La tontería en el Modernismo

La lírica modernista


El Siglo XX se inicia en nuestra literatura bajo, la influencia del Modernismo, corriente estética de orígenes hispanoamericanos desarrollada en torno a la figura del poeta nicaragüense Rubén Darío y que propugnaba la ruptura con el prosaísmo y la vulgaridad de la cultura burguesa.|| Aunque inicialmente el término «Modernismo» se utilizó en sentido despectivo, pronto fue el apelativo con que se conocíó al conjunto de seguidores de la estética del Darío. Cronológicamente, este movimiento tuvo vigencia desde la publicación en 1888 del libro de R. Darío «Azul «hasta la muerte del poeta en 1916. Pero el periodo más importante es el que corresponde a la estancia en España de R. Darío tras su viaje a París, donde conocíó a los escritores parnasianos y simbolistas. A esta época corresponden sus libros Prosas profanas y Cantos de vida y esperanza
.|| El Modernismo está constituido por una fuerte herencia de la poesía ROMántica más la transposición al mundo hispánico de lo que en Francia fueron el Parnasianismo y el Simbolismo. Sus carácterísticas básicas son: exaltación de lo inútil y la belleza formal para reivindicar la forma como único valor estético; creencia de que el artista es un ser superior al resto de las personas; ruptura con el Realismo burgués (el arte no sirve para conocer y cambiar en mundo, sino para crear mundos más bellos); valoración de la musicalidad en poesía (determinados versos como el alejandrino y recursos como aliteraciones, sinestesias, símbolos…); utilización de un léxico cultista, sonoro, suntuoso y cromático (cisnes, nenúfares, princesas, palacios, etc.). Los temas más comunes son el cosmopolitismo, el escapismo, la desazón ROMántica, el amor y el erotismo, el indigenismo y el hispanismo.|| Entre los seguidores españoles más importantes de Rubén Darío hay que citar a Manuel Machado (1874-1947), Antonio Machado (1875-1939) y Juan Ramón Jiménez (1881-1958). El primero fue autor de Alma, Caprichos, etc. Su hermano Antonio escribíó Soledades  (1902) que se convirtió en 1907, tras la supresión de algunos poemas y el añadido de otros más, en Soledades, galerías y otros poemas. Es un libro de inspiración modernista, aunque sin las estridencias en el que predominan los temas referidos a los recuerdos de la niñez, presagios de la muerte y melancólicos sentimientos de amor. Juan Ramón Jiménez tampoco es un modernista de excesos; se mantiene fiel al movimiento en sus primeros libros (Ninfeas, Almas de violeta, Arias tristes, Jardines lejanos, Pastorales…), pero ya en 1918 escribe un famoso poema (Vino, primero, pura…) en el que da cuenta de su evolución estética.|| La superación del Modernismo y transición al 27.
Sin olvidar la figura gigante de Miguel de Unamuno (1864-1936) y la de Ramón Mª del Valle-Inclán (1866-1936) Antonio Machado y Juan Ramón pueden ser considerados los superadores del Modernismo. El primero, con Campos de Castilla (1912) nos ofrece una vibrante visión noventayochista del paisaje castellano y el segundo, con Diario de un poeta recién casado (1916) y Eternidades (1917), pone las bases de lo que llamaría poesía pura, que es una poesía desnuda e intelectualizada. Otros poetas serían León Felipe, Juan José Domenchina y Ramón Gómez de la Serna que abrirán las puertas a las vanguardias que hacia 1920 se expandían por Europa y harán de puente entre las nuevas concepciones estéticas y su adopción por parte de los miembros de la llamada Generación de 1927.|| La Generación de 1927.
Se da este nombre a. Un grupo de escritores jóvenes, Jorge Guillén (Cántico), Pedro Salinas (La voz a ti debida), Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Federico García Lorca (Romancero gitano, Poema del cante jondo), Rafael Alberti (Marinero en tierra), Vicente Aleixandre (Sombra del paraíso) y los malagueños Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, que crean su obra principalmente entre 1925 y la Guerra Civil.||Por la calidad y cantidad de poetas, constituyen una segunda Edad de Oro de nuestra literatura. Presentan al propio tiempo la singularidad de que, abrazando las actitudes vanguardistas, no rechazan nunca la influencia de la tradición hispánica de todos los tiempos. Tienen una formación homogénea, puesto que la mayoría, con excepción de Alberti, no solamente tuvieron una educación universitaria, sino que muchos ejercieron como profesores. Por último, constituyen una «generación rota» dado que la Guerra Civil puso violento fin a su desarrollo.|| Constituyeron un grupo con fuertes lazos de uníón y fueron muchas las actividades que desarrollaron. Muchos de ellos pasaron por la Residencia de Estudiantes, de Madrid, se reunieron para celebrar el homenaje a Góngora en el tercer aniversario de su muerte (fecha de la que procede el nombre del grupo) y colaboraron en la edición de revistas (entre las que destaca Litoral, de Málaga).|| Podemos señalar tres etapas en el desarrollo evolutivo del grupo 1: hasta 1927, predomina la influencia de Bécquer, el posmodernismo, Machado y Juan Ramón, las primeras vanguardias (especialmente el Ultraísmo), la poesía pura, el tradicionalismo y el gongorismo (periodo bastante ecléctico en el que la adopción de nuevas corrientes no significa el abandono de las tradicionales. Grupo 2: De 1927 hasta 1936: triunfo del Surrealismo y primeros intentos de una «rehumanización del arte». Grupo 3: Desde 1936, disolución del grupo, humanismo angustiado, compromiso sociopolítico por la muerte de Lorca.|| Sin ser uno de los integrantes, hay que contar con Miguel Hernández (1910-1942), cuyas obras más notables son: El rayo que no cesa, Perito en lunas y Romancero y cancionero de ausencias.

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