Explorando la Literatura del Siglo XX: Teatro Español y Novela Hispanoamericana

El Teatro Español de Posguerra: De la Evasión al Compromiso Social (1939-1980)

A partir de 1939, el panorama teatral español es pobre debido a varios condicionantes que imponen limitaciones a las creaciones innovadoras.

La Década de los Cuarenta: Evasión y Humor

En la década de los cuarenta, el teatro evade los problemas sociales existentes mediante el cultivo de la comedia burguesa benaventina (que presenta una estructura escénica convencional, un lenguaje culto y una crítica amable de las costumbres burguesas, defendiendo los valores tradicionales) y el teatro de humor (que busca la risa en el espectador a través de los juegos lingüísticos y de las situaciones absurdas).

Destacan:

  • Enrique Jardiel Poncela: Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con freno y marcha atrás.
  • Miguel Mihura: Tres sombreros de copa.

Los Años Cincuenta: El Auge del Realismo Social

En los años cincuenta, el auge del realismo social en la novela y la suavización de la censura permiten la aparición de un teatro social que se inicia con la representación de Historia de una escalera de Buero Vallejo y es continuado por Alfonso Sastre en Escuadra hacia la muerte. Es un teatro menos convencional que el anterior, más preocupado por los problemas sociales y que denuncia la injusticia social.

Autores Clave del Teatro Español de Posguerra

Antonio Buero Vallejo (1916-1999)

En él encontramos una serie de elementos constantes:

  • Personajes valientes: unos activos y solidarios; por el contrario, otros inactivos y angustiados.
  • Presenta la realidad tal y como la vive el personaje para que el público empatice con él.
  • Gran número de acotaciones.
  • Representación simbólica de la luz/oscuridad, donde la luz simboliza la verdad y la sombra representa la ceguera, las limitaciones humanas y la trágica soledad.

Se distinguen tres etapas:

Años 50: Realismo Social y Crisis Existencial

Preocupación social que desemboca en una crisis existencial. Destacan: Historia de una escalera y En la ardiente oscuridad.

Años 60: Dramas Histórico-Críticos

Las obras se enfrentan a problemas del momento a través de la reflexión sobre figuras del pasado. En El Tragaluz, los hechos ocurren en el presente pero son vistos desde un futuro lejano, creando una distancia crítica entre drama y espectador, y además trata temas de índole moral.

Años 70/80: Teatro Integrador y Desafíos Morales

Busca una mayor implicación del público en la obra y se centra ahora en los nuevos desafíos morales. Busca producir en el público un efecto de inmersión en la subjetividad de los personajes, ofreciéndole la realidad desde la mente del protagonista, que puede estar perturbado (La fundación), ciego (Llegada de los dioses), daltónico (Diálogo secreto), ser un asesino (Jueces en la noche) o un librero loco (Lázaro en el laberinto).

Alfonso Sastre

Para él, el teatro debe tener la misión de transformar la sociedad injusta en la que vive el ser humano. Sus tragedias son una lucha en la que el individuo siempre sale derrotado. Su trayectoria teatral evoluciona del siguiente modo:

  1. Etapa inicial: Rechaza el teatro español de los primeros años de posguerra y pretende llevar a cabo una renovación teatral. Su obra más importante es Escuadra hacia la muerte. Es una obra influida por el pensamiento existencialista y prohibida por la censura tras tres representaciones.
  2. Etapa de evolución: Entiende el teatro como un arte social desde el que trata de despertar la conciencia del público. Destaca La mordaza (1954), protagonizada por un padre despótico que tiene atemorizada a su familia.
  3. Etapa de madurez: Se produce una radicalización de sus tesis revolucionarias que le lleva a lo que el autor llama «tragedia compleja». La obra más significativa es La taberna fantástica, donde denuncia el abandono social en el que viven los jóvenes de los arrabales de Madrid, empujados al alcoholismo y a la delincuencia.

Grandes Nombres de la Novela Hispanoamericana Contemporánea

Julio Cortázar (1914-1984)

Fue el principal renovador del cuento de su generación. En sus relatos fantásticos inserta el suceso extraño, el hecho fantástico, en un marco minuciosamente realista, previniéndonos de que los objetos cotidianos pueden ser fuente de sorpresa o terror. Estilísticamente, juega con las formas y las técnicas narrativas, como se manifiesta en sus colecciones de cuentos Bestiario, Las armas secretas o Historias de cronopios y de fantasmas. En Rayuela se mofa del realismo y exige un lector copartícipe en la creación de la obra, obligándole a elegir entre dos modos de lectura: lineal o a saltos entre capítulos. La obra es un experimento estilístico y técnico donde predominan el collage, la parodia y la reflexión sobre el oficio de novelar.

Mario Vargas Llosa (Perú, 1936)

Sus obras destacan por su realismo fundamental, desde el que se eleva a planos simbólicos o míticos sin introducir elementos sobrenaturales propios del realismo mágico. En La ciudad y los perros, el autor reflejaba la brutal existencia cotidiana de unos cadetes (los «perros») en una academia militar limeña. El amplio repertorio de procedimientos narrativos (punto de vista múltiple, acciones simultáneas, alternancia de planos temporales, encadenamiento de monólogos interiores) no entorpece la intención crítica de la obra. En La casa verde, se incrementa la complejidad técnica y estructural para narrar las múltiples vidas que se entrecruzan en un prostíbulo en medio de la selva. En los años 70, obras como La tía Julia y el escribidor moderan la experimentación y dan entrada al humor. La inquietud política del autor está presente en novelas más recientes como La fiesta del chivo.

Gabriel García Márquez (Colombia, 1928)

Dedicado profesionalmente al periodismo, publicó novelas como La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, así como el libro de cuentos Los funerales de la Mamá Grande. Destaca por su prodigiosa facultad fabuladora, que le lleva a fundir realismo y fantasía en un universo imaginario lleno de sucesos maravillosos y criaturas empujadas por pasiones irrefrenables. Usa un estilo barroco, con detalles pintorescos y ciertas ráfagas de humor. En 1967, Cien años de soledad le consagró como uno de los escritores más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Con El otoño del patriarca, García Márquez abordó la «novela de dictador» y en 1981 publicó Crónica de una muerte anunciada. Obtuvo el Premio Nobel en 1982. Y en 1985 publicó la novela de amores aplazados El amor en los tiempos del cólera. Luego cambió de registro en El general en su laberinto, una novela histórica sobre el libertador americano Simón Bolívar.

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