Realismo y Naturalismo en la Literatura Española del Siglo XIX
Contexto histórico y social
La segunda mitad del siglo XIX en España está marcada por los cambios políticos (Sexenio Revolucionario, I República y Restauración borbónica) que evidencian las diferentes ideologías imperantes (liberal-conservadora) y los problemas sociales del país. La revolución de «la Gloriosa» en 1868 eleva a una nueva clase social al poder, la burguesía, que quiere imponer su perspectiva en la literatura, aunque coexista con otras corrientes literarias.
La novela: el género predilecto del Realismo
El Realismo surge como reacción conceptual al idealismo y al subjetivismo románticos. Nació en Francia y se introdujo en España con cierta facilidad. El escritor pasa de interpretar la realidad a describirla lo más fielmente posible, aunque introduce matices moralizadores y una intensa crítica social, política e ideológica.
La novela se convierte en el género predilecto, ya que es el único capaz de cumplir las condiciones exigidas por la nueva estética. En ella destaca el empleo de un recurso estilístico peculiar: el narrador omnisciente, que lo controla todo y que se manifiesta subjetivamente sobre cualquier aspecto del relato. El estilo se adapta a la psicología de los personajes y a sus rasgos y condicionantes sociales y culturales. Las obras se desarrollan en entornos rurales o urbanos en los que se manifiestan diferentes temas:
- El amor adúltero.
- El clericalismo y el anticlericalismo.
- El enfrentamiento entre el campo y la ciudad.
Autores y corrientes dentro de la novela realista
Los autores más conservadores tienden a presentar la realidad de un modo maquillado, como Juan Valera con Pepita Jiménez, mientras que los autores progresistas como Galdós llevan su realismo a niveles más profundos, por lo que no dudan en mostrar la cara amarga y deformada de la vida.
El Naturalismo: la radicalización del Realismo
En Francia, el Realismo se lleva al extremo en un movimiento conocido como Naturalismo literario, con el que Émile Zola intenta aplicar el método experimental a la novela para estudiar las leyes que rigen la realidad y el comportamiento humano. Se basa en el determinismo, que estipula que el ser humano no es libre, sino que está condicionado por el medio y la herencia genética.
En España, a pesar de que Emilia Pardo Bazán defiende el Naturalismo en La cuestión palpitante y algunos escritores introducen en sus novelas elementos naturalistas (Benito Pérez Galdós con Fortunata y Jacinta, Emilia Pardo Bazán con Los pazos de Ulloa y Leopoldo Alas, «Clarín», con La Regenta), no acaba de calar debido al carácter conservador de los lectores. De esta forma, la novela evoluciona hacia un realismo espiritualista, en el que la creación literaria se orienta hacia la interioridad de los personajes, como en Misericordia, de Galdós.
La poesía posromántica
La lírica de la época realista se caracteriza por la reducción del tono frente a la retórica romántica. Su máximo exponente es Ramón de Campoamor (Doloras, Pequeños poemas), quien centró su atención en los detalles de la vida cotidiana, en un afán de rebajar el mundo de los afectos y las ilusiones humanas a la esfera de lo vulgar.
No obstante, el intimismo también se rebela contra el retoricismo romántico, influido por los lieder de Heinrich Heine y las canciones populares. El resultado es un sentimentalismo unido a una retórica sencilla, modesta y sin pretensiones, como en El libro de las montañas, de Antonio de Trueba.
Principales poetas de la época
- Rosalía de Castro (Cantares gallegos, Follas novas): Representa la proyección del intimismo hacia el entorno social.
- Gustavo Adolfo Bécquer (Rimas): Su obra tiene un carácter metapoético gracias a la unión del intimismo y el simbolismo en pleno periodo realista.
- Gaspar Núñez de Arce (Gritos de combate): Encabeza un tipo de poesía preocupada por problemas políticos o filosóficos del momento.
- Manuel de Palacio: Cultiva una poesía humorística.
El teatro en la segunda mitad del siglo XIX
El teatro fue incapaz de llevar a las tablas la vida contemporánea con la profundidad y el desapasionamiento necesarios para sobrevivir al paso de los años.
La alta comedia
La alta comedia es el género más característico de esta época, heredera de la tradición clasicista y didáctica de la comedia moratiniana. Nace con El hombre de mundo de Ventura de la Vega e intenta reflejar la sociedad hasta caer en el evidente maniqueísmo de situaciones y personajes manipulados para que se ajusten a la tesis previa del dramaturgo. Su mayor éxito fue El gran galeoto de Echegaray.
Otras corrientes teatrales
El drama histórico continuó con notas sentimentales, pero autores como Eulogio Florentino Sanz (Don Francisco de Quevedo) o Manuel Tamayo y Baus (Locura de amor) intentan conferirle un carácter moral y de reflexión política. Por su parte, Benito Pérez Galdós logra cierto éxito con Electra y Doña Perfecta a la vez que intenta llevar los ideales del realismo al teatro, pero sin conseguir crear un verdadero texto dramático.
Conclusión: la herencia del Realismo
Como afirma Hauser, el Realismo «es a un tiempo la continuación y la disolución del Romanticismo», debido a las nuevas necesidades de una sociedad que había cambiado y necesitaba destacar un nuevo género: la novela.
