El Teatro Español en el Primer Tercio del Siglo XX: Corrientes y Figuras Destacadas

El Teatro Español en el Primer Tercio del Siglo XX

Podemos dividir el teatro español en dos grandes tendencias: el teatro comercial, anclado en el pasado, pero que es el que triunfa, y un teatro más innovador que, en la mayoría de los casos, no logró conectar con el público.

Tendencias y Formas Teatrales

El Teatro Comercial

Dentro del teatro que triunfa podemos ver tres vertientes un poco diferentes:

  • La comedia burguesa: donde podemos ver algunos atisbos de crítica social, pero desde dentro del sistema. El máximo representante será Benavente. Otros autores pueden ser Linares Rivas o Martínez Sierra, con obras ternuristas como «Canción de cuna».
  • El teatro en verso: con mezcla del teatro posromántico y estilo modernista, tiende a imitar el teatro del Siglo de Oro. Los autores más importantes pueden ser: F. Villaespesa («El alcázar de las perlas»), con unos versos demasiado efectistas; E. Marquina («En Flandes se ha puesto el sol»), cuyo teatro histórico ha quedado bastante desfasado; y los hermanos Machado, aunque estos con un enfoque más progresista («Juan de Mañara», «La Lola se va a los puertos»). El mejor teatro en verso lo harán Valle y Lorca, como luego veremos.
  • El teatro cómico: que tuvo un gran éxito de público y aparece en las comedias y en los sainetes. Los autores más importantes son los hermanos Álvarez Quintero, que en sainetes como «El patio» reflejan una Andalucía tópica y sin problemas, más allá de los sentimentales, donde todo el mundo es bueno y reina la gracia salerosa; y C. Arniches, que ambienta sus obras en Madrid. Tiene más valor que los anteriores porque fue evolucionando hacia una tragedia grotesca en la que se funden lo risible y lo conmovedor, como «La señorita de Trevélez», y en «Los caciques», cuya visión social es destacable.

El Teatro Innovador

El teatro innovador hace frente al anterior, y excepto las obras de Valle y Lorca, tenemos que reconocer que fue un fracaso de público.

  • De la Generación del 98 podemos citar a Unamuno, que en obras como «Fedra» o «El otro» quiere presentar los conflictos humanos, pero sin espectacularidad escénica; Azorín con obras como «Angelita» o «Lo invisible» intentó un teatro simbólico e irreal.
  • También de esta época es Jacinto Grau, quien obtuvo más éxito con obras como «El burlador que no se burla» o «El señor Pigmalión», al preocuparse por grandes mitos o temas literarios en obras densas y cultas.
  • Los autores de la Generación del 27 escribieron un teatro que se caracteriza por depurar el teatro poético, incorporar las formas de vanguardia e intentar acercar el teatro al pueblo. Destaca A. Casona con obras como «La dama del alba» o «La sirena varada».

Jacinto Benavente

Es el máximo representante de la comedia burguesa, aunque inició su carrera con posturas críticas cercanas a los noventayochistas con obras como «El nido ajeno»; pero al verse rechazado por el público, prefirió entregarse a este público burgués, y en el resto de sus obras va disminuyendo el tono de sus críticas. Aunque sigue retratando las clases altas con sus hipocresías y convencionalismos, pero solo hasta el punto que sabe que se le tolerará e incluso se le admirará.

Sus mejores obras son «Los intereses creados» (1907), que encierra una cínica visión de los ideales burgueses sabiamente endulzada; y «La Malquerida» (1913), drama rural pasional al que le falta un auténtico lenguaje rural y poético a la vez.

Benavente, criticado por los más innovadores, pero aplaudido por el gran público dentro y fuera de España, recibió el Premio Nobel de Literatura y su éxito lo acompañó incluso en la posguerra. Lo más positivo de su teatro es haber desterrado la grandilocuencia del drama posromántico de los escenarios, presentando los ambientes cotidianos con habilidad técnica y fluidez de diálogos.

Ramón María del Valle-Inclán

Podemos considerar su teatro la dramaturgia más importante que el teatro español del siglo XX ha aportado al teatro universal. Empezó con obras que podemos considerar modernistas como «El yermo de las almas», pero pronto evolucionó hacia la farsa, donde va desmitificando los valores del Modernismo, como en «La marquesa Rosalinda».

Su primer gran grupo de obras es las «Comedias bárbaras», que son tres obras con un lenguaje escénico revolucionario apoyado en las magníficas acotaciones, además de la plasticidad, el dinamismo y la fuerza dramática de su lenguaje escénico y de las situaciones planteadas, supera todo el teatro de la época.

Pero será la creación del esperpento lo que le dará más fama. En obras como «Luces de bohemia» y las tres obras que forman «Martes de Carnaval» podemos ver los rasgos más importantes:

  • Visión grotesca y deformada de la realidad: efectúa una sátira de los tópicos, de la sociedad y la naturaleza humana.
  • Caricatura del héroe: los protagonistas son antihéroes, personas marginales, que parecen marionetas entre situaciones injustas.
  • Estilo plástico e innovador: los gestos adquieren un gran valor; además, combina el lenguaje culto y popular.

Federico García Lorca

En las características generales podemos apreciar la frustración que predomina en sus personajes, que los aboca a destinos trágicos debido a varios planos:

  • Uno metafísico, en el que los enemigos de los personajes son el Tiempo, la Muerte…
  • Otro social, donde las convenciones, los yugos sociales…, impiden la realización personal.

Ambos planos muchas veces se funden. En su teatro también conviven la poesía y la realidad: hay preocupación humana y estética en todas sus obras. En sus obras conviven el verso y la prosa. Del lenguaje podemos decir que destaca por su sabor popular y poético, cargado de símbolos, de metáforas, de comparaciones…

Después de escribir obras de juventud como «El maleficio de la mariposa», su primer gran éxito fue «Mariana Pineda» (1925), obra que recuerda al teatro histórico modernista. Después escribió obras surrealistas como «El público» o «Así que pasen cinco años», muy difíciles de entender y de representar.

Pero su mayor aportación al teatro son sus tragedias escritas en su madurez:

  • «Bodas de sangre» (1933)
  • «Yerma» (1934)
  • «La casa de Bernarda Alba» (1936)

En estas obras aúna lo artístico y lo popular, y en todas, la mujer ocupa un papel predominante como ser un poco marginado.

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