Panorama de la Literatura Española del Siglo XX a la Actualidad

La Novela Española: Inicios del Siglo XX hasta 1939

Durante los primeros años del siglo XX, se produce una reacción contra el Realismo y el Naturalismo, aunque continuaran estas tendencias narrativas del XIX. En este contexto de reacción y renovación intelectual, ideológica y artística, y como consecuencia de la crisis política, económica y moral de España, el agotamiento de las formas narrativas realistas y naturalistas y el influjo de pensadores extranjeros como **Schopenhauer**, **Nietzsche**, **Kierkegaard**, surge un grupo de autores conocidos como la Generación del 98: **Unamuno**, **Azorín**, **Baroja**, **Maeztu**, **Antonio Machado** y **Valle-Inclán**, quienes manifiestan su protesta contra las costumbres decadentes de la sociedad española y pretenden con sus obras crear un nuevo espíritu y una España mejor.

Abordan el tema de España desde perspectivas muy diferentes, como consecuencia del individualismo y del subjetivismo característico de estos autores. Sin embargo, todos buscan una imagen de España diferente a la reflejada en los tópicos y en las tradiciones. En el paisaje, especialmente el de Castilla, a través de una visión subjetiva e idealista, proyectan su propio espíritu y tratan de captar el alma de Castilla y de sus gentes. Les interesa la historia del hombre anónimo, la que sucede en la vida cotidiana y a la que **Unamuno** llamó intrahistoria. En la literatura, retoman autores medievales como **Berceo**, **Rojas** y **Manrique** y a clásicos como **Góngora** o **Gracián**. **Larra** les interesa por su profundo sentimiento de España y en *El Quijote* ven reflejadas fielmente las conductas de los españoles.

El tema existencial abarca asuntos diversos, tales como: la preocupación por el sentido de la vida, el papel de la religión en la sociedad y en la vida individual, las dudas sobre la existencia del más allá, y los conflictos psicológicos y morales del ser humano.

Características Estilísticas y Autores Clave (1900-1939)

Su técnica estilística se caracteriza por el retorno a la claridad y la sencillez, la presencia de un estilo personal, el interés en expresar las emociones con un léxico preciso e impregnado de valoraciones subjetivas, la preferencia por la oración breve, el párrafo corto y la expresión natural.

  • Miguel de Unamuno es el escritor más peculiar del 98 por su carácter crítico e independiente. Su inquietud y su angustia se muestran en todos los temas que aborda. Su producción literaria está marcada por un fuerte contenido filosófico. Sus inquietudes personales se reflejan en sus novelas, en las que se suprimen las referencias a la realidad exterior de los personajes y se indaga en las complejidades espirituales y psicológicas de sus protagonistas. Toda su obra se basa en la preocupación por España, por la existencia y la muerte, por la relación entre Dios y los hombres, entre la eternidad y la nada y por el conflicto entre la razón y la fe. Es *Niebla* (1914) la novela que mejor refleja las características temáticas y formales de sus «nivolas», como él las llamaba. *San Manuel Bueno, mártir* (1933) trata sobre la fe y la inmortalidad junto con dos temas importantes: el dilema entre la verdad dolorosa y la felicidad ilusoria, y la abnegación y el amor al prójimo como actitud vital.
  • José Martínez Ruiz, «Azorín», es el escritor del detalle, pues pretende que sus novelas sean un reflejo delicado y lírico de lo esencial de la realidad. La sencillez, la brevedad de las frases y el orden caracterizan su técnica descriptiva. La preocupación por el tiempo que pasa se percibe en una prosa triste y melancólica. Sus obras se acercan más al ensayo que a la novela, ya que son descripciones de ambientes y personajes, sin un argumento central sólido (*Doña Inés*, 1925).
  • Pío Baroja. El tema principal de su obra es la protesta contra la sociedad, hipócrita, injusta y aburguesada. Escribe “novelas de pensamiento”, en las que expresa un escepticismo absoluto por los aspectos religiosos y éticos (*La busca*, 1904, o *El árbol de la ciencia*); y “novelas de acción”, en las que la aventura constituye el argumento central (*Zalacaín el aventurero*, 1909).

Valle-Inclán y la Transición al Novecentismo

En general, en el estilo de sus novelas, espontáneas y antirretóricas, predominan los párrafos cortos, la sintaxis sencilla y el léxico claro.

  • Ramón María del Valle-Inclán es uno de los escritores más originales. Su primera gran obra en prosa son las cuatro *Sonatas* (1902-5): *Sonata de otoño*, *Sonata de estío*, *Sonata de primavera* y *Sonata de invierno*. De carácter modernista, sus temas principales son el amor y la muerte. El tema de *Tirano Banderas* (1926) es el del dictador tiránico.

Del Novecentismo (Generación del 14) a las Vanguardias

Los Novecentistas comparten con los autores de la Generación del 98 la inquietud por el problema de España, aunque rechazan su visión dramática y subjetiva; adoptan una postura más equilibrada e intelectual.

Las características generales de este grupo son:

  1. La sólida formación intelectual de sus miembros y su vocación universalista;
  2. Visión equilibrada y racional de los problemas del país;
  3. Compromiso con la sociedad;
  4. Concepción elitista del arte;
  5. Concepción de la novela como género libre;
  6. Predominio del ensayo sobre otros géneros.

Destacan:

  • Ramón Pérez de Ayala. El elemento intelectual abunda en sus novelas. Presenta un estilo elegante y experimenta con la técnica (*Tigre Juan*, 1926).
  • Gabriel Miró crea con su obra un mundo lleno de percepciones sensoriales, de impresiones personales. Los objetos son los verdaderos protagonistas de sus novelas (*Nuestro Padre San Daniel*, 1921).
  • Ramón Gómez de la Serna convierte la literatura en un juego lleno de incoherencias, aproximándose así al irracionalismo vanguardista (*Cinelandia*, 1923). Mediante el humor y la imaginación, da entrada a lo trivial.

En el ensayo destacan:

  • José Ortega y Gasset: Es una de las figuras más relevantes del pensamiento español del siglo XX. En *La deshumanización del arte* (1925) expone sus ideas estéticas, de gran influencia posterior.
  • Gregorio Marañón: En su *Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda* (1940), sorprende la interpretación del personaje, al que considera poco masculino.

La Novela Española: Posguerra hasta los Años 70

Autores y Tendencias Representativas

La Guerra Civil supuso una ruptura total con la literatura anterior y fue un hecho determinante en la vida cultural posterior. Una de las consecuencias fue el exilio de escritores que configuraron «La España peregrina». Por otra parte, los narradores que permanecen se ven condicionados por una fuerte censura a la que se une la propia autocensura y el desconocimiento de muchos escritores españoles y extranjeros cuyas obras estaban prohibidas (**Unamuno**, **Joyce**, **Hemingway**, etc.).

Década de los 40: Estancamiento y Primeras Tendencias

Durante los primeros años de la posguerra se produce un estancamiento del género narrativo. Si dejamos a un lado las novelas triunfalistas de alabanza al régimen y de evasión, surgen dos tendencias en la novela realista, que expresan la lucha del individuo con el destino o con su entorno y que dan testimonio de una existencia desoladora y conflictiva, resaltando los aspectos más desagradables de la realidad, aunque sin entrar en su crítica. La primera se conoce como tremendismo y es **Camilo José Cela** quien inaugura esta corriente con su novela *La familia de Pascual Duarte*, novela narrada en primera persona que cuenta la vida de un hombre que está a punto de ser ejecutado. La segunda corriente es la novela existencialista, representada por la novela *Nada* (1945), de **Carmen Laforet**, que presenta a una joven que se instala en Barcelona para comenzar sus estudios universitarios, y vive en casa de sus tíos, personajes desquiciados a los que, seguramente, la guerra ha trastocado. Destacan igualmente **Torrente Ballester** y **Miguel Delibes**.

Década de los 50: El Realismo Social

En los años cincuenta se inicia el realismo social cuyo propósito era denunciar tanto la inmoralidad de las clases burguesas como las duras condiciones de vida de los trabajadores y buscan que los lectores tomen conciencia. Hay que destacar *La colmena* (1951), de **Camilo José Cela**, que se enmarca en el realismo crítico ya que no solo muestra la realidad, sino que también la explica y la denuncia.

Realismo Objetivista y Final del Realismo Social

El protagonista es colectivo, se desarrolla en Madrid, en unos días de 1942 y presenta una visión desoladora de la realidad contemporánea, en la que dominan la miseria económica y moral. Por otra parte, **Rafael Sánchez Ferlosio** con *El Jarama* (1955), es el principal representante de la técnica llamada realismo objetivista: el narrador presenta los hechos con objetividad, por medio de un narrador oculto que pretende pasar desapercibido, sin hacer comentarios o interpretaciones personales, para reflejar la realidad de un modo imparcial, son obras en las que aparece un protagonista tipo, predominio del diálogo, estilo sencillo y un tiempo y espacio concretos y limitados. Otros autores son: **Ignacio Aldecoa**, *El fulgor y la sangre* (1954); **Jesús Fernández Santos**, *Los bravos* (1954); **Ana María Matute**, *Pequeño teatro* (1954) y *Los hijos muertos* (1959); **Carmen Martín Gaite**, *El balneario* (1954) y *Entre visillos* (1957) y **Luis Romero** con *La noria* (1951) completan las obras fundamentales de esta época. La temática es variada. Se refleja tanto el mundo rural como el urbano.

Década de los 60: Renovación y Experimentalismo

El final del realismo social se produjo en los años 60. A la apertura de la censura se sumó la influencia de modelos europeos y norteamericanos de los años 20, como **Kafka**, **Proust** y **Joyce**, así como de la novela hispanoamericana con **Vargas Llosa**, *La ciudad y los perros*, y **Cortázar**, *Rayuela*, fundamentalmente.

El cambio se produjo sobre todo a partir de la publicación de *Tiempo de silencio* (1962), de **Luis Martín Santos**, obra de gran complejidad lingüística y estructural, que inaugura una corriente caracterizada por una gran riqueza expresiva, un mayor cuidado formal y una preocupación por el estilo, además de presentar los siguientes rasgos:

  • Uso del perspectivismo (diversos enfoques de la misma historia)
  • Se relega a un segundo plano el argumento: la anécdota tiene un papel más importante. Finales abiertos.
  • En la estructura desaparece el capítulo y aparecen las secuencias (no numeradas).
  • Las técnicas más usadas son el contrapunto (combinar diversas historias) y el caleidoscopio (mostrar muchos elementos a la vez).

Experimentalismo y Novela del Exilio

  • Se rompe la regularidad temporal, con avances y retrocesos temporales (prolepsis y analepsis).
  • El protagonista está en conflicto con el entorno o consigo mismo.
  • Se utiliza el monólogo interior, que reproduce en primera persona los pensamientos de un personaje como brotan de su conciencia, desordenados, caóticos.
  • Estilística: gran riqueza lingüística. Nuevas palabras (neologismos). Desaparece la frontera entre prosa y verso así como la puntuación.

Algunos títulos importantes de la renovación estética que siguió a la publicación de *Tiempo de silencio* fueron *Cinco horas con Mario* (1966), de **Miguel Delibes**, *Señas de identidad* (1966), de **Juan Goytisolo**, *Últimas tardes con Teresa* (1966), de **Juan Marsé**, *Volverás a Región* (1968), de **Juan Benet**, *San Camilo 1936* (1969), de **Camilo José Cela**, y *La saga/fuga de J.B.* (1972), de **Gonzalo Torrente Ballester**.

Esta renovación desembocó en el experimentalismo, que propició novelas muy complejas pero casi ilegibles, como *Oficio de tinieblas 5*, de **Camilo José Cela**. Los excesos de esta corriente comenzaron a mitigarse con la publicación en 1972 de *La saga/fuga de J.B.* de **Torrente Ballester**, que parodia el modelo experimental mezclando lo mágico, lo real, lo mítico, la historia…

Por último, no conviene olvidar la obra de los novelistas españoles exiliados, entre los que destacan **Max Aub** con *Campo francés*; **Ramón J. Sender** con *Crónica del Alba* (1942 a 1946) y *Réquiem por un campesino español* (1953); **Francisco Ayala** y *Los usurpadores* (1949); **Rosa Chacel** con *Memorias de Leticia Valle* (1945) y **Arturo Barea** con *La forja de un rebelde* (1940-45).

La Poesía Española antes de 1936: Edad de Plata y Modernismo

Desde la llegada del Modernismo, a finales del siglo XIX, hasta el brusco corte de la Guerra Civil, la poesía española vivió una etapa de esplendor que justifica la denominación de Edad de Plata o segundo Siglo de Oro de la poesía española.

La situación de crisis en la cultura occidental a finales del siglo XIX, agravada en el caso español por el Desastre del 98, provocó un cambio en el rumbo artístico, que propicia la aparición del Modernismo, un movimiento de ruptura con la estética vigente, que se inicia en torno a 1880 y cuyo desarrollo fundamental alcanza hasta la Primera Guerra Mundial.

**Juan Ramón Jiménez** no fue solo un movimiento literario, sino más bien, una «actitud» que lo impregnó todo, caracterizada en general por su rechazo y rebeldía contra los valores burgueses. Aunque excesivamente estético en sus inicios (*Azul*, 1888, y *Prosas profanas*, 1896, de **Rubén Darío**), evolucionó hacia temas trascendentales (*Cantos de vida y esperanza*, 1905).

Se inspira en dos movimientos de origen francés del siglo XIX: el Parnasianismo, tendencia formalista, partidaria del arte por el arte, y el Simbolismo, intimista y revelador, mediante los símbolos, de la realidad que se esconde tras las apariencias.

Los temas modernistas siguen dos líneas, ambas de influencia romántica:

  • La línea escapista, con la evasión en el espacio (mundo oriental) y en el tiempo (Edad Media), el cosmopolitismo, el espíritu rebelde y antiburgués;
  • La intimista, con la expresión de la intimidad del poeta, el erotismo, el deseo de plenitud irrealizable, la nostalgia, el desasosiego, la soledad, los paisajes otoñales y los jardines crepusculares.

Formalmente, la nueva estética se caracteriza por la originalidad, la búsqueda de valores sensoriales y de la perfección formal y el afán de innovación -especialmente en el terreno de la métrica-.

Entre los poetas, destaca **Antonio Machado**, para quien la poesía es «honda palpitación del espíritu» y «diálogo del hombre con su tiempo».

Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez

A lo largo de toda su obra intenta expresar los universales del sentimiento, que son: el tiempo, la muerte y Dios. Será el principal poeta del Modernismo simbolista (*Soledades*, 1903), pero pronto abandona y reelabora sus poemas modernistas (*Soledades, galerías y otros poemas*, 1907), para expresar de forma auténtica y personal sus preocupaciones vitales mediante símbolos (la tarde, el camino). En *Campos de Castilla* (1912-17), obra noventayochista, junto a los temas anteriores, aparece el de España, además de una serie de poemas dedicados a su mujer, Leonor. Por último, tiene una etapa de inquietud filosófica representada por *Nuevas canciones* (1924), *Cancionero apócrifo de Abel Martín y de Juan de Mairena*, *Canciones a Guiomar* y *Poesías de guerra*.

**Juan Ramón Jiménez** (Moguer, 1881 – Puerto Rico, 1958). Premio Nobel en 1956. **Juan Ramón Jiménez** se inicia en la estética modernista (*Arias tristes*), para ir fraguando a lo largo de su vida un estilo esencial y propio. Su poesía es, en palabras del propio poeta, una poesía en sucesión, una obra en marcha. Su trayectoria poética ejemplifica la evolución de la lírica española desde el Modernismo al Vanguardismo. En ella podemos distinguir tres etapas:

  • La etapa sensitiva (1900-1915), con obras intimistas de influencia romántica, y tras su encuentro con **Rubén Darío**, obras modernistas, entre las que destacan: *Almas de violeta*, *Ninfeas*, *Arias tristes*, *Jardines lejanos*, *Baladas de primavera* y *Pastorales*.
  • La etapa intelectual (1916-1936) es la etapa de la poesía pura, marcada por la publicación en 1917 de *Diario de un poeta recién casado* que rompe definitivamente con el Modernismo y abre la poesía española a las innovaciones vanguardistas. La poesía pura se caracteriza por la brevedad de los poemas, la rima asonante y la ausencia de adjetivación modernista. Tiende a la concentración conceptual y emotiva. Otros títulos son: *Eternidades* y *Piedra y cielo*.

Juan Ramón Jiménez (Continuación) y las Vanguardias

  • La etapa suficiente o verdadera (1937-1958) transcurre durante su exilio americano, **Juan Ramón Jiménez** continúa replegado en sí mismo en busca de la belleza y la eternidad. Su ansia por la trascendencia lo lleva a identificarse con Dios. *Animal de fondo* (1949), *En el otro costado* (1936-42) y *Dios deseado y deseante* (1948-49).

Las Vanguardias Poéticas antes de 1936

Desde principios del siglo, los movimientos europeos de Vanguardia comienzan a renovar el panorama artístico occidental. Su rechazo de las convenciones morales y artísticas burguesas y su defensa de una completa libertad formal los llevan a una constante búsqueda de innovaciones expresivas. En España ya había empezado desde la Generación del 14 una nueva forma de entender el arte basada en el intelectualismo y la deshumanización. Quien mejor define esos valores literarios emergentes es **José Ortega y Gasset**, en su ensayo *La deshumanización del arte* (1925), fundamental para comprender las ideas estéticas de esa década. Además, las vanguardias se conocieron muy pronto a través de revistas, tertulias y escritores como **Gómez de la Serna**, conocido por sus greguerías.

Los principales movimientos vanguardistas o ismos son los siguientes:

  • **Futurismo**. Nacido en Italia de la mano de **Marinetti**, alaba las máquinas, la velocidad y la técnica, evita plasmar la subjetividad del autor y aboga por la destrucción de la sintaxis o la omisión de los signos de puntuación.
  • **El Ultraísmo**. Creado por **Guillermo de Torre** al publicar el primer Manifiesto ultraísta en 1919, recoge elementos cubistas y futuristas como el uso de imágenes sugerentes y las innovaciones tipográficas. Junto al Creacionismo, representado por el chileno **Vicente Huidobro**, son las principales corrientes vanguardistas de España. Los dos movimientos están en contra del realismo, de la sintaxis coherente y de la anécdota; defienden el uso de imágenes aisladas y buscan en el cine, los deportes, la ciudad y la técnica, sus temas. Las dos tendencias se mezclan en los poetas del 27: *Manual de espumas* de **G. Diego** es un libro creacionista; *Imagen*, del mismo autor, tiene una parte ultraísta y otra creacionista.

El Surrealismo y la Generación del 27

  • **El Surrealismo**, iniciado por **André Breton**, plantea la liberación del hombre del yugo burgués, así como de los impulsos reprimidos por las convenciones morales y sociales. Aboga por el poder creador del hombre y del lenguaje a través de la escritura automática, el collage, las asociaciones libres, las imágenes oníricas o las metáforas inauditas. Podemos destacar *Sobre los ángeles* de **Alberti** y *Poeta en Nueva York* de **Lorca**.

La Generación del 27

Los poetas fundamentales del grupo son: **Federico García Lorca**, **Vicente Aleixandre**, **Rafael Alberti**, **Luis Cernuda**, **Pedro Salinas**, **Dámaso Alonso**, **Jorge Guillén** y **Gerardo Diego**. Se añade a veces a **Miguel Hernández**, pues por sus relaciones personales y por la fecha de publicación de sus libros se le ha considerado como epígono de la Generación del 27.

Hay una serie de actividades y rasgos comunes que dan coherencia al grupo. Podemos destacar: la convivencia de muchos de ellos en la Residencia de Estudiantes de Madrid, la colaboración en las mismas revistas (la más importante fue la Revista de Occidente), así como en tertulias, su aparición en la *Antología de poesía española (1915-1931)* de **Gerardo Diego**, que recoge a todos estos autores y su poética y también la obra de los maestros (**Machado**, **Jiménez**, etc.) y su participación en el homenaje celebrado en el Ateneo de Sevilla por el tercer centenario de la muerte de **Góngora**. Esta fecha del centenario, 1927, es la que da el nombre al grupo, a esto hay que sumar que en torno a este año la mayoría de estos poetas publicó algún libro significativo.

Las características principales del grupo son:

  • Tendencia a la síntesis y el equilibrio entre tendencias opuestas: Aúnan la tradición propia española -la literatura culta de los Siglos de Oro (**Góngora** o **Garcilaso**), la lírica popular, el Romanticismo (**Bécquer**) y los modelos inmediatos (sobre todo **Juan Ramón Jiménez**)- con el lenguaje cosmopolita de las vanguardias. Persiguen el equilibrio entre lo intelectual y lo sentimental, entre lo minoritario y la poesía como comunicación y entre lo universal y lo español.
  • Trata temas universales: el amor (visto desde diversos enfoques, incluido el amor homosexual), la ciudad, interpretada con una visión futurista y optimista o con una visión negativa (fealdad, maquinismo), las artes, la naturaleza, como parte del yo poético, que llega en algunos casos a una visión panteísta.

Características Formales e Influencias (Generación del 27)

Desde el punto de vista formal, el gran instrumento de esta generación fue la imagen. **Guillén** decía que los autores del 27 «hablaban por imágenes» y con ellas consiguieron la renovación del lenguaje poético. Cultivaron la imagen visionaria, que relaciona los objetos, no por su semejanza física, sino por las sensaciones que despiertan. En lo que se refiere a la métrica, combinan las estrofas tradicionales con el verso libre, que responde a otra concepción del ritmo, pues brota del contenido mismo del poema.

Sus influencias fueron: **Juan Ramón Jiménez**, auténtico guía del grupo en sus inicios, pues su poesía pura era el referente indiscutible en el panorama poético español, **Ortega y Gasset** tuvo una influencia ideológica y teórica. Otras influencias fueron: **Góngora**, del que admiran su capacidad metafórica y, sobre todo, la concepción del lenguaje poético como algo diferente al lenguaje común, también admiran el dominio del concepto de **Quevedo**; el estilo intimista de **Bécquer**, la poesía popular y el Romancero y, por último, la influencia de las vanguardias fue decisiva en los primeros momentos del grupo: **Gerardo Diego** fue creacionista y ultraísta; **Lorca** y **Alberti** cultivaron el Surrealismo. En general, el talante del grupo en su primera etapa es típicamente vanguardista: eran jóvenes cosmopolitas, provocadores, antisentimentales, ingeniosos… Más tarde y debido a las circunstancias políticas y sociales, evolucionan hacia posturas más comprometidas.

Etapas de la Generación del 27

Aunque cada uno de los poetas tuvo una trayectoria diferente, se puede hablar de unas etapas generales dentro de la evolución del grupo:

  • La primera etapa (años 1924/25 hasta 1929), en la que se aprecia la influencia de **Juan Ramón Jiménez** y su poesía pura, así como de los movimientos de vanguardia. Es una poesía caracterizada por la deshumanización -antisentimental-. Otra pureza más “humana” les llega de la poesía popular. De 1925 a 1927 hay una marcada influencia clasicista que se aprecia en el cultivo de estrofas tradicionales, p.e. *Égloga, elegía y oda* de **L. Cernuda**.
  • La segunda etapa (años 1927- Guerra Civil). Hacia 1927 se percibe un cansancio del formalismo puro que coincide con la irrupción del Surrealismo, corriente que vuelve a preocuparse por lo humano, con temas como la frustración, el amor, el ansia de plenitud… Hay que tener en cuenta, además, la situación que vive España, ante la que casi todos se mostrarán partidarios de la República, adoptando muchos, como **Alberti**, una clara militancia política.
  • Y la etapa final, tras la Guerra Civil, que va a suponer el desmembramiento del grupo. La dispersión tras la guerra hace que cada poeta siga su propio rumbo pero dentro de una poesía humanizada. Con el exilio aparecen nuevos temas, como la nostalgia de España.

Los principales autores del 27 son: **Pedro Salinas**, **Jorge Guillen**, **Gerardo Diego**, **Vicente Aleixandre**, **Luis Cernuda**, **Dámaso Alonso**, **Rafael Alberti**.

La Poesía Española: Años 70 hasta la Actualidad

Los Novísimos (Generación del 70)

En 1970 se publica la antología *Nueve novísimos poetas españoles*, en la que el crítico **José Mª Castellet** reúne, entre otros, a **Manuel Vázquez Montalbán**, **Pedro Gimferrer** (*Arde el mar*, 1966), **Ana Mª Moix** (*Call me Stone*, 1969), **Leopoldo María Panero** (*Así se fundó Carnaby Street*). En un sentido amplio, este grupo de los Novísimos no puede restringirse a los poetas antologados, próximos a ellos hay otros poetas que destacan por su carácter culturalista, como **Luis Alberto de Cuenca** (*Necrofilia*, *La caja de plata*) y **Luis Antonio de Villena** (*El viaje a Bizancio*).

Estos escritores presentan explícitamente una decidida voluntad rupturista con toda la literatura previa y un talante provocador, ignoran la tradición literaria española, excepción hecha de algún poeta del 27 como **Cernuda** o **Aleixandre**, tienen influencias de autores extranjeros (**Eliot**, **Pound**, **Cavafis**, **Sade**, etc.), manifiestan en sus poemas una tendencia marcadamente culturalista, (por ejemplo, uno de sus escenarios favoritos es la ciudad de Venecia, lo que ha hecho que también haya sido usual aludir a ellos de forma un tanto peyorativa como los venecianos), incluyen, al lado de esta orientación culta de muchos poemas, motivos propios de la nueva sociedad de consumo y referencias a héroes del cine, del deporte, de la música, los tebeos, etc., hacen una reflexión sobre la propia poesía (metapoesía), insistiendo en considerar el arte como fenómeno autónomo, y, por último, se interesan por el lenguaje y eso los lleva a la experimentación radical con la materia lingüística, a la audacia vanguardista o al barroquismo expresivo. En este sentido se vuelven a utilizar ciertos procedimientos vanguardistas como el collage (inserción de otros textos dentro del poema) o el verso libre amplio.

Poesía Posnovísima y Tendencias Recientes

En 1980, con la publicación de la antología *Las voces y los ecos*, se comienza a hablar de poesía posnovísima, que se caracteriza por la recuperación del realismo, el alejamiento de la experimentación y la vuelta al concepto de poesía como comunicación. Se observa, asimismo, una mayor presencia del humor, de la ironía y de los temas íntimos. Habría que destacar también el auge de la poesía femenina y de las antologías de género, aunque lo que también realmente define esta década es la variedad de tendencias que presenta. Son las más destacadas:

  • **La Poesía de la Experiencia**, que hace referencia a una corriente literaria española de la segunda mitad del siglo XX cuyos autores tienen en común que nacieron casi todos alrededor del año 1925. Además, todos se inician en la poesía social a pesar de que no estén totalmente satisfechos con el proselitismo y la retórica que suelen utilizar en sus obras. Es la tendencia poética más característica de los últimos años. Se caracteriza por una tendencia a la recuperación de ciertas formas métricas (empleo generalizado de endecasílabos y alejandrinos blancos) combinada con el uso de un lenguaje perteneciente al mundo de lo cotidiano. El tono suavemente elegíaco de muchos de estos poemas es muy característico. Se aprecia un lenguaje muy elaborado y elegante, sin caer en excesos retóricos, tampoco faltan elementos irónicos y humorísticos. En cuanto a los temas, destacan los urbanos (vehículos, bares), extraídos de la experiencia vivida por los propios poetas. En este sentido, es muy usual recuperar escenas de la infancia o la adolescencia. Autores como **Andrés Trapiello**, **Luis García Montero** (*Habitaciones separadas*, *Completamente viernes*), **Felipe Benítez Reyes** (*El equipaje abierto*), **Luis Alberto de Cuenca** (*El desayuno y otros poemas*), **Miguel d’Ors** o **Jon Juaristi** (*Los paisajes domésticos*) cultivan esta línea poética.
  • **La Poesía Neosurrealista** entronca con la poesía surrealista del Grupo del 27, presenta una preferencia por el verso de inspiración irracional. Son composiciones con imágenes innovadoras y en las que destaca la fuerza del “yo poético” y la irracionalidad del lenguaje. Destacan **Blanca Andreu** (*De una niña de provincias que se vino a vivir en un Chagall*) y **Ana Rossetti**, que añade erotismo a sus versos (*Los devaneos de Erato*, 1980).

Otras Tendencias y la Poesía Actual

  • **La Poesía Épica** vincula las experiencias personales con la historia y los mitos (**Julio Llamazares**, *La lentitud de los bueyes*, 1979).
  • **La Poesía Intimista**, en la que predomina el tema del paso del tiempo y una visión nostálgica de la realidad (**Álvaro Salvador**, *El agua de noviembre*, 1985).

En la actualidad podemos destacar el llamado “realismo sucio”, heredero de la poesía de la experiencia, con autores como **Félix Chacón** (*Materiales de derribo*) y **Karmelo Iribarren** (*La condición urbana*). También es significativo el cambio en los canales de comunicación poética que supuso la popularización de Internet (el auge de los blogs, los encuentros en la red o revistas electrónicas) y un nuevo género que florece –generalmente en recitales- muy acorde con los tiempos, la micropoesía: pequeños poemas de consumo rápido.

El Teatro Español: Inicios del Siglo XX hasta 1939

El teatro de principios de siglo presenta una doble vertiente:

  • Por un lado, **el teatro que triunfa**, un teatro tradicional, conservador, ajeno a las nuevas tendencias imperantes en Europa y que viene a satisfacer el gusto del público burgués, que es el que acude a las representaciones,
  • y por otro, **el teatro que pretende innovar**, que no es reconocido en su momento.

Factores que Limitaron la Innovación Teatral

Varios fueron los factores que provocaron la pobreza del teatro español. El público burgués acudía a las representaciones con la sola idea de divertirse y rechazaba cualquier obra que le provocara, preocupara o desconcertara (no le interesaban los problemas sociales o ideológicos ni las aventuras formales). Los críticos teatrales se plegaban a sus gustos. Los empresarios buscaban el sostenimiento del espectáculo haciendo concesiones a esos espectadores, y garantizaban así la financiación de la representación. Los autores se sometían a los deseos de ese público burgués que sustentaba el teatro, convertido así, en un acto social.

Teatro Conservador (Comercial)

En él se observan cuatro tendencias:

  1. Continuadora del realismo del siglo XIX, renovando algunos aspectos, la alta comedia o comedia burguesa, con **Jacinto Benavente** (Premio Nobel), quien tras el fracaso de *El nido ajeno*, obra crítica en la que analizaba el oscuro lugar ocupado por la mujer de clase media, escribió otras obras más acordes con el gusto burgués: *Rosas de otoño*, *Los intereses creados*, etc.
  2. El teatro poético en verso. Mezcla del romanticismo y sus dramas románticos y el modernismo, es ideológicamente muy conservador y tradicional, con constantes alusiones a las pérdidas gloriosas del Imperio español. Por su temática, es un teatro eminentemente histórico. Destacan **Francisco Villaespesa** y **Eduardo Marquina** (*Las hijas del Cid*).
  3. El teatro costumbrista, de tramas nada conflictivas, con los **hermanos Álvarez Quintero** (*La puebla de las mujeres*).

Teatro Cómico y Teatro Innovador

  1. El teatro cómico, de tipos populares, situaciones sociales estereotipadas y lenguaje popular, con **Carlos Arniches** y *El santo de la Isidra*. **Muñoz Seca** es el inventor de un nuevo género, el «astracán», una parodia en verso del teatro postromántico (*La venganza de don Mendo*).

Teatro Innovador

Reacciona contra el convencionalismo realista. No triunfó porque los autores, a veces, escribieron obras irrepresentables y porque su público era minoritario. Ningún empresario se arriesgaba a montar este tipo de obras. Sus logros se localizan más en lo literario que en lo escénico. **Ramón Mª del Valle-Inclán** y **Federico García Lorca** revolucionaron el teatro de su época.

Valle-Inclán y el Esperpento

La renovación que el teatro requería encontró en este autor un experimentador infatigable. Sus primeras tentativas fueron modernistas, al igual que su prosa. Después vendría el ciclo mítico, con su Galicia natal como escenario y sus personajes rurales en las *Comedias bárbaras*, que anticipan ya el esperpento. La primera tentativa se dio con *Divinas palabras* (1920), de forma paralela a las farsas (sátira del reinado de Isabel II). Le seguirían otras obras (*Los cuernos de don Friolera*) hasta culminar en *Luces de Bohemia*.

En esta obra, en su escena duodécima, se nos define la nueva fórmula teatral: el esperpento, basado en la deformación sistemática de personajes y valores, que posibilita el análisis crítico de la sociedad española del momento. Multitud de personajes grotescos deambulan por un escenario cambiante y múltiple, utilizando una variedad inusitada de registros lingüísticos, indicados de forma amplia en sus valiosas y literarias acotaciones. El esperpento es una forma de enfrentarse con la realidad degradándola, deformándola y, para conseguir este objetivo, **Valle** emplea un conjunto de técnicas que **Alonso Zamora Vicente** ha sistematizado:

Técnicas del Esperpento (Valle-Inclán)

  1. Distorsión de la realidad, conseguida por dos procedimientos contrarios: el enaltecimiento que encierra una amarga ironía, o bien la degradación.
  2. Humanización de animales, presentados como seres humanos o compartiendo la vida con ellos.
  3. Animalización de los hombres.
  4. Cosificación de los hombres, al presentarnos a algunos personajes en función de objetos, despersonalizándolos y degradándolos.
  5. Muñequización: deformación de los personajes, que nos son presentados como muñecos, títeres o fantoches.
  6. Literaturización. Consiste en el uso de material procedente de otras obras propias o no, o bien de personajes extraídos del mundillo de la literatura.
  7. El lenguaje también se deforma y retuerce en la obra, mezclando constantemente lo culto y lo popular, los diferentes registros de lengua, usándolo como un mecanismo que identifica y caracteriza a algunos personajes.

A pesar del reconocimiento de su calidad, este teatro tan avanzado, que ha llegado a conectar con el teatro experimental europeo, no fue representado en su tiempo, sino leído.

Federico García Lorca

**Lorca** fue de los pocos autores que consiguió cosechar aplausos con este tipo de teatro. Su teatro parte de tres principios: depurar el teatro poético, incorporar las tendencias vanguardistas y acercar el teatro clásico al pueblo, con el grupo universitario **La Barraca**.

Su teatro comienza con las farsas, entre las que destaca *La zapatera prodigiosa* (1929-30). *Mariana Pineda* (1923), drama lírico, en verso, representa un paso adelante en la consecución de un teatro personal. Paralelo a su evolución lírica hacia el Surrealismo, obras como *El público* (1923) demuestran la genialidad de su creación, aunque no será su trabajo más reconocido. *Doña Rosita la soltera* es el preludio de su trilogía rural. Entre 1932 y 1936 aparecen *Bodas de sangre*, *Yerma*, *La casa de Bernarda Alba*.

Federico García Lorca y su Trilogía Rural

Sus composiciones presentan un tema común: el enfrentamiento entre el individuo y el poder. Junto a ello, el protagonismo femenino. La mujer representa el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista, y estará marcada por un destino trágico y por pasiones que se verán condenadas al olvido o al rechazo. Amor imposible; conflicto entre el deseo y la realidad; enfrentamiento de libertad y autoridad… En definitiva, el tema de la frustración es una constante en el teatro lorquiano: **Bodas de sangre** (amor frustrado), **Yerma** (maternidad frustrada) y **La casa de Bernarda Alba** (amor y libertad frustrados).

El Teatro Español: 1940 hasta la Actualidad

El teatro de después de la Guerra Civil, alejado de las tendencias innovadoras que triunfan en el exterior, se caracteriza por la pobreza a causa de la muerte y exilio de autores, directores y actores y de las presiones comerciales e ideológicas.

Década de los 40: Teatro Oficial y de Humor

En los años 40, el teatro oficial, comercial en la línea de la comedia benaventina, triunfa en los escenarios al saber mezclar elementos tragicómicos con finales felices, según demanda el gusto del público burgués que es el que acude a las representaciones. Destacan **José María Pemán** y **Joaquín Calvo Sotelo**. El teatro histórico y político, por su parte, invitaba a olvidar la realidad inmediata y cantaba glorias y héroes del pasado.

**El Teatro de Humor**, precedente del teatro del absurdo, tiene sus máximos exponentes en: **Jardiel Poncela** (*Eloísa está debajo de un almendro*). Trató de crear una comedia inverosímil que rompiera con las formas tradicionales de humor. Un público cerrado a su comprensión le obligó a reducir sus experimentos y **Miguel Mihura**, con *Tres sombreros de copa* (escrita en 1932 pero representada 20 años más tarde por su poder crítico y corrosivo), obra polémica en su momento por su crítica burlesca de ciertas costumbres burguesas y provincianas. Este mismo autor escribe después otras comedias más acordes con el gusto dominante (*Maribel y la extraña familia*).

Década de los 50 y 60: Realismo Social y Experimentalismo

Década de los 50: Teatro Realista

En los años 50, en **El Teatro Realista** (se puede hablar de un teatro soterrado porque muchas obras nunca llegaron al escenario) están presentes la denuncia social y las preocupaciones existenciales del hombre. Debemos citar a **Antonio Buero Vallejo** (que representa el teatro posibilista frente al imposibilista de **Sastre**), **José Martín Recuerda**, **Lauro Olmo** y **Sastre** (*Escuadra hacia la muerte*).

**Buero Vallejo** se inicia en el teatro con *Historia de una escalera*, que viene a dar testimonio de la realidad social en la posguerra española, a través de una serie de familias que comparten espacio y tiempo. Otras obras suyas se ganaron el interés del público: *Un soñador para un pueblo*, *El concierto de San Ovidio* o *El tragaluz*.

Década de los 60: Teatro Experimental

En los años 60, hay un movimiento de renovación centrada en la búsqueda de nuevas formas. Se produce una fuerte reacción contra el realismo mediante un **Teatro Experimental** en el que, sin perder el contenido crítico anterior, aparecerán alardes formales, a veces muy audaces. Se rompe con las convenciones escénicas de espacio y tiempo. El patio de butacas puede convertirse en escenario y personas del público en actores. La improvisación desempeña un papel importante. El concepto de teatro ha cambiado: tan importante como el texto lo es el espectáculo.

En esta línea trabajan autores como **Francisco Nieva** (*La carroza de plomo candente*, *La señora tártara*) y **Fernando Arrabal** (*Pic-Nic*, *El triciclo*). Pero son los grupos de teatro independiente los que adquieren más auge: **Els Joglars** y **Els Comediants** (Cataluña); **La Cuadra** (Andalucía); **Los Goliardos** (Madrid), el **Teatro Experimental Independiente (TEI)**… Todos tienen la idea de que la obra teatral ha de responder a una creación colectiva y con ese empeño se entregan a la tarea.

El Teatro desde 1975 hasta la Actualidad

Crisis y Recuperación (desde 1975)

Tras la muerte de **Franco** (1975), el teatro sufre una tremenda crisis. Se montan obras de autores consagrados o se recobran los textos silenciados del pasado inmediato. Pero entonces, que se podía hacer un teatro en libertad, sin censura, sorprendentemente el público no asimila los cambios, abandona los teatros y rechaza los montajes vanguardistas que se hacen de **Lorca**, **Valle**, **Alberti**, etc. El teatro debe encontrar un nuevo público y los autores deben aplicar nuevas fórmulas dramáticas.

Como reacción se regresa a un tipo de teatro más convencional, basado ante todo en el diálogo, en la línea del teatro de los años 50. Destacan **Antonio Gala** (*Anillos para una dama*), **José Luis Alonso de Santos** (*Bajarse al moro*, *La estanquera de Vallecas*), **Fernando Fernán Gómez** (*Las bicicletas son para el verano*) y **Sanchis Sinisterra** (*¡Ay!, Carmela*).

El Teatro Actual

En la actualidad podemos destacar entre los dramaturgos más representados a **Juan Mayorga**: *El chico de la última fila*, *Cartas de amor a Stalin*. También podemos destacar la presencia en la escena española de dramaturgas, como **Laila Ripoll** (*Los niños perdidos*, *Santa Perpetua*), **Itziar Pascual** y, quizá la más original de los últimos tiempos: **Angélica Liddell** (*La casa de la fuerza*).

La Novela Española: Desde 1975 hasta Nuestros Días

La publicación en 1975 de *La verdad sobre el caso Savolta*, de **Eduardo Mendoza**, significa el nuevo giro de la narrativa española, que vuelve al «placer de contar». A pesar de que incorpora elementos formales que permiten entroncarla con la novela experimental, revela una vuelta al realismo, al interés por la trama argumental, al viejo placer de contar historias, rasgo que se convertirá en el principal nexo de unión de las diversas modalidades de relato en esta etapa. Esta novela tuvo un gran éxito debido a su equilibrio entre un argumento claro y a sus personajes bien delimitados y la utilización de técnicas como el desorden cronológico, la parodia de otros géneros y la variedad de registros estilísticos. Utiliza el relato autobiográfico, los documentos, cartas, recortes de prensa, informes, etc., de un proceso judicial y la narración en tercera persona para desarrollar una historia cargada de interés.

Otros autores representativos que comenzaron a publicar en esta década son **Vázquez Montalbán**, **Álvaro Pombo**, **José María Merino**, **Félix de Azúa**, **Juan Benet** y **Juan José Millás**, que conviven con narradores de posguerra renovados (**Cela**, **Delibes**, etc.) y con autores de los 60 (**Juan Marsé** y **Martín Gaite**, entre otros).

A partir de los 80 y 90 surge un gran número de novelistas nuevos: **Javier Marías**, **Rosa Montero**, **Julio Llamazares**, **Almudena Grandes**, **Soledad Puértolas**, **Antonio Muñoz Molina**, **Luis Landero**, etc., y novelas muy diferentes en estilo, temas y calidad comparten el panorama literario.

Características y Temas de la Novela Actual

En este periodo se podrían establecer como características: la decadencia de los temas sociales y políticos; la aparición de nuevos temas como el policíaco y los propios de la novela negra, considerados tradicionalmente como impropios de la literatura de calidad; la desaparición de los grandes personajes, los protagonistas coinciden con el hombre corriente y están desprovistos de ideales de redención social; el retorno a las formas tradicionales de narrar, acentuado con el paso de los años; el uso de registros coloquiales donde aparecen términos de jerga y palabras malsonantes; la aparición de temas escabrosos como el erótico, las drogas, el mundo del hampa, etc.

A pesar de las dificultades que implica la relativa cercanía y la proliferación de autores y de obras de vida efímera, la novela de las últimas décadas se caracteriza por la continuidad en el uso de formas narrativas tradicionales y por la importancia que se le confiere al relato. Son narraciones sencillas en las que el novelista pretende contar historias de carácter realista.

Según su temática se pueden clasificar en:

  • Novela histórica: Es uno de los géneros de mayor éxito editorial desde los años 80, en el que se engloban obras que pretenden la recuperación de hechos históricos pasados desde distintos puntos de vista: fabulación imaginaria del pasado, proyección del pasado sobre el presente o aprovechamiento de la historia para indagaciones intelectuales y ejercicios de estilo. Así pues, recrean la Edad Media, el Siglo de Oro (*El capitán Alatriste*, de **Arturo Pérez Reverte**)… En esa tendencia cabría incluir los relatos sobre la Guerra Civil o la posguerra, que recuperan con cierta distancia la memoria de esta época (*Los girasoles ciegos* de **Alberto Méndez**; *Soldados de Salamina* de **Javier Cercas**). El pasado sirve, pues, como soporte para una reflexión sobre problemas universales, como objeto de revisión crítica, escenario de aventuras o vía para la desmitificación de ciertos hechos.

Tipos de Novela desde 1975

  • Novela de memorias: *El jinete polaco* de **Antonio Muñoz Molina** y *Memorias de un joven fascista* de **Francisco Umbral**.
  • Novela lírica o poemática: Aspira a convertirse en un texto creativo, autónomo y a difuminar las fronteras con el género lírico. De claro tono subjetivo, manifiesta una marcada tendencia a la concentración máxima. Estas novelas abordan asuntos como el amor, la soledad, la memoria, la propia identidad o la incomunicación, vividos por un protagonista inmerso en la realidad contemporánea, difuminando en ocasiones las fronteras entre la vida real y el mundo de la fantasía. Abundan el elemento onírico y las referencias a mitos y símbolos. El lenguaje se vuelve sugerente. Destaca *La lluvia amarilla* de **Julio Llamazares**.
  • Novela de intriga: Adaptación de un producto típicamente norteamericano al que los escritores españoles aportan una personalidad propia. Destaca *El invierno en Lisboa* de **Antonio Muñoz Molina**. Aparecen también novelas que no pertenecen con rigor a esta categoría, pero que incorporan recursos del relato policiaco, como *Visión del ahogado* de **Juan José Millás**, así como narraciones que fusionan la intriga con la parodia del género policiaco, como *El misterio de la cripta embrujada* de **Eduardo Mendoza**.
  • Novela metaliteraria: *El desorden de tu nombre* de **Juan José Millás** y *Juegos de la edad tardía* de **Luis Landero**.
  • Novela de pensamiento: cercana al ensayo, se trata de un tipo de narrativa en la que se difuminan las fronteras entre la novela y el ensayo, pues da cauce a múltiples digresiones sobre las preocupaciones del autor, en un tono cercano a veces a lo autobiográfico. Un ejemplo de ello es *Sefarad* (2001), de **Antonio Muñoz Molina**, o muchas de las obras de **Javier Marías** (*Todas las almas* (1989), *Negra espalda del tiempo* (1998), *Tu rostro mañana* (2009)).

Tendencias Recientes en la Novela

  • Novela neorrealista o de la generación X: otra tendencia en la novela de los autores más jóvenes es la de hacer una novela que trata los problemas de la juventud urbana (sus salidas nocturnas en las grandes ciudades, el uso y abuso de drogas, del sexo, del alcohol y de la música rock…), con una estética muy cercana a la contracultura: *Historias del Kronen* (1994), de **José Ángel Mañas**; *Sexo, prozac y dudas* (1997), de **Lucía Etxebarría**; o *Deseo de ser punk* (2009), de **Belén Gopegui**).

En resumen, estamos en un periodo en el que la novela se ha convertido en el género hegemónico caracterizado por la vuelta al interés por la historia contada y por una enorme proliferación de títulos, en los que hay que destacar el incremento de escritoras, la vinculación entre la labor literaria y la periodística (son frecuentes las colaboraciones en prensa de los más destacados narradores y cabe citar, en este sentido, los articuentos de **Juan José Millás**) o el gusto creciente por el relato corto (y, en los últimos años, incluso del microrrelato).

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