lo que se decía era cierto. Este temperamento lo obligó a dejar el capellanazgo. Discutió con su hermana Marcelina, ya que esta encontró unos papeles donde se hacían ver faltas graves de su hermano. Desde entonces se enfrió la relación entre ambos. El cura fue dejándose y perdiéndose cada vez más, hasta que le quitaron las licencias y estaba en la miseria.
Capítulo 15
Ahora, cuando Tormento volvió de la compra, se le alegró la cara al señor Polo. Tormento no paraba: ordenaba todo, limpiaba, mandó afeitar a Pedro. Este estaba contentísimo. Después de comer, Tormento decidió irse, pero don Pedro le ordenó que se quedase; ella no quería y se arrepentía de haber ido.
Capítulo 16
Una idea le vino a don Pedro: quería irse a una isla de Asia o a California, a un lugar nuevo. Pero quería llevarse con él a Amparo. Esta se negó. Después, Amparo puso un billete en la mesa, ya que don Pedro se quejaba de que no iba a tener dinero porque la mina de sus deudores se acababa. Dijo que el dinero lo había ganado en una obra. Y que se tenía que ir, ya que la señora Bringas le había ordenado ir sin falta. Así consiguió escaparse. Decía para sí que ya no se llamaba Tormento.
Capítulo 17
Al quedarse solo, don Pedro empezó a imaginarse un caballero, un líder. De este sueño se despertó sobresaltado por Celedonia. Volvió a sumergirse en sus sueños, y Celedonia trajo el periódico. Al día siguiente fue don Juan Manuel Nones, quien era el mejor amigo de don Pedro. Y don Pedro le contó una cosa a don Juan. Don Juan escuchó con atención y, al terminar, dijo que le tocaba a él hablar.
Capítulo 18
Don Juan no pareció sorprenderse y dijo que había visto casos peores, que había que resignarse, fastidiarse y auxiliarse en la fe y la razón. Para salvarse, concluyó don Juan, debía hacer lo que él quisiese. Lo primero, iba a ir a Toledo, a una finca, ya que él no se encontraba con fuerzas para ir. Allí se curaría de todo mal y, mientras tanto, él buscaría un lugar en Filipinas para don Pedro. Al día siguiente, don Pedro se fue al Castañar.
Capítulo 19
Cuando Amparo llegó a su casa, era tarde y no quiso ir a la de Bringas. Aquel día que Amparo no fue a la casa de Bringas, fue Caballero. Los señores Bringas tenían que ir a un baile a palacio, y eso suponía mucho gasto. Agustín volvió a la casa por la tarde y encontró a Amparo en la sala de costura. Y allí, rompiendo su timidez, le dijo si se casaba con él. Sonó la campana, y Amparo fue a abrir. Al volver, se encontraron otra vez en el pasillo, y él insistió, pero Amparo no sabía dar una respuesta; ella decía que se lo tenía que volver a pensar, que ella era pobre y no sabía cómo se había fijado en ella. Sonó la campana: era Bringas. Agustín se despidió y se fue.
Capítulo 20
Amparo se fue de la casa, no sin antes haber escuchado los recados ordenados por Rosalía. Al salir, notó una sombra que la seguía; esa sombra se dirigió a ella: era don Agustín. Hablaron por el camino y decidieron tutearse. Llegaron a la casa de Amparo, pero no lo dejó subir.
Capítulo 21
Agustín, que siempre había estado trabajando duro y en el desorden, ahora, de más mayor, quería paz y tranquilidad. Compró una casa en la calle Arenal; era grande y estaba amueblándola con muebles preciosos. Poca gente podía tener una casa como esa. Caballero se pasaba horas en su despacho escribiendo cartas, en las cuales, además de negocios, comentaba que se había enamorado. No pensaba en nada más que en Amparo. En una carta le decía que se preparase para vivir en casa de los Bringas, y si no, en la suya, pero que tenía que prepararse para casarse.
Capítulo 22
Agustín tenía pocos amigos. Sus mejores amigos eran Arnáiz, Trujillo y Mompous. Ellos intentaron casarlo con alguna de sus hijas, excepto Arnáiz, que no tenía; pero Agustín salía medio huyendo cada vez que se le invitaba a una casa. Un día pasó, como acostumbraba, su prima con los niños. Rosalía preguntó con quién se iba a casar. Agustín no se lo dijo, pero al día siguiente confesó con quién era. Rosalía, al oírlo, se quedó sin aliento. Y en cuanto llegó el señor Bringas, se lo contó. Rosalía estaba muy alterada, y Bringas la calmó como pudo. Pensaron en el gasto que iba a suponer la boda.
Capítulo 23
Amparo, antes de que Agustín le confesase su amor, ya se había fijado en él. Pero ahora no estaba segura de casarse y no paraba de pensar en ello. Así, un día iba a ir Caballero a visitarla, y ella no paró de pensar cómo decírselo. Después de echar a su hermana, limpió y se arregló con un vestido más decente. Al llegar Agustín, ella se olvidó de todo lo que quería decir. Y aunque lo intentó, no pudo decírselo. Agustín estuvo dos horas en casa de su amada.
Capítulo 24
Después de tres días sin ir, Amparo fue a la casa de Bringas. Allí Rosalía la recibió con un abrazo. Después empezó con ironías de mal gusto. Al irse para su casa, Rosalía no le encargó nada. Amparo empezó a pensar en su falta. Pasaron cuatro días y fue a confesarse. Tardó bastante, pero al terminar se sentía mejor y con fuerza espiritual. Estaba deseando ver a Caballero para poder confesarse ante él. Amparo recibió una carta.
Capítulo 25
La carta era de Pedro Polo; se despedía de Amparo, estaba en la granja donde su amigo lo había mandado. Amparo se alegró de que se fuese para siempre. Llegó Caballero, y Amparo no se atrevía a decirle lo que antes estaba decidida. Hablaron de las cosas que iban a hacer y las que no. Entró Refugio. Esto asustó a Amparo por su comportamiento, pero se comportó bien. De todas maneras, estaba deseando que se fuese Caballero.
Capítulo 26
Refugio hacía bromitas a Amparo; a esta no le gustaba nada. Ya en la cama, Amparo explicó a su hermana la situación: que aquel no era un amante, sino su novio y que se iba a casar con él. Rosalía se desvivía a la hora de comprar, y eso que las compras eran para Amparo. Al pasear los tres, Amparo se sentía como si todos la mirasen; en cambio, Rosalía se hacía ver. Amparo tenía miedo de todo y de todos. Ido del Sagrario se presentó un día en su casa; era para pedirle trabajo. Ella le tenía miedo, pero sabía que era un hombre bueno y honrado.
Capítulo 27
Amparo fue otra vez al confesionario, no a confesarse, sino a decirle al cura que no había tenido valor para decírselo a Caballero. En la iglesia, como la otra vez, estaba Marcelina Polo allí. Amparo discutió con su hermana, y esta se fue. Ido del Sagrario fue a verla y le comentó que había ido a ver al señor Caballero y que estaba medio colocado y, a la vez, quería colocar a toda su familia. Pasó el año, y la boda se fijó para finales de febrero o principios de marzo. Enero se lo pasaron con los preparativos. Rosalía no hacía más que dar consejos a Amparo. Un día, Rosalía preguntó si sabía dónde vivía Marcelina Polo. Amparo le contestó como pudo. Estuvieron viendo la casa de Agustín y la futura casa de Amparo. Al volver a su casa, acompañada de Caballero, Amparo recibió una carta.
Capítulo 28
Esa carta era de Pedro Polo; decía que había vuelto a Madrid al enterarse de su casamiento. Amparo fue a casa de Pedro Polo; allí Celedonia se estaba muriendo. Hablaron, y Amparo dijo que se iba a casar sin querer a su futuro marido. Eso es lo que quería oír Pedro, y Amparo dijo esto por miedo a que, al decir lo contrario, se enfadase. Siguieron hablando y, mientras él la tenía agarrada, ella chillaba que la soltase. Al soltarse, iba derecha a tirarse por la ventana, pero él la cerró. Y dijo que estaba allí prisionera.
Capítulo 29
Estuvieron un rato en silencio. Luego empezaron a hablar y discutieron. Ella dijo que mandaría una carta a Caballero diciendo que no se podía casar con él. Esto le pareció a Polo una bobada. Luego casi ahoga a Amparo. Amparo fue a la habitación de Celedonia, quien no hacía más que decir que viniese el padre Nones y llamaba pecadores a los dos allí presentes. Amparo decidió irse; le costó que la dejase marchar, pero al estar fuera se volvió para asegurarse de que Polo no iba a decir su secreto.
Capítulo 30
En eso oyeron un ruido: eran doña Marcelina y Nones. Amparo no sabía qué hacer y se escondió como pudo. Hablaron los tres; preguntaron por el estado de Celedonia; luego, si estaba decidido a irse, a lo que contestó que sí. Decían que les había parecido oír voz de mujer. En esto, a Polo le entraron sudores. Marcelina había estado hablando con Rosalía. Y, al mirar al suelo, según decía esto, vio un guante y reconoció de quién era. Empezó a registrar toda la casa. Cambiaron de conversación al entrar a ver a Celedonia. El cura se quedó hablando con la enferma.
Capítulo 31
Salieron los dos hermanos de la habitación, y Marcelina seguía diciendo que allí había alguien; Pedro la echó, pero ella se quedó vigilando por si salía Amparo. Cuando estaba Marcelina en la calle, salió Amparo de su escondite. Nones la vio y decidió que tenía que bajar a la calle. El padre Nones la acompañó, y Marcelina solo miraba. Amparo cogió un coche y se marchó.
Capítulo 32
Al llegar a su casa, Caballero no estaba; ya se había ido. Al día siguiente fue a la casa de Bringas, y Rosalía estaba muy contenta; le mandaba hacer cosas, lo cual hacía tiempo que no lo hacía. En cambio, el señor Bringas estaba triste, serio y ni siquiera la miraba. Rosalía comentó que sabía lo que pasaba, que se lo contase ella, que ya lo sabía. Amparo en ese momento se desplomó en el suelo. Al recuperarse, marchó para casa con el permiso de Rosalía. Allí esperaba la visita de Agustín, quien, en cuanto se enterase de que estaba enferma, iría, pero no fue.
Capítulo 33
Pasó esa noche y no fue, pero tampoco fue al día siguiente, así que Amparo empezó a pensar en suicidarse. Había decidido que al día siguiente iría a la farmacia y compraría su veneno. Pasaron las horas, y oía ruido en las escaleras, que era su esperanza, pero nadie se dirigía a su casa. Se vistió para bajar a por el veneno, pero sonó la puerta: era Francisco Bringas, quien quería llevarla a ver a su prometido y que le explicase todo. Tras un rato, cogieron un coche y allí se bajó en la calle Arenal.
Capítulo 34
Llamó a la puerta, y Felipe abrió. Agustín no estaba; se había ido a ver a doña Marcelina. Amparo pensó que no había nada que hacer y, cuando se iba, se mareó. Se sentó en el sofá y pidió un vaso de agua a Felipe. Luego dio a Felipe la receta del veneno y lo mandó a la farmacia. Cuando volvió, pidió una carta y algo para escribir. Se tomó el veneno. Se fue a la otra habitación donde había también un sofá. Allí se sintió desvanecer.
Capítulo 35
Cómo se había enterado Agustín no se sabe bien, lo más seguro es que fuera por Mompous. Después de haberse desmayado Amparo en casa de los Bringas, fue Caballero. Este se dio cuenta de que Rosalía sabía algo. Rosalía dijo algunas mentiras, como que Amparo no estaba en casa y que ella había prometido ir a disculparse. Al día siguiente, Caballero esperaba la visita de Amparo, pero en vez de ella fue Rosalía. Quien dijo que Amparo no estaba en su casa y comentó algo sobre doña Marcelina. Así, Agustín quería ir a ver a Marcelina.
Capítulo 36
Al día siguiente, don Francisco fue a casa de Agustín; almorzaron y comentaba, tranquilizando a su primo, que todo era mentira. A Francisco se le ocurrió una gran idea y fue a casa de Amparo. Poco después, Caballero salió para casa de Marcelina. Marcelina no quiso decirle nada y quemó las cartas que tenía de prueba delante de él. Agustín lo único que pudo ver es que estaba firmado con el nombre de Tormento y con un garabato al final de la ‘o’. Al volver, pasó por la casa de Amparo, y la portera le dijo que se había ido con un señor, a quien Agustín reconoció como su primo. Al volver a su casa, Felipe le dijo que Amparo estaba esperándole. Tras buscarla por toda la casa, la encontró, vio la receta y preguntó a Felipe. Pero Felipe, en vez de darle el veneno, le había dado un calmante para el dolor de muelas. La llevaron para su casa.
Capítulo 37
Cuatro días después, Caballero estaba enfermo. Los Bringas estaban en su casa. Rosalía le hacía ver que no debía irse otra vez a las tierras desconocidas de América. Luego comentaron el baile de palacio, en el cual le había sido robado el gabán a Francisco. Este estaba muy enojado. Hablaron sobre el estado del país, que la revolución se aproximaba. Al final, Agustín prometió regalarle cuatro gabanes a su primo, a lo que Rosalía atendió aplaudiendo.
Capítulo 38
Según Felipe, su amo había cambiado mucho, ya que antes era todo dulzura y ahora riñe y se enfada por todo. Al séptimo día, era el día en el que Agustín se marchaba a Francia. Cogió el coche sin decir dónde iba. Mientras, Ido y Felipe comentaban en el despacho sus opiniones. Agustín había mandado que Ido pusiese en todas las cartas que venían de Burdeos. También comentaban que había ido a despedirse de Amparo y que la única solución que le quedaba a ella era hacerse monja.
Capítulo 39
Agustín fue subiendo las escaleras hasta llegar a la puerta de la casa de Amparo, la cual, como había dicho Nicanora, estaba abierta. Dentro estaba Amparo tapada con una manta. Agustín se preocupó por su estado. Tras estar hablando muy bajo, Agustín pidió un baulito. En ese baulito mandó meter la ropa de Amparo, ya que se iba con él.
Capítulo 40
En la estación, Agustín, al despedirse de su primo, le mostró quién iba con él. Este no se enfadó y aconsejó a Amparo que se abrigase. Se despidieron.
Capítulo 41
Ya en casa de los Bringas, Rosalía estaba muy sofocada. Diciéndole a su marido si no había hecho nada al ver aquello. Francisco dijo que se fue de mala manera y enfadado con su primo. Esa mentira no era más que para tranquilizar a su mujer. Rosalía prometió decirles unas cuantas cosas cuando volviesen.
Características de los Personajes
Amparo
Personaje principal. Durante el transcurso de la historia la llaman de diversas formas (por ejemplo: Tormento). Es una chica pobre, huérfana, que trabaja en casa de los Bringas, donde tiene que aguantar un trabajo muy duro para una mísera compensación. Vive con su hermana Refugio, la cual es una vividora aun sin tener dinero para poder serlo. De Amparo se enamora Agustín Caballero. Su oscuro pasado le traerá muchos problemas.
Francisco Bringas
Es oficial segundo de la Real Comisaría de los Santos Lugares. Es una buena persona. Es el primo de Agustín Caballero. Su mujer es Rosalía Pipaón.
Rosalía Pipaón
Mujer de Francisco. Es, de alguna manera, la mala de la historia. Le gusta aparentar que es de la nobleza, cuando no tiene dinero más que para comer. Hará todo lo posible para que Agustín se case con alguien que a ella le convenga.
Agustín Caballero
Primo de Francisco. Es un buen hombre, que ha estado toda su vida en tierras lejanas. Es muy rico, tiene pocos amigos, ya que es de pocas palabras. Su prima le intentará casar con muchas, pero él solo quiere a Amparo, lo cual no le hace mucha gracia a Rosalía.
Pedro Polo
Ex-sacerdote. Él es el culpable del secreto y pasado de Amparo. Es muy egoísta y no piensa nada más que en sí mismo. Termina yéndose a Filipinas.
Otros personajes
Refugio, que es la hermana de Amparo; Ido del Sagrario, vecino de las huérfanas y al final al servicio de Caballero; Felipe, criado de Caballero; doña Marcelina, hermana de Pedro y conocedora del secreto. Luego hay personajes mucho más secundarios o que solo se nombran.
Capítulo 26
Refugio hacía bromitas a Amparo; a esta no le gustaba nada. Ya en la cama, Amparo explicó a su hermana la situación: que aquel no era un amante, sino su novio y que se iba a casar con él. Rosalía se desvivía a la hora de comprar, y eso que las compras eran para Amparo. Al pasear los tres, Amparo se sentía como si todos la mirasen; en cambio, Rosalía se hacía ver. Amparo tenía miedo de todo y de todos. Ido del Sagrario se presentó un día en su casa; era para pedirle trabajo. Ella le tenía miedo, pero sabía que era un hombre bueno y honrado.
Capítulo 27
Amparo fue otra vez al confesionario, no a confesarse, sino a decirle al cura que no había tenido valor para decírselo a Caballero. En la iglesia, como la otra vez, estaba Marcelina Polo allí. Amparo discutió con su hermana, y esta se fue. Ido del Sagrario fue a verla y le comentó que había ido a ver al señor Caballero y que estaba medio colocado y, a la vez, quería colocar a toda su familia. Pasó el año, y la boda se fijó para finales de febrero o principios de marzo. Enero se lo pasaron con los preparativos. Rosalía no hacía más que dar consejos a Amparo. Un día, Rosalía preguntó si sabía dónde vivía Marcelina Polo. Amparo le contestó como pudo. Estuvieron viendo la casa de Agustín y la futura casa de Amparo. Al volver a su casa, acompañada de Caballero, Amparo recibió una carta.
Capítulo 28
Esa carta era de Pedro Polo; decía que había vuelto a Madrid al enterarse de su casamiento. Amparo fue a casa de Pedro Polo; allí Celedonia se estaba muriendo. Hablaron, y Amparo dijo que se iba a casar sin querer a su futuro marido. Eso es lo que quería oír Pedro, y Amparo dijo esto por miedo a que, al decir lo contrario, se enfadase. Siguieron hablando y, mientras él la tenía agarrada, ella chillaba que la soltase. Al soltarse, iba derecha a tirarse por la ventana, pero él la cerró. Y dijo que estaba allí prisionera.
Capítulo 29
Estuvieron un rato en silencio. Luego empezaron a hablar y discutieron. Ella dijo que mandaría una carta a Caballero diciendo que no se podía casar con él. Esto le pareció a Polo una bobada. Luego casi ahoga a Amparo. Amparo fue a la habitación de Celedonia, quien no hacía más que decir que viniese el padre Nones y llamaba pecadores a los dos allí presentes. Amparo decidió irse; le costó que la dejase marchar, pero al estar fuera se volvió para asegurarse de que Polo no iba a decir su secreto.
Capítulo 30
En eso oyeron un ruido: eran doña Marcelina y Nones. Amparo no sabía qué hacer y se escondió como pudo. Hablaron los tres; preguntaron por el estado de Celedonia; luego, si estaba decidido a irse, a lo que contestó que sí. Decían que les había parecido oír voz de mujer. En esto, a Polo le entraron sudores. Marcelina había estado hablando con Rosalía. Y, al mirar al suelo, según decía esto, vio un guante y reconoció de quién era. Empezó a registrar toda la casa. Cambiaron de conversación al entrar a ver a Celedonia. El cura se quedó hablando con la enferma.
Capítulo 31
Salieron los dos hermanos de la habitación, y Marcelina seguía diciendo que allí había alguien; Pedro la echó, pero ella se quedó vigilando por si salía Amparo. Cuando estaba Marcelina en la calle, salió Amparo de su escondite. Nones la vio y decidió que tenía que bajar a la calle. El padre Nones la acompañó, y Marcelina solo miraba. Amparo cogió un coche y se marchó.
Capítulo 32
Al llegar a su casa, Caballero no estaba; ya se había ido. Al día siguiente fue a la casa de Bringas, y Rosalía estaba muy contenta; le mandaba hacer cosas, lo cual hacía tiempo que no lo hacía. En cambio, el señor Bringas estaba triste, serio y ni siquiera la miraba. Rosalía comentó que sabía lo que pasaba, que se lo contase ella, que ya lo sabía. Amparo en ese momento se desplomó en el suelo. Al recuperarse, marchó para casa con el permiso de Rosalía. Allí esperaba la visita de Agustín, quien, en cuanto se enterase de que estaba enferma, iría, pero no fue.
Capítulo 33
Pasó esa noche y no fue, pero tampoco fue al día siguiente, así que Amparo empezó a pensar en suicidarse. Había decidido que al día siguiente iría a la farmacia y compraría su veneno. Pasaron las horas, y oía ruido en las escaleras, que era su esperanza, pero nadie se dirigía a su casa. Se vistió para bajar a por el veneno, pero sonó la puerta: era Francisco Bringas, quien quería llevarla a ver a su prometido y que le explicase todo. Tras un rato, cogieron un coche y allí se bajó en la calle Arenal.
Capítulo 34
Llamó a la puerta, y Felipe abrió. Agustín no estaba; se había ido a ver a doña Marcelina. Amparo pensó que no había nada que hacer y, cuando se iba, se mareó. Se sentó en el sofá y pidió un vaso de agua a Felipe. Luego dio a Felipe la receta del veneno y lo mandó a la farmacia. Cuando volvió, pidió una carta y algo para escribir. Se tomó el veneno. Se fue a la otra habitación donde había también un sofá. Allí se sintió desvanecer.
Capítulo 35
Cómo se había enterado Agustín no se sabe bien, lo más seguro es que fuera por Mompous. Después de haberse desmayado Amparo en casa de los Bringas, fue Caballero. Este se dio cuenta de que Rosalía sabía algo. Rosalía dijo algunas mentiras, como que Amparo no estaba en casa y que ella había prometido ir a disculparse. Al día siguiente, Caballero esperaba la visita de Amparo, pero en vez de ella fue Rosalía. Quien dijo que Amparo no estaba en su casa y comentó algo sobre doña Marcelina. Así, Agustín quería ir a ver a Marcelina.
Capítulo 36
Al día siguiente, don Francisco fue a casa de Agustín; almorzaron y comentaba, tranquilizando a su primo, que todo era mentira. A Francisco se le ocurrió una gran idea y fue a casa de Amparo. Poco después, Caballero salió para casa de Marcelina. Marcelina no quiso decirle nada y quemó las cartas que tenía de prueba delante de él. Agustín lo único que pudo ver es que estaba firmado con el nombre de Tormento y con un garabato al final de la ‘o’. Al volver, pasó por la casa de Amparo, y la portera le dijo que se había ido con un señor, a quien Agustín reconoció como su primo. Al volver a su casa, Felipe le dijo que Amparo estaba esperándole. Tras buscarla por toda la casa, la encontró, vio la receta y preguntó a Felipe. Pero Felipe, en vez de darle el veneno, le había dado un calmante para el dolor de muelas. La llevaron para su casa.
Capítulo 37
Cuatro días después, Caballero estaba enfermo. Los Bringas estaban en su casa. Rosalía le hacía ver que no debía irse otra vez a las tierras desconocidas de América. Luego comentaron el baile de palacio, en el cual le había sido robado el gabán a Francisco. Este estaba muy enojado. Hablaron sobre el estado del país, que la revolución se aproximaba. Al final, Agustín prometió regalarle cuatro gabanes a su primo, a lo que Rosalía atendió aplaudiendo.
Capítulo 38
Según Felipe, su amo había cambiado mucho, ya que antes era todo dulzura y ahora riñe y se enfada por todo. Al séptimo día, era el día en el que Agustín se marchaba a Francia. Cogió el coche sin decir dónde iba. Mientras, Ido y Felipe comentaban en el despacho sus opiniones. Agustín había mandado que Ido pusiese en todas las cartas que venían de Burdeos. También comentaban que había ido a despedirse de Amparo y que la única solución que le quedaba a ella era hacerse monja.
Capítulo 39
Agustín fue subiendo las escaleras hasta llegar a la puerta de la casa de Amparo, la cual, como había dicho Nicanora, estaba abierta. Dentro estaba Amparo tapada con una manta. Agustín se preocupó por su estado. Tras estar hablando muy bajo, Agustín pidió un baulito. En ese baulito mandó meter la ropa de Amparo, ya que se iba con él.
Capítulo 40
En la estación, Agustín, al despedirse de su primo, le mostró quién iba con él. Este no se enfadó y aconsejó a Amparo que se abrigase. Se despidieron.
Capítulo 41
Ya en casa de los Bringas, Rosalía estaba muy sofocada. Diciéndole a su marido si no había hecho nada al ver aquello. Francisco dijo que se fue de mala manera y enfadado con su primo. Esa mentira no era más que para tranquilizar a su mujer. Rosalía prometió decirles unas cuantas cosas cuando volviesen.
Características de los Personajes
Amparo
Personaje principal. Durante el transcurso de la historia la llaman de diversas formas (por ejemplo: Tormento). Es una chica pobre, huérfana, que trabaja en casa de los Bringas, donde tiene que aguantar un trabajo muy duro para una mísera compensación. Vive con su hermana Refugio, la cual es una vividora aun sin tener dinero para poder serlo. De Amparo se enamora Agustín Caballero. Su oscuro pasado le traerá muchos problemas.
Francisco Bringas
Es oficial segundo de la Real Comisaría de los Santos Lugares. Es una buena persona. Es el primo de Agustín Caballero. Su mujer es Rosalía Pipaón.
Rosalía Pipaón
Mujer de Francisco. Es, de alguna manera, la mala de la historia. Le gusta aparentar que es de la nobleza, cuando no tiene dinero más que para comer. Hará todo lo posible para que Agustín se case con alguien que a ella le convenga.
Agustín Caballero
Primo de Francisco. Es un buen hombre, que ha estado toda su vida en tierras lejanas. Es muy rico, tiene pocos amigos, ya que es de pocas palabras. Su prima le intentará casar con muchas, pero él solo quiere a Amparo, lo cual no le hace mucha gracia a Rosalía.
Pedro Polo
Ex-sacerdote. Él es el culpable del secreto y pasado de Amparo. Es muy egoísta y no piensa nada más que en sí mismo. Termina yéndose a Filipinas.
Otros personajes
Refugio, que es la hermana de Amparo; Ido del Sagrario, vecino de las huérfanas y al final al servicio de Caballero; Felipe, criado de Caballero; doña Marcelina, hermana de Pedro y conocedora del secreto. Luego hay personajes mucho más secundarios o que solo se nombran.
Capítulo 26
Refugio hacía bromitas a Amparo; a esta no le gustaba nada. Ya en la cama, Amparo explicó a su hermana la situación: que aquel no era un amante, sino su novio y que se iba a casar con él. Rosalía se desvivía a la hora de comprar, y eso que las compras eran para Amparo. Al pasear los tres, Amparo se sentía como si todos la mirasen; en cambio, Rosalía se hacía ver. Amparo tenía miedo de todo y de todos. Ido del Sagrario se presentó un día en su casa; era para pedirle trabajo. Ella le tenía miedo, pero sabía que era un hombre bueno y honrado.
Capítulo 27
Amparo fue otra vez al confesionario, no a confesarse, sino a decirle al cura que no había tenido valor para decírselo a Caballero. En la iglesia, como la otra vez, estaba Marcelina Polo allí. Amparo discutió con su hermana, y esta se fue. Ido del Sagrario fue a verla y le comentó que había ido a ver al señor Caballero y que estaba medio colocado y, a la vez, quería colocar a toda su familia. Pasó el año, y la boda se fijó para finales de febrero o principios de marzo. Enero se lo pasaron con los preparativos. Rosalía no hacía más que dar consejos a Amparo. Un día, Rosalía preguntó si sabía dónde vivía Marcelina Polo. Amparo le contestó como pudo. Estuvieron viendo la casa de Agustín y la futura casa de Amparo. Al volver a su casa, acompañada de Caballero, Amparo recibió una carta.
Capítulo 28
Esa carta era de Pedro Polo; decía que había vuelto a Madrid al enterarse de su casamiento. Amparo fue a casa de Pedro Polo; allí Celedonia se estaba muriendo. Hablaron, y Amparo dijo que se iba a casar sin querer a su futuro marido. Eso es lo que quería oír Pedro, y Amparo dijo esto por miedo a que, al decir lo contrario, se enfadase. Siguieron hablando y, mientras él la tenía agarrada, ella chillaba que la soltase. Al soltarse, iba derecha a tirarse por la ventana, pero él la cerró. Y dijo que estaba allí prisionera.
Capítulo 29
Estuvieron un rato en silencio. Luego empezaron a hablar y discutieron. Ella dijo que mandaría una carta a Caballero diciendo que no se podía casar con él. Esto le pareció a Polo una bobada. Luego casi ahoga a Amparo. Amparo fue a la habitación de Celedonia, quien no hacía más que decir que viniese el padre Nones y llamaba pecadores a los dos allí presentes. Amparo decidió irse; le costó que la dejase marchar, pero al estar fuera se volvió para asegurarse de que Polo no iba a decir su secreto.
Capítulo 30
En eso oyeron un ruido: eran doña Marcelina y Nones. Amparo no sabía qué hacer y se escondió como pudo. Hablaron los tres; preguntaron por el estado de Celedonia; luego, si estaba decidido a irse, a lo que contestó que sí. Decían que les había parecido oír voz de mujer. En esto, a Polo le entraron sudores. Marcelina había estado hablando con Rosalía. Y, al mirar al suelo, según decía esto, vio un guante y reconoció de quién era. Empezó a registrar toda la casa. Cambiaron de conversación al entrar a ver a Celedonia. El cura se quedó hablando con la enferma.
Capítulo 31
Salieron los dos hermanos de la habitación, y Marcelina seguía diciendo que allí había alguien; Pedro la echó, pero ella se quedó vigilando por si salía Amparo. Cuando estaba Marcelina en la calle, salió Amparo de su escondite. Nones la vio y decidió que tenía que bajar a la calle. El padre Nones la acompañó, y Marcelina solo miraba. Amparo cogió un coche y se marchó.
Capítulo 32
Al llegar a su casa, Caballero no estaba; ya se había ido. Al día siguiente fue a la casa de Bringas, y Rosalía estaba muy contenta; le mandaba hacer cosas, lo cual hacía tiempo que no lo hacía. En cambio, el señor Bringas estaba triste, serio y ni siquiera la miraba. Rosalía comentó que sabía lo que pasaba, que se lo contase ella, que ya lo sabía. Amparo en ese momento se desplomó en el suelo. Al recuperarse, marchó para casa con el permiso de Rosalía. Allí esperaba la visita de Agustín, quien, en cuanto se enterase de que estaba enferma, iría, pero no fue.
Capítulo 33
Pasó esa noche y no fue, pero tampoco fue al día siguiente, así que Amparo empezó a pensar en suicidarse. Había decidido que al día siguiente iría a la farmacia y compraría su veneno. Pasaron las horas, y oía ruido en las escaleras, que era su esperanza, pero nadie se dirigía a su casa. Se vistió para bajar a por el veneno, pero sonó la puerta: era Francisco Bringas, quien quería llevarla a ver a su prometido y que le explicase todo. Tras un rato, cogieron un coche y allí se bajó en la calle Arenal.
Capítulo 34
Llamó a la puerta, y Felipe abrió. Agustín no estaba; se había ido a ver a doña Marcelina. Amparo pensó que no había nada que hacer y, cuando se iba, se mareó. Se sentó en el sofá y pidió un vaso de agua a Felipe. Luego dio a Felipe la receta del veneno y lo mandó a la farmacia. Cuando volvió, pidió una carta y algo para escribir. Se tomó el veneno. Se fue a la otra habitación donde había también un sofá. Allí se sintió desvanecer.
Capítulo 35
Cómo se había enterado Agustín no se sabe bien, lo más seguro es que fuera por Mompous. Después de haberse desmayado Amparo en casa de los Bringas, fue Caballero. Este se dio cuenta de que Rosalía sabía algo. Rosalía dijo algunas mentiras, como que Amparo no estaba en casa y que ella había prometido ir a disculparse. Al día siguiente, Caballero esperaba la visita de Amparo, pero en vez de ella fue Rosalía. Quien dijo que Amparo no estaba en su casa y comentó algo sobre doña Marcelina. Así, Agustín quería ir a ver a Marcelina.
Capítulo 36
Al día siguiente, don Francisco fue a casa de Agustín; almorzaron y comentaba, tranquilizando a su primo, que todo era mentira. A Francisco se le ocurrió una gran idea y fue a casa de Amparo. Poco después, Caballero salió para casa de Marcelina. Marcelina no quiso decirle nada y quemó las cartas que tenía de prueba delante de él. Agustín lo único que pudo ver es que estaba firmado con el nombre de Tormento y con un garabato al final de la ‘o’. Al volver, pasó por la casa de Amparo, y la portera le dijo que se había ido con un señor, a quien Agustín reconoció como su primo. Al volver a su casa, Felipe le dijo que Amparo estaba esperándole. Tras buscarla por toda la casa, la encontró, vio la receta y preguntó a Felipe. Pero Felipe, en vez de darle el veneno, le había dado un calmante para el dolor de muelas. La llevaron para su casa.
Capítulo 37
Cuatro días después, Caballero estaba enfermo. Los Bringas estaban en su casa. Rosalía le hacía ver que no debía irse otra vez a las tierras desconocidas de América. Luego comentaron el baile de palacio, en el cual le había sido robado el gabán a Francisco. Este estaba muy enojado. Hablaron sobre el estado del país, que la revolución se aproximaba. Al final, Agustín prometió regalarle cuatro gabanes a su primo, a lo que Rosalía atendió aplaudiendo.
Capítulo 38
Según Felipe, su amo había cambiado mucho, ya que antes era todo dulzura y ahora riñe y se enfada por todo. Al séptimo día, era el día en el que Agustín se marchaba a Francia. Cogió el coche sin decir dónde iba. Mientras, Ido y Felipe comentaban en el despacho sus opiniones. Agustín había mandado que Ido pusiese en todas las cartas que venían de Burdeos. También comentaban que había ido a despedirse de Amparo y que la única solución que le quedaba a ella era hacerse monja.
Capítulo 39
Agustín fue subiendo las escaleras hasta llegar a la puerta de la casa de Amparo, la cual, como había dicho Nicanora, estaba abierta. Dentro estaba Amparo tapada con una manta. Agustín se preocupó por su estado. Tras estar hablando muy bajo, Agustín pidió un baulito. En ese baulito mandó meter la ropa de Amparo, ya que se iba con él.
Capítulo 40
En la estación, Agustín, al despedirse de su primo, le mostró quién iba con él. Este no se enfadó y aconsejó a Amparo que se abrigase. Se despidieron.
Capítulo 41
Ya en casa de los Bringas, Rosalía estaba muy sofocada. Diciéndole a su marido si no había hecho nada al ver aquello. Francisco dijo que se fue de mala manera y enfadado con su primo. Esa mentira no era más que para tranquilizar a su mujer. Rosalía prometió decirles unas cuantas cosas cuando volviesen.