Teatro Español de Posguerra: Evolución y Transformación
El teatro español posterior a la Guerra Civil se vio profundamente afectado por este conflicto bélico. Las consecuencias fueron diversas, entre ellas, la ruptura con el teatro anterior a la guerra, el exilio de numerosos autores, la censura impuesta por el régimen franquista y el aislamiento del teatro europeo contemporáneo. Posteriormente, se observó un retorno al predominio del teatro burgués.
Etapas del Teatro Español de Posguerra
Primera Etapa (1945-1955): El Teatro Burgués y las Experimentaciones Minoritarias
Durante esta primera etapa, triunfó un teatro dirigido a un público burgués, de carácter realista y posbenaventino. Se caracterizó por piezas bien construidas, diálogos cuidados y contenidos conservadores y repetitivos, centrados en temas como la familia, la autoridad, la confesionalidad católica y los valores nacionalistas.
Este teatro burgués adoptó dos direcciones principales:
- Drama ideológico: Representaba contenidos problemáticos con cierta crítica y moralización propia de la burguesía.
- Comedia de evasión: Intrascendente, de finales felices y suaves notas cómicas.
Algunos autores destacados de esta época fueron José María Pemán, con Los tres etcéteras de don Simón; Juan Ignacio Luca de Tena, con comedias y teatro de exaltación monárquica como ¿Dónde vas Alfonso XII?; y, sobre todo, Joaquín Calvo Sotelo, con comedias intrascendentes y bien construidas como Una muchachita de Valladolid o dramas ideológicos como La muralla.
Paralelamente, se desarrollaron algunas experimentaciones teatrales minoritarias:
- Teatro del exilio: Con autores como Rafael Alberti y Max Aub.
- Teatro del humor: Representado por Enrique Jardiel Poncela, con obras como Eloísa está debajo de un almendro, y Miguel Mihura, con Tres sombreros de copa, primer representante del humor absurdo.
- Teatro del ensueño y la evasión: Caracterizado por la imaginación, la fantasía y el amor.
- Teatro existencial y social: Con Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo como primera manifestación, obra que representa a cuatro familias que suben y bajan las escaleras durante 30 años sin que sus sueños e ilusiones se hagan realidad.
Segunda Etapa (1955-1965): La Consolidación de Buero Vallejo y el Teatro Social
En esta segunda etapa, el panorama teatral anterior se mantuvo vigente. Destacó la figura de Antonio Buero Vallejo, con su teatro social, iniciado en la década anterior con Historia de una escalera. Este teatro plantea situaciones dramáticas de la vida cotidiana que interpelan al espectador.
El teatro de Buero Vallejo se caracteriza por:
- Carácter trágico y catarsis.
- Temática existencial y social, con atención a la problemática española.
- Obras históricas que reflexionan sobre problemas del presente.
- Alternancia de realismo y simbolismo.
- Tono intelectual, aparentemente sencillo, pero problemático en sus planteamientos.
- Experimentación técnica, con acotaciones complejas y precisas.
Entre sus obras destacan: Historia de una escalera, Hoy es fiesta, El concierto de San Ovidio, Las Meninas y La fundación.
A partir de Buero Vallejo, surgió la llamada generación realista, con autores como Alfonso Sastre, Lauro Olmo, Carlos Muñiz y José Martín Recuerda. Este teatro testimonial y crítico reflejó la injusticia, la explotación y la marginación social, con protagonistas colectivos, aunque fue silenciado por la censura.
Tercera Etapa (1965-1975): La Renovación Teatral y el Teatro Simbolista
Esta etapa se caracterizó por la necesidad de renovación, superando el realismo y asimilando corrientes experimentales extranjeras, como el teatro del absurdo. El teatro simbolista o renovador, de contenidos críticos y provocativos, se centró en la denuncia social, utilizando enfoques simbólicos, personajes como símbolos y un escenario abierto y dinámico que buscaba la participación del público, con predominio del gesto y la mímica. Algunos representantes de esta corriente fueron Fernando Arrabal, José María Bellido y García Pintado, además de diversos grupos de teatro independiente.
Cuarta Etapa (Desde 1975): Consolidación y Nuevas Tendencias
A partir de 1975, las innovaciones de la década anterior se manifestaron con mayor vigor. Se creó la Compañía Nacional de Teatro Clásico y se consolidaron los teatros independientes de los años 60 y 70, como Els Joglars o La Fura dels Baus. Se recuperaron autores olvidados o prohibidos, como Alberti, Valle-Inclán y García Lorca, y se popularizó la comedia musical.
Algunos autores destacados de esta etapa son: José Sanchis Sinisterra, con ¡Ay, Carmela!; José Luis Alonso de Santos, con comedias costumbristas como Bajarse al moro; y Fernando Fernán Gómez, con Las bicicletas son para el verano.