Valoracion critica en la ardiente oscuridad

TRAGEDIA:



1) la búsqueda de una síntesis de dos tendencias: el realismo y el simbolismo. Para modificar la relación del espectador con su realidad histórica.

2) La antinomia activos- contemplativos, la relación conflictiva con el otro. El centro permanente de la dramaturgia de Buero Vallejo es el hombre, con­siderado como susceptible de transformación y mejora moral.
 En el teatro de Buero esa tensión se presenta por medio de la oposición simbólica entre los personajes so­ñadores y los activo,los personajes que los sustentan no tienen toda la razón, ni toda la culpa. El ideal que se ha de conseguir es una síntesis dialéctica, la del «sueño creador» («España ne cesita soñadores que sepan de números», indica Carlos III a Esquilache en Un so­ñador para un pueblo). La oposición de personajes soñadores-activos posee muy peculiares matices en cada obra. En las primeras, Fernando y Urbano (Historia de una escalera), Ig­nacio y Carlos (En la ardiente oscuridad)  muestran ya que se ha de resolver en la combinación de ambas posturas. En algunas piezas la diferencia es muy grande, como la que hay entre Mario y Vicente, los hermanos de El tragaluz.
Otros casos simbolizan el perfecto equilibrio y precisamente por eso no llegan a aparecer en escena y quedan como una esperanzada meta, como Eugenio Beltrán (El tragaluz).  a) a su familia (El tragaluz), b) a la colectividad, al poder. “Hay que soñar con los ojos abiertos”)., no obstante, quiere ver (En la ardiente oscuridad).
3) Las taras físicas o psíquicas (no sólo la ceguera, sino también la locura, la sordera)
La ceguera es el símbolo del problema del conocimiento de la verdad.
Los ciegos, los sordos, los dementes, los que tienen algún defecto físico o psíquico nos están hablando de la constitutiva limitación de nuestra realidad en tanto que hombres y de la necesidad de «vivir como problema nuestra limitación».

4) En la tragedia así entendida, como una visión en pie del hombre que lucha con sus limitaciones y busca con denuedo la libertad, la verdad y la autenticidad.
Propone una concepción del mundo que es totalizadora de lo humano, los conflictos políticos, sociales, psicológicos y las eternas preguntas acerca del misterio del hombre y del universo intenta dar sentido al dolor del hombre en el mundo (mito de Prometeo), el sentido de la vida y de la muer­te, del problema de la verdad «Yo empecé mi teatro con En la ardiente oscuridad […] y por ahora lo he terminado con La Fun­dación. En el fondo, en aquella primera obra y en esta última se habla de lo mis­mo. Se habla de dos Instituciones o dos Fundaciones cuya mentira hay que reve­lar y desenmascarar»  El destino y la libertad  individual.
La tragedia escénica trata de mostrar cómo las catástrofes y desgracias son castigos de los errores de los hombres. La libertad convertida en problema éticodado que el ser humano, que es su poseedor, debe responder de sus actos mientras hace uso de ella.
La culpa y el castigo (entendido como el cumplimiento de una “justicia poética”). Es fatal que “la violación del orden moral acarree dolor”. Todas las culpas y equivocaciones son castigadas; la mayor parte de las veces, en las mismas personas que las cometieron; lo único que redime al personaje es la verdad. Todo ello aparece engastado en una proyección final hacia la esperanza, una esperanza que suele vislumbrarse, aunque te­nue, al final de los dramas buerianos.

DERROTAR LAS APARIENCIAS Y LOS FALSOS VALORES


La transformación debe obrarse fundamentalmente en el INTERIOR DEL HOMBRE y en las estructuras sociales.

Cada hombre –dirá en El tragaluz- tiene “una importancia infinita”


La reflexión metafísica

 El an­helo de Mario por alcanzar «el punto de vista de Dios» nos el radical deseo humano de trascender la oscuridad de nuestra limitada condición. Es esta pasión de lo imposible la que mueve a Ignacio En la ardiente oscuridad, la misma búsqueda de la luz que obsesiona a Velázquez en Las meninas. Este anhelo de plenitud se expresa a menudo a través de personajes disminuidos o limitados. Estamos, pues, ante un teatro trágico que expresa la reali­dad total del hombre: el misterio de su condición y, a la vez, su cotidiano vivir en una sociedad que se apoya en la menti­ra, en la injusticia o en la violencia.
Así ocurre en dramas como El concierto de San Ovidio.
5) Pasado-presente-futuro se muestran en una interac­ción especial en las tragedias buerianas, en las que general­mente el pasado incide y pesa sobre el presente condicionán­dolo, a la vez que sobre el futuro, aunque sobre este último proyecte el autor la esperanza.
6) trasfondo mítico (Caín-Abel y Don Quijote) de su teatro.
7)
Un recurso formal —efectos de inmersión— que es el resultado del intento de incorporar al espectador a escena, introduciéndo­lo en el mundo interior del personaje protagonista. Por ejemplo, por medio del apagón total del acto tercero de En la ardiente oscuridad, el espectador se siente privado de la vista como los mismos personajes; las visiones. Su concepto de tragedia compromete racional y emocionalmente al espectador para provocar en él la «catar­sis» que le haga reaccionar ante los problemas planteados en la escena y en la vida real.
Buero la entiende como un perfeccionamiento interior porque el comportamiento recto con los demás exige una conciliación con la autenticidad personal:

la dimensión social, por tanto, debe basarse en un compromiso ético. La tragedia favorece la purificación del individuo y, junto a ella, la actitud crítica, poniendo en cuestión los sistemas de creencias que permiten a hombres y a gru­pos ignorar la verdad.

En El tragaluz el público es convertido en personaje: los investiga­dores se dirigen a él como si estuviese formado por hom­bres de un siglo futuro que presencian un experimento.

La técnica dramática

Los recursos es­téticos que emplea están al servicio de la denuncia de los errores y falsedades humanas con propósitos purificadores.

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