La Generación del 27: Un Legado Poético Inmortal
La Generación del 27 se conoce como un grupo de poetas jóvenes que brillaron en las décadas de los veinte y treinta del siglo XX. Mantuvieron estrechas relaciones personales, intensos intercambios literarios y estuvieron fuertemente vinculados a la Residencia de Estudiantes de Madrid, uno de los focos culturales más importantes de la época.
La nómina de los autores que indiscutiblemente pertenecen a este influyente grupo es la siguiente:
- Pedro Salinas
- Jorge Guillén
- Gerardo Diego
- Dámaso Alonso
- Vicente Aleixandre
- Federico García Lorca
- Rafael Alberti
- Luis Cernuda
Otros nombres que también se incluyen en el grupo son Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Hay quienes consideran incluso a Miguel Hernández como un epígono de esta generación, dada su cercanía estética y cronológica.
Rasgos Comunes de la Generación del 27
Los poetas del 27 lograron conciliar y superar las tendencias que coexistían en la poesía española de su tiempo. Representan una síntesis armoniosa y equilibrada de diversas actitudes y conceptos literarios:
- Concepción Dual de la Poesía: La mayoría de estos poetas consideraban la poesía como una combinación de inspiración y trabajo artesanal. Poseían una concepción simultáneamente romántica y clásica de la literatura, fusionando la lucidez intelectual con la espontaneidad inspiradora.
- Equilibrio entre Esteticismo y Humanidad: En su primera etapa, el grupo fue partidario del esteticismo (el arte por el arte). Sin embargo, con el paso del tiempo, su poesía se fue rehumanizando, incorporando preocupaciones existenciales y sociales, pero sin abandonar nunca el rigor estético y la búsqueda de la belleza formal.
- Diálogo entre «Arte de Minorías» y «Inmensa Compañía»: A diferencia del lema de Juan Ramón Jiménez («A la minoría siempre»), ningún poeta del 27 se limitó a un arte elitista. Supieron combinar lo culto y lo popular, como ejemplifican Federico García Lorca y Rafael Alberti, acercando su obra a un público más amplio sin sacrificar la calidad.
- Armonización de lo Hispánico y lo Universal: Su poesía recupera y reivindica las fuentes de la tradición literaria española (desde el Romancero y los clásicos del Renacimiento y Barroco hasta Bécquer). Al mismo tiempo, estuvo abierta y asimiló las últimas corrientes artísticas europeas, especialmente las vanguardias. El Surrealismo, en particular, ejerció un influjo significativo en varios de sus integrantes.
Etapas de la Generación del 27: Evolución Poética
Dámaso Alonso y Luis Cernuda, miembros destacados del grupo, señalaron varias fases en su evolución. Podemos distinguir tres grandes etapas, aunque es importante advertir que no todos los poetas las cumplen en la misma medida ni al mismo tiempo.
Primera Etapa: Hasta 1927
En las primeras producciones que vieron la luz en diversas revistas literarias, se percibe la influencia de Bécquer y del Modernismo. También se dejaron sentir los influjos de las primeras vanguardias, como el Ultraísmo y el Creacionismo, visible en obras como Imagen de Gerardo Diego.
Por otra parte, en esta etapa influyó notablemente la poesía pura de Juan Ramón Jiménez, como se aprecia en Cántico de Jorge Guillén y en Canciones de Lorca. Otra tendencia relevante fue el Neopopularismo, que implicó el rescate de formas tradicionales como el romance o las cancioncillas de sabor popular. Ejemplos destacados de esta línea son el Romancero Gitano de Lorca y Marinero en tierra de Alberti.
Al final de esta etapa, el esteticismo y el ansia de perfección formal desembocaron en un fervor por Góngora. A los poetas del 27 les sedujeron la técnica y las complejas metáforas del poeta barroco. Versos humanos de Gerardo Diego, Cal y canto de Alberti o Égloga, elegía y oda de Cernuda son claros ejemplos de esta línea gongorina.
Segunda Etapa: Entre 1928 y el Estallido de la Guerra Civil
Hacia 1930, comenzó a notarse en el grupo cierto cansancio del esteticismo puro. Se inició así el proceso de rehumanización del arte, más rápido en unos poetas que en otros, pero en todos se manifestó un deseo de expresar sentimientos y de establecer una comunicación más cercana con el lector. Ello coincidió con la irrupción del Surrealismo, que aportó nuevas herramientas expresivas.
En esta fase, pasaron a primer término los sentimientos humanos: el amor, el ansia de plenitud, las frustraciones, las inquietudes existenciales y el compromiso político y social. Las imágenes irracionales y el verso libre se hicieron presentes en obras como:
- Poeta en Nueva York de Federico García Lorca
- La destrucción o el amor y Espadas como labios de Vicente Aleixandre
- Sobre los ángeles de Rafael Alberti
- Donde habite el olvido y Los placeres prohibidos de Luis Cernuda
También se observa la influencia del Futurismo en obras como Seguro Azar de Pedro Salinas.
Tercera Etapa: Después de la Guerra Civil
Tras la Guerra Civil Española, la trayectoria vital de los poetas del 27 sufrió duros cambios. El asesinato de Lorca y el exilio de la mayoría de los miembros del grupo –todos salvo Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso y Gerardo Diego– produjeron una dispersión en la que cada poeta siguió su propio rumbo. Sin embargo, ninguno abandonaría ya los caminos de una poesía rehumanizada.
El Exilio de los Poetas del 27
En el exilio, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Luis Cernuda, Emilio Prados, Rafael Alberti, Manuel Altolaguirre y otros iniciaron ciclos poéticos diferentes. En sus obras, se encuentran textos de enfrentamiento verbal con los vencedores de la Guerra. Con el tiempo, la nota dominante en ellos sería la nostalgia de la patria perdida. Son destacables algunas obras:
- Jorge Guillén, el poeta más «químicamente puro», escribe Clamor, un libro sobre el dolor humano.
- El contemplado, de Pedro Salinas, presenta la lucha entre la fe en la vida y el mundo terrible de la posguerra.
- Desolación de la quimera, de Luis Cernuda, y Retornos de lo vivo lejano, de Rafael Alberti, expresan la angustia y el desarraigo provocados por el exilio.
La Poesía del 27 en España
En España, la poesía derivó hacia un humanismo angustiado, de tonos existenciales, cuya muestra más intensa es Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Poco después, Vicente Aleixandre comenzó a escribir Historia del corazón, un giro hacia una concepción del poeta como «hombre solidario», como «una conciencia puesta en pie hasta el fin».